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    MILAGROS EN SEGUNDA INSTANCIA

 

(2 Reyes 4:32-37; Marcos 8:22-25)

 

En las Sagradas Escrituras, muy pocas veces se dan milagros en segunda instancia. Debemos aclarar que este término es usado en el ambiente jurídico. En este caso, queremos señalar con este término a un segundo momento que se dan los resultados. Hay dos milagros en las Sagradas Escrituras que refieren este aspecto. Es el caso del hijo de la mujer sunamita (2 Reyes 4:32-35) y el del ciego de Betsaida (Marcos 8:22-25). Veremos estos dos milagros que se dan en segunda instancia.

 

En el caso del hijo de la mujer sunamita, el niño ha muerto. El profeta Eliseo es llevado a la casa de la mujer para que lo resucite. El niño estaba en su cama sin vida, y Eliseo cerrando la puerta, se quedó solo con él, luego se puso a orar a Dios para que le devuelva la vida, después se subió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre los ojos de él, y sus manos sobre las manos suyas; así tendido Eliseo sobre el niño, su cuerpo comenzó a entrar en calor, señal que estaba reviviendo, pero aún no despertaba. Luego, en un segundo momento, Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado al otro de la habitación. Después se subió a la cama y se tendió sobre el cuerpo del niño, y él estornudando siete veces, abrió sus ojos. Rápidamente Eliseo llamó al siervo y le dijo: «Llama de inmediato a la madre». El sirviente llamó a la madre, y cuando ella llegó a donde estaba Eliseo, le dijo: «Aquí tienes a tu hijo». La mujer se acercó y se arrojó a los pies de Eliseo. Luego tomó a su hijo y salió de la habitación. Como se podrá apreciar, el milagro no se realizó en el primer momento, sino en un segundo momento. Más adelante, reflexionaremos sobre este asunto.

 

El segundo caso es sobre la sanación del ciego de Betsaida. El relato nos da cuenta que Jesús llega a Betsaida y en ese momento le traen un ciego, rogándole que lo tocara. Jesús tomándolo de la mano, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó si veía algo. El ciego levantó la vista y le dijo que veía a los hombres, pero que los veía como árboles que caminan. Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y veía todo con claridad. Jesús le dijo que se vaya a su casa y que no diga nada a nadie en la aldea. Igualmente, que, en el caso anterior, el ciego no fue sanado completamente en el primer momento, sino en segunda instancia.

 

La reflexión que podemos hacer al respecto es que a veces hay situaciones difíciles que se nos presentan y no vemos resultados al instante. Esta situación nos lleva al desánimo, a la frustración, al punto que consideramos que es en vano insistir por algo que esperamos alcanzar. De ahí, la importancia de insistir por resolver la adversidad y no dejar de luchar por aquello que queremos alcanzar. No tirar la toalla. En los ejemplos de milagros que hemos visto, podemos ver cómo Eliseo, un varón de Dios, no pudo realizar el milagro que se había propuesto, no fue al instante. Volvió a insistir y el milagro se realizó en segunda instancia. En el caso de Jesús, podemos ver que él también insistió para que el milagro se realizara en forma completa. Fue en segunda instancia que el ciego pudo ver claramente y de lejos. Eliseo y Jesús vencieron la adversidad teniendo la actitud de insistir para lograr el propósito deseado y no desanimarse ante la dificultad. Hoy en día, nosotros también afrontamos diversas adversidades, y muchas veces no logramos alcanzar lo que esperamos en primera instancia, generando desánimo y frustración en nuestras vidas. Debemos de persistir y no desmayar, con fe y con una actitud positiva.                         

 

Oremos para que el Señor nos dé el coraje de afrontar las adversidades y no desanimarnos si no logramos vencerlas en un primer momento. Que podamos persistir y no tirar la toalla. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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