LO PELIGROSO DE MIRAR ATRÁS
(Génesis 19: 17, 24-26; Lucas 9:62; Filipenses 3:13-14)
En las Sagradas Escrituras se menciona las consecuencias de mirar hacia atrás en el proceso de ir hacia adelante. Cito tres textos bíblicos sobre este asunto. Pareciera que no tiene importancia mirar hacia atrás cuando se está yendo hacia una meta, un destino. Pero, el mirar hacia atrás tiene la connotación de mirar hacia el pasado, a lo que ya fue. Esa actitud de mirar hacia atrás, el voltear hacia atrás, es lo que impide caminar firme y seguro hacia adelante, corriéndose el riesgo de tropezar. En otro caso, es detenerse para contemplar lo que ya sucedió, lo que ya no es. En ese sentido, mirar hacia atrás es perder el tiempo valioso de caminar hacia lo nuevo, hacia un futuro diferente. Por alguna razón los ángeles del Señor advirtieron a Lot a no mirar atrás, ni detenerse, mientras Sodoma y Gomorra eran destruidas. Hacerlo traería malas consecuencias. Por otro lado, Jesús les advirtió a sus discípulos que no miraran atrás mientras iban hacia adelante, ya que de esa manera no serían aptos para el reino de Dios. Así mismo, el apóstol Pablo en su carta a los filipenses, les menciona que él prosigue el blanco, olvidando lo que queda atrás, para alcanzar la meta, que es el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Reflexionaremos acerca de estas tres advertencias bíblicas. En el libro de Génesis, capítulo 19, se encuentra el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Dios envía a Sodoma dos ángeles con el propósito de salvar a Lot y a su familia, de la destrucción que se iba a realizar en aquella ciudad. Los ángeles le dijeron a Lot que escapara con su familia para salvarse del castigo, y que no mire atrás ni se detenga. Esta era una advertencia de parte de Dios. Cuando Dios envía el castigo a Sodoma y Gomorra, Lot y su familia ya habían salido y se encontraban camino a otro lugar seguro, pero la mujer de Lot miró atrás, sin que Lot lo supiera, y se volvió estatua de sal. ¿Por qué ella desobedeció la advertencia de Dios? ¿Que lograba mirar atrás? Ella y su familia ya estaban a salvo del castigo divino, solo tenían que avanzar hacia adelante y no mirar atrás, no mirar la horrible destrucción de las ciudades que vivían en plena perdición. Seguramente, ella no estaba dispuesta a dejar lo que poseía, sus amistades, su vivencia en esa ciudad, sus recuerdos. Esta situación nos hace reflexionar sobre aquellas personas, y aún nosotros mismos, que no estamos dispuestos a renunciar de lo que queda atrás, de las posesiones, de los recuerdos, de las vivencias, de los amigos, cuando emprendemos un nuevo caminar hacia algo nuevo y diferente. Queremos llevar con nosotros las cosas pasadas y no queremos desprendernos de ellas. Hacerlo se convierte en una gran mochila pesada que no nos permitirá caminar fácilmente hacia lo nuevo. Si Dios nos ha provisto de algo nuevo y diferente para nuestro bienestar, debemos dejar atrás todo lo que ya pasó, ya no podemos regresar a esa vivencia pasada. Lot estaba siendo liberado, junto con su familia, de un castigo que Dios había establecido. Dios quería salvarlo para llevarlo a un lugar seguro y mejor. Es por eso que debemos de tener en cuenta lo peligroso de mirar atrás. Tiene consecuencias nefastas para nuestras vidas.
Es por eso que Jesús les advierte a sus discípulos a que no deben de mirar atrás mientas están camino a cumplir la misión. Pone el ejemplo de tener el arado para sembrar. El labrador cuando tiene el arado en sus manos, solo debe mirar hacia adelante para abrir los surcos para el sembrío. Si mira a atrás, ya no puede abrir los surcos correctamente para la siembra. En esa situación el arado se va por cualquier parte y ya no cumple la función de abrir surcos adecuados. Jesús era consciente de que los discípulos aún tenían muchas cosas que no querían dejar, para cumplir con la misión. Y esto, porque cuando le dijo a uno de ellos que lo siguiera, éste le respondió que lo dejara ir primero a enterrar a su padre. Jesús le dijo que deje que los muertos entierren a sus muertos, pero que él lo siga para anunciar el reino de Dios (Lucas 9:59-60). Después, otro discípulo de dijo que lo dejara ir primero a despedirse de su familia (Lucas 9:61). De ahí que, Jesús pone el ejemplo del arado. Una vez más, las cosas pasadas, lo que queda atrás predominan en nosotros cuando emprendemos una nueva tarea, o iniciamos un nuevo camino hacia algo nuevo y diferente. Cuando el Señor nos llama para ser sus discípulos, debemos caminar sin llevar ninguna mochila llena de recuerdos, cosas pasadas, experiencias funestas, apego a la familia o amigos. Debemos caminar libre de toda atadura con el pasado. Si miramos atrás, perderemos la brújula, no podremos realizar la misión. Esta situación es el peligro de toda misión. Finalmente, Jesús refiere esta situación de no mirar atrás, cuando se refiere a la venida del Reino. Aconseja que el que está en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que está en el campo no vuelva atrás, tal como sucedió con la mujer de Lot (Lucas 17:31-32).
Para terminar con este tema, tomaremos el ejemplo del apóstol Pablo. En su carta a los filipenses, él les dice que prosigue el blanco, a pesar de todas las cosas terribles que ha tenido que experimentar. No pretende haberlo alcanzado todo, ni que sea perfecto, sino que prosigue el blanco al que fue llamado por el Señor (Filipenses 3:12). Pero sí una cosa hace: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndose a lo que está adelante, prosigue la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:13-14). Pablo es consciente de que no es bueno quedarse con el pasado, quejándose de las malas experiencias, lamentándose por lo que no pudo ser, en fin, tantas otras cosas, ya que todo eso le impide seguir al blanco, a la meta, a la cual ha sido llamado. Sin duda que la experiencia vivida por el apóstol Pablo, podría justificar el hecho de quedarse lamentándose por todo lo ocurrido, el no dejar a las personas que había conocido y se habían convertido al Evangelio de Jesús, tenía muchos amigos, pero todo ello era dejado atrás para seguir cumpliendo con la misión que el Señor le había encomendado. Es por eso, que Pablo no se quedaba en lugar, siempre estaba yendo a nuevos lugares. Él tenía una meta y quería cumplirla. De la misma manera, nosotros debemos tener la misma actitud de Pablo, caminar hacia lo nuevo, lo diferente, un nuevo horizonte, sin mirar atrás, a no detenernos en lo que ya pasó, a no lamentarnos por las malas experiencias vividas, a no llorar por los malos recuerdos. Debemos proseguir el blanco, caminar hacia la meta que nos hemos trazado y alcanzarla. Llevar todo lo pasado, detenernos en el camino para mirar atrás, puede ser muy peligroso. Si Dios nos ha llamado para algo nuevo, debemos caminar con fe, para lograr el objetivo.
Estos ejemplos extraídos de las Sagradas Escrituras, nos debe llevar a reflexionar hoy en día sobre este asunto. Muchas veces nos preguntamos, tanto como personas y como iglesia, por qué no alcanzamos las metas propuestas. Por qué nos quedamos en el camino. La razón es que solemos quedarnos con el pasado, con los recuerdos, siempre estamos lamentándonos por las cosas que sucedieron, extrañamos a la familia y amigos, tenemos temor a lo nuevo. No estamos dispuestos a caminar hacia algo nuevo y diferente, sin mirar atrás. Cuántos proyectos se hacen y quedan a mitad del camino. Hay personas que se quedan con sus tristezas, con sus dolores, con los malos recuerdos, con las malas experiencias vividas, con las frustraciones, con los sueños sin realizar, etc. Lo mismo pasa también en la iglesia. Se vive del recuerdo, de lo que se quería hacer y no se hizo, se anhelan los proyectos de misión del pasado, se hace mención de una historia que se quedó en el tiempo. Los textos que hemos reflexionado, nos invitan a confiar en Dios, él siempre tiene algo nuevoy diferente para nuestras vidas, siempre busca salvarnos de las cosas malas, para llevarnos a un nuevo horizonte, pero que para lograrlo es necesario no mirar atrás. Esta actitud, de mirar siempre atrás, hace que no avancemos, que nos quedemos en el camino, que siempre estemos lamentándonos por lo que no pudo ser, generando en nosotros una gran frustración. Hoy, el Señor nos llama a seguir el blanco, la meta a la cual nos ha llamado para cumplir la misión, de anunciar el reino de Dios. Solo así seremos libres de las ataduras del pasado.
Que el Señor no anime a caminar por los nuevos caminos a los que Él nos llame, no mirando nunca atrás. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
Copyright © 2023 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.