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    RENOVÁNDONOS A TRAVÉS DEL TIEMPO

 

(Salmo 92:12-15; 2 Corintios 4:16)

 

El tiempo avanza y pasa por nuestras vidas inexorablemente. La señal de ese paso del tiempo en nuestras vidas es la vejez. Esta condición de vida es un período difícil, debido a que poco a poco se van perdiendo ciertas facultades y el cuerpo se vuelve débil, frágil. Todos pasamos por esa etapa de la vida, sin ninguna excepción. Para muchas personas, les cuesta aceptar esta condición de vida, mientras que, para otros, es un tiempo de madurez, de reflexión y de sabiduría. Desde la antigüedad, en muchas sociedades, la vejez ha sido señal de sabiduría. De ahí que, los ancianos son considerados sabios, consejeros y guías espirituales. Si bien es cierto que el tiempo avanza y pasa por nuestras vidas inexorablemente, esto no debe amilanarnos, ni hacernos perder la esperanza y la alegría de la vida, ni tampoco sentir que ya no somos útiles. Siempre escuchaba un refrán que mi abuela solía decir: "Mientras hay vida, hay esperanza" Con ello quería decir que no se debe perder la esperanza, que se debe luchar hasta el último momento de la vida, que siempre hay una posibilidad de que las cosas mejoren, aún las más complejas y complicadas. Mientras tengamos vida, siempre hay esperanza de un futuro mejor. Aunque la vida puede ser difícil y dolorosa, siempre hay la esperanza de que todo cambiará. Este dicho lo podemos encontrar en el libro de Eclesiastés 9:4a.

 

Hablando de la Escritura, también podemos encontrar en ella, palabras de aliento para sobre llevar esta etapa de la vida. En el Salmo 37:25, David dice que joven fue y que ha envejecido, y no ha visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. El Salmo 92:12-15 menciona que, en la presencia de Dios, el justo crece y prospera como palmeras bien plantadas, ¡como los cedros del Líbano! Aun en la vejez, vivirá muchos años, se mantendrá sano y fuerte. Para anunciar que Dios es su fortaleza y que en Él no hay injusticia. En el libro de Eclesiastés 12:1-8 Salomón escribe que las manos temblarán, los ojos se oscurecerán, los oídos ya no oirán, cuando haya llegado la vejez. Por último, el apóstol Pablo en 2 Corintios 4.16 dice que no nos desanimamos, aunque nuestro cuerpo se vaya desgastando, nuestro interior se renueva de día en día. Siempre nos estamos renovando a través del tiempo. ¡Esa es la esperanza del cristiano! ¡Siempre hay esperanza de algo mejor!      

 

Hoy en día, es muy importante saber qué es la vejez. Anteriormente, para la mayoría de las personas, la vejez era una etapa natural de la vida y se le aceptaba tal cual. Era un proceso biológico, existencial, social y espiritual del ser humano. Pero, hoy, muchos no aceptan fácilmente esta etapa de la vida. Se quiere estar siempre joven. Para lograrlo se recurre a medicamentos, cirugías estéticas, ejercicios y caminatas. Hay un afán por no envejecer. Dicho esto, decimos que la vejez es una etapa de la vida que se caracteriza por el envejecimiento físico y el paso del tiempo. Es el período en el que una persona alcanza una edad avanzada y experimenta cambios en su cuerpo, en su salud y en su estado de vida. A nivel físico, la vejez se asocia con el deterioro de las funciones del cuerpo (disminución de la fuerza muscular, la pérdida de la elasticidad de la piel, disminución de la agudeza visual y auditiva); surgen enfermedades crónicas (osteoporosis, artritis, problemas cardiovasculares). A nivel emocional, esta etapa puede implicar una mayor sabiduría y experiencia, pero también puede llevar a enfrentar la soledad, la pérdida de seres queridos, cambios en el estilo de vida. De ahí que es importante cuidar la salud mental y emocional, durante esta etapa. A nivel social, la vejez puede implicar cambios en los roles y en las relaciones, como la jubilación y a la necesidad de adaptarse a nuevas rutinas y actividades. También puede llevar a cambios en la participación en la comunidad. A nivel espiritual, esta etapa de la vida, nos lleva a reflexionar nuestra relación con Dios, a revisar nuestro caminar y nuestra vida en santidad, a fortalecer nuestra fe, tener en cuenta los ejemplos de muchos siervos del Señor que fueron llamados a servirle, a pesar de su edad avanzada, tal el caso de Abraham y de Moisés. También hoy en día, el Señor nos puede llamar a cumplir una misión, a pesar de nuestra edad avanzada. Debemos estar preparados para ello. Esta etapa de la vida es el tiempo para dar gracias a Dios por el tiempo vivido y por todas sus bendiciones recibidas. También, es el tiempo de esperar la voluntad de Dios acerca de nuestra existencia. Él ya tiene un lugar preparado para nosotros cuando tengamos que partir de este mundo (Juan 14:1-3; 2 Corintios 5:1). Una vez más recordemos que mientras hay vida, hay esperanza para algo mejor. 

 

Los textos bíblicos que hemos visto, nos dicen que la vejez no es un impedimento para seguir viviendo con fe, esperanza y alegría, la vida que el Señor nos ha dado. Como ya hemos visto, el rey David nos hace ver que Dios no nos desampara y que él en plena vejez, puede dar testimonio de ello. El Salmo nos menciona que todo aquel que cree en Él,  aun en la vejez, vivirá muchos años, se mantendrá sano y fuerte. El libro de Eclesiastés nos dice que las manos temblarán, los ojos se oscurecerán, los oídos ya no oirán, cuando haya llegado la vejez. Esta es una realidad que no podemos evitar. Finalmente, el apóstol Pablo nos anima a no desanimarnos porque nuestro cuerpo se va desgastando, se va deteriorando, lo importante en esta etapa, es considerar que nuestro interior se renueva de día en día. ¡Esa es la esperanza del cristiano! ¡Siempre hay esperanza de algo mejor!      

 

Roguemos al Señor que nos anime a seguir viviendo con fe, con gozo y alegría, en todo momento, a pesar de que hayamos alcanzado una edad avanzada. Que con Su ayuda podamos seguir sirviéndole con fe, esperanza y alegría, hasta cuando Él nos llame a su santa presencia. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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