EN QUIÉN CONFIAR
(Jeremías 17:5-8)
Muchas veces nos pasamos el tiempo preguntándonos en quién confiar. Para ello nos hacemos una lista de personas amigas, que creemos son fieles y solidarias. Al término de la lista, optamos por alguien que creemos es confiable. Lamentablemente, al pasar el tiempo, descubrimos que esa persona en quien confiábamos es desleal. Nos estuvo engañando, no fue sincera, ni solidaria. Habíamos depositado toda nuestra confianza en ella y la hicimos parte de nuestro proyecto de vida. De pronto, se fue de nuestro caminar, nos engañó, se alejó para siempre, y no le importó nuestra situación. Tanto tiempo perdido. Esta situación se da en muchos casos, a nivel familiar, amistad, enamorados, novios, esposos, socios, trabajador, etc. Es bueno tener en cuenta que la confianza, es la seguridad que tenemos en las personas. Esta es una cualidad de gran valor que se debe dar en todos los ámbitos de la actividad humana: en la familia, pareja, amistad, escuela, trabajo, iglesia, negocios, así como en el medio empresarial, comercial, artístico o académico. De ahí que, la confianza es básica a la hora de relacionarnos con la familia, con la pareja, con un socio, con un cliente, con un proveedor, etc. Es por eso que las relaciones basadas en la confianza mutua son más sólidas, prósperas y duraderas, que las que no lo están.
Ahora bien, sobre este asunto, la Escritura nos dice que mejor es confiar en Dios que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Dios que confiar en príncipes (Salmo 118:8-9). Por otro lado, el profeta Jeremías nos advierte que Dios ha dicho: "¡Maldito quien confía en los demás! ¡Maldito quien confía en sí mismo! ¡Maldito quien se aleja de mí! Son como las espinas del desierto, que nunca disfrutarán del agua, pues viven en tierras áridas, donde nada crece. ¡Pero benditos sean aquellos que sólo confían en mí! Son como árboles plantados a la orilla de un río: extienden sus raíces hacia la corriente, el calor no les causa ningún daño, sus hojas siempre están verdes y todo el año dan fruto." (Jeremías 17:5-8). Aquí podemos ver que Dios mismo nos dice que no es bueno confiar en las personas, sino, sólo Él. Las consecuencias de confiar en personas es la maldición de parte de Dios, es como vivir en el desierto, a la deriva, en desgracia, en soledad. Hoy en día, hay muchas personas que pasan por esta ingrata experiencia; confiaron en personas, y terminaron siendo engañados, perdiendo lo que poseían, frustrados, sin esperanza. Sin embargo, los que confían en Dios, son bendecidos por el Él, serán prosperados, nada les hará daños, siempre prosperarán y siempre darán fruto. Este asunto sobre la confianza, nos trae a la memoria, lo que nos dice el Salmo 1.
En estos tiempos, hablar de la confianza entre las personas, se ha vuelto algo irreal. Ya nadie quiere confiar en nadie, hay mucha desconfianza, dudas, temores, frustraciones, decepciones. Si analizamos las diversas relaciones que toda persona practica, sea en la familia y en la sociedad, podemos ver que en ellas, la desconfianza es una realidad. Veamos algunas. Por ejemplo, a nivel familiar, cuántos casos se han visto, de hermanos que terminan peleándose porque uno de ellos engañó al otro, o no cumplió con su palabra, o se quedó con la herencia. En cuanto a la amistad, muchos son los casos en qué amigos terminan rompiendo la amistad por un asunto de deslealtad o de engaño. En el caso de parejas, la ruptura se produce, en la mayoría de veces, por infidelidad. Y así, podemos ir encontrando en la escuela, en la iglesia, en el trabajo, en los negocios, en el medio empresarial, comercial, artístico o académico, que las relaciones se terminan por falta de confianza. Una vez más, señalamos que la confianza es básica a la hora de relacionarnos con personas.
Cuán importante es la confianza en todos los niveles de la vida. Por eso, es bueno tomar nota que el único en que podemos confiar, es en nuestro Dios. Él es fiel, no miente, no engaña, es solidario, siempre está a nuestro lado, nos cuida y protege. Toda la Escritura da fe de ello. De ahí que, como creyentes debemos siempre confiar en nuestro Dios, poner todo en sus manos y esperar su respuesta. Podemos dar nuestro testimonio que lo que estamos diciendo es verdad. Dios siempre nos acompañó y nunca nos ha abandonado o engañado. Lamentablemente, eso mismo no podemos decir de algunas personas que nos han fallado, traicionado, mentido, o engañado. Pusimos toda nuestra confianza en ellas y nos clavaron un puñal en la espalda. La Escritura, también habla de esta situación. Un ejemplo que podemos tomar en cuenta es el caso de Judas, quien traicionó la confianza de Jesús.
Qué el Señor nos ayude a confiar más en Él y no solo en las personas, aún en nosotros mismos. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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