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   CAMINANDO CON DIOS EN LA SOLEDAD

(Salmo 25:16-17))

Hoy quiero reflexionar sobre un tema que, aunque común en nuestras vidas, a menudo no se discute abiertamente: la soledad. En algún momento de nuestras vidas, todos hemos experimentado ese sentimiento de aislamiento, esa sensación de que estamos enfrentando el mundo y sus problemas, solos. Pero, ¿qué nos dice la Biblia sobre la soledad? ¿Y cómo podemos encontrar consuelo y compañía en nuestra fe?

Primero, es importante reconocer que la soledad es una experiencia humana universal. Incluso en la Biblia, encontramos ejemplos de personajes que se enfrentaron a la soledad. Recordemos a David, quien escribió en el Salmo 25:16-17: "Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, porque estoy solo y afligido. Alivien las angustias de mi corazón; sácame de mis tribulaciones". David, un hombre conforme al corazón de Dios, también sintió la pesada carga de la soledad.

Jesús mismo, en el momento más crítico de su vida, experimentó una profunda soledad. En el huerto de Getsemaní, antes de ser arrestado, pidió a sus discípulos que velaran con él, pero ellos se quedaron dormidos. Jesús en su angustia, en la cruz, clamó a su Padre celestial. Esto nos muestra que incluso el Hijo de Dios buscó consuelo en la oración durante sus momentos de soledad.

Sin embargo, la soledad no es el fin del camino. En esos momentos de aislamiento, Dios nos invita a acercarnos más a Él. En Mateo 28:20, Jesús nos hace una promesa reconfortante: "Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". No estamos solos, porque Dios está siempre con nosotros. Su presencia es constante y fiel, incluso cuando nos sentimos más apartados.

Además, la comunidad de creyentes juega un papel crucial en nuestras vidas. En la carta a los Hebreos 10:24-25, se nos exhorta: "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca". Como iglesia, estamos llamados a apoyarnos mutuamente, a ser un refugio para aquellos que se sienten solos.

Entonces, ¿cómo podemos, como individuos y como comunidad, combatir la soledad? Primero, busquemos a Dios en oración. Cuando nos sentimos solos, debemos recordar que Dios siempre está dispuesto a escuchar nuestras súplicas y a ofrecernos su paz. Segundo, seamos proactivos en construir relaciones significativas con los demás. Esto significa ser abiertos y honestos sobre nuestras propias luchas, y estar dispuestos a escuchar y apoyar a quienes nos rodean.

Finalmente, la soledad es una realidad que todos enfrentamos, pero no es una realidad que debamos enfrentar solos. Dios está con nosotros en cada momento, y nos ha dado la bendición de la comunidad para que podamos caminar juntos en la fe. Que este sermón nos inspire a buscar la presencia de Dios en nuestros momentos de soledad y a ser un consuelo para los demás en sus momentos de necesidad.

Quiera el Señor nos permita seguir caminando en medio de la soledad con su compañía y ser consuelo para con aquellos que viven en soledad y en momentos de necesidad. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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