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   CÓMO OBTENER LA VERDADERA FELICIDAD

(Mateo 11:28)

Este tema ha sido y sigue siendo buscado por la humanidad a lo largo de los siglos: la verdadera felicidad. Hoy en día, vivimos en un mundo lleno de distracciones, estrés, frustraciones y desafíos, que hace que fácilmente perdamos de vista lo que realmente nos trae alegría y satisfacción duradera. Es decir, vivir una vida en plenitud. Desde siglos, los filósofos, los religiosos, los libres pensadores, los estudiosos de la persona humana, los sociólogos, los psicólogos, y otros más, han intentado encontrar la fórmula para obtener la verdadera felicidad, y no lo han logrado. En esta reflexión veremos algunos asuntos que nos pueden ayudar a tener una guía hacia la obtención de la verdadera felicidad.

En principio, debemos decir que la verdadera felicidad comienza con una relación sincera y profunda con Dios. Él nos creó y conoce nuestros corazones mejor que nadie. En la oración y la meditación, encontramos paz y dirección. Jesús dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). De ahí que, buscar a Dios y confiar en Su plan para nuestras vidas nos brinda una felicidad que trasciende las circunstancias. Esta es una gran verdad, que muchos, que han puesto en práctica este aspecto, han podido obtener la verdadera felicidad. Esto no significa que no hay problemas o dificultades por sortear, las hay, pero, en medio de esas situaciones, poniendo su confianza en Dos, han podido superarlas, logrando una felicidad plena.

Otro aspecto importante, es el amar y servir a los demás. El amor es el mandamiento más grande que se nos ha dado. El amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-39) nos llena de una alegría indescriptible. El acto de servir y ayudar a los demás, ya sea a través de pequeños gestos o grandes sacrificios, nos conecta con el propósito más profundo de nuestra existencia. En la medida en que damos, también recibimos. Cuántos hemos experimentado este aspecto: amar a Dios y amar a nuestro prójimo, que nos ha colmado de felicidad.

Un asunto a tener en cuenta, es agradecer por las bendiciones recibidas de parte de nuestro Dios. La gratitud es una llave poderosa para la felicidad. A menudo, nos enfocamos en lo que nos falta, en lugar de apreciar lo que tenemos. Dar cuenta de nuestras bendiciones, grandes y pequeñas, nos ayuda a mantener una perspectiva positiva y a reconocer la bondad de Dios en nuestras vidas. Como dice el salmista: "Alabaré el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con acción de gracias" (Salmo 69:30). Cuántas bendiciones recibimos de Dios cada día, que nos motiva a vivir en felicidad plena.

Una cosa que debemos tener en cuenta es el vivir con propósito. Dios nos ha dado talentos y dones únicos, y encontrar la manera de utilizarlos para Su gloria y el bien de los demás nos debe llenar de profunda satisfacción. Cuando alineamos nuestras acciones con el propósito divino, experimentamos una sensación de realización que nada más puede ofrecer. Preguntémonos cada día: ¿Cómo puedo utilizar lo que Dios me ha dado para hacer una diferencia en el mundo? Cuán importante es vivir una vida con propósito.

Muchas veces, el rencor y el resentimiento son barreras para la verdadera felicidad. De ahí, cuán importantes es perdonar y liberar el rencor. Jesús nos enseñó a perdonar, así como hemos sido perdonados (Mateo 6:14-15). El perdón libera nuestro corazón de la carga del odio y abre espacio para el amor y la paz. No es un acto fácil, pero es necesario para alcanzar la verdadera libertad y la felicidad. El secreto de una vida feliz es saber perdonar y vivir en paz.

Un aspecto a considerar, es el cuidar de nosotros mismos. Dios nos llama a cuidar de nuestros cuerpos, mentes y espíritus. Mantenernos saludables, descansar adecuadamente y alimentar nuestra mente con cosas buenas, nos prepara para enfrentar los desafíos con fortaleza y alegría. Recordemos que somos templos del Espíritu Santo y debemos honrarlo con nuestro estilo de vida (1 Corintios 6:19).

Por último, podemos decir que la verdadera felicidad no es un destino, sino un camino que recorremos cada día con Dios. Al seguir estos pasos, nos acercamos más a esa paz y alegría duradera que sólo Él puede proporcionar. Que cada uno de nosotros busquemos a Dios con todo el corazón, amemos y sirvamos a los demás, y vivamos una vida llena de propósito, gratitud y perdón.

Roguemos al Señor que podamos seguir recibiendo sus bendiciones y nos llene de su paz y felicidad. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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