Este Salmo de David es una profunda oración de arrepentimiento y enfoca tres aspectos: el arrepentimiento (51:1-6), la misericordia de Dios (51:7-12) y la respuesta al perdón (51:13-17). El salmo en mención fue escrito después que David se llegó a Betsabé (2 Samuel 11) y luego de la amonestación del profeta Natán (2 Samuel 12). David había cometido un grave pecado: adulterio con Betsabé y asesinato indirecto de su esposo, Urías. Después de ser confrontado por Natán, David reconoce su error y se vuelve a Dios en profunda penitencia. Este salmo revela la gravedad del pecado, pero también la profundidad de la misericordia y el amor de Dios. No entraremos a los detalles del pecado de David, sino a la actitud que tomó cuando el profeta Natán lo amonestó por el pecado cometido. Esta experiencia nos debe servir a nosotros para reflexionar que no estamos exentos de cometer errores
Ahora bien, ¿Qué podemos aprender de la profunda oración de David sobre el pecado, el arrepentimiento y la misericordia de Dios? Sin duda que, nos ayuda a reconocer que todo pecado cometido, amerita tener una actitud de arrepentimiento, ya que no somos perfectos, y solo así podemos clamar a Dios por su misericordia y lograr la reconciliación con Él. Veamos estos tres procesos, antes mencionados.
El arrepentimiento sincero (51:1-6): David reconoce su pecado abiertamente y sin excusas. Él es honesto ante Dios. Esta misma actitud debemos tener ante una situación de pecado. Debemos confesar todo tipo de pecado a Dios, de nada vale ocultarlos, ya que Dios en su momento lo revelará, tal como lo hizo con David, por medio del profeta Natán. Todo arrepentimiento nos lleva a anhelar un corazón limpio y un espíritu renovado. Debemos permitir que Dios transforme nuestros corazones.
La misericordia de Dios (51:7-12): David confía en la misericordia de Dios a pesar de la gravedad de su pecado. Pide ser purificado, lavado, oír gozo y alegría, que Dios esconda su rostro de sus pecados y que crea un corazón limpio, ser renovado en espíritu, no ser echado de su presencia, que no le sea quitado el Espíritu, y que le sea devuelto el gozo de la salvación. Aquí, David, apela a la gracia de Dios como un regalo inmerecido. Vale la pena recordar que la misericordia de Dios está siempre disponible para aquellos que se arrepienten de corazón.
La respuesta al perdón (51:13-17): David busca la restauración de su comunión con Dios, desea reconciliarse con su Señor, quien lo había elegido para ser rey de Israel. Como respuesta al perdón, él promete enseñar a los transgresores los caminos de Dios y hacer que los pecadores se conviertan a Él. Pide a Dios que lo libre de homicidios y promete cantar y publicar la justicia divina. Por último, reconoce que Dios no quiere sacrificios ni holocaustos, ya que el verdadero sacrificio es el espíritu quebrantado y el corazón humillado. Cuán importante es la reconciliación con Dios.
Finalmente, el Salmo 51 es un recordatorio poderoso de que el pecado tiene consecuencias graves, pero la misericordia y el amor de Dios son mayores. Al igual que David, todos podemos acercarnos a Dios en busca de perdón, restauración y renovación, confiando en que Él es fiel para limpiarnos y darnos un nuevo comienzo. Amén.