¡ESTAD PREPARADOS PARA EL ATAQUE!
(Lucas 11:24-28)
El Señor Jesucristo hace una advertencia al creyente acerca de su nueva vida en el Señor. No todo queda en la voluntad de cambiar nuestra vida actual, que es pecaminosa, por una nueva vida en Cristo, sino hay que estar alerta a los ataques que el espíritu maligno hará contra nosotros.
Sin duda que cuando hemos decidido llevar una vida de acuerdo a la palabra de Dios, nuestro ser viene a ser como una casa que ha sido barrida y adornada. Ahora mora el Espíritu de Dios. Antes nuestra vida era como una casa que estaba en desorden, contaminada y en ruinas. En ella vivía un espíritu inmundo, por lo tanto nuestra vida era inmunda.
El texto nos recuerda que Jesús no da importancia a lo que se diga de él, sino a la obediencia fiel de la palabra de Dios. Muchas veces nosotros pensamos que una vez que hemos decidido seguir a Cristo ya no hay nada que hacer por nuestra salvación. A medida que pasa el tiempo, pronto nos olvidamos de orar, de leer la palabra de Dios, de poner en práctica las enseñanzas de Jesús, de vivir una vida agradable al Señor. Es en ese momento que el enemigo está al acecho, dando vueltas alrededor nuestro, esperando la oportunidad de meterse otra vez en nuestras vidas. El viene con una pandilla de espíritus peores que él para hacer de las suyas con nuestro ser. A veces no comprendemos por qué nos sucede tal cosa, o por qué nos vienen enfermedades como plagas, o por qué todo nos va mal, o por qué hemos perdido el entusiasmo y la alegría de vivir una vida feliz. La única explicación para toda esta situación desastrosa es que nos hemos apartado de la palabra de Dios.
Dios nos llama a perseverar en su Palabra y no dar lugar a Satanás, hay que nutrirnos diariamente de su Palabra, orar sin cesar y poner en práctica las enseñanzas del Señor. Si eso no hacemos, somos como los niños desnutridos que al no estar alimentados debidamente de la leche materna y de alimentos sólidos y nutrientes, morirán. Poco a poco nuestra fe se va secando y nuestro espíritu va muriendo, al punto de ser como un hueso seco, sin vida. ¡Cuán diferente es la vida del creyente que oye y guarda la palabra de Dios! ¡Está preparado para afrontar cualquier ataque del maligno!. No tiene miedo a atreverse vivir la vida diariamente, no le preocupa el mañana, sabe que el Señor proveerá lo necesario si hubiera una necesidad material o espiritual. Camina por el mundo confiado en su Señor y aguarda el mañana con alegría y se atreve a soñar en un futuro mejor. Las bendiciones que recibe de Dios las comparte con su prójimo. ¡Es un bienaventurado!.
Que el Señor nos encuentre preparados y con nuestras vidas arregladas y ordenadas, para dar testimonio que en nuestro ser vive y mora el Espíritu de Dios, quien es el dador de la vida para vivirla en plenitud. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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