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LA TAREA PASTORAL

Por: Rev. Lic. Jorge Bravo C.

INTRODUCCIÓN

I. FUNDAMENTACIÓN DE LA PASTORAL

1. Definición.

2. La Pastoral en la Biblia.

3. Bases teológicas del ministerio pastoral.

4. El marco de la pastoral.

II. PASTORAL PERSONAL

1. La tarea pastoral hacia los demás y hacia uno mismo.

2. La comunicación en la pastoral.

3. El encuentro cara a cara.

4. El aporte del Pastor(a) en la entrevista.

III. PSICOLOGÍA PASTORAL

1. Análisis de la Iglesia como institución.

2. Psicoterapia y fe cristiana.

3. La salud del encargado(a) de la pastoral.

4. La tarea pastoral de Jesús.

IV. PASTORAL Y SALUD

1. La psicopatología y la pastoral.

2. Concepto de enfermedad y salud.

3. Tipos de enfermedades.

4. Curación por la fe.

5. Visitación y contactos.

6. La pastoral ante la muerte.

V. PASTORAL A DIVERSAS EDADES

1. Niñez

2. Adolescencia.

3. Juventud.

4. Adultez.

5. Tercera edad.

6. La tarea con parejas.

BIBLIOGRAFÍA


INTRODUCCIÓN

Muchas veces nos preguntamos qué es la tarea pastoral y en qué consiste. Inclusive, algunos pastores o laicos ejercen la función pastoral, y aun así, no tienen claro en qué consiste. Desde mi experiencia personal, puedo decir que, cuando estaba realizando mis estudios teológicos en el seminario de ISEDET (Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos) y mis prácticas pastorales en las iglesias locales de la Iglesia Evangélica Metodista de Argentina, surgió la inquietud de escribir acerca de este tema.

Ahora bien, toda pastoral es desde ya un ministerio en el seno de la Iglesia; es decir, en la comunidad de fe cristiana. Es un servicio fraternal hecho en y por Jesucristo, con el propósito de ayudar al prójimo, en las áreas: espiritual, existencial, social, cultural y de salud. La pastoral, como fin supremo, tiene el propósito de generar la conversión de la persona o personas a Jesucristo, buscando lograr una vida nueva, una nueva dimensión de su humanidad con respecto al reino de Dios, para que puedan alcanzar y gozar la plenitud de la vida.

De ahí que, este estudio tiene como objetivo abordar cinco áreas en el ejercicio de la pastoral, a saber:

- Fundamentación de la pastoral.

- Pastoral personal.

- Psicología pastoral.

- Pastoral y salud.

- Pastoral a diversas edades.

En cada área se tendrá en cuenta diversos aspectos propios de cada tema a desarrollarse. Se espera que este estudio sea un aporte a la tarea pastoral y pueda ser enriquecido con las experiencias propias que se logren con la práctica de la misma, con la ayuda del Espíritu Santo. Desde ya, agradezco a mis profesores, pastores y hermanos que me ayudaron a entender mejor este ministerio pastoral. Pongo a disposición de la comunidad de fe este trabajo y espero que sea de mucha ayuda.

I FUNDAMENTACIÓN DE LA PASTORAL

1. Definición.

La pastoral es un ministerio, servicio o área de trabajo en la iglesia. Es un servicio fraternal hecho en y por Jesucristo a favor de nuestro prójimo. Tiene como propósito, generar la conversión de la persona o personas a Jesucristo, buscando lograr en ella o ellas una vida nueva, una nueva dimensión de su humanidad con respecto al reino de Dios, para que puedan alcanzar y gozar la plenitud de la vida.

Para ejercer la pastoral se requiere las siguientes condiciones:

Todos los que estamos en el quehacer pastoral somos "siervos del Señor". En la Biblia encontramos esta condición de ser siervos:

- Mateo 12:15-21: Jesús siervo del Señor.

- Mateo 23:11: el mayor es siervo de todos.

- Mateo 24:4-46, 25:21: el siervo fiel.

- Lucas 1:38: María sierva del Señor.

- Hechos 2:17-21 (cf. Joel 2:28-32): los siervos y siervas del Señor.

- Hechos 16:17: los siervos del Dios Altísimo.

- Romanos 1:1: Pablo siervo de Jesucristo.

En Jesucristo tenemos el prototipo claro del pastor y en Él tenemos el modelo de la vocación (Juan 10:11.14). El ministerio de Jesucristo nos describe los elementos básicos de la tarea pastoral en el ejercicio de su pastorado:

Todos los que ejercemos la tarea pastoral tenemos que mostrar estas actitudes fundamentales que nos dejó el Maestro Jesucristo.

Por lo tanto, el núcleo de la pastoral es el Amor de Dios.

2. La Pastoral en la Biblia.

Analizaremos algunos textos bíblicos que nos refieren este quehacer:

En estas citas bíblicas, ¿Qué tipo de pastoral podemos obtener?

3. Bases teológicas del ministerio pastoral.

3.1 Finalidad.

La pastoral tiene una finalidad que es exactamente a la misión que dio Jesucristo a Su Iglesia (Mateo 28:19-20). Esta finalidad está dada en la existencia de un proyecto de Jesucristo que es el reino de Dios y ese proyecto es extensivo, dilatado, global y total. Esta pastoral abarca la personalidad humana y todas sus esferas.

3.2 Componentes teológicos básicos.

a. Respuesta de Jesucristo a las necesidades humanas.

b. Respuesta crítica, transformación por el Evangelio.

El Señor Jesucristo hace juicio sobre las situaciones de pecado existentes (Juan 8:39-47)

Para transformar la persona humana es necesario el siguiente proceso: arrepentimiento - perdón - redención = conversión (vida nueva).

El Evangelio debe transformar a la persona y a la sociedad, por lo que hace que la pastoral no puede ser individualista, ni proselitista, sino que es una tarea de toda la comunidad de fe, la iglesia.

c. Ejercicio de los dones recibidos por Dios (Romanos 12 y 1ª Corintios 12).

La tarea pastoral ha de ser ejercida por la totalidad de la comunidad de fe, la iglesia; cada uno de sus integrantes debe hacer su aporte a esa Gran Tarea mediante el ejercicio de los dones que le haya dado Dios. No todo creyente puede hacer cualquier cosa en la iglesia, sino aquellas para las cuales haya sido capacitado. Todo creyente tiene algún don o carisma, que puede y debe ponerlo al servicio del ministerio total de la comunidad cristiana. Ningún derecho a disfrutar para sí de los dones de que haya sido investido, le asiste a quien se reconozca siervo de Cristo; pues sabe que sobre él reposa la sagrada responsabilidad de usarlo para el bien de toda la iglesia.

d. Contenido de la predicación.

e. Hay un ministerio separado.

Dentro del ministerio general hay ministerios representativos del mismo, ejercidos por personas llamadas por Dios, apartadas y ordenadas o consagradas por la Iglesia para funciones específicas dentro de la misma y en su nombre. Un pastor o pastora es un miembro de la Iglesia apartado por ella para cumplir las siguientes funciones (Cf. Art. 706 de la Const. y Reg. De la IMP):

1. El ministerio del Culto.

2. El ministerio Docente.

3. El ministerio del Cuidado Pastoral.

4. El ministerio de la Administración.

5. El ministerio del Servicio.

En el Antiguo Testamento tenemos los antecedentes del ministerio separado en los levitas (Números 3:3.6-12; 8:10-11; Deuteronomio 12:9; 18:1-8;) y en los sacerdotes (Génesis 14:18; Éxodo 19:6; 28:1; Levítico 4:3).

En el Nuevo Testamento desaparecen las funciones del levita y del sacerdote, únicamente se mantienen el profeta y en forma genérica el ministro. Jesucristo es el Ministro por excelencia de la Iglesia, es el Supremo Pastor (1ª Pedro 5:2-4; 2:25). Vinculada al ministerio apartado, aparece la noción de autoridad y obediencia (2ª Corintios 10:8; 13:10; Hebreos 13:17; 1ª Pedro 5:5).

En conclusión, diríamos que el ministerio separado se da por razones prácticas, ante la necesidad de contar con personas especialmente preparadas para realizarlas; por otro lado, es Dios quien llama a esta tarea especial, y la Iglesia reconoce este llamado (Hechos 13:2-3; Hebreos 5:4; Efesios 3:7-9; 4:7.11-13).

4. El marco de la pastoral.

El ámbito de la pastoral es concreto; terrestre; en medio de las alegrías y el dolor; personal y comunitario.

Si hiciéramos una radiografía del ámbito pastoral encontraremos lo siguiente:

Estos son algunos aspectos que nos pueden dar una idea del marco en el que se desarrolla la pastoral. Para ello debemos estar preparados a enfrentar cualquier situación y saber dar una respuesta adecuada y no evasiva. Recordemos que la palabra de Dios es para todo tiempo y lugar; es viva y eficaz (Hebreos 4:12).

II. PASTORAL PERSONAL

1. La pastoral hacia los demás y hacia uno mismo.

La responsabilidad hacia el otro deviene desde la Creación. A Adán se le encargó la vida de su compañera Eva y viceversa (Gen. 2:18.24-25), a Caín la vida de su hermano Abel (Génesis 4:9-10). En los diez mandamientos está planteada la responsabilidad hacia el otro (Éxodo 20:12-17). Jesucristo nos recuerda esta responsabilidad (Mateo 22:39-40; Juan 13:35; Lucas 10: 25-37).

La tarea pastoral tiene como meta principal que toda persona, cualquiera sea su condición, alcance la plenitud de vida a través de la persona de Jesucristo. Todos tenemos que alcanzar esa meta (Efesios 4:13).

Para que nuestro asesoramiento pastoral sea eficiente es necesario que conozcamos con exactitud la situación de la persona hacia la cual se dirige nuestra acción pastoral. Ahora bien, este conocimiento resulta complicado por dos razones: primero, por la complejidad de la personalidad humana; segundo, porque el ser humano es tan dinámico que jamás llegamos a conocer a una persona en su real dimensión. Sin embargo, es posible alcanzar un mínimo de conocimiento que nos permita ejercer el ministerio pastoral con eficacia. Por otro lado, en esta tarea no estamos solos, trabajamos en el nombre de Dios y Él nos asiste con su gracia. Esto debemos tenerlo siempre en cuenta.

Todo lo anterior es muy importante para poder realizar una tarea eficaz y de calidad hacia el otro. Sin embargo, ésta no se podrá realizar de esa manera si es que no nos colocamos nosotros mismos como sujetos de la pastoral. Difícilmente podemos comprender a otras personas si nosotros no hemos alcanzado una exacta comprensión de nosotros mismos. El refrán griego: "conócete a ti mismo" refleja el interés del hombre por llegar a alcanzar un conocimiento pleno de sí mismo.

Conocernos a sí mismos, requiere de una serie de mecanismos conscientes e inconscientes que nos permitan autoanalizarnos y llegar a saber quiénes somos realmente. Para ello es necesario controlar nuestras emociones, tales como: el temor, la ira, el sentimiento de culpa, los conflictos, los complejos, etc. Asimismo, experimentar en nuestras vidas el amor de Dios, el amor cristiano, el amor al prójimo y la reconciliación. De esa manera, nuestra autoestima estará al tope, la que nos permitirá ejercer la tarea pastoral con gozo y alegría, con eficiencia y calidad (Colosenses 3:23-24).

2. La comunicación pastoral.

En la pastoral, la comunicación del mensaje se realiza a través de palabras, gestos y símbolos. No hay evangelización eficaz si la comunicación del mensaje no llega a lo profundo del ser y motiva un cambio de actitud de quien escucha el Evangelio. Hoy en día las técnicas de la comunicación han evolucionado rápidamente y debemos adecuar nuestro trabajo pastoral acorde a nuestros tiempos y costumbres.

Por ejemplo, ¿qué de nuestro lenguaje? En muchos casos nuestro hablar con gente no creyente está en otra onda; es repetitivo, monótono, puras citas bíblicas, carece de una secuencia lógica, es improvisado muchas veces. Mejor dicho, no es el tan deseado bálsamo para una vida agitada y angustiada. Generalmente nuestro lenguaje no es actualizado, pareciéramos que hablamos con una generación de la década del 50. La mayoría de la población es joven y debemos llegar a ellos con el Evangelio de acuerdo a su manera de vivir y de expresarse. Nuestra comunicación con el mundo debe ser de tal manera que el que nos escucha, se quede con las ganas de querer seguir oyendo la palabra de Dios.

Otro aspecto en nuestra comunicación son los gestos, muchas personas no entienden por qué y para qué hacemos ciertos movimientos o gestos, que antes que invitar a quedarse a escuchar, ahuyenta al no creyente; ese tipo de comunicación está bien para nuestra feligresía.

Por último, los símbolos que usemos deben ser fáciles de identificarse, que de un simple vistazo comunique un aspecto de nuestra fe viva en Jesucristo. Es bueno tener en cuenta las formas, los colores y la variedad.

En conclusión, diríamos que, toda comunicación es un mensaje y tiene dos direcciones: Yo-El y El-Yo.

3. El encuentro cara a cara.

Este aspecto en la entrevista pastoral es muy importante ya que nos permite estar en contacto con la persona quien viene en busca de una atención pastoral o en su defecto con la persona a quien hemos ido en su búsqueda. Es en esa circunstancia en que podemos detectar la situación real de la persona, sus angustias, tristezas, sufrimientos, enfermedades, alegrías y aspiraciones. Podemos observar sus gestos, su manera de sentarse y conversar, sus lágrimas sus contradicciones; sus balbuceos; sus debilidades; sus pecados; sus necesidades; así como sus fuerzas y talentos. No es un sujeto imaginario, es un ser real. No lo hemos extraído de algún libro de consulta, ni es alguien de quien nos han contado.

Jesucristo realizó su ministerio hablando cara a cara con las personas; caminaba de aldea en aldea, de pozo en pozo, de ciudad en ciudad, de sinagoga en sinagoga, de campo en campo, de barca en barca, de monte en monte. Es así como Jesús podía ver y comprobar la verdadera realidad de quien se le acercaba. Él no se imaginaba un sujeto sufriente o alegre, con problemas o sin ellos, enfermo o lleno de salud, angustiado por su vida espiritual o satisfecho de ella.

El peligro de la modernidad es usar todos los medios técnicos de la comunicación para nuestras atenciones pastorales, dejando de lado el contacto personal, la visita personal de casa en casa, en los hospitales u otro lugar. El teléfono, el correo electrónico, el Internet, el satélite, no podrán nunca reemplazar el calor humano de una entrevista pastoral. No hay pastoral a distancia. Nosotros tenemos que ejercer una pastoral personal. Sólo así nuestra tarea pastoral será enriquecida y con olor a humano.

4. El aporte del Pastor(a) en la entrevista.

He aquí algunos rasgos generales de la contribución del Pastor(a) en la entrevista:

En todas las entrevistas pastorales debemos tener en claro lo que esperamos obtener al estar en contacto con la persona, de lo contrario estaremos divagando y perdiendo el verdadero objetivo de la entrevista. Toda acción pastoral debe procurar lo siguiente:

Hagamos una comparación entre la visita social y la visita pastoral:

La conversación social enfoca...
  • Situaciones "externas" (tiempos, acontecimientos "ajenos", un escamoteo mutuo).
  • Procura una atmósfera "congenial" evitando desacuerdos o disidencias.
  • Un bienestar o facilidad donde cada uno se evade mutuamente de sus propias responsabilidades.
  • Un montón de superficialidades (más o menos jocosas) donde nada compartimos en profundidad, ni nos "tocamos" verdaderamente.
  • Apariencias y conductas "agradables" sin encuentros frente a frente, soslayándonos, yendo por las "tangentes".
  • Partiendo de lo que "debiera ser", anhelos o sueños, sin vernos en lo que somos o estamos.
  • Abordando generalizaciones, vagas, que no nos conciernen directamente.
  • Busca afabilidad, entretenimiento "a flor de piel", al costo de...
  • Concentrarnos en incoherencias o deficiencias que no nos conciernen (ajenas).
  • Hablar de la "gente" en forma genérica, no ahondando ni creciendo en relación humana.
La conversación pastoral enfoca...
  • Involucra a las personas mismas y envuelve en una interrelación e interdependencia.
  • Acepta y asume zonas de tensión o no resueltas, o conflictivas.
  • Ayuda a afrontar la vida para una mayor responsabilidad (sin cobardías, egoísmos, soberbias, miedos).
  • Ayudarse a compartir y compenetrarse en profundidad, auténticamente, con todos los riesgos y aventuras que implique.
  • Comunicación "cara a cara", comprensiva, abierta, donde nos hallamos auténticamente, una compenetración profunda, transformadora.
  • Un encontrarnos y vernos en lo que somos para avanzar hacia lo que podría o podrá ser.
  • Aborda y especifica lo que hacemos, pensamos, decimos, concerniéndonos.
  • Recrea auténticamente con un compartir y participar en profundidad.
  • Coloca a Jesucristo como el centro de nuestra vida, aún en las fallas y deficiencias que nos conciernen.
  • Estableciendo relaciones significativas, valiosas, profundamente humanas (cf. Juan 3 y 4).

Como pastores(as) tengamos siempre en cuenta las siguientes excusas de las personas a entrevistar:

Para todas esas excusas, recordemos que el Señor no necesita "abogados" defensores (que terminan siendo abogados del diablo): a lo sumo bastaría con que fuésemos testigos de lo que el Señor Jesucristo está diciendo y haciendo...poniéndole la menor cantidad de obstáculos.

III. PSICOLOGÍA PASTORAL

1. Análisis de la iglesia como institución.

Para empezar, diremos que la iglesia como institución realiza una psicología pastoral grupal, cuyo fin es la proclamación del Evangelio de Jesucristo y como resultado de ello: la conversión de las personas y el crecimiento de los creyentes. De ahí que la iglesia deba favorecer el proceso de ese crecimiento. Procurar en todo momento la conversión permanente.

Sin embargo, hoy en día la iglesia como toda institución social se ha burocratizado y como consecuencia de ello, quienes ejercen la pastoral también. El peligro de ello es que las personas llamadas a realizar la tarea pastoral hacen a la institución depositaria de muchos problemas o elementos enfermantes, y todos los que integran la institución son afectados. La tarea depende de estructuras, jerarquías, planes, presupuestos y personal especializado.

La iglesia que propicia el cambio de las personas debe a su vez propiciar el cambio estructural de la misma. La evangelización debe ser una tarea personal y social de la iglesia. Una persona restituida o sanada por el Evangelio debe congregarse en una institución sana, de lo contrario la persona llegará a enfermarse nuevamente. Muchas iglesias siguen con sus problemas y estructuras obsoletas, no se han abierto a la nueva realidad. Por lo tanto, no hay credibilidad en su proclamación, ni menos es un espacio de restauración espiritual y social.

Debe tenerse en cuenta que todo cambio de una institución a otra afecta la identidad de la persona que la integra. Este proceso de transición algunos no lo tienen claro y la iglesia lo suple, bloqueando su desarrollo.

De ahí que se deba tener en cuenta para el proceso de desarrollo de los creyentes lo siguiente:

Es bueno que la iglesia se tome un tiempo y haga un alto en el camino para examinarse a sí misma y corregir los errores que generan malestar y enferman a los que la integran. El proceso terapéutico pastoral debe ser una constante, para lograr una salud interior y contagiar a quienes vienen en busca de sanidad.

 2. Psicoterapia y fe cristiana.

Para abordar este tema es necesario contestar la siguiente pregunta: ¿es posible una colaboración entre la Psicoterapia y la fe cristiana? Aparentemente son dos campos diferentes, sin embargo, apuntan a un mismo fin: la restauración de la persona. Ante un mismo problema, los lenguajes se bifurcan, difieren, se separan. Enfrentando a condiciones y situaciones humanas variadas, extraen significados diferentes. Entre lo que la Psicología califica de trauma o dificultad psicológica, mantiene una diferencia profunda con el término pecado acuñado por la Teología. Una realidad es la catarsis y otra la conversión (metanoia). Hay diferencia entre una liberación psicológica y una salvación o liberación del Evangelio. De igual manera entre una reconciliación consigo mismo y una reconciliación con Dios.

La Psicología y la Psicoterapia componen una disciplina y una técnica de investigación científicas reconocidas. El objeto de la investigación, así como de la terapia correspondiente, es la naturaleza psicológica del hombre. Procuran restablecerlo y sanarlo de sus desequilibrios, sacudidas y "complejos" psíquicos. También para afrontar positiva y exitosamente los traumas, dificultades, bloqueos e impedimentos que obstaculizan vivir de un modo libre, realizado, plena y gozosamente.

El ministerio evangélico de la PASTORAL -en un intento y esfuerzo científico y humanizador- ofrece un servicio basado en la autoridad y poder de Jesucristo. Se fundamenta en el Evangelio liberador, transformador y renovador de la humanidad y de la sociedad. El Evangelio es el anuncio positivo a hombres y mujeres pecadores, rebeldes, oprimidos, alienados. Involucra un juicio profundo y radicalmente crítico y positivamente transformador en Jesucristo. Simultáneamente se trata del anuncio de un perdón asombrosamente activo, efectivo y eficaz, que oferta (don, regalo, carisma) Jesucristo, un compartir una nueva vida, un nuevo nacimiento, una humanidad nueva, un mundo nuevo, una libertad y un poder nuevos.

¿Es acaso posible conciliar estas posiciones teológicas de la fe cristiana con las técnicas y teorías científicas de la Psicoterapia? Los contactos entre Psicoterapia y fe cristiana son inevitables.

Es necesario reconocer casos de hombres y mujeres que padeciendo psicológicamente y espiritualmente han recurrido a los servicios de un psicoanalista. Más aún, debieron, algunos, después de frustraciones que les hicieron comprender que la PASTORAL nada podía hacer por ellos ni ayudarles. Existen numerosos casos de pacientes que fueron humillados, juzgados o anulados por una apatía indiferente o por una inhumana hipocresía. Es cierto, sin embargo, que ese paciente pueda ser que halle soluciones superficiales en la Psicoterapia, diferente a lo que el Evangelio nos desafía y provoca. En estos casos el anuncio del Evangelio apunta a una penetrante reprobación, una aguda crítica y una profunda corrección del hombre y de la mujer en su totalidad. Por lo tanto, la PASTORAL no puede aceptar cualquier tipo de Psicología que pretenda construir una humanidad partiendo de presupuestos que ignoren, amortigüen o neutralicen al Evangelio.

La PASTORAL debe estar abierta a un uso de la Psicología y su preciso instrumental científico, buscando un constante diálogo y colaboración. En un mundo donde todo es relativo, la verdad y una fe genuina basadas en el Evangelio, es aún una alternativa vigente para la transformación de la persona y de la sociedad. El Evangelio irrumpe en esa realidad. Llama pecado (imposibilidad de ser persona) a todas las desesperadas resistencias psicológicas. Llama idolatría (profundamente deshumanizante) a todas las imágenes absolutas que el ser humano construye de Dios y la religión. Califica como falsas cualquier tipo de justificación o autoafirmación como absoluciones autónomas. Anuncia por todos los medios, instrumentos o canales, la noticia gozosa-liberadora-transformadora del amor de Jesucristo a través del perdón.

Por último, el Evangelio es el anuncio y la oferta concreta de una reconciliación con Dios, con el ser humano y extendida a toda la Creación. Es el genuino generador de la paz (Shalom), del verdadero amor (ágape) entre los que creen: y creer es comprometerse, es fidelidad, es trabajar, es dedicación (santificación). En ese ámbito la PASTORAL desarrolla su servicio. Servicio a todo hombre y mujer. En ese terreno ningún tipo de Psicología podrá substituirla.

3. La salud del encargado de la pastoral.

Este punto es importante tenerlo en cuenta, especialmente quienes ejercen la tarea pastoral. Es necesario haber alcanzado la madurez espiritual como la emocional e intelectual. Es decir, debe ser considerado sano (espiritual y corporalmente). Los conflictos son muy comunes en la vida cotidiana y por lo tanto determinan en gran parte nuestra conducta. Debemos saber llevar una vida en paz, armoniosa, dominar nuestros impulsos y llegar a controlar los conflictos. De lo contrario se producirán las tensiones y el descrédito de nuestra labor.

Para lograr ese estado de salud es necesario tener momentos de relax personal, de reflexión personal, de oración, de convivencia familiar. Por lo menos, una vez al año, hacerse un chequeo médico y psicológico. Tener una dieta balanceada, no estaría de más. Realizar una evaluación al final de la jornada. Procurar hacer un autoanálisis de uno mismo. Mirarse ante el espejo al comenzar el día y al final del mismo.

Llegar a un estado de madurez y mantener una buena salud es lo que permitirá realizar la tarea de una manera eficaz. Tal vez una pregunta que se hace todo encargado de la pastoral: ¿Cómo estar en paz con Dios, conmigo mismo y con mi prójimo, en medio de un mundo tan convulsionado y materialista? En la Biblia encontramos muchas maneras de resolver este asunto y para lograr un crecimiento espiritual y el ajuste mental de la persona. En ella se nos describe una serie de conflictos humanos y los medios para resolverlos (Josué 1: 6-9; 1ª Samuel 17; Daniel 7; Mateo 11:28; Juan 8:32; Hechos 26 y 27; Romanos 8: 28.31-39; Filipenses 4:13).

Siempre debemos contagiar alegría y vitalidad en nuestras entrevistas pastorales, evitar contagiar situaciones enfermizas. Una vida en paz sirve mucho como testimonio. Nosotros somos instrumentos del Señor y debemos reflejar en nuestras vidas la verdadera plenitud de la vida, que es en Cristo Jesús.

4. La tarea pastoral de Jesús.

Todo el ministerio de Jesús podría ser dividido en dos tareas fundamentales: Una kerigmática, la proclamación del Evangelio y la otra terapéutica. Jesús, por un lado, es el predicador y por el otro el pastor, el que cuida y cura las ovejas. Al enviar a sus discípulos, la misión es idéntica a la suya: "Predicar el Reino y sanar a los enfermos" (cf. Mateo 10: 7-8; Marcos 3: 14-16; Lucas 9:2). Después de la resurrección, Jesús recuerda a sus discípulos que tiene que cumplir con la doble misión de predicar y pastorear: "Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío" (Juan 20:21). Este encargo de Cristo a sus discípulos no es diferente hoy en día. No todos podemos predicar desde el púlpito, pero todos podemos predicar el Evangelio con nuestras vidas y todos podemos asumir una actitud pastoral con nuestro prójimo. Todos podemos dar frutos, de lo contrario somos como un árbol seco.

A lo largo del ministerio de Jesús se podrá observar que Él manejaba el psicodiagnóstico, la psicodinámica y la psicoterapia. Él podía descubrir la condición de la mente humana, podía comprender las causas internas o motivos de la persona y al mismo tiempo lograba sanar los conflictos psíquicos. Pero bien sabemos que Jesús fue mucho más que un psicólogo, fue un pastor: "Yo soy el buen pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas" (Juan 10:11).

Brevemente veremos la actitud pastoral de Jesús que nos sugiere el Dr. Jorge A. León en su libro "Psicología pastoral para todos los cristianos", la cual nos puede servir de ejemplo para nuestra tarea pastoral:

IV. PASTORAL Y SALUD

1. La Psicopatología y la Pastoral.

La Psicopatología es el estudio descriptivo, etiológico y sistematizador de los cuadros de patología mental. Un estudio realizado sobre la enfermedad mental, ha demostrado que ésta constituye uno de los mayores problemas de América en lo referente a la salud. No tener en cuenta esta realidad en nuestra tarea pastoral es dejar que las personas afectadas opten por el abandono o finalmente por el suicidio.

Debemos recordar que los trastornos mentales atacan igualmente a los cristianos y a los que no lo son. Nadie es inmune: ni pastores, ni laicos; niños ni adultos; ni casados, ni solteros; ni muy piadosos ni los tibios en la fe.

La Psicopatología nos ha de dar pautas para orientarnos ante diversos casos que se nos presente en el ejercicio de nuestra labor pastoral.

2. Concepto de enfermedad y salud.

La salud es el estado armonioso en que se encuentra nuestro organismo, nuestro ser. Mientras que la enfermedad es la ruptura, el desequilibrio de ese estado armonioso.

Todos de alguna manera pasamos de un estado de salud a una situación de enfermedad y viceversa. En todos los casos hay que saber distinguir el límite entre lo sano y lo enfermo. Cuando nuestro organismo está sano expresamos vitalidad, alegría, sentimientos positivos; mientras que en una situación de enfermedad expresamos dolor, tristeza, angustia. Jesús sabía cuál era la condición humana, las causas de la enfermedad, los límites entre la salud y la enfermedad. Nuestro trabajo pastoral debe también conocer los márgenes o fronteras, frágiles y flexibles entre la salud y la enfermedad, la existencia y la muerte, la humanización y la deshumanización.

Por último, debemos precisar que toda enfermedad se debe a tres posibles causas:

a) Es una consecuencia natural de un proceso bio-psico-somático; b) es resultado de un desarreglo que hemos originado en nuestro organismo; c) o finalmente es una prueba que Dios nos da para mostrar su gloria y poder en nuestras vidas.

3. Tipos de enfermedades.

Analizaremos las enfermedades psicopatológicas de la personalidad más comunes en forma general: psicosis, neurosis, psicopatías, perversiones, toxicomanías y enfermedades psicosomáticas.

3.1 Psicosis.- Trastornos psiquiátricos más generales, afecta los modos de conducirse y funciones mentales en general e impiden la sociabilidad. Se caracteriza por la desorganización y regresión del yo a niveles inferiores. No se compromete toda la personalidad. Además de la pérdida del sentido de la realidad, se vive un mundo propio cargado de delirios a autoreferencia. Brevemente describiremos los siguientes cuadros de esta enfermedad:

a) Esquizofrenia.- Es la más frecuente de las enfermedades (3 al 8 o/oo), es una enfermedad del adulto joven (15 a 35 años de edad), muy difícilmente antes de los 15 y después de los 45 años de edad. La recuperación es variable entre el 50% (clínica y social). Se da más en los solteros y en clases más bajas, en ambos sexos. Los síntomas de esta enfermedad son:

- Sonorización del pensamiento;

- Oír diálogos de voces autoreferentes;

- Comentarios desfavorables;

- Vivencia de influencia física;

- Robo y difusión del pensamiento;

- Percepción y ocurrencia delirante;

- Alucinaciones olfativas y visuales;

- Trastornos del pensamiento.

El cuadro general es un clímax persecutivo con vivencias paradisíacas.

b) Psicosis-maniaco-depresiva.- Se manifiesta entre los 30 a 40 años de edad, más en la mujer que el hombre. Se caracteriza esta enfermedad por la exaltación de las funciones psíquicas; agresividad manifiesta; disminución de los valores morales; pérdida de las facultades centrales; sensación de auto reproche, desvalorización muy grande, disminución de la actividad sexual; tendencia al suicidio. Existen tres tipos de grupos en los que se clasifican a las personas enfermas:

1er. Grupo: enfermos con marcado cambio depresivo (25%);

2do. Grupo: melancólicos (94% del 75% del total)

3er. Grupo: maníacos (6% del 75% del total).

c) Delirios crónicos.- Este tipo de enfermedad puede presentar dos formas: paranoia, que es un tipo de "locura razonante" y se caracteriza por: delirio lógico, coherente, monotemático. No se advierte un deterioro del yo intelectual, está bien constituido y es difícil detectar. Los síntomas de esta enfermedad son: deseo de reivindicación, conducta agresiva, marcado sentimiento pasional; parafrenia, es un delirio encapsulado, viven normalmente pero tienen un delirio disociado del resto de la personalidad.

d) Demencia.- Deterioro progresivo, generalmente irreversible de las funciones intelectuales y regresión de la conducta. Conductas extrañas.

3.2 Neurosis.- Comparada con la psicosis, los trastornos negativos son menos marcados, la regresión es menor, menos masiva. No tiene alucinaciones, pero puede llegar a deformar la realidad. Son un conjunto heterogéneo de trastornos centrados por la angustia. El juicio de la realidad no está perturbado. Se manifiestan en las relaciones interpersonales, incluso sexuales. Los cuadros que presenta esta enfermedad son los siguientes:

a) Obsesivas.- Se da más en los hombres. Ideas y actos compulsivos (ideas que surgen y gradualmente se repiten. Ejemplo: fracaso en el estudio, etc.). Súper yo muy fuerte, muchos prejuicios, escrupulosos de ciertas cosas, gran necesidad de exactitud, pulcritud, necesidad de no ser interrumpido, rígido en su apariencia.

b) Histéricas.- Se da más en las mujeres. Tendencia a la teatralidad; exhibicionismo; capacidad para las relaciones sociales; saben atrapar al público; gran capacidad para seducir; hipersexualidad, como máscara de inhibiciones sexuales. Problema para aceptar su feminidad. Gran ligazón con la madre.

c) Fobia.- Forma parte de un síntoma dentro de otro cuadro o puede constituirse en un cuadro clínico. Es una protección dentro de una situación temida. Generalmente tienen que ver con el espacio (agorafobia/claustrofobia). La persona se angustia y se protege de esa situación (ejemplo: el ascensor). Se teme a cualquier cosa.

3.3 Psicopatías.- Tienen un sentido moral bastante débil y su conducta está constantemente dominada por tendencias perversas y malignas. En general ausencia de, déficit intelectual, de angustia o delirio; debilidad de reacciones frente a los imperativos sociales generalmente recibidos; cierta rebeldía a los medios de educación o represión social; gran impulsividad; inestabilidad afectiva. Tiende a actuar, a teatralizar; cleptomanía; piromanía; estafas; juegos y acciones homicidas.

3.4 Perversiones.- Son comportamientos regresivos que sustituyen con predilección y a veces exclusivisan las condiciones normales del orgasmo o en las conductas relacionadas con él.

3.5 Toxicomanías.- Satisface una necesidad por medio de la absorción habitual específica de una droga. El hábito puede ser adquirido en forma voluntaria. A veces el origen se produce por la búsqueda, o por ofrecimientos, o a veces por mediaciones (morfina), que se transfiere en hábito.

3.6 Enfermedades psicosomáticas.- Son trastornos clásicamente estudiados por la medicina, donde los aspectos psicológicos conscientes e inconscientes tienen predominancia y cuya importancia tiene que ver con un cuadro. Algunos de estos cuadros son: úlcera; asma; hipertensión arterial. En todos estos casos, los síntomas físicos simbolizan lo psíquico. Generalmente son originados por situaciones transitorias.

4. Curación por la fe.

Este tema ha sido tratado en todas las épocas y en cada caso ha habido personas que han intentado curar las enfermedades, desde sacerdotes, pastores, exorcistas, brujos, curanderos y médicos. Todos apelando a un tipo de fe. En la Biblia encontramos relatos de casos en los que muchas personas enfermas fueron sanadas por su fe en el Señor, el Dios de la Vida. Jesucristo restauró la salud de muchos que venían a Él, algunos estaban enfermos por causa de su desobediencia a Dios y habían caído en pecado (cf. Marcos 2:1-12); otros por enfermedad natural (cf. Lucas 8:43-48); y aún a los que iban a ser sujetos de la gracia y gloria de Dios (cf. Juan 9:1-31). En todos esos casos la fe en el Señor hizo posible la curación total del enfermo.

Jesucristo al dar la Comisión a sus discípulos les dio poder para sanar a los enfermos a través de la fe (cf. Marcos 16:18b). Asimismo, Él era ejemplo de ese poder divino para restaurar vidas enfermas; cada curación era el resultado de su fe y oración con su Padre. Por otro lado, las curaciones practicadas por Él eran las señales evidentes del reino de Dios, es decir, la prueba contundente de la nueva realidad salvífica de Dios.

Hoy en día muchos cristianos aún no están muy convencidos de las curaciones por la fe. No aceptan que la medicina u otra disciplina que se relacione con la salud, tengan que apelar a la sola fe en Jesucristo. ¡Cuántos casos existen en que la ciencia médica ha desahuciado a un enfermo, y éste ha sanado por la acción misericordiosa y milagrosa del Señor de la Vida!

La pastoral necesita recurrir a esta experiencia milenaria, llevar un mensaje de sanidad al enfermo en su lecho de dolor y orar con él (Santiago 5:14); llevarlo a un encuentro personal con Jesucristo o reafirmar su fe en Él (cf. Hechos 8:3-38; Filipenses 4:13.19). Mucha gente sufre enfermedades y necesita ser restaurada. Como ciegos van de un lado a otro, buscando sanidad; acuden a cualquier persona para ser "sanados". No hay quien les dé una mano y los cure por la acción de la fe en Jesucristo. Nosotros estamos llamados a brindar esa ayuda por medio del Evangelio de Jesucristo; a lograr que las personas enfermas confíen en Dios y en su poder restaurador. Creando de esa manera condiciones de espíritu y de mente que favorezcan la sanidad. Y todo esto sin ningún costo monetario alguno. ¡Sólo por la fe el justo vivirá! (Habacuc 2:4b). Ante esta buena noticia, miles acudirán a Jesucristo para ser restaurados plenamente y vivir en adelante las promesas del Señor (cf. Juan 6:47; 7:38; 10:10b; 11:25-26).

5. Visitación y contactos.

La visita del Pastor(a) a la persona que se encuentra enferma, ya sea en el hogar o en el centro de salud, genera gran expectativa no sólo en el enfermo, sino en la familia y en el médico de cabecera también. Esta actitud permite abrir oportunidades inesperadas para compartir la fe en Jesucristo. Muchas personas enfermas se encuentran en una situación de abandono espiritual, con miedo a la muerte, angustiadas al no sentir mejoría en su salud. De igual manera la familia es contagiada por esta situación. De ahí que una visita pastoral al enfermo debe tener como objetivo: generar alegría fecunda y auténtica para vivir a través de la fe en Jesucristo. Para lograr este objetivo el Pastor(a) debe establecer una relación de amistad a través de un contacto fácil y ágil (actitudes y gestos que provocan confianza-confiabilidad). En el proceso de la visita es necesario mantener serenidad en la conversación cuando se trate el tema de la enfermedad y no dejarse envolver o manipular por la persona enferma. Unos momentos de silencio permite establecer un clima de reflexión. Tener un momento para orar y pedir sanidad divina. Que nuestra presencia sea una ayuda, una bendición, una oportunidad para generar el deseo de vivir a la persona enferma. Finalmente, seamos un instrumento del Señor para que la persona enferma y la familia encuentren en Jesucristo la sanidad divina. Él es el Señor de la Vida.

6. La pastoral ante la muerte.

Este aspecto de la pastoral es delicado, áspero, complejo, que requiere mucha fineza, delicadeza, fortaleza y tacto. Hoy la muerte es rechazada por todos lados y esferas: desde un hospital aséptico (inmunizado), como los cementerios (embellecidos) y hasta los ritos funerarios que se vuelven insignificantes. Es decir, nadie quiere pensar en la muerte. Hay una pérdida de sentido, de símbolo en su profundidad. ¿Pero qué hacer ante una persona que agoniza o muere? En primer lugar, recordar que Dios no nos promete que vamos a estar exentos del sufrimiento, pero sí nos promete que estará con nosotros en nuestro sufrimiento. Al confiar en esta promesa, se nos capacita para reconocer la presencia sostenedora de Dios en el dolor, la enfermedad y la separación. La muerte es una realidad inevitable. En un segundo lugar, Dios no nos promete que seremos curados de todas las enfermedades. Todos tenemos que enfrentarnos inevitablemente a la muerte.

La PASTORAL en estos casos debe plantear el problema de la muerte como un proceso natural que todo ser viviente debe experimentar, como parte del deterioro del organismo. Es necesario tener en cuenta que fuimos creados por Dios del polvo de la tierra (Génesis 2:) y al polvo de la tierra volveremos fruto del pecado (Génesis 3:19). Pero no todo se termina aquí en la tierra, nuestro espíritu vuelve a Dios para vivir en una nueva situación: la vida eterna (Juan 11:25-26; 3:16; 14:1-4).

Por último, un detalle que no debemos descuidar es el hecho de que la mera presencia del Pastor(a) en una situación de agonía o muerte, crea un clima propicio, tanto para la familia como para los amigos, para la reflexión, el arrepentimiento, el valorar la vida como un don de Dios y la oportunidad de acercarse a los pies de Cristo. En estos casos será oportuno tener a la mano los textos bíblicos apropiados, así como los momentos de oración.

 V. LA PASTORAL A DIVERSAS EDADES

En esta oportunidad, veremos la pastoral ejercida a diversas edades. Debemos considerar que cada edad tiene sus propias características y diversas necesidades. Atender pastoralmente a cada persona debe tenerse en cuenta lo que se está mencionando. Es muy probable que cada edad demande un tiempo y atención especial.

 

Lamentablemente, pensamos que la pastoral es una, las personas son únicas y la palabra de Dios para todos en forma general. Hoy en día, se hace necesario tener en cuenta los aportes de las diversas disciplinas sociales, que nos dicen que cada persona es diferente, en edad, en la cultura, en el intelecto y en lo espiritual. De ahí que este estudio, trataremos de abordar este asunto.

Tendremos en cuenta las siguientes edades: Niñez, adolescencia, juventud, adultez, tercera edad y con parejas.

1. Niñez.- El niño desde el período de gestación en el seno de la madre, va asimilando todos los procesos de cambios que experimenta (huevo, embrión y feto) y también la madre (alegría, tristeza, dolor, cambios físicos y psicológicos). Cuando nace ya tiene internalizado en su ser una serie de factores positivos y negativos que van a formar parte de su personalidad. Todo niño es el reflejo de lo que su hogar y la sociedad son. Los valores que se le inculca a un niño han de ser el tesoro más precioso que los padres pueden dejar como herencia a sus hijos.

Desde pequeño el niño necesita experimentar el amor de la madre y del padre; ser educado con el ejemplo; tener un ambiente positivo; Motivarles hacia cosas positivas y trascendentes; enseñarles los caminos de Dios y practicar siempre lo bueno. Sólo así los niños tendrán un carácter positivo y un alto valor de la vida. Pero la realidad es otra, la mayoría de niños no viven esta experiencia y sus conductas, por lo tanto, son negativas. Muchos de ellos no tienen familia completa (falta papá o mamá, en otros casos los dos); viven en un ambiente hostil, familiarizados con el lenguaje soez; asimilan actitudes negativas por medio de la TV; sufren agresión verbal, psíquica y física; abandono a temprana edad; son obligados a trabajar desde muy temprana edad. Los resultados están a la vista todos los días.

La PASTORAL tiene una tarea muy importante con los padres y la familia del niño. Debe procurar generar espacios de amor y de alegría, es decir, un ambiente positivo. Es urgente y necesario orientar a la familia y a la sociedad sobre el rol que les toca en la educación del niño.

La Iglesia no puede estar ajena a esta problemática; es en este campo que puede ejercer una pastoral infantil a través de diversos programas: kindergarten, educación inicial, escuela dominical, colegios, escuela para padres, etc. El futuro de un país y de la humanidad entera está en la buena formación moral y espiritual de los niños. Ellos necesitan desde muy pequeños ser orientados y educados en la Palabra de Dios. La Biblia tiene muchos testimonios de niños al servicio de Dios.

2. Adolescencia.- Esta etapa de la vida es una edad difícil ya que es el período de los grandes cambios físicos, sexuales, emocionales, ideológicos y vocacionales. Es la transición entre la niñez y la juventud. El adolescente busca ubicarse en el mundo. No es un niño, pero tampoco es un joven. El centro del problema es la identidad. Esta situación genera crisis en su vida. La gran preocupación del adolescente es saber cómo soluciona dicha crisis. Lamentablemente muchos adolescentes recurren a diversas maneras para resolverla. Desde las maneras adecuadas hasta las más peligrosas. La mayoría de adolescentes no saben qué hacer y no tienen la confianza necesaria para conversar con sus padres o consejeros de aula; lo más cercano que tienen a la mano son sus amigos. Ellos son lo que son sus amigos.

El adolescente necesita ser amado y ser comprendido; necesita un ambiente estable y seguro; necesita ejemplos de valores positivos; necesita ser parte de un proyecto de vida que lo desafíe a un compromiso concreto, pero a la vez le dé la seguridad necesaria para realizarse plenamente.

La Iglesia tiene aquí una tarea inmensa, debe brindar a los adolescentes ese espacio que no le da el hogar, menos la sociedad. El evangelio debe ser para cada adolescente el fundamento y razón de ser de su vida. Jesucristo es el modelo a seguir, el paradigma de valores positivos, guía espiritual para los momentos de crisis, el amigo fiel.

Hoy en día hay muchas maneras de desarrollar programas con adolescentes. Todo está en tomar la decisión de ejercer una influencia más agresiva en la familia y en la sociedad. Es un tipo de pastoral que necesita el apoyo de otras disciplinas que tienen que ver con la conducta humana. No hacerlo ya, es dejar que la TV, el cine, las drogas, los vicios y las malas amistades hagan su parte a vista y paciencia de todos.

3. Juventud.- Comprender y orientar a las diversas generaciones no ha sido siempre fácil. Los cambios sociales son tan rápidos que producen un desequilibrio en las relaciones de padres e hijos. Esta situación genera un desencuentro generacional que conlleva a la crisis. Los jóvenes son capaces de atreverse a dar saltos existenciales sin calcular las consecuencias: tienden a ser activistas, sostenedores de una causa. Rara vez averiguan con seriedad si esa causa es un fin digno de preocuparse o si su acción es el mejor medio para lograrlo. La juventud es intrépida, ávida a los cambios, necesita ubicarse en el mundo y ser protagonista del mismo. Las causas que generan esta crisis generacional son: a) La juventud es consciente de ser un sector importante en la sociedad actual, y se siente responsable como para participar más activamente en el mundo de hoy. b) Los jóvenes son muy críticos de su sociedad y de sus valores morales, y por estar un poco "fuera de ella" se sienten capaces de juzgarla. c) La tecnología de punta y el conocimiento acumulado producen distanciamiento entre los jóvenes y los adultos, debido a que los jóvenes de hoy disponen de mayor información que los adultos.

Muchos jóvenes al no poder superar esta crisis existencial se abandonan rápidamente, recurriendo a los vicios, a las drogas y otras actividades negativas: queriendo buscar una puerta de escape y lo único que logran es mayor frustración, dolor y muerte.

Una pastoral con jóvenes tiene que tener en cuenta esta realidad de la juventud de hoy. La Iglesia debe involucrar en su misión este aspecto, que es urgente. Se debe buscar nuevas formas para dar lugar a la participación de los jóvenes en la vida de la Iglesia. Hay que aperturar charlas de orientación hacia la juventud: festivales de música: campañas de evangelización juvenil: momentos deportivos: campamentos juveniles: visitación a los hogares de los jóvenes.

La juventud es un gran potencial que no podemos dejar de lado en la tarea pastoral, ellos necesitan conocer a Jesucristo como el Amigo leal que nunca los abandona y que tiene un plan para cada joven.

4. Adultez.- La adultez es una etapa de la vida que representa madurez y experiencia. Es un período estable, de reflexión, de toma de decisiones bien pensadas: es un tiempo de pausas, avances y retrocesos. Para algunos estudiosos esta etapa es una especie de segunda adolescencia. Por ejemplo, el psicoanalista Edmundo Berler en su libro "The Revolt of the Middle-Aged Mad" describe "la segunda adolescencia emocional" de la siguiente manera: una rebelión por la cual pasan todos los hombres en los últimos años de la década de los cuarenta, y que afecta todos los aspectos de sus vidas, incluyendo sus trabajos, y compromisos sociales.

A pesar de ser esta etapa de la vida una situación privilegiada con respecto a las edades anteriores, sin embargo, es la más descuidada por los sicólogos y sociólogos, debido a que no hay acceso a grupos de la sociedad adulta que puedan ser investigados con mayor facilidad; tampoco hay ritmos de crecimiento tan claros en los adultos que dejen huellas perceptibles.

Este período de vida no está exento de vivir su propia crisis de desarrollo (física, sexual, emocional e intelectual). La crisis pasa por la tensión, preocupación, angustia, soledad, la incomprensión y el temor del avance de los años. Sin duda que es una etapa de vida que necesita de atención pastoral, en donde el evangelio pueda dar esa paz y tranquilidad deseada en un mundo que vive en forma apresurada y llena de violencia.

La Iglesia tiene un ministerio que realizar con adultos y para ello debe buscar formas de evangelizar a esta edad. No es fácil cambiar moldes de vida y maneras de pensar de la noche a la mañana, pero sabemos que para Dios no haya nada imposible (Lucas 1:37). La labor es lenta, pero necesita perseverancia y mucho amor.

5. Tercera edad.- Es un período existencial en el cual se tiene terror, nadie quiere imaginarse "viejo". Más aún, sí la sociedad presta su mayor atención a la niñez que a la vejez. Hay una sensación de decadencia, enfermedad, ruina, pérdida, separación, rechazo, abandono, martirio, suicidio, asesinato y genocidio. Nadie quiere aceptar que se envejece, que el cabello comienza a cambiar de color gris o que se han caído. En esta situación muchos recurren a una serie de recursos artificiales para aparentar ser joven: el yoga, el yogur, dietas de moda, lociones, lámparas de sol, cremas antiarrugas, vitaminas, cirugía plástica, preparados de belleza, planchado del cutis, salones de gimnasia, máquinas rejuvenecedoras que devuelvan la elasticidad juvenil a piel y a los músculos, curas para impotencia, técnicas sexuales, etc. El tiempo es el mayor enemigo. Esta es la crisis de la tercera edad.

En realidad, la vejez debería ser una etapa de tranquilidad, sosiego, reflexión madura, experiencia al servicio, de la juventud, preparación para la etapa final. La sociedad debería explotar la experiencia de las personas de este período de vida y brindar lugares propicios para su descanso y recreación.

La Iglesia debería retomar la experiencia de Israel, en el cual los ancianos representaban sabiduría, experiencia y autoridad. No eran relegados a tareas secundarias, sino que asumían roles protagónicos. En una sociedad que ha desvalorizado el aporte de las personas de la tercera edad, la Iglesia tiene la oportunidad de alzar su voz y propiciar espacios de amor, alegría y descanso para estas personas. Esta labor es también la tarea pastoral.

6. La tarea con parejas.- La Iglesia es una comunidad terapéutica que procura generar espacios que promuevan el desarrollo y felicidad de las personas, sea cual fuere la edad, el género y la raza. Entre esas personas se encuentran las parejas. Para desarrollar una pastoral con parejas tenemos que reconocer tres momentos:

a) Pastoral con los novios.- El noviazgo es el comienzo de la aventura de compañerismo que debe llegar a su plena realización en el matrimonio. Es por eso importantísimo que el noviazgo provea la oportunidad del encuentro y conocimiento mutuo, no sólo en situaciones románticas. Habría menos divorcios y matrimonios infelices si el noviazgo fuera encarado con más madurez y responsabilidad por parte de las parejas. El amor y la fe deben ser una práctica constante en las parejas.

La preocupación pastoral de la Iglesia no puede esperar a que la pareja se acerque para pedir la ceremonia nupcial. Debe proveer entrevistas, reuniones de jóvenes, de parejas, material bibliográfico, que ofrezcan información, asesoramiento y reflexión sobre el noviazgo y una decisión responsable frente al matrimonio, desde una perspectiva de la fe cristiana.

b) Pastoral prematrimonial.- La orientación pastoral habrá de estar dirigida a ayudar a la pareja a comprender el momento que están atravesando y la nueva etapa que están por comenzar, de un modo tal que sean sabiamente considerados todos los aspectos que hacen a la salud total de la pareja y al sentido cristiano del matrimonio.

Ningún pastor debería celebrar una ceremonia nupcial sin ofrecer una preparación previa. Es necesario procurar que en el momento de la ceremonia en que se afirma que "lo que Dios unió, nadie lo separe", no sea tomado en vano.

c) Hacia una pastoral permanente del matrimonio.- La pastoral matrimonial no termina con el casamiento, sino que es permanente, continúa a través del tiempo. Por eso, la unión debe ser alimentada por la Palabra de Dios a lo largo del matrimonio y se debe preparar para los momentos críticos que debe recorrer. La unión de por vida de dos seres supone un riesgo que los cónyuges cristianos aceptan correr en la fe, que los hace verdaderamente libres, capaces de perdonarse mutuamente, dar un renovado sentido a la relación y guardarse una lealtad que esté alimentada por el amor y no por el acostumbramiento y el miedo. Este es el propósito de Dios para todo matrimonio.

d) Pastoral con los divorciados.- Si bien es cierto que en principio el matrimonio es para toda la vida, se debe también tener en cuenta que el plan de Dios tiene el mismo propósito. De ahí que la iglesia debe tener un asesoramiento posterior a la vida conyugal con el fin de generar la armonía entre ambas parejas. Sin embargo, cuando una pareja casada se distancia y no llega a la reconciliación, a pesar de haber tenido el consejo oportuno para superar el problema, el divorcio es una alternativa lamentable en medio del dolor y sufrimiento. En estas circunstancias la tarea pastoral debe velar por el bienestar de la pareja, el apoyo a los niños y la custodia de los mismos. Si bien es cierto que el divorcio no se opone a un nuevo matrimonio, se debe animar a la iglesia y a la sociedad a ejercer la comprensión y la compasión con aquellos en el proceso del divorcio. 

 BIBLIOGRAFÍA

1. Libros.-

2. Links.-

                                     


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