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"La mujer sin piel"

Mientras que en el retumbar de los cascos de los caballos, en la noche de Luna Llena, se escucha a los vaqueros que persiguen a la "Vaca Ligera"

Aquella noche volví a pensar en lo ocurrido, en lo que había visto y oído, la gente lo comentaba por debajo del agua, nadie quería comprometerse, decían que ella tenía poderes muy grandes y que podía causar desgracias con solo la mirada. Volví a darme vuelta en la almohada, eran cerca de la doce, en un momento mas comenzaría el sueño y la vería pasar como todas las noches, en la áurea de la ventana, se dibujaría su forma de Ave Maligna rumbo al Fandango y el Encanto.

Ya había platicado con algunas gentes que conocen de esas mañas, ellos me confiaron que las "Arbolarias" a veces coinciden con el pensamiento de personas allegadas a su naturaleza.

Pensé en él, era una persona que tenía buenos principios, había que hacer algo, arriesgarse, o de lo contrario todos terminaríamos muertos o locos. Con esta determinación esperé que amaneciera y me dirigí a Tlacotalpan, donde sabía que lo encontraría, en la Plaza, platicando del ganado y que había que subirlo a las tierras altas, por los resumos del río que estaba anticipando en la crecida.

Como fue, lo vi y me acerqué, me saludó y le dije que deseaba hablar con él.

-¿Que paso muchacho, que te trae por aquí, como están los parientes por allá por los Llanos? Lo saludé, le conté de mi familia y al rato le dije a lo que iba.

-Don Julián, hace ya varios días que quiero hablarle de un asunto que me tiene preocupado, no me deja conciliar el sueño y no me he atrevido a contarle por la dificultad y el misterio que encierra. Se me quedó mirando con ansiedad y ojos llenos de miedo y me dijo que fuera cual fuera el asunto que debería de tratárselo, ya que yo era una persona de valía y de su entera confianza; caminamos hacia el muelle entre los pescadores que salían en las piraguas y entrando en el ensueño le conté el extraño asunto que me llevaba y que me inquietaba el alma, al término de mi relato me dijo: -Eulalio, esto que me cuentas es algo que no puedo creer, anoche que tú dices que la viste en tu sueño o en tu idea o lo que sea, ella estuvo a mi lado toda la noche, sin embargo veo en tu pensamiento mucha incertidumbre, además debo decirte que debido a la naturaleza de ésto yo también estoy incierto, asustado...

Don Julián me continuó contando sus temores y llegó a la conclusión de que había que hacer algo para desengañarse ya fuera para bien o para mal, así que me dijo que llegada la noche me fuera para la Hacienda, que él ya estaría allí y sin que nadie nos viera me escondería en su recámara para que vigilara mientras dormían.

Esa noche había Luna Llena, me fui caminando entre las vegas de zacate privilegio que rodeaban La Casona y en la oscurana divisé a Don Julián que ya me esperaba.

-Mira, dijo, iremos a mi habitación y te esconderé en el ropero, que el ojo de la cerradura da justamente a la cama y desde allí vigilarás, después bajaré a cenar con ella y luego subiremos a dormir, ¡Ah! ten mucho tiento con lo que hagas y si acaso es cierto esto, que espero en Dios que no, no salgas del ropero hasta que se haya ido.

Todo lo hicimos tal como lo había dicho, bastante rato después de estar encerrado en ese ropero con olor a cosas viejas y naftalina, oí pasos que se dirigían a la habitación, platicaban amenamente de diversas cosas y ella se comportaba sumamente cariñosa (llegué a pensar que era absurdo que yo estuviera ahí, sin embargo al recordar las noches de vigilia y el temor del sueño volví a la vigilancia), ella comenzó a halagarlo y con suaves caricias lo fue calmando hasta que se quedó profundamente dormido, aquí se acercó a la ventana semiabierta y la abrió de par en par, después comenzó a desnudarse, se quitó el vestido y también la ropa interior, hasta quedar en cueros; caminó unos pasos entre la cama y el ropero y trazó un círculo en el suelo, rezó algo que no pude entender y luego, lo que a mi vista resultaba increíble, comenzó a arrancarse la piel de cabeza a pies hasta quedar totalmente encarnada, seguidamente la enrolló hasta hacer un pequeño bulto y la guardó debajo del buró; estaba yo al punto del desmayo, cuando ella volteó hacia la cerradura del ropero y creo que me vio, pensé que era mi último momento, de repente esbozó una sonrisa que me pareció una mueca y se lanzó por la ventana; inmediatamente después oí un batir de alas flap, flap, flap, que se alejaba en la noche llena de misterio y oscuridad.

Esperé largo rato, hasta que se me ocurrió salir y despertarlo. -Don Julián, Don Julián. Le hablé varias veces y no parecía despertar, tomé una jarra con agua de arriba del buró y se la vacié en la cara. -¿Que pasó Eulalio, que te pasa? -Don Julián es cierto, su mujer es "Arbolaria", lo he visto todo desde el ropero y ella después de rezar se arrancó la piel, la escondió debajo del buró y se fue volando. Don Julián no daba crédito a mis palabras, pero cuando buscó debajo del buró y palpó la piel fresca y sangrante, su asombro no tuvo límites.

-Necesito que te ensilles un caballo y te vayas a Tlacotalpan, buscas a Don Chucho Castillo, le cuentas lo ocurrido y le dices que traiga dos kilos de sal gruesa, además de regreso pasas al rancho de Arcadio Amador y también se lo traen, yo me estaré aquí a esperar tu regreso; recuerda que debes andar aprisa y volver antes que ella, de lo contrario estaremos perdidos; hice todo tal cual me había dicho y en menos de tres horas estuve de regreso, ya Don Julián tenía apostados a los vaqueros de la Hacienda en diferentes puntos para evitar que escapara, en lo que se ordenaban me dijo que untará la piel con la sal para evitar que la usara otra vez, dominando mi repulsión lo hice, unté la piel con la sal y la volví a enrollar poniéndola en el mismo sitio que estaba antes, todo el mundo se puso en su puesto, Don Julián se volvió a acostar y yo volví al ropero.

Comenzaba la madrugada, que es cuando mas oscura es la noche, la Luna se había ocultado, cuando a lo lejos se dejó escuchar el flap, flap, flap, era ella que volvía de otra noche de travesuras mágicas, comenzó de nuevo mi inquietud y una extraña sensación me recorría toda la espalda, mas sabía que si esto resultaba acabarían mis pesadillas.

Entró volando por la ventana y era un ave rara, como una zopilota pero como de dos metros de envergadura, se transformó otra vez en ese horripilante ser en carne viva, miró nuevamente hacia la cerradura y volvió a sonreír, buscó la piel debajo del buró y se la empezó a poner, al sentir el ardor de la sal comenzó a chillar como un animal herido; Don Julián se levantó de un salto y entraron Don Chucho Castillo con una escopeta cuata y Arcadio Amador con una reata de lazar de cuatro hilos, no aguanté mas y me abalancé fuera del ropero bañado en lágrimas.

Quisieron cogerla, pero se lanzó por la ventana y al pisar el suelo, ocurrió lo inevitable, ya no era ella sino una "Vaca", comenzó a correr por el corral e inmediatamente salieron los vaqueros que ya estaban prevenidos con reatas de lazar y armas.
Don Julián les gritó desde la ventana, que el que lazará o matara esa vaca sería suya además de una recompensa en oro, enseguida llovieron lazos y balazos, mas las reatas se reventaban y los tiros pasaban sin causarle el menor daño.

Al poco rato la vaca se perdió en el monte y se confundió con la manada, los vaqueros asustados recogieron sus reatas y volvieron a la Hacienda.

Tiempo después se oiría, en los fandangos, cantar a los versadores, en el Son del Toro Sacamandú (que es el Son de los vaqueros), la siguiente versada.

Ayyyyy, nomás, nomás...

En la Hacienda del Orcón
suelta una "Vaca Ligera"
que dicen que la regala
Don José Julián Rivera.

José Ángel Gutiérrez Vázquez