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Ética

: Código Profesional


Un ensayo sobre una problemática cada vez más presente en la profesión del diseño.

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"...la actividad, al ser comunicativamente estratégica, enfocada a ciertas metas, deviene éticamente responsable...."

Este breve ensayo es un intento de esclarecimiento ante las crecientes dudas que presenta el ejercicio de una reciente profesión, la del Diseñador Gráfico. Tales inquietudes éticas son recientes puesto que podemos considerar la Profesión Gráfica como una de consolidación reciente, aún incompleta, todavía polivalente, pero con un claro asentamiento en un futuro próximo y previsible.

El ensayo contiene un Código Profesional, avalado por asociaciones internacionales de diseño, para la gráfica en ICOGRADA, para el diseño industrial en el ICSID (International Council of Societies of Industrial Design),
y para el diseño ambiental en el IFI (International Federation of Interior Architects & Interior Designers).

El código fué presentado pública y formalmente en 1987, después que fuera redactado mediante el consenso de los representantes más valiosos de la profesión del diseño.

Ahora, ¿qué hace del diseño gráfico una disciplina éticamente regulable?
La respuesta es simple y contundente.
En el mundo actual, la actividad gráfica ha ganado cada vez más campos de acción.
Su repercusión en la vida de los ciudadanos
es así cada vez mayor.

Desde el diseño señalético, que orienta individuos en espacios de acción, al diseño persuasivo o publicitario que induce la contratación o consumo de productos y/o servicios determinados; la disciplina del diseño observa consecuencias previsibles a sus acciones en las sociedades postmodernistas, donde la información y la comunicación se presentan como elementos determinantes de su destino.

Por otro lado, aparecen los aspectos propios de cualquier profesional inserto en el mercado.
Su comportamiento comercial, su responsabilidad para con el cliente y su solidaridad para con el receptor son elementos que no pueden ignorarse durante el ejercicio consciente de cualquier profesión, en la cual, el profesional actúe como intérprete o mediador entre dos o más partes.

Soy consciente de que en muchos países de nuestra iberoamérica existen aún concepciones sectarias del diseño gráfico como una mera derivación comercializable de la pictórica, es decir del arte. Confío en que esa visión es estrecha y limitante. Desde su definición más precisa, el arte pictórico no requiere de considerandos éticos específicos.
Esto es válido, ya que la pictórica no repercute de forma apreciable sobre la vida de individuo alguno. Es más, se trata de una simple actividad de creación diseñador-objeto.

Pero el diseño gráfico evolucionado hasta hoy nos devela una relación más compleja: comitente-diseñador-objeto-receptor.
De ahí que la actividad no se reduce a una simple contemplación sino que al ser comunicativamente estratégica,
enfocada a ciertas metas, devenga
éticamente responsable.


La Comunicación Visual por medios gráficos,
tal planteada en la actualidad, pretende educar, administrar, orientar espacialmente, informar, persuadir, entretener y motivar participación hacia sujetos con derechos éticos patentes.
Con el fin de evitar la impunidad y la excesiva reglamentación, en las éticas profesionales utilizamos el término de autorregulación. De éste recogemos, por un lado, la necesidad de una mínima regulación
de la actividad profesional, y por otro que ésta no sea externa a quienes conocen en detalle
la complejidad particular que conlleva su ejercicio.
La difícil credibilidad social que han logrado muchas profesiones ha sido el resultado de complejos procesos de autorregulación.

No es casual en absoluto que la profesión del diseño gráfico esté aún cargando con el peso de tantos prejuicios y desvalorizaciones.
El valor de cada trabajo de diseño es, más que frecuentemente, criticado al hartazgo por parte de contratistas, vapuleado por proveedores
que practican oficios tecnicistas, y aún peor; subestimado en su lógica concepción y profesionalidad por parte del público general.
Aquellos prejuicios que dañan la integridad
de una profesión, a modo de agravios, sólo pueden haberse erigido tras ser validados
por los diseñadores mismos, en su ignorancia, autodesvalorización u omisión negligente.

No podemos exigir ser respetados profesionalmente si no ejercemos ese respeto hacia nosotros mismos; sea manifestando nuestra competencia como refutando condiciones denigrantes para el ejercicio profesional.

¿Acaso no es primero el diseñador quien devalúa su propio trabajo? ¿Acaso no subtasamos nuestras actividades? ¿Acaso no somos nosotros los que nos ahorramos ejercer una educación necesaria al cliente y al público sobre qué es el diseño gráfico? ¿Acaso no somos quienes toleramos pasivamente la burla soez y prejuiciosa de primos profesionales como los publicistas, arquitectos, comunicadores institucionales o mercadólogos?

Creo que es hora de tomar consciencia sobre la realidad de un estatus profesional, evitando prácticas humillantes como el free-pitching o la violación del copyright entre otras.

El Código aquí citado es la punta del iceberg, una oportunidad de brindar estructura y solidez a nuestra profesión. Aún así, confío en una formación y puesta en práctica de unos criterios éticos propios a cada diseñador. Esperemos sea el código un esqueleto sobre el que apoyarse, y no una jaula para costreñirse.

El profesional que actúa ateniéndose a una ley o reglamento externo y lo hace por temor a su aplicación siempre será un profesional "menor de edad", y no estará dispuesto a asumir los riesgos que las nuevas situaciones le planteen.
Hoy contamos con una serie de recursos profesionales que pueden contribuir a la consecución de un patrimonio ético; recursosque han ido surgiendo de la urgente necesidad de responder éticamente a prácticas profesionales arbitrarias, incontroladas y de dudosa moralidad.

¿Qué es un código profesional?
Es un conjunto de normas que establece un colectivo profesional específico, va ligado a asociaciones o colegios profesionales que regulan y orientan las actividades que realizan sus miembros.

Aunque su explicitación escrita no sea suficiente, es necesaria para que profesionales y afectados sepan mínimamente a qué atenerse.-
J.P.

ver el Código Etico


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