Capitulo 12.- Mati intenta fugarse
Por: Maria
Elena Venant
Al fin Matilde sale del baño y se encuentra con Manuel en su
cuarto. Ella le dice que se demoró porque tuvo que quitarse toda
la “suciedad” que traía encima (se refiere a sus caricias). El
le exige que no lo provoque. Le insiste que coma. Ella se niega.
El le pide que no la obligue a forzarla. Ella le grita que él
todo lo hace a la fuerza. Manuel se va indignado.
A la mañana siguiente, Manuel vuelve a entrar en la alcoba de su
mujer y la observa mientras duerme. El Dr. Fuentes Guerra se va
dejando órdenes de que atiendan a su esposa. El se va unos días
a Santa Rita. Antes de irse, Antonia lo presenta con Damiana.
Hay algo en la mujer que no le agrada a Fuentes Guerra. Damiana
platica con Antonia sobre los motivos del viaje de Manuel. Para
la vieja bruja es obvio que el amo se lleva mal con su esposa y
no quiere estar con ella. Conjeturan sobre los motivos de la
pelea. Damiana dice que de seguro Mati no era doncella. Para los
hombres la virginidad es lo más importante cuando se trata de
mujer. Le pregunta a su “niña” si es virgen. Antonia responde
que si.
Ceferina le comunica a Matilde que su esposo se ha marchado.
Esta ni corta ni perezosa se viste, toma sus joyas y se apresta
a huir. Le ordena a Benigno que le prepare un carruaje para ir
al pueblo. Benigno dice que el amo no le dijo nada de eso. Mati
altiva le dice “Yo te lo ordeno ahora”, y exige que no sea
Maligno quien la acompañe sino otro peón.
En el pueblo, el Padre Urbano encuentra a un desolado Manuel
acurrucado en la escalera de la iglesia. Entran a la sacristía y
Manuel le cuenta todo. Su soberbia al querer humillar a los
Peñalvert obligándolos a aceptarlo a él, un bastardo, en su
familia, su amor por Matilde y la traición de ésta. Llega Mati
al pueblo y le dice al peón que irá a la iglesia. Pero por
supuesto se fuga, incluso pasa por detrás de donde el Padre
Urbano intenta aconsejar a su ahijado que concilie con su mujer.
Manuel dice que prefiere poner distancia entre ambos. Ya que
teme, en su furia actual, cometer alguna locura.
En Ciudad Trinidad, Adolfo visita la casa de Manuel y se entera
que el DR. Fuentes Guerra y su nueva esposa están en la capital.
Augusta sorprende a Pru escribiéndole a Mati. La Tía Prudencia
quiere saber cuando podrá visitar a su sobrina. Augusta, astuta,
la aconseja tantear el terreno, saber cuando a Manuel se le pase
el enojo para poder pedirle más dinero. Pru termina la carta y
se la entrega a Ignacia para que la lleve al correo.
En San Cayetano, Damiana y Antonia se percatan que Mati ha
huido. La nana nota que se ha llevado sus mejores joyas. Antonia
quiere enviar mensaje a Manuel de lo sucedido, pero su nana se
lo impide. Hay que dejar que Mati huya, y así Manuel buscará
consuelo en Antonia. Damiana se ha dado cuenta que su “niña” ama
al patrón. Antonia no quiere ser la querida de Manuel, pero la
vieja bruja le dice “nunca digas de esa sopa no comeré”.
Mati vaga por las calles de Barranquilla. La encaminan a casa
del herrero el único que tiene un puesto de coches. El herrero
le dice que ya salió el coche, y que no volverá a salir otro
hasta varias horas después. Mati desesperada descubre que no hay
modo de salir del pueblo. ¡El herrero le ofrece solicitar un
carruaje de la Hacienda San Cayetano!!! Mati se niega
calurosamente. Al final, el hombre la aconseja salir al Camino
Real y esperar hasta que pase algún vehículo. Manuel sale de la
iglesia y se encuentra al peón que todavía espera a Matilde.
Manuel se pone a buscar a su esposa.
En Ciudad Trinidad, Delfino sigue a Ignacia y se entera que
Matilde está en la Hacienda San Cayetano, se lo comunica a
Adolfo. Adolfo le dice que ahora sus caminos deben separarse. El
irá a San Cayetano a rescatar a Matilde y eso puede ser
peligroso. Delfino insiste en acompañarlo.
Manuel llega donde el herrero quien le cuenta que una señora
estuvo ahí buscando un carruaje y que el la mandó al Camino
Real. Mati ha salido al Camino Real. De tanto correr, está
agotada. Aparece una carreta van un hombre y una mujer en ella.
La mujer (Ana Martín) desciende. Mati le suplica al carretero
que la lleve a Ciudad Trinidad. El no quiere, la mujer le pide
que tenga compasión de la señora. Matilde sube a la carreta y
justo llega Manuel que a gritos le ordena bajarse.
En San Cayetano, todos ven como Manuel trae a su esposa de
regreso y casi a rastras la hace subir la escalera. En su cuarto
Adolfo increpa a Matilde. ¿Acaso pensaba ir al encuentro de su
amante? Mati le dice que sólo deseaba regresar a su hogar. Mati
furiosa tutea por primera vez a su marido “¡Te odio!”le grita
“¡Te has portado como un canalla conmigo!” Luego vuelve a su
tono de suplica y a tratarlo de UD Manuel se burla ¿Acaso no
acaba de tutearlo? Matilde le suplica que la regrese a su hogar.
Después de un tiempo pedirán la anulación (Peca de ignorante
Madame Fuentes Guerra. No hay bases para anular el matrimonio.
Quizás se referirá a una separación de cuerpos) Le dice que
vivirá con el mayor recato, que se encerrará en su casa y jura
no volver a ver a Adolfo. Manuel irónico le pregunta si jura con
la misma sinceridad con la que juró, de rodillas y ante un
altar, ser una buena esposa. Mati le recuerda que nunca le dijo
que lo amaba. El le dice que en cambio guardó silencio
haciéndolo pensar que si lo quería. Mati como que se da cuenta,
que ella también esta en falta. Al final le pregunta que quiere
Manuel para darle su libertad. Manuel le dice “un hijo”.
En la cocina, los criados incluyendo a Antonia y Damiana se
hacen lenguas de lo ocurrido. Llega Manuel quien llama aparte a
Antonia y a Maligno y les ordena que bajo ninguna circunstancia
permitan la salida de su esposa de la hacienda. También les
exige que eviten chismes domésticos.
La mujer a quien Mati conociera en el Camino Real, llega a
Barranquillas y va a ver al Padre Urbano. “¿No me reconoce,
Padre?” le pregunta bajándose el rebozo. El sacerdote la
reconoce. Es Rosario, madre de Manuel. Ella se entera que Manuel
esta en San Cayetano y que ahora es legitimo y millonario.
Avergonzada, Rosario quiere acercarse a su hijo sin que el sepa
que es su madre. Suplica al Padre Urbano que la ayude a entrar
en el servicio domestico de la Hacienda.
Manuel llama aparte a Antonia. Esta le pregunta “¿Pasa algo?” El
le responde con sonrisa triste. ¡Cómo si no supieras1 Y le
agrega que cometió un error al casarse con Mati. Otra vez,
Antonia ofrece comer en la cocina. Y otra vez Manuel se lo
prohíbe. Al salir, la bruja Damiana, que ha estado escuchando
tras la puerta, le dice a Antonia que Manuel mucho la distingue,
le da lo que pide y le confía su intimidad.
Matilde sigue con su berrinche de no querer comer. Manuel
exasperado le dice que si no come se enfermara. “Ojala me
muriera” gime infantilmente Matilde. Manuel del ala se la lleva
al comedor. Le dice en el pasillo que sus criados no tienen que
ser participes de los problemas entre ellos, y le exige que se
comporte como la señora de la casa y que incluso se ocupe de sus
obligaciones como dueña de la hacienda. Petulante su esposa le
dice que no le interesa lo que pasa en la hacienda.
No vemos la cena. Nos enteramos de lo que pasó gracias a la
conversación entre Antonia y su nana. Antonia comenta lo linda
que es el ama. La Nana le repite “No más linda que tu” (de
acuerdo a los cánones de belleza del siglo XIX, Antonia
resultaría mas bella que la esquelética Matilde). Damiana se
refiere a Mati como “muy alzada”. Le dice a Antonia que a los
hombres no les gustan las mujeres así. Que ellos quieren que los
mimen y los complazcan. A Damiana se le ocurre hacer amistad con
Matilde para sonsacarla y así ayudar a que Manuel se interese en
Antonia.
Esa noche, Matilde en su pieza llora que llora (¡Que latosa es
esta mujer!) En el camino, Adolfo y Delfino se han detenido a
hacer una fogata. Adolfo le cuenta su amigo que buscara empleo
como peón. Delfino se ríe. “¿El? ¿Tan blanquito? Adolfo dice que
dirá que es el “volado” de algún gringo. Delfino no entiende la
obsesión del Teniente Solis. Si ya Mati se acostó con otro.
Adolfo le dice que fue a la fuerza y el la sigue amando.
Al día siguiente, la Nana Damiana comienza a congraciarse con el
ama. Le lleva el desayuno al cuarto y se ofrece a acompañarla a
pasear por la Hacienda. Llegan hasta un hermoso jardín y Mati
recuerda que ese es el jardín que Manuel le prometió. Manuel se
dispone a salir de la hacienda cuando llega el Padre Urbano
acompañado de Manuel. Esta se turba al ver a su hijo.
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