Capítulo 22.
Por: Maria
Elena Venant
Anoche surgió un problema y por poco me quedó sin ver Amor Real,
y obvio sin contarles a Uds., los muchos percances me hicieron
perderme un par de escenas. Pido disculpas si no las incluyó.
El Padre Urbano visita la casa del administrador y vuelve a
intentar convencer al alcornoque de Adolfo que empaque y se
largue. Le dice que la gente murmura de sus intercambios con
Matilde, que estos chismes han llegado a Manuel “¡Qué hombre tan
inseguro!” dice Adolfo cínicamente. El curita desperado lo
amenaza con el juicio divino. “Si hay un Dios” le responde
Adolfo “condenará a otros antes que a mi”.
Damiana agradece a Antonia no haberle dicho al amo que fue ella
quien escucho la confesión de Matilde. Antonia dice que odia a
Mati “¡La aborrezco!” dice. Ambas temen que la patrona se quede
en San Cayetano. Antonia no soporta saber que duermen juntos.
Escoltando a “su niña” al salón (lugar donde todo el mundo se
entera de lo que hablan porque comunica con la escalera, la
cocina y la puerta principal) la Nana la instruye sobre los
pájaros y las abejas. “Los hombres son diferentes a las mujeres.
¡Tienen la sangre ardiente!” Antonia se asombra La bruja
continua, los pérfidos machos cuando tienen necesidad atacan a
la más cercana, o sea Matilde. “¿Y yo?” pregunta Toñita. Damiana
juiciosamente le aconseja “Tu te tienes que guardar para cuando
él se canse de la desabrida de su mujer”. Aparece Tía Pru en la
escalera y comienza a gritarles “¡Zopilotes! ¡Brujas!” le dice a
Antonia “¡Si mi sobrina te dio dos cachetadas, yo te daré tres!”
Antonia y Damiana se alborotan Llega el Padre Urbano. Lo
presentan con la gritona que dice que bueno que llegó un cura a
espantar a los demonios.
En Ciudad Trinidad, Greñaldo después de muchos remilgos decide
visitar a su “mujercita” quien feliz lo presenta con su
“cuñadito” Humberto pone cara de susto. Don José María de Icaza
lee la cartilla al “esposo” de su hermana. El matrimonio debe
hacerse público. La gente murmurará de Finita si ven a un hombre
entrar y salir de la casa. Finita un poco amargada dice que no
se preocupe. Humberto no viene mucho. Igual el hermano no quiere
esta situación irregular. Greñaldo le dice que hablará con su
padre apenas mejore su salud. El Sr. De Icaza se retira,
prometiendo regresar e una semana listo para ir a presentar sus
respetos al General Peñalver.
En San Cayetano. El Padre Urbano le pregunta a su ahijado si es
cierto que Mati se queda. Manuel displicente dice que es cierto,
que probablemente los Peñalver quieren otro préstamo. E dice
que era más feliz cuando no tenía ni dinero ni mujer. “Te has
vuelto duro y amargado” le reprocha su padrino quien empieza con
su panegírico de la Sra. Fuentes Guerra (Este curita es raro, va
en contra de Manuel, se burló de Rosario. Me gusta cuando Adolfo
lo pone en su lugar) Según él, Matilde es buena, tiene el
corazón tierno. “¿Qué vas a hacer con Antonia?” le pregunta.
Manuel le dice que no puede echarla, que ya le prometió que
viviría con él. Además que no hay nada entre ellos. El curita
pare e que quiere que expulse a Antonia con lo puesto ¡Que buen
cristiano! Le dice que pasearle a Antonia por los ojos debilita
las buenas intenciones de Mati. ¿Es que mi mujer tiene buenas
intenciones!” Pregunta Manuel. El cura le dice que la gente
murmura de Antonia. Exasperado el Dr. Fuentes Guerra dice que de
la misma manera murmuran de la falta de amor de Matilde hacia
él. Le muestra la cama y dice que Matilde se acurruca en un
borde lejos de él como si estuviera apestado. Dolido, le
pregunta su padrino por qué defiende tanto a su mujer. El cura
le dice que no la defiende, sólo quiere que Manuel reflexiones
sobre sus errores. Triste su ahijado le pregunta si cree que
todavía Mati y el tienen una oportunidad de ser felices juntos.
“Debes darle confianza” le aconseja el Padre Urbano.
En Ciudad Trinidad. Greñaldo llega todo agitado al club a
contarle a su compinche que llegó Icaza, que el plan se fregó y
que los van a descubrir. Renato intenta tranquilizarlo. Tienen
una semana para convencer a la Fea de darles el cofre del tesoro
para poder largarse a Europa.
En San Cayetano. Delfino teme lo que suceda con la llegada de
Sixto. Adolfo le dice que le dará dinero para que se vaya, ese
problema es sólo suyo. “Como crees que te voy a dejar” dice el
fiel Delfino. Adolfo le dice que le subleva el descaro con que
lo atropellaron “Te toco las de perder” dice su amigo. “No voy a
agachar la cabeza” insiste Adolfo “Tan hombre es el como yo”.
Delfino le recuerda que Manuel es el esposo de Mati, esa es su
ventaja. “Pero ella me quiere” dice Adolfo.
Esa noche. Manuel no puede dormir. Se acerca a la cama y mira a
su esposa dormida. Se sienta a su lado, la destapa y comienza a
acariciarla. La besa. Ella se despierta “No tengas miedo” le dic
“Me arrepiento de haber tentado a tu madre con mi dinero, pero
no me arrepiento de haberme casado contigo. Te amo
desesperadamente”. Matilde sincera le dice “Quisiera haberte
conocido antes” El le recuerda que pueden conocerse ahora.
“¡Abrázame!” le ruega. Ella lo hace. Le cuenta que cuando estaba
inconsciente y lo lavaba, vio las heridas en su espalda.
-Me dio tanta pena
-No es nada
Ella le dice que sabe que fue su padre quien lo mandó a azotar..
Aquí me interrumpieron y me perdí el resto, como la platica DEL
día siguiente entre Mati y Pru. Se que no llegaron a hacer el
amor.
Al día siguiente. Viendo a Adolfo dar ordenes, Delfino le dice
que parece un terrateniente. Adolfo le cuenta que su finquita es
parte de una gran hacienda que su padre perdió con sus dos
vicios: el juego y las mujeres.
“Me da pena contigo” dice Delfino “Pero me contaron que tu novia
ya duerme con el hacendado”. Furioso Adolfo se niega a creer en
chismes de criada. Igual, Manuel esta muy débil para hacer el
amor.
Manuel manda llamar a la Tía Pru. Comienza preguntando por la
salud de su suegro. Prudencia le cuenta que está mal de salud y
mal de dinero, que corrió a Humberto de la casa. “¿Qué noticias
hay de Adolfo Solís?” pregunta el esposo de Mati. Pru se corta.
Manuel le habla de la actriz que fingió ser esposa de Adolfo y
como Augusta la contrató. “¡Cómo cree!” dice Prudencia
escandalizada. Manuel comienza a interrogarla enojado. ¿Hablan
mucho con Matilde de Adolfo?” Exasperada Pru grita “¡Embarazela
y ya!”
Matilde se horroriza ante la barbaridad que ha dicho su tía.
Prudencia impertérrita dice que así matan dos pájaros de un
tiro; afianzan la relación de Mati y Manuel y alejan a Adolfo.
“¿Y si te hace caso?” se alarma su sobrina. Mejor dice la tía.
“Le tengo miedo. No me acostumbro a tener ESO” Pero si ya pasó
dice prudencia. Mati confiesa que le dio mucha vergüenza. “Todas
pasamos por eso” la tranquiliza su tía, pero el miedo y la
vergüenza pasan. Adolfo sólo se ira si sabe que espera un hijo.
Manuel es un hombre. Si no ha intentado nada es porque estaba
herido. Pero si lo intenta “que sea por las buenas”
“¿Qué debo hacer?” pregunta Mati irónica “¿Provocarlo?
¿Insinuarme?” Todo eso dice Prudencia “Embarazarte te urge más a
ti que a él”
Llega Adolfo y le dice a Rosario que vaya avisarle a Mati que
quiere verla “No voy a decirle nada” le contesta agria, la madre
de Manuel.
Ciudad Trinidad. Humberto y su cómplice visitan a Josefina.
Greñaldo pone de vuelta y media a su cónyuge. Le dice que no
debió contarle a su hermano. Le ordena que le de el cofre,
estará mejor guardado en su casa. Asustada Finita pregunta por
qué. “¡Porque yo lo digo!” le grita su “esposo”. Tan mal se
porta Greñaldo que Josefina llora y Renato le exige que deje de
maltratar a su mujer y se lo lleva. En la calle, Humberto
histérico casi golpea a su amigo quien le dice “¡No te portes
como un carretonero!”
En la hacienda, Manuel intenta bajar la escalera. Antonia corre
a ayudarlo. El le dice cortante que no es un inválido y la manda
a buscar al administrador. También pregunta dónde esta su
esposa. ¿Dónde estará desdichado? Paseando con la tía. (Esta
chica es bien fodonga), y por supuesto se encuentran con Adolfo
que corre a Prudencia y se pone a reclamarle a Mati que duerma
con su marido. Matilde le dice que lo hace porque Manuel quiere
y es su obligación “¿Y conmigo?” pregunta Adolfo ¿acaso no tiene
obligaciones con él? “¿Qué delito he cometido Matilde? ¿Carecer
de fortuna?” Matilde comienza con sus platitudes “Vivimos en un
mundo de reglas” Le dice que no es fuerte. El le dice que si lo
es, la llama “Mi Matilde”. “Ya no soy tu Matilde” lloriquea la
susodicha. Aparece Antonia. De lejos le dice a Mati que Manuel
la busca.
En Ciudad Trinidad, Greñaldo visita a su madre. Está hecho un
deshecho, más histérico que Matilde ¡Se nota que son hermanos
estos chiflados!” “Mamá necesito volver” suplica “Necesito estar
tranquilo. Todo es malo en mi vida. Estoy sumido en un pozo sin
fondo” Asustada Augusta le pregunta “¿Qué has he hecho?” “Estoy
mal” dice su hijo. Camina encorvado. Augusta preocupada lo deja
quedarse.
En la capilla de San Cayetano, Matilde se reúne con su tía. Le
dice que quiere a Adolfo “Tu no sabes lo que quieres” le dice
Prudencia y agrega que en su lugar estaría igual. “Los dos son
tan guapos”. Mati la mira escandalizada. Deciden inventar un
pretexto, puesto que Antonia de seguro irá con el chisme a
Manuel.
Precisamente Antonia pide consejo a su nana. ¿Debe contarle a
Manuel lo que vio? “No le machaques tanto” aconseja Damiana. A
los hombres no les gusta que lea molesten con lo mismo. Toñita
esta sorprendida de la amistad entre esos dos. Como la patrona
que es déspota y altanera con todos, y apenas le da confianza a
Rosario, de pronto hace tanta amistad con un desconocido y
platica con él siempre a solas. Damiana le aconseja al final que
le cuenta a Manuel, pero de forma casual. “No te veas chismosa”
Manuel le encarga a su administrador que vaya a Ciudad Trinidad,
que averigüe los problemas monetarios del General Peñalver y le
encargue a su banquero que los solucione. “Se que tiene UD.
Cierta amistad con mi mujer” dice Adolfo le inventa que Matilde
vive preocupada por el atentado y siempre lo esta interrogando
sobre los posibles culpables. “Le digo por que no quiero que
ella sepa de este cargo” le dice su patrón. Antes de irse le
pide que pase por el cuartel y averigüe sobre un tal Adolfo
Solís. Adolfo lo mira con odio.
En Ciudad Trinidad, al General Peñalver no le parece que
Humberto haya regresado. Augusta le suplica. Humberto esta
enfermo “Es nuestro hijo y nos necesita” Don Hilario se queja de
que Humberto creció con todos los privilegios de su clase y no
los aprovecho. “Tal vez le faltó tu cariño” le dice su esposa
“Siempre preferiste a Matilde”. En ese momento llega el Señor de
Icaza que a grito pelado pregunta “¿Dónde está ese mal nacido?”
Hilario le pregunta “¿Qué desea con mi hijo?” Icaza se presenta
y le dice que Humberto se burló de su hermana. Que se valió de
un matrimonio falso para aprovecharse de su hermana. Augusta
corre a buscar a su hijo. “Humberto” como rata acorralada sólo
atina a decir “Tengo que irme. Escapar, a donde sea”. Abajo el
General comparte la indignación de Icaza quien le cuenta que no
halló registros de la boda, exige que Humberto cumpla con
Josefina o lo matara. Baja Augusta y dice que Humberto saló.
Hilario da su palabra que su hijo reparara su falta. Icaza se
va. El General pregunta donde esta Humberto. “Me va a matar”
dice. Augusta tampoco puede creer que su hijo haya sido tan
sinvergüenza.
En San Cayetano. Antonia y Manuel hablan de hacer la lista de
víveres. Modosa, Toñita dice que espera que la Señora no esté
enojada puesto que la vio llorándole al administrador. Manuel
sale y a su mujer que lo acompañe a darle el pésame a la madre
de Nazario.
Antonia se va a la cocina donde se desquita molestando a
Rosario. Llega Pru y la llama metiche. La acusa de andar de
resbalosa contando chismes. Y le dice que deje de molestar a
Manuel. El y su sobrina son muy felices, sobre todo porque
Matilde está de encargo. Antonia se pone pálida con tal noticia.
Pru ve la lista y le dice que eso es trabajo de la patrona (¡Ah!
¿Y por que no lo hace esa perezosa?) Le grita a Antonia
“¡Quítate de mi vista que de solo verte me enrroncho!”. Antonia
se va. Rosario llora de felicidad al saber que va a ser abuela.
Camino a casa de Nazario, Manuel reprocha a Mati su amistad con
Santamaría. Ella le dice que está inquieta por todo lo que
ocurre con Benigno y el Lic. Quintero. Su esposo se conduele que
le tenga tanta confianza a un extraño y que hasta llore con él.
En su cuarto de pensión, Humberto empaca. Llega Renato, Greñaldo
les dice que los descubrieron y que Icaza quiere matarlo. José
María de Icaza llega a casa de su hermana y le anuncia “Ese
canalla te engañó miserablemente. No hubo boda” Finita queda
petrificada.
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