Capítulo 23.-
Un capítulo muy movido
Por: Maria
Elena Venant
La pobre Finita no puede aceptar que ha sido traicionada. Le
dice a su hermano que Renato Piquer contrató cura y juez ¿Renato
Piquer? ¿Y quién es ese? Dice Icaza
En la pensión, Humberto le dice a su amigo que el plan fue un
absurdo y él un idiota por haberlo secundado. Renato está
preocupado ¿Sabrá Icaza quien es él? ¿Cómo no lo va a saber? Lo
intranquiliza su amigo si la boda fue en su finca.
Finita sigue llorando, mientras su hermano decide su vida. Le
dice que Humberto tendrá que casarse con ella. “Aunque no sé
para qué quieres un zángano por marido”. “¡Lo quiero!” solloza
la solterona. José María sigue detallando su plan, ya de casado
su cuñado no verá ni un centavo de la fortuna de Josefina. Esta
incomoda ante la insensibilidad y arbitrariedad de su hermano
sale llorando del cuarto.
Renato hace una maleta y sale de casa de su hermana dejándole
una nota a Pilar. Se reúne con Greñaldo que también trae su
maletita. Los dos se alejan de Ciudad Trinidad, muy asustados y
viéndose altamente sospechosos. Parecen ladrones chambones como
el Chompiras y el Botijas.
Antonia le llora a su Nana contándole el embarazo del ama. Ya no
hay nada que hacer. “Por lo menos la lucha la hiciste” la
consuela Damiana. Los hombres son así, no ven lo bueno que hay
en una mujer. Manuel dejó que Matilde lo deslumbrara con su
apellido. ¿Qué hago? Solloza Antonia
“Esperar”
¿Esperar a qué? ¿ a que me corra?
Damiana la tranquiliza. Manuel respetaba mucho a Gervasio, no
dejara que su hija pase miserias además le dio su palabra de
ampararla. Aconseja brillantemente a su “niña” que le pida
trabajo a Manuel en el hospital. “Pero, no lo veré” gime Toñita.
La nana la tranquiliza. Podrá verlo cuando venga al pueblo y sin
la compañía de su mujer. Además Matilde se ve “debilucha” quizás
no aguante el parto.
¿UD cree? Pregunta Antonia esperanzada
“¿Por qué no? Dice la Bruja “Todos nos vamos a morir”
Delfino le dice a Adolfo que no debió aceptar el encargo de
Manuel. A él lo conocen en Ciudad Trinidad, lo conocen los
Peñalver y no va a ir al Cuartel a preguntar por si mismo.
Adolfo le dice que los Peñalver, por no perjudicar a Matilde,
no dirán nada. Adolfo le ordena quedarse. Será una garantía de
su regreso para Mati. Delfino se pregunta por qué Manuel no
quiere contarle a Mati del préstamo a su familia cuando eso lo
haría quedar como un rey ante sus ojos. Adolfo le dice que
Manuel “no es un tipo ruin” Burlón su amigo le pregunta “¿no te
parece feo fregarlo quitándole a la mujer?”. Es diferente le
explica Adolfo. Llega Manuel a entregarle el dinero para el
viaje. Adolfo le pide un caballo. Y cuando Manuel menciona que
entonces el viaje será cansador el administrador le responde que
está acostumbrado. Manuel lo mira de arriba abajo y le pregunta
si alguna vez estuvo en el ejército. Adolfo responde
afirmativamente. “Me pareció” le dice el patrón y se retira.
Delfino le dice a su amigo que no debió confesar que fue militar
“Me cansé de mentir” dice Adolfo.
En su casa el General Peñalver juega con soldaditos de plomo
cuando llega su esposa a ofrecerle merienda.
¡La ruina, la vergüenza, el deshonor! ¿Qué otra desgracia nos
espera, mujer? Pregunta
Augusta intenta calmarlo. Humberto volverá. Ella mandará un
recado a Renato para que averigüe su paradero.
Cena lúgubre en casa de los de Icaza. José Maria tiene los ojos
fijos en el reloj. Al ver que los Peñalver no aparecen le dice
a su hermana “Ya ves. ¡No han venido!” “Lo harán mañana” dice
Finita. Su hermano dice que si Humberto no repara su falta lo
matará. Pregunta por Renato y se sorprende al saber que es
cuñado de Ramón Marqués.
En una posada caminera, Greñaldo y Renato cenan. Humberto se
queja de la mala comida y pregunta si acaso Ramón con sus
influencias no puede ayudarlos. Total el nunca tocó a Finita.
Renato se ríe, de su cuñado no moverá un dedo para ayudarlos. De
hecho, va a ir a agradecer con un nopal a la espalda si Icaza
asa a Renato como a un chorizo. A él se le ocurre una mejor
idea: ir a visitar a Matilde.
Esa noche ya en cama, Matilde recuerda su plática con su tía
sobre la urgencia de embarazarse. Llega su esposo y finge estar
dormida. A la mañana siguiente, Antonia busca a Manuel en su
despacho y le anuncia su intención de hacerse cargo del
Hospital. Esta idea le gusta a Manuel “Así la Señora no tendrá
molestias” comenta con amargura. Le pregunta si Matilde se queda
por el niño.
¿Cuál niño? Pregunta el Dr. Fuentes Guerra
“El que está esperando” le responde Antonia. “¿No lo sabía?
¿Quién te dijo eso?
Antonia le dice que la Tía Prudencia.
Matilde llega a la cocina y Rosario la recibe muy contenta por
lo de su embarazo. Mati se molesta parte muy apurada y al subir
la escalera casi se cruza con Antonia que viene saliendo del
despacho de Manuel. Se miran con frialdad. Antonia se va. Mati
duda en ir a hablar con su marido. Este en el despacho está
pensando “Ella no está embarazada. ¿Por qué su tía diría eso?
Matilde llega furiosa donde Prudencia “¿Por qué hiciste eso?”
Hasta Rosario la ha felicitado. “Para fastidiar a Antonia”
responde Pru. Matilde teme que Antonia se lo diga a Manuel y que
éste le reclame “¡Dile que estoy loca!” le dice su tía. La Sra.
Fuentes Guerra se preocupa de lo que pensara su esposo. Mejor
dice Prudencia así se decidirán a tener un hijo “No de esta
manera” dice su sobrina. A Prudencia tanto remilgo le incomoda.
Al final ya están casados (esta vez estoy de acuerdo con
Matilde. Yo me moriría de vergüenza en una situación así)
En Ciudad Trinidad, Ignacia llega y le anuncia a su ama que
Renato desapareció y Pilar no sabe donde fue. Augusta le dice
que la acompañe a casa de los de Icaza.
Manuel busca su mujer. Le dice que va al pueblo
¿No quieres acompañarme?
¿No te hará daño?
¿Ir al pueblo o tu compañía?
Mati pone cara de boba. Si que es sosa esta mujer. Manuel le
muestra el jardín. Esta muy descuidado. El creía que su esposa a
la que gustaba la jardinería se ocuparía de las flores. “no se
me ocurrió” dice la mustia de Matilde. Si no se le ocurre nada
útil. Manuel le pregunta si acaso no le interesa porque no
siente que esa sea su casa. “Tal vez sea eso” dice su mujer.
Manuel se aleja y vemos la frustración y rabia en su rostro.
Mati como tarada se sienta en la fuente a mirar el agua.
Sinceramente no se entiende que ve este hombre en esta mujer.
Antonia le cuenta a Damiana que Manuel no sabía que su mujer
estaba encinta. “No me pareció contento” agrega. Se pregunta si
el bebé será de Manuel. Golpean la puerta. Es Ceferina. La
despensa está vacía. Pronto no habrá que darles a los peones.
“Que se encargue la Sra. Matilde” responde Toñita de mal modo
“¡No es problema mío!” Se va Ceferina muy corrida. (¿Ah y no que
celebraron tanto cuando Prudencia le quitó autoridad a Antonia?)
Damiana aconseja a su “niña” que le cuente a Manuel lo de la
bodega. Toñita se sorprende ¿No será atosigarlo mucho? La Bruja
la aconseja, esto servirá para que Manuel vea la diferencia
entre”Lo eficiente que eres tú y lo inútil que es su mujer”.
En Ciudad Trinidad, Augusta llega a casa de Josefina. Icaza la
recibe indignado “Somos los ofendidos” le recuerda a su hermana
antes de recibir a la Generala Peñalver y le pide que actué con
dignidad. Entra Augusta y les pide disculpas por su tardanza. Su
esposo se puso mal y hubo que llamar al médico. No pudo hablar
con su hijo ya que olvidó que el tuvo que atender los asuntos de
la hacienda. Icaza no le cree. Augusta se indigna La está
llamando mentirosa. Finita interrumpe y asegura que Humberto
también le dijo que se iba a la hacienda. Augusta dice que
cuando regrese su hijo arreglaran ese asunto “Como no hay más
que hablar. Me retiro”. Su “nuera” la retiene. Le dice que está
profundamente apenada por todo lo ocurrido. Augusta le acaricia
la mano y se va. Icaza se enfurece con su hermana. La llama
estúpida. Ella le grita “No te metas en mis asuntos” El la
cachetea. (Pobre Josefina. Ella si me da pena)
En la taberna de Barranquillas. Benigno habla con el asesino de
Nazario. Le urge hablar con el Alcalde. El administrador los vio
y lo reconoció. Llega Quintero y se los lleva a la alcaldía.
Delfino los ve irse juntos. En su oficina, Quintero escucha lo
que Maligno tiene que decirle, incluyendo la oferta de Manuel
para delatar al lic. Quintero. El Alcalde se ríe. Manuel no
tiene influencias. “Si ese doctorcito quiere guerra, guerra
tendrá” En cuanto al administrador, se le tratará de sobornar.
El capataz le cuenta que hay algo “chueco” con ese individuo. No
se junta con nadie, No viene al pueblo a echarse un trago o a
buscar mujer, no parece saber mucho de cosas de campo y su
criado lo llamó “Adolfo” cuando se llama Felipe.
En San Cayetano, Antonia busca a Manuel y le dice que hay cosas
que no se atreve a decirle “Dímelo de una vez” la urge el Dr.
Fuentes Guerra. Antonia le cuenta que no han surtido la bodega y
que Prudencia le prohibió encargarse de eso. Ahora los peones se
quedarán sin los víveres que el patrón les regala
En la cocina, Jacinta y Ceferina se quejan al ver la despensa
vacía. Rosario les dice que hablen con Matilde. ¿Cómo? pregunta
la cocinera si la patrona nunca viene a la cocina. Rosario corre
a buscar a su nuera y la alerta de la crisis domestica. Antonia
es la que se encarga, pero Prudencia le prohibió encargarse de
eso. El señor se va a enojar cuando se entere. Mati se asusta.
¿Cómo se arregla eso? Rosario le dice que ella le explicará.
Corren a la cocina. Matilde se pone a hacer una lista, pero la
abruman los pedidos de las criadas, no saben las cantidades. Hay
que ir a la despensa, pero Antonia tiene las llaves. Mati manda
a Rosario a pedirlas. Manuel busca a Matilde en su cuarto y por
supuesto el baño, y no la encuentra. Antonia finge haber perdido
las llaves y dilata a Rosario buscándolas.
Manuel finalmente llega a la cocina justo cuando llega Rosario
con las llaves. Se conmueve al ver a su mujer ocupándose de los
víveres y se ofrece a enseñarle la bodega. Las sirvientas se
quedan con la boca abierta. ¡El patrón no se enojo! “La quiere
harto” dice Jacinta. Es buena gente, no se parece nada al
“patrón viejo”. Al oír estos comentarios, Rosario se alegra.
En la bodega, Matilde se admira de lo grande que es. Llevar una
hacienda es muy diferente a llevar una casa pequeña como la de
ella. Le pide disculpas a su esposo por no haberse ocupado antes
El nota que se ha manchado la mano con tinta. Se l besa y le
dice que tiene algo para quitarle la mancha
En la cocina llega Delfino. Le cuenta a Rosario que su amo se
fue a cumplir un encargo de su patrón. Ella contenta le anuncia
el embarazo del ama. Delfino se queda de una pieza ¿Y no que
estaban peleados? Rosario le pregunta si acaso el Se. Santamaría
conocía de antes a Matilde.
En su alcoba, Manuel le limpia la mano a su esposa. Esta se
excusa. Le cuesta escribir y no tiene costumbre. Manuel le dice
que es común que las mujeres no sepan leer ni escribir, pero el
si cree en la educación de las mujeres. Le vuelve a besar la
mano. Con tono galante le dice
“Te has visto diferente últimamente” “Sientes afecto por mi o
sólo te has resignado “
“No sabría que decir”
“Di la verdad”
Le pregunta sobre las insinuaciones de Prudencia sobre tener un
hijo. El sabe que no está encinta porque desde su llegada ya ha
tenido la regla. Matilde casi se desmaya al oír eso (De hecho
esta escena estuvo forzada. ¿Cómo sabe que ha tenido la regla?)
¿Cómo te atreves a hablar de eso?” Los caballeros no lo hacen
“Soy médico” dice Manuel Los embarazos causan suspensiones de
reglas. Matilde le dice que Prudencia cree que un hijo
provocaría un acercamiento entre ellos. El le dice que si no
seria mejor el acercamiento y después el hijo. Mati ingenuamente
dice que piensa como su tía.
“¡Desvístete y metete en la cama!” le ordena bruscamente su
marido.
La pobre Mati casi se infarta (y yo con ella. ¡Que fea escena!)
“¿no quieres un hijo?” le dice su marido. ¿Cómo van a hacerlo si
a ella le repugna que la toque? Si la única vez que casi lo
hicieron, ella le salió con un “¡No puedo! ¡No debo!”. El
entiende el “no puedo” ¿Pero el “no debo”? Matilde reacciona
como de costumbre echándose a llorar y por primera vez toma una
acción inteligente. Se le abraza a su marido. Golpean la puerta
“¿Quién?” grita furioso Manuel. Le anuncian que ha llegado el
hermano de la señora.
Muy sorprendidos los Fuentes Guerra bajan y se encuentran a
Rinconete y Cortadillo muy instaladotes en el salón. Asustada,
Matilde les pregunta si algo le ocurrió a su padre. La
tranquilizan anunciándoles que vinieron a probar los aires del
campo Manuel incomodo les dice “Me imagino que estarán de paso”.
Le dicen fresquísimos que piensan pasar unos días en San
Cayetano.
Matilde esta desperada por la llegada de Humberto. La tonta de
su tía le dice que no sea rencorosa, es su hermano. Mati le
explica que su miedo es que se encuentre con Adolfo. “No me
quiero arriesgar” dice y se va a hablar con Adolfo. Busca a
Rosario, la manda a avisarle “Dígale que mi hermano llegó” el
entenderá rosario le cuenta que el administrador se fue. Matilde
se deprime “Se fue para siempre” dice.
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