Capítulo 27. (Capítulo de olvidos y Matilde
tiene un retroceso)
Por: Maria
Elena Venant
El almuerzo con los Heredia termina en una nota discordante,
cuando el anfitrión y su cuñado se enzarzan en una discusión
política en la que obviamente Manuel toma el partido del ídem
del Pueblo. Los Heredia toman la partida. Manuel se disculpa con
Gregorio. Teme que su postura política ofenda a su vecino.
Heredia muy fino le dice que en política cada uno puede pensar
lo que quiera.
En su cuarto Toñita llora de rabia “¡Ni siquiera me invitaron!”
(Ay Toñita si ya en esta casa hasta el gato tiene más derechos
que tú) Antonia enumera las virtudes de su ama “Altanera,
hipócrita y ladina” Como que le da vergüenza tener tanta rabia
por dentro ¿Crees que soy mala? Le pregunta a su Nana
Damiana le asegura que no
“Yo en tu lugar ya le hubiera puesto veneno en la taza”
“¡Nana!” Antonia se escandaliza
No, mejor no, al cabo Manuel es doctor “Pero una viborita en la
cama, un alacrancito en la ropa. ¡Un vinagrillo!” (Vinagrillo es
otro tipo de escorpión) Antonia la mira horrorizada. Ya Damiana
parece el Lonje Moco.
Renato y Humberto hacen la digestión paseando. Renato le dice a
su amigocho que está bien que Manuel exprese su sentir político
en familia, pero en si lo proclama en otros círculos puede ser
peligroso. Aparece Sir Adolfo “En unos días más tendrá su
dinero” le dice a Humberto. Luego se irá, pero si sabe que
Greñaldo sigue extorsionando a Matilde, volverá aunque sólo sea
para matarlo. Se aleja “¡Fanfarrón!” Gruñe el joven Peñalver.
“Lo dijo en serio” le asegura Renato “Es un hombre herido y
decidido. Son los más peligrosos”
Arriba en su alcoba, el Dr. Fuentes Guerra le comenta a su
esposa que la tos de Catalina Heredia indica un mal del pulmón.
“¿Lo sabrán sus padres?” se pregunta Matilde. Su esposo le
agradece lo bien que ha atendido a sus visitantes. Se ponen
cariñosos… ¡Y alguien golpea la puerta! (En esta casa no hay
privacidad). Es Rosario, anuncia la llegada de Sixto Valdés y
Adelaida Sandoval. Mati se pone de tres colores y olvida sus
buenos propósitos. Le reprocha su esposo la llegada de la
cantante “Creí que ya no te importaba” Manuel ordena que hagan
pasar a las visitas al despacho y le dice a Mati que bajen.
Madame Fuentes Guerra se pone terca
“¡No quiero ir! ¿Por qué quieres ponerme en evidencia?”
Su esposo insiste y Mati terca como mula “¡No voy!”
“Dame una razón lógica” le pide su marido
Matilde vuelve a su faceta desagradable, revuelve los ojos y
pone ese tono mordaz para decir que Manuel y la tiple ya se han
puesto de acuerdo para ocultar los hechos (¡Ay Antonia! ¡Si que
es ladina tu ama!)
Manuel la agarra de un brazo y la hace bajar la escalera. A
Matilde se le ocurren cien pretextos para no ir al despacho.
“Tengo que ir a la cocina. Tengo que hablar con Rosario”
“¡Se lo dirás después!”
Entran al despacho. Sixto saluda a Matilde y presenta a Adelaida
Sandoval (recordemos que Bernarda usó el nombre de una amiga
para presentarse ante Mati, o sea éstas dos no se conocen)
“No tenía el placer” dice la tiple. Mati sigue nerviosa. El
problema no es Adelaida ¡Es Sixto! Justo en ese momento entra
Adolfo a la casa, se dirige al despacho y se dispone a entrar
cuando lo ataja Rosario (Esta mujer es Wonder Woman, tiene que
estar en todas para defender a su nuera) y le dice que Manuel
tiene visitas. Adolfo dice que vendrá mas tarde.
Adentro Matilde se agita como si tuviera hormigas en los
calzones. Dice que va a ir a buscar un refrigerio para los
invitados. Manuel toca la campanilla para ordenarlos. Llega
Ceferina. Manuel ordena que traigan algo de comer y que le pidan
a Felipe que venga.
Sixto pregunta como les va con el SR. Santamaría. “Es eficiente
y honrado” responde Manuel quien, acto seguido, interroga a su
olvidadiza esposa
“Creí que tú y Adelaida se conocían”
Matilde y Adelaida lo niegan
“¿Nunca fue usted a casa de mi esposa en Ciudad Trinidad?”
“¿Yo? ¿A hacer qué?”
Mati al fin se las arregla para salir al galope del despacho y
en busca de su Chapulín Colorado privado o sea Rosario. Le dice
que vaya a buscar a Adolfo
“Dile que se vaya. Sixto está aquí. Lo conoce y no debe verlo”
Noten que Mati le habla a Rosario como si esta ya supiera que
Adolfo y Felipe son la misma persona.
Rosario encuentra a Adolfo en su casa
“La Señora dice que se tiene que ir”
Adolfo acepta irse, pero volverá a atender un asunto
Rosario se sincera con el administrador. “Tal vez piense que no
tengo derecho” una criada tan humilde como ella. Adolfo
noblemente dice que no menosprecia a los humildes.
“Veo a la señora tan preocupada” continua Rosario “Además espera
un hijo”
“¿Quién se lo dijo?”
“Su Tía. Le suplico que no regrese”
Adolfo adolorido responde “Dígale que ya no voy a ser un estorbo
en su vida”
“¿Me lo jura? “
“Se lo juro por mi honor”
Rosario le dice a Manuel que no encontró a Santamaría. Sixto le
pregunta para qué quería a Adelaida. “El asunto es mucho más
serio de lo que supones” le responde su amigo.
Los Heredia han llegado a su hacienda. A Clara no le gustan
Manuel ni sus opiniones. Su esposo trata de calmarla. Pero a
ella no le gustó que Fuentes Guerra dijera delante de las niñas
que el ejército está lleno de traidores. Mal que mal, el padre
de ella era general.
En el cuarto de Catalina, ésta entre tos y tos comenta con su
hermanita lo que vieron. Hablan de la belleza de Matilde, del
atractivo de los caballeros, se burlan del cabello de Humberto,
pero a Catalina quien le fascinó fue Sir Adolfo
“Es un hombre diferente, muy callado, con una mirada profunda
que oculta una pena muy honda”. Su hermana se ríe y le dice que
no debe leer tantas novelas.
Matilde lleva sus joyas en un saquito de cuero a su tía.
Prudencia las revisa y se sorprende al hallar entre las prendas
el valioso collar que Manuel obsequiara a Mati. ¿Cómo explicará
su sobrina la ausencia de la alhaja? La maestra del disimulo ya
ideó una treta “Le diré a Manuel que se me quedó en casa de mis
padres”. Le dice a Pru que Adolfo se fue, ahora él que tiene que
irse es Humberto.
Afuera, en la fuente, Manuel y Sixto discuten los hechos. Quizás
exista otra Adelaida Sandoval, pero Manuel ata cabos errados
(pero como dice el General Alcántara en Brujitas, cuando no hay
respuestas, el vació se llena con cualquier cosa. De paso El
General Alcántara está ganando como Mejor villano en los Premios
Acka. ¡Voten por él! En
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Volviendo a nuestro cuento. Manuel cree que Matilde mintió
(¿Matilde mentirosa? ¡En que cabeza cabe!) Que inventó todo ese
cuento para poder excusar su intento de fuga con Adolfo. Sixto
nota que el matrimonio de su amigo todavía no ha superado sus
problemas
“Matilde me oculta algo” dice Manuel
“¿Tendrá que ver con Adolfo Solís?” aventura Sixto.
Manuel brinca de furia “¡Dios quiera que no! ¡Sino la mato!”
Humberto va a la recamara de Prudencia quien le da las joyas
“Tal vez no sean los mil pesos que pediste, pero con esto te vas
a conformar”
“Agradezco a mi hermanita su generosidad”
“¡Mañana te vas!”
“No tanta prisa”
“¡Dije que mañana!”
Humberto toma la mano de s tía y casi la muerde al besársela
“Déle las gracias a mi hermana y dígale que se quede tranquila”
Humberto y Renato están contentos con las joyas. Creen que
pueden sacar una buena cantidad de su venta, y además el bandido
de GReñaldín espera los mil pesos de Adolfo. (¡A Mati se le
olvidó avisarle a Adolfo lo de las joyas!!!) Llega Antonia. La
saludan galantes. Baja Adelaida Sandoval. Antonia la mira feo.
Humberto corre a besar la mano de la tiple. “¿No nos hemos visto
antes?” pregunta
“Soy Adelaida Sandoval. Me habrá visto en el teatro de Ciudad
Trinidad. Soy amiga de Bernarda” Humberto se pone pálido y serio
(y guaperrimo. Ay que buen close up)
Rosario le da un informa a su ama de la partida de Adolfo. Le
dice que va a volver y agrega “Le rogué que no regresara” Le
pregunta si Felipe y Adolfo son la misma persona (¿Cómo? ¿Se
olvidó que el Padre Urbano ya se lo confirmó?) Matilde la
honesta lo niega “¡No, No Rosario!” Su suegra no le cree
¿Por qué lo hizo?
“No fue mi culpa”
“Debió correrlo” insiste la criada “Y no escribirle cartas para
citarlo y menos pedirme que las llevara” La rabia y la vergüenza
quiebran la voz de Rosario “No debió hacerme eso”
Matilde le jura que nunca ha engañado a su esposo
“Se engaña con el pensamiento” dice Rosario con amargura “El
señor Manuel no se lo merece”
El ama intenta explicarle como se dieron as cosas “Sentía mucho
rencor por mi esposo. Ahora que me he enamorado de él es
diferente” y recurre a su muletilla “¡Quisiera morirme!” Pero el
acto de víctima no le funciona con Rosario quien se siente
traicionada y traidora. Dice que espera que Adolfo no regrese
porque..
“A lo mejor no me aguanto” mira a su nuera con rencor.
En el pasillo Manuel se encuentra con Antonia
“No quiero que esté enojado conmigo” le dice ella. El le asegura
que no está enojado y ella vuelve a disculparse por lo ocurrido
en el hospital
“Antonia, no sabes como me arrepiento de lo que pasó entre
nosotros (lo del beso) Eres una mujer maravillosa”
“No pretendo nada” dice Toñita “No quiero perder su confianza”
Pasa Rosario, los mira feo y pide permiso con tono brusco
(Perdón, pero Rosario como suegra tiene derechos, pero como
criada es bien insolente)
Antonia nerviosa le dice que Rosario le va a contar a Matilde
Manuel se sorprende “¡No estamos haciendo nada malo!” (Ay
Manuelito cuando entenderás que en esa casa, Mati hace cosas
malas y todos las ven como buenas, y tú haces cosas buenas y
todos las ven como malas)
Manuel entra a su alcoba y encuentra a Mati en su estado
natural, llorando a lágrima viva. Ella le mete un cuento de que
Rosario le contaba cosas tristes. Comentan lo de Adelaida.
Matilde dice que no es la misma mujer que fingió ser esposa de
Adolfo. Altanera pregunta “¿Crees que mentí?” Exasperado, Manuel
le grita “¿Cómo puedes ser tan cínica, tan descarada?” Todo el
comportamiento de Matilde, su miedo a enfrentar a Adelaida le
corroboran su sospecha. Atilde se excusa
“Primero creí que era ella y no quería pasar vergüenza..”
“¿Me crees tan estúpido?
La levanta casi en vilo. Matilde recuerda su histerismo, pero
olvida que ya a estas alturas es mejor decir la verdad
“¡Si quieres pégame!” ¡Pégame! ¡O mátame!”
“¿Tengo motivos?” Pregunta Manuel
Matilde vuelve con su cantinela “¡Me quiero morir!” se abraza a
su marido
¿Por qué no hablas?” pregunta él desesperado
En el patio Adelaida habla con Sixto y le cuenta que Bernarda,
su amiga, fue quien se hizo pasar por esposa de Adolfo. Que
Humberto le pagó para evitar que Mati no se casase con Manuel.
Antonia llega a su recamara. Está feliz, ya que volvió a cenar
con los señores. Matilde no se sentía bien (¡Esta casa es
esquizofrénica! Una noche atiende Mati, otra atiende Antonia.
Mejor le asignan a Antonia el puesto de “patrona suplente”)
Damiana comenta que Matilde con tantos achaques “es debilucha” y
que probablemente no aguante el parto. Antonia le comenta que
Renato la galantea. La nana le advierte que hombres como él solo
buscan despojarla de su virginidad “¡Cuidado! No vas a perder la
virginidad en una aventura” Antonia sigue con su informe de los
comensales: Prudencia furiosa por tener que compartir mesa con
“una cómica”; Humberto muy serio, Manuel “de malas para variar”
“¿Le pediste perdón?” pregunta Damiana
Triste Toñita comenta que Manuel sigue arrepentido de haberla
besado
“Así son los hombres” Dice la bruja “Calientan la piedra y luego
esconden la mano”
Le dice a Antonia que si la besó es porque la desea. Antonia se
queja Desde esa noche no ha vuelto a mirarla con deseo. La Nana
la tranquiliza. Es que Manuel tiene que atender a Matilde por su
embarazo, si no fuera por el niño, el no la atendería. Y si lo
perdiera, la devolvería a casa de sus padres. (¡AYYYY ¡ esta
vieja loca va a meter a Toñita en un lío!)
Humberto está preocupado por la amistad de Adelaida con
Bernarda. ¿Qué tal si le cuenta a Manuel? “¡Estamos fritos!”
exclama Renato.
Manuel le cuenta a Sixto que pondrá más hombres vigilando el
ganado. Que le ha encargado a Santamaría que compre armas.
Menciona la experiencia que el administrador adquirió en el
ejército. Sixto se sorprende, no sabía que Felipe había sido
militar. Llega Greñaldo dice un par de pavadas
“No entiendo como toleras a tu cuñado” dice Sixto
Acto seguido le cuenta que Matilde no mintió y que fue Bernarda
quien fingió ser esposa de Adolfo y que lo hizo pagada por
Humbertito.
Manuel indignado por la noticia sube a su recamara y encuentra a
Matilde adormilada. No le dice nada Le pregunta suavemente si
tomó la medicina Matilde dice que tiene mucho sueño.
Al día siguiente Toñita se levanta de mal humor. Como no le han
llevado su desayuno va a la cocina y la emprende con Rosario.
Dice que las criadas son “una bola de flojas” que hace lo que
quieren porque la Señora Matilde no las vigila. Entra Silvano,
esto termina de enfurecer a Antonia “¿Quién es este pelado?”
Silvano trata con familiaridad a Rosario y cuando Antonia lo
corre le dice “El que ordena es el patrón”. Antonia regaña a
Rosario por traer a sus amigos a la cocina. Rosario mira con
furia al insolente y dice “¡No es amigo mío!” “San Pedro negó a
Cristo tres veces” sentencia Silvano. Antonia vuelve a correlo.
Silvano le dice que ella no es ni mujer ni hermana de Manuel
para echarlo.
Matilde despierta, se va a levantar y le da un mareo. Llega Pru
le dice que le dio las alhajas a Humberto, pero este no piensa
irse tan pronto.
Antonia va a buscar a Manuel y le cuenta que hay un “pelado” en
la cocina que le faltó el respeto. Manuel entra furioso en la
cocina, pero cuando descubre que es su viejo amigo, lo abraza
“¡Quien lo iba a creer!” dice Silvano “que de encuerado y muerto
de hambre te ibas a volver el mero, mero”
Van al comedor. Silvano dice que nunca le va a perdonar “a tu
mamacita no haberme contado que eras hijo de Don Joaquín”.
Brusco Manuel dice que no le gusta hablar de su madre y que no
recuerda nada de ella. Saca una moneda del bolsillo. Es lo único
que tiene de ella. Silvano le pone una situación hipotética.
¿Qué haría si se presentara ante él una mujer humilde y le
dijera “hijo soy tu madre”?
“Mi madre está muerta” dice Manuel
Silvano le dice que no está seguro de eso
“Si no ha vuelto en todo este tiempo es que yo no le importo”
grita Manuel.
Matilde busca a su hermano, le dice que se tiene que ir. Ya
tiene las joyas y Adolfo se fue. “Y los mil pesos” gime Greñaldo.
Exasperada Mati lo amenaza. O se va o le cuenta a Manuel.
Greñaldo furioso le dice a Renato “Ese infeliz se largó” Renato
sonríe. Adolfo es militar, del tipo que le es fiel a la palabra
dada. ¿Qué hago con las joyas? Pregunta Betito ¿Las devuelvo?
Renato le dice que haga lo que crea conveniente (o sea
quedárselas) Que se vayan de la Hacienda, pero que se alojen en
el pueblo a esperar a Adolfo.
Sixto y Adelaida se marchan. Matilde está de mejor humor. Manuel
presenta a su esposa con Silvano. Este menciona que conoce a
“Manuelito” desde chico ya que fue muy amigo de Doña Rosario.
Antes de salir, Manuel le comenta rápidamente a su mujer que
Sixto le contó sobre Bernarda. “Me alegro que se haya aclarado
todo” dice Mati. Su marido le pide disculpas por sus dudas. Le
cuenta que todo fue obra de Humberto ¿Y mi mamá? Pregunta la
Sra. Fuentes Guerra. Eso no lo sabe Manuel, pero le dice que ha
tenido que contenerse para no correr a su cuñado a patadas “No
quiero verlo aquí a mi regreso”. Yo me encargo” dice Matilde.
Adolfo llega a su finca donde es recibido por Delfino quien le
cuenta que hay un comprador para la propiedad. Adolfo le cuenta
del asesinato de Benigno “Fui yo” dice Delfino y le explica que
fue en defensa propia
Manuel anda preocupado por la desaparición de Felipe y le
pregunta a Quintero. El Alcalde dice que quizás el mató a
Benigno. Furioso el DR. Fuentes Guerra dice que su administrador
o estuvo en el maizal o estuvo en el pueblo esa noche. Le
pregunta que pasó con su encargo. Quintero le dice que mandó un
cable a San Juan de Ulua y espera respuesta. Le pregunta cual es
su interés en el Teniente Solís. ¿Una venganza? Manuel dice que
eso no es de su incumbencia y se va. Sale él y llega el
telegrama. El Teniente Adolfo Solís, reo de alta traición, se
fugó del penal de San Juan de Ulua en compañía del soldado raso
Delfino Pérez. Quintero recuerda que el criado de Santamaría se
llama Delfino y que Benigno oyó que le decía “Adolfo” a Felipe
“¿Serán ellos?” se pregunta.
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