Capitulo 37. ¡Se armó la…..!
Por: Maria
Elena Venant
Manuel no entiende lo que Sixto quiere decirle. Su amigo le
explica que Santamaría tiene 60 años
“¡60 años! ¿Estás seguro?”
“Lo conozco muy bien”
“El administrador que me mandaste es un hombre joven, de nuestra
edad, alto, fuerte, de cabello oscuro y ojos verdes”
“¿Queee? Ese no es el hombre que te mandé
“¿Y quién era?
“No lo sé”
“¿No lo sabes o no quieres decirme?” Manuel está muy alterado
Una oscura sospecha ronda su mente
“¡Nooo! ¡Eso es imposible!” Se vuelve a Sixto
“¿Tu viste a Adolfo Solís?”
“¿A quién?”
“Al enamorado de mi mujer, con quien ella pretendía fugarse.
¿Cómo es?”
Sixto comprende y no responde
“¿Cómo es? grita Fuentes Guerra fuera de si
“Joven, fornido, cabello oscuro, ojos verdes”
“¿No me digas eso?” suplica su amigo con voz quebrada. La ira se
apodera de Manuel
“Maldición ¡Maldita sea!” comienza a romper vasos o algo de
cristal (todo este capítulo fue una Kristalnacht)
Sale corriendo y vuela escala arriba. Sixto le grita que se
detengan, que bien pueden estar equivocados.
Manuel no le escucha. Abre las puertas de su recamara y se
abalanza sobre su esposa
“¡Hipócrita! ¡Traidora!. ¿Cómo pudiste hacerme eso? Tuviste a tu
amante bajo mi propio techo”
Matilde intenta mentirle
“¡No te atrevas a mentirme!”
“¡Puedo explicarte!”
“Nunca conocí a mujer más falsa” dice Manuel. La sacude, pero no
la golpea
“¡Te juro por nuestro hijo..!”
“¡El hijo de ese perro!” grita Manuel “Sería un idiota si te
creyera”
“No digas eso” llora su mujer.
Manuel coge una barra de hierro con la que golpea los muebles
“Quiero que te largues” la amenaza con la barra “o te juro que
te mato”
Manuel sale al pasillo. Su esposa corre tras de él
“Manuel por favor” el la empuja y ella cae al suelo
“¡Tienes media hora para largarte al demonio!” le grita y la
deja tirada llorando
Llega alborotada la Tía Pru
“¡Quiero morirme!” cuantas veces hemos escuchado eso
“Lo descubrió todo”
“¿Quién se lo dijo?”
“No sé. Me corrió. Dice que el niño no es suyo. No quiere
escucharme”
Se abre una puerta tras de ella y se a la Urraca Mayor que las
observa malévola.
Manuel baja y llama a gritos a Silvano
“¡Prepara un carruaje!”
“¿Ya se van a Ciudad Trinidad?”
“La que se va es mi mujer”
“¿Solita?”
“No hagas más preguntas”
Sixto insta a su amigo a calmarse
“¿Cómo quieres que me calme si me lleva el demonio?” dice Manuel
casi llorando “Nadie puede entenderme” Entra al despacho y se
sirve una copa. Llega Prudencia muy agitada
“Usted tiene que oírme”
“UD era su cómplice” le grita. La agarra de un brazo y la
arrastra hasta el salón. Aparece Rosario. Manuel hecho un
energúmeno las acusa a ambas de ser cómplices de Matilde. Le
dice a su madre que sabe que ha sido recadera de su mujer. La
empuja. Rosario se golpea con un mueble y casi se cae con mueble
y todo. Manuel las sacude a ambas las tiene cogidas de los
brazos. Ellas gritan y se sacuden como electrificadas
“¡Par de viejas alcahuetas!” le grita “¡Fuera de mi casa, de mis
tierras!”
En su alcoba, Mati llora mientras besa una camisa de su esposo
Entra Prudencia
“No me dejó hablar. Nos corrió a Rosario y a mi”
“¿También a Rosario?”
“Está demasiado enojado. Esperemos a que se calme”
“¡No quiero irme!” solloza Mati “No quiero separarme de él.
Primero me separe de Adolfo, ahora de Manuel”
Damiana corre donde Antonia “No sabes lo que pasó. Acaba de
correr a la Señora”
“¿Por qué?”
“El tal administrador era Adolfo Solís”
“¿De veras?”
“Y el niño que espera no es del señor”
A Antonia se le ilumina la cara “¡Un milagro, nana!”
Manuel sigue bebiendo Se lamenta de lo equivocado que estuvo
creyendo a su mujer decente
“Ahora entiendo muchas cosas. Tuve la verdad ante mis ojos ¿Cómo
pudo engañarme así?” Sixto alude al niño que espera Mati
“No toques ese tema” aúlla Manuel “¡Ese hijo no es mío!”
“Fue tu mujer” le recuerda Sixto
“Admito que fui el primero, pero luego no me dejó tocarla. Hasta
que llegó ese mal nacido. De pronto cambió conmigo. ¿Por qué? La
zorra se acostó conmigo para endilgarme la paternidad de ese
engendro”
Tocan la puerta es Silvano. El carruaje ya está listo. Manda que
le avisen a Mati
Silvano acorrala a Rosario. Quiere saber que pasa. Ella no le
contesta y sube la escalera
“No sé, por favor no me pregunte”
Vestida de viaje y con sombrero, Prudencia entra al cuarto de
Matilde. Se sorprende de que no haya hecho las maletas
“No quiero irme” llora Mati
“Mi cielo, te entiendo, ¿pero qué podemos hacer?” ¿Por qué no me
hiciste caso?”
Entra Rosario, les avisa que el coche está listo. Mati
súbitamente pone expresión decidida y sale corriendo del cuarto
En su despacho Manuel está hecho pedazos
“Pensar que lo tuve aquí, al maldito, al alcance de mis manos.
Se me revuelve el estomago al pensar en la burla de la que he
sido objeto” Mira a Sixto “¿Te das cuenta de lo imbécil que
soy?” Recuerdan como Adolfo huyó al saber que Sixto podría
reconocerlo
“Todo fue un complot”
Entra Matilde
“Quiero hablarte”
“Ya no” le contesta furioso
“Me vas a tener que oír. Tengo ese derecho”
Sixto intenta irse, pero Manuel le pide que se quede
“Háblame” le ruge a su esposa
“Te quiero de verdad. Si insistes en que me vaya llevare una
vida muy desdichada”
“¡Ahórrate el melodrama!”
“Yo no le dije a Adolfo que viniera. El vino y decidió quedarse”
Le explica como supo que ella estaba en San Cayetano y en el
camino se encontró con el cadáver de Santamaría asesinado.
Manuel acusa Adolfo de haber asesinado a Santamaría
“Después le suplique que se fuera” continua Mati “No te dije
nada por miedo”
“¿A que lo matará cómo el perro que es?” pregunta irónico Manuel
“Por favor creeme. Este hijo es tuyo”
“¿Terminaste?” pregunta Manuel “Ahora hablaré yo. Eres
mentirosa, deshonesta como toda tu familia. Debería matarte,
pero no vale la pena ir a la cárcel por alguien como tú. Vete al
infierno con tu hijo” la empuja fuera del despacho y la tira al
suelo.
La Urraca mayor esta de recadera. Va donde su reinita
“¿Ya se fue?” pregunta esta
“Aun está el coche ahí”
“Seguro lo convenció”
Damiana le explica que cuando se le mete a un hombre el
gusanillo de los celos ni Cristo lo convence de lo contrario
“Ahora ha de estar rogándole, pero de que se va, se va
“¡Dios la oiga!”
“Te lo dije. El estará de mal humor unos días, luego comenzará a
mirar y ahí vas a estar tú”
Toñita sonríe
Mati regresa a su cuarto. Rosario ya tiene hecho su equipaje
“Debería decirle la verdad” dice Mati a su suegra
“¿Cuál verdad?”
Matilde le dice que ya no vale la pena negarlo
“No niña, ahora menos que nunca”
A Mati se le ocurre una idea que Rosario se vaya con ella
“¿Yo?”
“Si, quiero que esté conmigo. Que atienda al niño” Le dice que
el bebé es de Manuel
“Si lo es. Yo se que lo es” dice Rosario acariciando el rostro
de su nuera.
En la cocina, Damiana husmea. Pregunta si Manuel está borracho.
Le dicen que esta bebiendo mucho. También le cuentan que Rosario
se va con el ama.
Silvano entra en el cuarto de Rosario y la ve haciendo el
equipaje
“Me voy”
“¿Adónde?”
“Con la Niña Matilde”
“¿Por qué?”
“Cuide mucho a mi hijo. Avísele al padrecito”
Silvano no sabe el motivo por el que tiene que avisarle a
Urbano. Pregunta por qué se pelearon Manuel y Matilde. Rosario
le dice que fue un malentendido El le dice que no se puede ir.
“La Niña y mi nieto me necesitan. Prométame que nunca le va a
decir a Manuel que es mi hijo” El se lo jura, toma su maleta y
salen del cuarto
Despacho. Manuel sigue bebiendo. Sixto le avisa que Matilde ya
se va
“Concédele el derecho de la duda. Estas a tiempo” Manuel
apachurra la copa que tiene en la mano y se corta hasta sangrar.
Toma una botella, se levanta y sube la escalera encorvado
seguido de la mirada preocupada de Sixto
El carruaje esta listo. Adentro van la Tía Pru compungida, una
Rosario sombría y una Matilde hecha pedazos. Silvano las mira
preocupado e impotente. DE lejos las Urracas se regocijan.
Curioso como la alegría de uno es tristeza de otros y viceversa
Se van.
Arriba, Manuel se ha barricado en su alcoba a beber. Se arroja
en la cama acaricia las almohadas y llora. Excelente uso del
claroscuro en estas escenas
Abajo Silvano interroga a Sixto
“¿Qué pasó?”
“Asunto de ellos”
“Soy el mejor amigo de Manuel
“¡Entonces pregúntale! Conociste a Felipe Santamaría? ¿Cómo
era?”
“Callado, siempre enojado, alzado”
“¿Como se llevaba con Manuel?”
“Nunca pelearon. Y eso que hacía lo que quería. Se iba y volvía
sin permiso”
“¿Cuál era su trato con la Sra. Matilde?”
“¿Por qué? ¿A poco se pelearon por culpa de ese chango?”
“Me voy a acostar” responde Sixto
Manuel en su cama. Llega Ceferina. El le pide otra botella y que
limpie los vidrios rotos que yacen por doquier. Ceferina baja y
le cuenta a Jacinta y a Damiana que el patrón quiere otra
botella, que tiene un tiradero de vidrios rotos, que esta tomado
y que tiene “Ojos de Diablo”.
Urraca corre donde urraquita
“El mismo estrelló la botella. ¿Por qué no vas a verlo?” Le
insinúa que Manuel “arde de rabia” La Reinita se revuelve
furiosa
“¡No soy una ramera para metérmele en su cama! ¡No vuelva a
proponerme eso!”
Damiana se queda sola y sonríe “Estas niñas tan tontas” dice “Si
estuviera en su lugar..”
Las viajeras se han detenido en una posada. Matilde lleva un
vestido celeste precioso. Su tía le reclama por haber traído a
Rosario
“Fue una imprudencia traer a Rosario ¿Como la vamos a tratar?
¿Como tu criada o tu suegra? Sabemos y ella sabe que sabemos”
“Ya veremos” dice Matilde
“Lo furibunda que se va a poner tu madre cuando sepa que le
trajiste esa suegra”
Día siguiente. Sixto se encuentra con Antonia y pregunta por
Manuel. Este aun está encerrado Sixto sube y le habla a través
de la puerta
“Manuel me tengo que ir”
Silencio
“Déjame entrar para despedirme”
Silencio
“No sé que decirte. Debes hacer un esfuerzo. La vida sigue. Por
más que duela no te dejes vencer”
Silencio
“Te escribiré”
Baja Sixto y dice que tarde o temprano tendrá que reaccionar. Se
marcha
Silvano va al pueblo en busca del sacerdote. Le cuenta lo que
sabe
“Padrecito urge que venga. La Señora se fue o el la echó.
Rosario se fue con ella. Manuelito está hecho un demonio,
bebiéndose la cantina en su cuarto”
“Vamos, Vamos” dice el sacerdote
CASA DE DOÑA JUANA. El Capitán Solís viene a despedirse. Se
marcha a Ciudad Trinidad. Doña Juana tiene algo que decirle. Le
recuerda que la tuberculosis de Catalina es muy contagiosa
“No me da miedo” responde Sir Adolfo
“¿Va a cumplir como esposo?”
“Tiene mi palabra”
“No le pregunto si la quiere. Se que todavía piensa en la otra”
“Siento afecto por Catalina. Seré un esposo gentil”
¿No le parece una necedad seguir enamorado de Matilde? ¿Sabe
Catalina que se trata de ella?”
El le dice que prefiere ocultárselo puesto que se conocen
“No deje que Catalina se entere. Déle lo mejor de UD.”
“Así lo haré porque ella se lo merece”
Doña Juana se lo agradece emotivamente.
SAN CAYETANO. El Padre Urbano no corre con mejor suerte que
Sixto. Baja desalentado ya que Manuel no le ha abierto. Dice que
no le den de beber más. Les pregunta a las Urracas si saben que
sucedió. Ambas dicen que no. Cuando se va comentan que es mejor
no admitir que saben puesto que no quieren quedar de metiches.
Antonia comenta que existe la posibilidad de que el niño sea de
Manuel “Lo que cuenta es lo que él (Manuel) crea” dice Damiana
En la cocina el servicio comenta. Jacinta dice que se había
encariñado con la patrona hablan mal de Rosario hasta que
Silvano las interrumpe “Epale. Un consejo. No piensen mal ni
hablen mal de Doña Rosario”
CASA DE DOÑA JUANA. Adolfo se despide de su prometida y vuelve a
preguntarle si esta segura de casarse con él
“Tu vida va a cambiar. Aun con el sueldo de Capitán no podré
darte lujos”
“No me importa Te quiero desde la primera vez que te vi. supe
que eras diferente”
“No soy diferente”
“Eres diferente para mi y no tengo dudas. Quiero ser tu esposa”
Le pide un beso y el la besa delicadamente.
CAMINO REAL Las viajeras siguen su vía crucis. Prudencia se
asusta al ver a un ahorcado pendiendo de un árbol. Lo comenta
con Rosario y pasan a hablar del problema entre manos ¿Cómo se
habrá enterado Manuel? “El chismoso de Sixto” dice la Tía “Tan
contenta que estaba” se conduele Rosario” El Padrecito a lo
mejor lo convence. Mas que nada por la criatura” Si se horroriza
Pru “Sino será otro bastardo como él” Se da cuenta de la
barbaridad que acaba de decir y pide disculpas “Lo dije sin
pensar” La cámara enfoca a una Matilde desencajada. Esta
escuchando todo
SAN CAYETANO Manuel quiere otra botella. Silvano sube a verlo.
Le grita a través de la puerta que el Padrecito no quiere que le
de más vino. Ante esta amenaza Manuel abre la puerta
“En esta casa mando yo” clama con voz de beodo
“Beber tanto te va a hacer daño”
Manuel suplica, necesita del alcohol para aguantar
“Por qué no me platicas” dice Silvano compasivo
“O me traes la botella o bajo yo por ella”
Silvano se da por vencido. El se la trae. Conoce esos momentos
en que el hombre necesita ahogar su dolor en alcohol
CIUDAD TRINIDAD Las expulsadas llegan a la Mansión Peñalver.
Augusta las recibe gozosa
“¡Que sorpresa! ¿Vienes con tu marido?”
Prudencia se apiada al ver la mirada de angustia de Mati y hace
que ella y Rosario suban a su cuarto
“¿Algo pasó? Pregunta Augusta
“Ni te imaginas. Lo peor” le dice su hermana
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