Aparece
como un misterioso encapuchado que asesina sanguinariamente a unos inofensivos
campesinos. Xena entra en escena, y trata de detenerlo, pero sólo
logra salvar a uno de ellos. En medio de la pelea, repentinamente Ares
desaparece. Es en ese momento cuando Xena se dirige a socorrer a uno de
los heridos, llega el resto de aldeanos y al verla junto al hombre sangrante
creen que ella es la causante de todo. Xena logra escapar, pero más
tarde los aldeanos le dan alcance, y la someten a juicio por la muerte
del resto de aldeanos. Todo esto es parte del plan de Ares, quien tienta
a Xena para que vuelva a usar sus antiguas habilidades, ya que perfectamente
Xena podría liberarse si lo quisiera. Las palabras de Ares tienen
un efecto casi hipnótico sobre Xena, y en una escena ya clásica,
se libera de las cadenas que ataban sus muñecas y arremete contra
los guardias de su prisión, e incluso contra Gabrielle.
Ares vuelve al ataque con un nuevo plan para hacer que Xena regrese a su lado oscuro. Para esto, él mismo se hace pasar por el misterioso y desaparecido padre de ella, Atrius, y maneja la situación de modo de hacer que Xena confíe en él, y luego se hace la víctima, para que Xena crea que unos aldeanos lo atacaron sin piedad. De esta forma, Xena vuelve a sentir odio por lo que esos hombres habían hecho con su "padre", y trata de matarlos a todos, pero Gabrielle lo impide. Entonces Xena se da cuenta que su odio la había cegado, y que no era más que Ares el que se estab haciendo pasar por su padre.
Ya que sus dos intentos anteriores han sido fallidos, y viendo que obviamente la Xena que él conoció ya no existía, decide entonces unirse a Callisto para al menos tener la ilusión de Xena a su lado. Utilizando los sentimientos de culpa de Xena con respecto a la muerte de Callisto, logran que Callisto quede en el cuerpo de Xena, entre los mortales, y que Xena quede en el cuerpo de Callisto en el Tártaro. Así Ares comienza un romance con Callisto, aunque luego se da cuenta de que para nada es lo mismo.
Como
castigo a haberse entrometido con Callisto en Tártaro, Ares es
arrebatado de su deidad. Xena, que en ese momento estaba en el cuerpo
de Callisto decide ayudarlo, no tanto por que él recobrara su deidad,
sino con la esperanza de que una vez que hubiera recuperado sus poderes,
Ares la ayudara a recobrar su cuerpo.
En
este episodio, ambientado en los años 40, Ares necesita de la ayuda
de Melinda Pappas, quien es la reencarnación de Xena, para ser
liberado de su tumba, la cual estaba protegida por un sello especial que
sólo podía ser accionado por el golpe del chakram.
Las Furies, deidades encargadas de reclamar la venganza por algún crímen cometido le debían un favor a Ares. Entonces éste lo cobró. Les hizo creer a las Furias que Xena era culpable de no haber vengado la muerte de su padre Atrius, entonces las Furias decidieron castigar a Xena con la persecución y la locura. Una vez en ese estado Ares esperaba poder tomar ventaja de una Xena "indefensa", de modo de llevarla de vuelta a su lado, pero Xena, incluso cuando no estaba en posesión de todas sus facultades mentales, dió vueltas las cosas., y terminó venciendo a Ares, y recuperando su cordura.
Xena le pide ayuda a cuatro criminales para ir en contra de Ares y de su joven protegido Agaton, a quien planeaba poner en el lugar de Xena, debido a que este hombre tenía muchas habilidades para la guerra. Pero al final, sólo estaba utilizando a Agaton.
Ares
le pide ayuda a Xena para enfrentar al Dios Dahak, porque según
él traería sólo destrucción a la tierra. Xena,
que a estas alturas definitivamente ya no confiaba en Ares se niega a
oirlo, y lo deja solo. Entonces Ares, sin más alternativa, sabiendo
que Dahak era un enemigo demasiado poderoso que enfrentar, decide unirse
a él, no como su aliado, sino prácticamente como su servidor.
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