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¿Qué espera ahora el Zulia?
Ramón Alberto Escalante
Ahora que el país ha entrado en una etapa de relativo sosiego -ya sin riesgo de conmociones sociales, asonadas militares ni cambios abruptos de gobierno- el Zulia como primera entidad nacional puede enarbolar un pliego mínimo de aspiraciones, asumido como proyecto colectivo regional y comprometer para ello a todos los actores de la escena pública.

El avance notable de otras regiones nos obliga a definir los proyectos concretos para el Zulia. Sostengo que el tercer puente sobre el río Orinoco debe acelerar la materialización de la Vía Alterna al Puente sobre el Lago de Maracaibo. Así, las extraordinarias autopistas de Portuguesa y Yaracuy que deberían compensar al Zulia con nuevas perimetrales en Maracaibo y la Costa Oriental del Lago. Resulta inútil escudriñar en responsabilidades particulares sobre la prolongada postergación de las obras más esperadas por los zulianos. Al respecto hay una culpa colectiva que tiene sus gradientes de responsabilidad. Quizás peleamos mucho entre nosotros mismos y nos plegamos demasiado al centralismo, quizás no supimos pedir con certeza de convicción, o fue la tragedia de las candidaturas presidenciales, con los gobernadores renunciando para lanzarse a la campaña; pero, en síntesis, igual salimos trasquilados de uno a otro período. En todo caso, hemos perdido mucho tiempo, muchas oportunidades y recursos cuantiosos, pero no podemos seguir así. El momento nacional favorece una definición de los objetivos estratégicos del Zulia, pero no desde la perspectiva de un despacho o de un partido o de un solo sector, sino de la región entera. El boom energético mundial, la creciente alza del petróleo, las demandas agregadas de carbón, gas y orimulsión, todo eso le abre grandes oportunidades al Zulia

Es la hora de apostar por obras de formidable envergadura. Los bacheos, repavimentaciones, pinturas y reinauguraciones ya cumplieron su etapa. De hecho ya hemos reinaugurado todo, y hemos refaccionado y pintado todo lo hecho desde Guzmán Blanco hasta Pérez Jiménez. Ahora llegó el momento de pensar también en grande y comprometer al Poder Nacional, con los otros niveles territoriales de gobierno, en la infraestructura civil y vial básica para la región.

Más allá del viejísimo Puente sobre el Lago planificado por Néstor Prato y Pérez Jiménez, necesitamos una actualizada estructura de ocho canales y rampas especiales para el tráfico pesado. Más allá del cincuentenario Hospital Universitario, necesitamos una ciudad-satélite de puros servicios médicos y área científica, para la cual disponemos del esencial recurso humano. Al lado de la Carretera Panamericana, una “Turnpike” de seis canales con oasis comerciales, tiendas de conveniencia, y pasándole al lado a la Villa una nueva carretera nacional hacia el Táchira.

Una mentira repetida mil veces fue que los ferrocarriles estaban en desuso. El mundo industrial transporta su carga sobre rieles. Empecemos ya a montar los trenes del Zulia, región que, por cierto, cien años atrás disponía de tres ferrocarriles con ruta propia.

Y que cada obra trascendente genere una ola de solidaridad, respaldo político y cultura conservacionista. Aplaudamos lo bueno venga de donde venga y renunciemos a las pequeñeces. Los guayaneses desde los años setenta desvincularon a la CVG de la política menuda, y aún los partidos de izquierda pretendían capitalizar los logros administrativos de Sucre Figarella. Así consiguieron autopistas, parques, plazas, nuevas ciudades y las industrias básicas.

Nosotros podemos esperar un trato similar. Debemos afianzar en Caracas la convicción de que todo lo que vaya en beneficio del Zulia redundará en provecho de Venezuela entera. Deslastrándonos de las cantinelas independentistas y de la misma politización, apostemos a ganar las mejores voluntades del Poder Nacional.

Si el discurso tradicional -y el extremista que anunciaba incluso nuestra secesión- sólo generaba burlas y resquemores, vayamos al otro argumento y a la otra estrategia.

Yo no malgasto un solo trazo repitiendo el llantén opositor que acusa a Chávez de centralista (como igual lo llama comunista y dictador). Viniendo de adversarle desde siempre, le aplaudí cuando envió a su secretario de gabinete para el Zulia, y además de devolvernos el carbón, también lo nombró director de Pdvsa. El Zulia se merece cuando menos un ministro o su equivalente que viva en Maracaibo. Y gestionemos con inteligencia que cada industria estratégica tenga su matriz en Maracaibo, que localmente se gerencien los programas y proyectos, para mayor eficiencia del gobierno y mayor correspondencia con los anhelos populares.

Vamos a estar claros. Estamos frente al gobierno más poderoso del último medio siglo en Venezuela. Y esa es una realidad que se la debemos básicamente a la Coordinadora Democrática, porque de torpeza en torpeza le fueron entregando el control omnímodo de la Fuerza Armada, de Pdvsa, del mercado cambiario y la economía nacional. De hecho, es un gobierno que ni oposición tiene porque ésta se hizo el harakiri y antes le propició casi la unanimidad de las gobernaciones y alcaldías. Frente a esa realidad, la más inteligente apuesta del Zulia debe ser a influir con fino tacto en los altos niveles decisorios del Poder Central.

¿O se le ocurre que más bien debemos insistir con las cacerolas y guarimbas? Optimista por convicción, vengo aplaudiendo ciertas señales auspiciosas: la desintegración de la funesta Coordinadora Democrática, el retiro de AD de las improductivas marchas callejeras, el reencuentro del Presidente de la República con el Gobernador del Zulia, y la inclusión de éste y el Alcalde marabino en la comisión de tierras. En este contexto, los colaboradores, interlocutores y amigos zulianos del Jefe de Estado tienen un rol clave que cumplir para beneficio del Zulia.

De igual manera, la realización de elecciones para diputados dentro de diez meses constituirá una gran oportunidad, porque entre los parlamentarios de gobierno y oposición tenemos que llevar también neutrales, comprometidos esencialmente con el Zulia, dispuestos a aportar constructivamente y a deslindarse de la visión maniquea de la política.

En síntesis, los supremos intereses regionales demandan ahora una reorientación inteligente de la política escrita con mayúscula. Aporte propositivo, diálogo institucional, bancos de ideas, gestión inteligente y claridad de objetivos antes de comenzar. Propongamos lo grande, busquemos la cercanía y afiancemos la imagen del Zulia como corazón y nervio motor de Venezuela entera.

Panorama, 28 de enero de 2005

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