Cipriano Cárdenas

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Cambios sociales y culturales reflejados en la prensa en español en el Valle del Río Grande de Texas

 

 

 

Cipriano Cárdenas

En la cultura popular mexicana existe un concepto negativo del paisano que, huyendo de la pobreza, emigra a los Estados Unidos en busca de empleo. Se trata del tipo del pocho, representado desde los años veinte del siglo pasado tanto en el cine como en la literatura mexicanas como un traidor de su herencia mexicana, el tipo que pierde su cultura, lengua y religión, así como sus nobles rasgos y valores mexicanos. Sin embargo, los hechos retan esa imagen del chicano o méxicoamericano. Desde la incorporación de las antiguas provincias mexicanas a la Unión Americana a mediados del siglo 19, hubo numerosos periodistas méxicoamericanos que escribían en español y que lucharon intensamente por preservar la lengua española y la cultura hispanomexicana en el sudoeste de los Estados Unidos. En la ciudad fronteriza de Brownsville, Texas se han publicado varios periódicos en lengua castellana desde la segunda mitad del siglo 19. Estos periódicos fueron crónicas de la región, informando a la comunidad méxicoamericana y documentando su historia política, social y cultural.

 

Historia del periodismo en español en Brownsville, Texas

Dos publicaciones de breve duración aparecieron inmediatamente después de la Guerra Civil norteamericana. La primera, El Zaragoza, al parecer escrita por exiliados mexicanos, apoyaba a la facción juarense en México durante el reinado de Maximiliano. La segunda, The Rio Grande Courier—editada por Emile Claudon—era realmente un periódico trilingüe, publicado en inglés, francés y español para los comerciantes europeos que habían llegado a establecerse en Brownsville y Matamoros.1 Sin embargo, una prensa dedicada a servir específicamente a la comunidad mexicana y méxicoamericana en Brownsville no surgiría hasta fines del siglo 19.

A principios del siglo 20 ya había cuatro periódicos que se publicaban en español en Brownsville, la ciudad norteamericana más grande y más antigua del bajo Valle del Río Grande. Estos eran, El Porvenir, publicado por don Paulino Preciado; La República, publicado por don Dámaso Lerma; El Paladín, un semanario tabloide propiedad de don Rumualdo Treviño que, después, se convirtió en un diario de tamaño completo llamado El Cronista del Valle, publicado por don Arnulfo Correa.2

De estas publicaciones, El Cronista del Valle fue el último y el más grande de los diarios publicados en español. Fundado en 1892, creció en línea paralela a la prensa americana, The Brownsville Herald. Varios escritores talentosos—refugiados políticos de la Revolución mexicana—colaboraron en El Cronista. Para el año de 1920, El Cronista rivalizaba en circulación con el Brownsville Herald, en aquel entonces, el diario americano de mayor circulación en el Valle del Río Grande.3 Sin embargo, para fines de los años veinte, muchos emigrantes retornaron a un México más estable, y esto causó el cierre definitivo de El Cronista.

En 1934, el editor y dueño del Brownsville Herald, el señor J.M. Stein, reclutó a don Oscar del Castillo, hijo de un prominente médico brownsvillense para establecer una edición en español del Herald. Con su amigo de la infancia, Manuel Benavides, Del Castillo lanzó a la luz pública El Heraldo de Brownsville el 11 de noviembre de 1934. El periódico halló lectores a la mano entre los comerciantes mexicanos establecidos en Brownsville y los “braceros”, ciudadanos mexicanos que trabajaban legalmente en los Estados Unidos como parte de un programa ahora desaparecido. Los ingresos de la venta de El Heraldo ayudaron a sostener a The Brownsville Herald, que se publicaba en inglés y que tuvo aprietos durante cinco años de la Gran Depresión de los años treinta.4 Hoy día, El Heraldo de Brownsville es el único diario en español que se publica en el Valle del Río Grande.

Después de 55 años de tesonera labor—desde 1934 hasta su retiro en 1990—Del Castillo estuvo en su empleo casi continuamente como editor del periódico que él fundó, El Heraldo de Brownsville, el único diario de la era moderna en español en el lado norteamericano del Valle del Río Grande. De 1990 hasta el año 2000, don Marcelino González Cepeda fungiría como editor de El Heraldo y, el primero de octubre del 2001, salió a la luz un nuevo producto de la misma compañía periodística, llamado El Nuevo Heraldo, un matutino más completo, bajo la dirección del editor Ramón R. Rodríguez.

Condiciones socioeconómicas durante la segunda mitad del siglo 20

La segunda mitad del siglo 20 vio el resurgimiento de semanarios en español en el Valle del Río Grande. En los años cincuenta aparecieron varios semanarios con el fin de servir a la creciente población de inmigrantes mexicanos, sobre todo de “braceros”que habían llegado a trabajar en las granjas del Valle texano. Los semanarios recibieron el apoyo de comerciantes méxicoamericanos que sostenían que la prensa norteamericana estaba descuidando sus obligaciones para con la comunidad hispanohablante.5

El periódico El Puerto de Brownsville, fundado en 1954 por don Gilberto Cerda, era uno de siete semanarios publicados en español que en el Valle del Río Grande en los años 50. El más grande de estos periódicos era El Porvenir, de Mission, Texas. Para 1965, con la desaparición del programa “Bracero”, cinco de estos semanarios habían cerrado y el sexto—El Tiempo de Raymondville—había convertido la publicación al inglés.6

Diez años después, en 1975, El Puerto de Brownsville, el último de los semanarios del Valle que publicaban exclusivamente en español, cerraría sus puertas para siempre.

 

El Heraldo y El Puerto

Tanto El Heraldo como El Puerto le proporcionaron al pueblo méxicoamericano un foro para tratar los asuntos políticos, sociales y culturales de la época. Al hojear las páginas antiguas de estos periódicos, el lector puede adquirir un concepto de los problemas que enfrentaron nuestros antepasados y cómo lograron superarlos. También nos llama la atención el imperio casi total que los periódicos locales tenían antes como fuentes de información y entretenimiento, en contraste con la amplia selección de periódicos disponibles hoy día, así como los cientos de canales de televisión que tenemos al alcance hoy, junto con la red mundial—la internet—que nos trae al mundo entero a nuestras pantallas. No cabe duda que las limitadas fuentes de información que tenían las generaciones anteriores hacían que los periódicos influyeran mucho más en el público en general que hoy en día.

El Puerto, en su papel de periódico comunitario, tenía el compromiso de coser los hilos de la comunidad en una sola tela. Esto lo logró a través de la publicación de noticias y avisos de matrimonios, nacimientos, defunciones, visitas y viajes, reconocimientos por graduaciones escolares y ascensos en rango de los jóvenes que servían en las fuerzas armadas. Un ejemplo es la noticia del 7 de agosto de 1954 con el siguiente titular:

 

Tenemos de visita a un distinguido catedrático

Hace pocos días tuvimos el placer de saludar a un distinguido y viejo amigo, que por muchos años habíamos dejado de verle por encontrarse residiendo lejos de Brownsville, su ciudad natal. Se trata del destacado y culto catedrático de la Universidad de Texas don Américo Paredes Manzano, quien acompañado de su señora esposa y de sus hijos viene disfrutando de dos meses de vacaciones, los que aprovechará también para desarrollar un detallado y amplio estudio histórico sobre el folklor o costumbrismos que han privado en los pueblos de la frontera sur del estado de Texas, desde antaño hasta nuestros días. En su estancia por esta frontera texana el Catedrático Paredes Manzano, visitará las ciudades y rincones más antiguos del Valle del Río Grande recogiendo informes y detalles sobre las costumbres y el folklor con que nuestros antepasados que poblaron estas regiones hicieron llevadera la vida. Como decimos, el Sr. Paredes Manzano es originario de esta ciudad de Brownsville y su labor desarrollada como Catedrático de la Universidad de Texas, lo ha colocado entre los hombres de estudio más destacados de esta ciudad. Le deseamos éxito en su ardua labor, y muy feliz estancia en su tierra natal.

En la década de los años cincuenta, El Puerto a menudo contenía noticias acerca de la política nacional norteamericana, explicando cómo ésta afectaba a la región del Valle del Río Grande. El 24 de julio de 1954 aparece un artículo con el siguiente titular:

 

Continúa Evacuación de Trabajadores:                                   

De 60 mil a 70 mil han abandonado el Valle de Texas.

Como si fueran combatientes en retirada ante el empuje arrollador de fuerzas enemigas, así ha continuado a todo lo largo de la frontera Estados Unidos-México, la evacuación de trabajadores agrícolas más conocidos por “espaldas mojadas” los cuales se encontraban laborando en forma ilegal en este país, muchos de ellos desde varios años. Entre los 60,000 mexicanos que han cruzado la frontera solamente por lo que respecta a la región del bajo Valle del Río Grande, incluyendo miles de ciudadanos mexicanos que tenían su residencia en este país a raíz de haber estallado en México la Revolución, incluyendo a mujeres, ancianos y niños. Las redadas de las patrullas de inmigración americana no han respetado a nadie.

Otro artículo en el periódico del 31 de julio de 1954 anunciaba:

Los Patrulleros harán su Inspección a Brownsville el Lunes. Efectuarán un recorrido general de la ciudad y sus colonias. Visitarán casa por casa y negocio tras negocio, en sus investigaciones contra los “mojados”. Ante estas noticias, no se hacía esperar la reacción de los colaboradores de El Puerto. El siguiente comentario del 8 de julio de 1954, firmado por Consuelo A. de Vega Hidalgo, es representativo: “Bracero”, palabra que encierra tintes de amarga tristeza y de muy hondas tragedias. Decir bracero es lo mismo que decir: sufrimiento, enfermedad, persecución y muerte. Muerte en las aguas turbulentas del río caudaloso; bajo las ruedas de un tren o en las brillantes carreteras de asfalto. Muerte espantosa también por el hambre y la sed; cuando cumpliendo con la ley vigente son arrastrados hacia fronteras desconocidas lejos del humilde hogar donde esperan los suyos. Francamente no se alcanza a comprender en dónde resida el punto de razón que exista para que estas cosas sucedan. Estados Unidos, que en pleno rigor de guerra ha sabido ser bondadoso con sus grandes enemigos, es cruel e inhumano con su amiga nación vecina. ¿Pues no dicen que están los gobiernos en pleno acuerdo y mutua comprensión? Esta situación hace parecer como simple comedia el tema del buen vecino y el leal abrazo en la presa Falcón… Tal vez en años futuros nuestro país sea el vasto… el grande, y entonces no echaremos a nadie porque los mexicanos somos así. Esto está ampliamente comprobado, añadiendo que en México se hacen ricos los extranjeros.

Además de los temas políticos, El Puerto hacía comentarios sociales de franca intención moralística. El editor Cerda frecuentemente criticaba la corrupción moral, la delincuencia juvenil y la decadencia general de los modales en la comunidad. El siguiente comentario humorístico, del 23 de mayo de 1959, es típico:

La gente seria y honesta que frecuentemente busca en los salones de exhibiciones cinematográficas ratos de descanso y distracción, casi siempre abandona esos lugares, abrumada y mal impresionada de tanto desorden que se comete en el transcurso del rodaje de las cintas fílmicas. Se especializan en tales desórdenes, que por cierto llegan a punto de la inmoralidad la parejas de enamorados, de ese tipo de querendones desvergonzados, que sólo buscan esos lugares de distracción para exhibir sus vulgaridades de apasionantes sensaciones, para abrazarse, para besarse descaradamente, sin importarles la presencia del resto de los espectadores correctos y decentes, que los lleva el deseo de distracción con algo bueno y no desechos de la vulgaridad. Para acabar con ese mal ambiente en los teatros locales de exhibiciones cinematográficas, depende en parte de los dueños de esos centros de diversión, procurando evitar que gente maleante penetre a sus espectáculos o de las autoridades correspondientes, quienes tienen la obligación de velar y vigilar por la moral pública.

Tal vez la columna de comentarios más popular del periódico, llamada Papá y Mamá, exhortaba a los lectores padres de familia a adherirse a los valores tradicionales mexicanos. El editor se oponía al “Modernismo”, ridiculizando las costumbres de la juventud. El siguiente comentario del 10 de junio de 1961 es representativo:

¡Aquellos tiempos, allá cuando una vez dando una señorita su palabra de casamiento, entonces disponíase su prometido a buscar unas personas honorables, quienes iban a la casa de la novia, anunciaban su visita y en esta forma eran esperados por los padres de la novia a pedir la mano de la prometida! Para esto, antes de presentarse la Comisión en la casa de la novia, anunciaban su visita y en esta forma eran esperados por los padres de la futura desposada. Así pues, tras de cambiar algunas palabras empezaban a expresar el objeto de su visita, mientras la muchacha andaba escondiéndose y sudando frío y caliente, pues ignoraba la contestación que irían a dar sus padres. En aquel tiempo nunca daban el “sí” o el “no” los padres, sino hasta después de algunos días. Con mucho respeto y con mucha cordura le decían a la Comisión que ellos, o sea los padres de la novia, estudiarían el caso y en seguida le harían saber a la Comisión el resultado de sus decisiones. Este detenimiento para estudiar las cosas de mayor trascendencia caracterizaba a nuestros antepasados. Había mucho respeto para todos los hijos a su vez los hijos respetaban mucho a sus padres. Pero hoy en día es todo lo contrario. Han cambiado las cosas, como cambiar el día y la noche. Hoy en día, algunas muchachas le dan la noticia de su casamiento a la mamá por teléfono, si es que hay teléfono en la casa; y si no lo hay, entonces, cuando llega a la casa cayéndose de risa le dan la noticia a papá y a mamá. En vez de darle vergüenza a la muchacha, les comunica a sus padres la noticia, como si se tratara nomás de “hazte un lado porque ahí voy”. Actualmente, ya cuando la muchacha le hace saber a sus padres su nuevo estado matrimonial es porque ya llevan la “píldora” a un lado, o sea el hijo por quien habrán de trabajar para mantenerlo. ¿Qué opinan ustedes de estos famosos tiempos modernos? Las hijas hacen lo que les da la gana; y con el cuento de que ellas trabajan y saben ganar dinero, ahí tiene usted que mamá no les puede llamar la atención,…además de que mamá por sí sólo también acepta el modernismo. Mas, por lo que toca a papá, ni para qué tomarlo en cuenta. Papá no tiene ni voz ni voto en casa, pues dentro del modernismo ha pasado papá a ser un cero a la izquierda, como quien dice. A su vez papá también es responsable del lugar en que lo tienen, pues también papá va con el ritmo del modernismo….

Además de la intención moralizante, tanto El Puerto como El Heraldo tenían un propósito didáctico. Ambos periódicos proporcionaban diversas noticias sobre México, o noticias generales que afectaban a los mexicanos que radicaban en los Estados Unidos. Los periódicos intentaban mantener las costumbres mexicanas conmemorando fiestas, tales como, El Cinco de Mayo, el Día de la Independencia y el Día de la Raza, con la publicación de ensayos patrióticos o poesías, y el Día de los Muertos, con la publicación de las tradicionales Calaveras. El formato normal de cuatro páginas se duplicaba a ocho páginas debido a los anuncios en esas ocasiones.

Conscientes de la influencia que la lengua inglesa ejercía sobre el español en la frontera, los editores de El Puerto y El Heraldo también abordaban el tema de la lingüística—casi siempre en tonos humorísticos—como el siguiente comentario del editor Oscar del Castillo de El Heraldo de Brownsville en 1948:

Nosotros, los que vivimos en la frontera, nos sentimos fuertemente atraídos a usar palabras del inglés en nuestro idioma, con unos cuantos cambios. Pongamos por ejemplo unas cuantas: wachar—que deberíamos sustituir por sus equivalentes: observar, mirar atentamente, etc. Diche—que deberíamos sustituir por canal, zanja o vallado. La palabra bruto, especialmente usado por los muchachos cuando ven una muchacha de hermoso parecer, tienen exclamaciones como ésta, “una muchacha brutalmente bruta”, cuando se oiría diferente si pudiéramos decir: “vi pasar por el vallado a una encantadora joven”, en lugar de, “estaba yo wachando cuando cliqué una chava brutalmente bruta que pasaba sobre el diche”.

 

Conclusión

En la segunda mitad del siglo 20, dos periodistas pioneros méxicoamericanos, don Óscar del Castillo y don Gilberto Cerda hicieron una prolongada carrera de llevarle al pueblo una crónica en lengua española, documentando su historia política y cultural. Óscar del Castillo, fundador del diario El Heraldo de Brownsville en 1934, fungió como su primer editor hasta su jubilación en 1990. Gilberto Cerda fundó el semanario El Puerto en 1954, el cual se publicó ininterrumpidamente hasta su cierre en 1975. Estos periódicos documentaron una tumultuosa época de historia fronteriza que incluye la deportación de miles de braceros y la consiguiente violación de derechos humanos, así como el surgimiento de los movimientos minoritarios en pro de los derechos civiles. Asimismo, ambos periódicos registraron los profundos cambios sociales y culturales de los años sesentas que retaron las costumbres y valores tradicionales mexicanos. El Heraldo de Brownsville y El Puerto constituyen hoy día las únicas fuentes periodísticas completas, escritas en español, que están al alcance de los investigadores de la experiencia social y cultural méxicoamericana en el Valle del Río Grande durante la segunda mitad del siglo 20.


Notas:

1Champion, A.A.  Papers and Personalities of Frontier Journalism (1830’s to 1890’s), Studies in Brownsville and Matamoros History  (Brownsville:  University of Texas at Brownsville, 1994) p. 139.

 2Cerda, Gilberto A.  El Puerto de Brownsville, 30 de enero de 1969.

 3Ibid.

 4Binz, Paul.  El Heraldo de Brownsville, 11 de noviembre de 1996.

  5Cerda, Gilberto A.  El Puerto de Brownsville, 30 de enero de 1969.

6 Ibid.

 

 

 

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 Docente, traductor, narrador y poeta. Es oriundo de Brownsville, Texas. Profesor Adjunto en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Texas en Brownsville, ha desempeñado el cargo administrativo de Director del Departamento de Lenguas y Literaturas Modernas en dicha universidad por espacio de veinte años. Ha publicado artículos, ensayos críticos, poesías y cuentos en diversas revistas, incluyendo: A Quien Corresponda, Borders Review, Borderlands Journal, Studies in Brownsville and Matamoros History, Hybrido, Pan American Review y Novosantanderino.