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Ancash  Perú

 

Visite Pallasca, cuando quiera. Pero le recomendamos, cariñosamente, hacerlo en los días de fiesta: Mayo (Fiesta de las cruces y del       "Toro de Trapo") y Junio (Fiesta Patronal de San Juan Bautista); son días       primaverales. Pero si lo que busca es la emoción inigualable que provocan       las lluvias más o menos torrenciales, con rayos, truenos y granizo, entonces prepare       sus chivas y, desde Fiori (en Lima), haga el viaje entre diciembre y marzo. No le       irá bien, le irá de maravillas. Porque Pallasca, es decir, Pallasquita       Linda (como la llamaba don "Moshe" Huerta, es parte insustituible, casi principal, del       Paraíso.  

 "...un pueblito de la sierra ancashina bello, saludable y acogedor: por sus paisajes infinitos, por su clima y por el calor imantado de su gente que es capaz de atraer al más distante de los humanos, convirtiéndolo en huésped perpetuo de su corazón."


 

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 Por: JUAN MURPHY BOCANEGRA

“Son dignas de un “recordaris”, la pugna de los jóvenes para hacer de “Cirineos” en las procesiones del Miércoles Santo; los llantos de la “Virgen de los Dolores”, cuando los días de Semana Santa lloraba la muerte de su hijo, en escenas de gran realismo, como aquella del Viernes Santo, cuando aparecía por la esquina del “chorro” a golpe de cuatro o cinco de la mañana, y en momentos que la Urna del Señor, en hombros de los santos varones, ingresaba de retorno al atrio  de la iglesia, alzaba sus brazos al impulso del maniobrista don “Glishe Bada”, llevaba el pañuelo al rostro y secaba sus lágrimas, en cuya escena de logrado realismo patético infundía dolor que los chiquillos –por lo menos yo- y el pueblo veíamos las lágrimas de la virgen y el sonrojo melancólico de su rostro inmaculado.

Quién no recuerda las tardes de la confección de las andas del Señor, en que los artesanos entendidos la confeccionaban tanto más primorosas y con más “tableros” de ceras y cerones, cuando mejor era la calidad del devoto o prioste. Cómo no evocar las “sobadas” de la Urna con algodones, pacras y romeros, sobre las heridas del Señor de Viernes, bajo la grave, atenta y severa mirada de su mayordomo el “viejazo Benjamín” vestido de riguroso luto, cubierto con raído gabán americano y con la corbata a lo Maverick, de tres lazos. Ni qué hablar de los maitines y tinieblas de Jueves Santo y el repentino tronar de las matracas que anunciaban la muerte del Señor. La desclavada de Jesús. El afán de madres y abuelas de presentar sus angelitos con albos trajes y alas metálicas para cargar, previo concurso de oblaciones de limosnas, los clavos de pies y manos, la corona de espinas, el Manto Sagrado, y el infamante letrero INRI, etc. La inolvidable aparición de los “Doce mozos con las doce fuentes de aguinaldo”, quienes al son de marcha especial llevaban los dulces de Semana Santa de la casa de los priostes a la casa del señor cura, seguidos de la pandilla de chiquillos que ingresábamos a la casa parroquial con la esperanza de ser partícipes de los dulces, y vaya que si era de tener suerte si recibíamos un pedazo de bizcocho, de torta u hojarasca o bacita de maíz, pues los demás manjares velozmente ingresaban a las alacenas de las “mulas”, para deleite exclusivo del “taita cura”, mientras que a nosotros se nos caía la baba por los buñuelos, bizcochuelos, molletes y rosquetes, que mentalmente íbamos saboreando.”

JUAN MURPHY BOCANEGRA 

(Extraído del prólogo a Pallasca Rincón de Ensueño, de Porfirio Torres Pereda)

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Las hermosas vistas fotográficas que aquí se muestran se las debemos al lente de Ireno Aguilar.  El bello paisaje musical que sirve de fondo-"Tren andino"-,  pertenece al talento y la sensibilidad de Carlos Carty Maraví.  A ellos nuestra gratitud.

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