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LA COLUMNA DE MENA MENA

Las víctimas del mal ejemplo

(Como quien dice: hay que educarse para llegar al poder y enriquecerse)

A pocos interesa mi lloriqueo semanal de que fue ayer y es hoy nuestro terruño. Solo a quienes vivimos algo de ayer y mucho de hoy, nos queda el amargo sabor de la frustración y el fracaso. De allí que todavía tengamos capacidad para distinguir entre el bien y el mal, capacidad de asombro pero también de resignación, que no del silencio. Aun podemos decir y escribir, aunque sea para las minorías que como testigos mudos vemos extinguirse irremediablemente a nuestro terruño amado. Aprendimos a amar cuando aun se amaba. Cuando en cada atardecer admirábamos el milagro del paisaje. El mismo que hoy mira silencioso el padre del departamento en una esquina olvidada del parque centenario. ¡Oh, los olvidados!

Hace poco, un amigo bien relacionado en la universidad, nuestra universidad, me contaba asombrado de una charla con alumnas de ese centro sobre el tema de la "corrupción" que padecemosy especialmente sobre el enriquecimiento de los altos funcionarios a expensas del presupuesto público. A lo que respondían las alumnas, con aterrador cinismo que lo deja a uno sin respiración, que para eso se educaban, para tener el acceso al manejo de los altos cargos en las instituciones y la oportunidad de enriquecerse, antes reservado para los privilegiados. Ante tal raciocinio dolorosamente piensa uno que estas son las consecuencias del relajamiento oficial y el mal ejemplo de sus superiores. Esas niñas, seguramente de estratos pobres, no ven la posibilidad de enriquecerse sino a través de las instituciones y sus cargos altos. Comprende uno que la lucha no es hoy llegar para servir a su comunidad. El interés es hoy individual. En la misma universidad ven como sus superiores invierten grandes sumas de dinero para llegar al manejo económico de la institución. Prebendas y contratos.

Ya no es un honor llegar a una rectoría; es una oportunidad. No es raro oír hoy decir que los cargos se venden y se compran, como cualquier mercancía. Hay quienes esperamos que un día se pare de su tumba Diego Luis, y como Cristo, desaloje del templo a los mercaderes que lo profanan.

Los estragos del hambre

Comienzan a sentirse los estragos del hambre en la parte más vulnerable de nuestra comunidad, las gentes sin ingresos que apenas hacen, si acaso, una comida de bajo contenido alimenticio. Consecuencia de ello es el alto diagnóstico de salud pública que recientemente ha señalado 27 casos de tuberculosis, en esta última semana. Sufrimos el mas alto grado de pobreza que se registra en la Nación. Ante ello los responsables de la salubridad pública deben gestionar la atención nacional y de organizaciones que combaten el hambre para socorrer a nuestros hermanos que sufren hoy. Y que quienes se roban los dineros de la salud, que no son pocos, que la conciencia los acuse y condene.

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