Corrupción, politiquería y política

Por Reinaldo Castillo Borja

Maquiavelo, escritor y hombre de Estado italiano, aconsejaba como estrategia política para conseguir el poder el empleo de la mala fe, la astucia, doblez y perfidia, y tenía como máxima "el fin justifica los medios".

Cuando a Darío Echandía el 9 de abril le ofrecieron la presidencia para darle golpe de Estado al Mariano Ospina Pérez, respondió "El poder, ¿para qué?". En la democracia, el poder permite liderar la transformación de la sociedad, a partir de programas escogidos por la ciudadanía en una confrontación electoral, en la cual han comparado diferentes alternativas políticas.

El problema es que el poder se convirtió en un botín, explotado por muchos para satisfacer intereses de grupos que se han apoderado del Estado, para beneficio particular. Estos, en lugar de dedicarse de forma honesta a trabajar en actividades productivas, se apropian de los bienes públicos.

Entonces aparecen los contratos para amigos, con rendimientos económicos que escondidos en cadenas de testaferros terminan en bolsillos de unos pocos; surgen los puestos que desvían recursos donde no se necesitan, afectando la sociedad. Así, este poder es el poder de la corrupción.

El medio para llegar al poder es la política, que cuando tiene como objetivo el botín público se convierte en politiquería. Y la politiquería consiste en disfrazar los intereses para aparecer ante la opinión pública como representante de los intereses de la sociedad. Y no saben los ciudadanos lo que acontece tras bambalinas.

Esta es la desfiguración de la política que tanto daño nos ha hecho a los chocoanos, y una de las razones de la profunda crisis del Chocó.

Por lo tanto, para derrotar la corrupción es necesario derrotar la politiquería y recuperar el sentido de la política como una actividad digna. Por eso, el fin no puede justificar los medios y la forma como se hace la política es tan importante como el fin que con ella se persigue, el poder.

A partir de los años treinta el partido liberal en el Chocó se dividió en dos –liberales izquierdistas y socialistas– los cuales han revelado una dificultad creciente para ser vehículo útil para resolver los problemas concretos de la sociedad. Los que llegan al poder practican el maquiavelismo, y no la máxima de Echandía.