Chocó 7 días
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LA COLUMNA DE MENA MENA El movimiento musical después de los cuarenta: La nacionalización de los ritmos chocoanos y sus valores Para concluir las etapas de la trayectoria folclórica y musical de nuestro devenir histórico y cultural, que desemboca en la etapa postmoderna que hoy vivimos. Al principio de la década del 40 se destaca la actividad de Carlos Cuesta (Borromeo) y su jazz band. No había entonces baile social de importancia donde faltara este intérprete magistral, cuyo ritmo y cadencia encendía el ánimo de los chocoanos. Los pies se aligeraban y el corazón palpitaba desaforadamente. Había que ver a Víctor Baldrich bailando una rumba chocoana o a Rafaelito Arrunátegui marcando los pasos de un bolero o un pasodoble. Todo un espectáculo en el salón de fiestas y piso de chonta de la intendencia del Chocó. Unas veces fueron los clarinetes imperecederos de Salamandra, Neftolio Córdoba o Daniel Rodríguez, que encendían la noche con sus temas regionales: La Rumba Chocoana, La Danza y El Pasillo, ya desaparecidos del pentagrama regional, acompañados por la destreza y el impecable compás de Borromeo. También, un poco reservado para el deleite de sus amigos, Esnodio Figueroa Villa, "El Clarinete Blan co", interpretaba temas estrictamente regionales de viejos compositores chocoanos, como Eduardo Coutin. En esos años, con la inauguración de 'La Voz del Chocó' (1942 o 1945) 'Emisora Intendencial' (administración de Vicente Barrios Ferrer) se estimuló la conformación de conjuntos musicales que debutaban todos los domingos, bajo la batuta directiva de don Alcibíades Garcés Valencia, inigualable hombre cívico, entusiasta e incansable director de esa institución. Los quibdoseños oímos por esas ondas un conjunto de veteranos y distinguidos intérpretes (no recuerdo el nombre) integrado por don Camilo López Hurtado (guitarra acompañante), gran mago del bordoneo, Darío Baldrich (sobreviviente), bandola, que alternaba con don Fidel Lozano y otras veces, don César Emilio Valdés Becerra, (vive en Medellín) que también tocaba guitarra. El gran maestro y concertista Marcelino Caicedo (quien formó en su estilo y maestría a Víctor G. Dueñas) era guitarra prima. El profesor Abraham Rentería (músico de escuela) guitarra acompañante y prima. Crecenciano Valencia B., segunda guitarra cantor. Víctor Baldrich Andrade tocaba el Triple. ¡Qué maestría, qué lujo! Los oímos todos los domingos de 3 a 4 p.m. Ellos precedieron a los de 'La Cumbre Musical' de Istmina. Después de 'La Timba' hubo otro grupo que conformaron "Los Negritos del Ritmo" con Augustico Lozano, compositor y saxofonista, que le ha dado relieve extraordinario a la música y folclor nativo (Mi Sábalo). También allí Santos Blandón y Eduardo Hálaby. En el interregno de los años siguientes se formaron o surgieron nuevos valores cuyas miras se orientaron a la búsqueda del mercado nacional de la música. Sus protagonistas, Jairo Varela Martínez y Alexis Lozano, discípulos del Blanpadre Isaac Rodríguez, influyente en su formación y quien puso las primeros ladrillos. El Grupo Niche y Guayacán Orquesta, respectivamente, fueron su obra cumbre nacional e internacional. Allí brilla Nino Caicedo con luz propia de compositor y arreglista en lo que ha contribuido con prolífero argumento. Aunque hayan existido rivalidades entre ellos, los chocoanos los miramos como un patrimonio nuestro. Ya en plena etapa postmodernista de la música regional surgen las tecnochirimías, cuya agrupación líder 'La Contundencia', da la talla con Leonidas Valencia y Américo Murillo "Meco", y otros tendrán su espacio especial. Surgieron también guitarristas extraordinarios como: Nicolás Cristancho Olier (Macabí), y Serna Arriaga. 'Trío Atrato', con Gerardo Rendón (puntero), Manuel Santacoloma Garrido (primera voz), Julio César Valdés (segunda guitarra y segunda voz), ha sido el grupo regional con más permanencia en el pentagrama musical de la región. También tuvo nacimiento una orquesta reciente en la que lideraban el médico Carlos Alberto Ayala Vivas, doctor Oswaldo Klinger B. y Constantino Arias (brillante guitarra). No dudo que con seguridad haya omitido la referencia de otros grupos musicales de la provincia y la ciudad especialmente. Por ello pido excusas por mi ignorancia. De igual manera no tengo mayor ilustración del movimiento musical, seguramente muy rico, de la provincia del San Juan. Para nosotros los atrateños ha sido a través de los años motivo de justo orgullo la figura de Antero Agualimpia, extraordinario clarinetero que dejó también, hoy perdido en nuestro tradicional olvido y abandono, su magistral obra. Del recuerdo imperecedero el pasillo Recoveco. En mi próxima entrega: 'Los Santuarios de la Música'. |
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