Chocó 7 días
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BOCADILLOS DE PRENSA “Aún
estamos esperando”
El
párroco que vivió la masacre de Bojayá está en Europa para
sensibilizar a la opinión sobre la tragedia.
SEMANA habló con él en París. A
sus 31 años Antún Ramos parece más un cantante de salsa que un
sacerdote. Hace dos años era
el párroco de Bellavista, el centro urbano de Bojayá, en el Chocó.
A su Iglesia habían llegado en busca de refugio los feligreses,
cuando el combate entre guerrilleros y paramilitares era inminente.
A pesar de la alarma temprana ante diferentes autoridades, ni el ejército
ni la policía llegaron: El joven sacerdote les había rogado a los
paramilitares –jóvenes también– que se alejaran, pero permanecieron
detrás del templo, buscando la protección divina y material del
edificio. Murieron 120
personas cuando las Farc lanzaron un artefacto explosivo. Hoy
los hechos han quedado atrás, pero para Antún “Las secuelas de la
guerra, por más de que uno se haga el valiente, te dejan marcado”.
Actualmente
en Europa, el sacerdote chocoano fue invitado a Francia por la ONG Secours
Catholique (Caritas de Francia) para participar en la campaña Paza y
Reconciliación que pretende “resaltar el papel de la sociedad civil en
la construcción de la paz” y sensibilizar a la opinión sobre las
poblaciones vulnerables. Pero
para Antún, más que la tragedia, se trata de mostrar “pequeños hechos
que contribuyen a la paz”. Perdida
en la selva, casi desaparecida del mapa e inexistente en la memoria
colectiva del país permanece desde hace más de 500 años Santa María la
Antigua del Darién, en el Urabá chocoano y en límites con Antioquia. Este
corregimiento del municipio de Unguía (Chocó) carece de casi todo menos
de belleza e historia. En esas tierras los conquistadores que llegaron
después de Colón, fundaron la primera ciudad del continente americano. Sin
embargo, para sus habitantes que no llegan a sumar 150 familias, ese
‘glorioso’ pasado poco mitiga la terrible realidad del presente que en
silencio comparten con muchos pueblos de Colombia que están por
conquistar... para el bienestar. Y
es que para los pobladores de la zona, «muy poco significa esa historia»
dice el sacerdote Alberto García Isaza, misionero vicentino y párroco
del templo San Pedro Apóstol. Esta parroquia pertenece a la Diócesis de
Apartadó y comprende a los corregimientos de Santa María, Gilgal, Tanela
y el Santuario de Santa María la Antigua del Darién. «Aquí
la gente no tiene tiempo para pensar en la historia. Para los de afuera,
el tema sí es atractivo», dice el sacerdote tras explicar que por eso,
el desaparecido monseñor Isaías Duarte Cancino, construyó en 1992 el
Santuario para celebrar los 500 años de la Evangelización de América y
empezar a reconstruir el tiempo perdido. A
principios de la década pasada, la región que siempre ha gozado de
tierras fértiles donde se cultiva plátano, banano, yuca, café, cacao,
frutales, fue agobiada con la presencia de grupos armados y poco a poco
los pobladores las fueron abandonando. Luego,
la Diócesis trató de recuperar la actividad en torno a los cultivos de
plátano, organizando las comunidades en unas tierras de la zona de Tanela
donadas entonces a la Iglesia por Fidel Castaño, el desaparecido jefe de
las Autodefensas Unidas de Colombia. La
interconexión eléctrica entre Panamá y Colombia es una realidad luego
que se completaran las evaluaciones del proyecto de integración. Juan
M. Urriola T., gerente general de la Empresa de Transmisión Eléctrica (ETESA),
confirmó la culminación del Diagnóstico Ambiental de Alternativas, los
estudios eléctricos y energéticos. ETESA
por Panamá e Interconexión Eléctrica S.A (ISA) de Colombia,
respectivamente, terminaron el diagnóstico. Estos
estudios permitieron definir la factibilidad ambiental y técnica del
proyecto, y el potencial de la línea de interconexión. El
proyecto valorado en $220 millones permitirá importantes beneficios para
los países de la Comunidad Andina y Centroamérica. Tan sólo en los
estudios, ETESA e ISA han invertido unos $250,000. La obra unirá la
subestación Cerromatoso, en el departamento de Córdoba, en Colombia, con
la subestación Panamá II, para lo cual se tendría una capacidad de
transporte de energía de 300 MW en dirección Colombia-Panamá, y de 200
MW, en sentido contrario. Urriola explicó que entre los beneficios de la interconexión con Colombia, se encuentra la promoción de la competencia en la oferta y una reducción de los precios para el usuario final. |
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