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Comercio Electrónico

 

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El Nuevo "Eldorado"

Antonio Maña
No cabe duda de que Internet está introduciendo una serie de cambios importantes en muchos de los aspectos de nuestras vidas.

A estas alturas podemos decir que es un elemento más en la vida cotidiana de una buena parte de nosotros. No obstante, las tecnologías relacionadas con Internet guardan aún un potencial mayor si cabe que el que ya conocemos.

En los últimos años, una serie de aplicaciones de Internet se han venido abriendo paso en los medios de comunicación aún antes de estar disponibles, algunas de ellas, como el "comercio electrónico" han alcanzado por méritos propios la categoría de mitos. Si se ha dicho que Internet es la última frontera, bien podría añadirse que el comercio electrónico es el nuevo "Eldorado". Pocas aplicaciones son tan pobres, tecnológicamente hablando, como las que actualmente se publicitan bajo la etiqueta de "solución para comercio electrónico", eso sí, la cosa aún puede empeorar si añaden la palabra "seguro".

¿Quiere esto decir que el comercio electrónico en Internet del que tanto se habla y se escribe es una falacia?, ¿que no es factible tecnológicamente dar una respuesta a tan importante demanda? Desgraciadamente la respuesta es (por el momento) afirmativa en ambos casos, aunque eso no impide que la red mueva y genere mucho dinero y que, por supuesto, alguno este haciendo el negocio del siglo. Los continuos avances en la tecnología hacen prever que en un futuro no muy lejano estaremos en condiciones de atacar el problema con mejores expectativas que las actuales. El esfuerzo investigador que se está dedicando es muy importante y ello debe, más pronto que tarde, dar sus frutos (podíamos hacer una analogía con lo que sucede con enfermedades como el cáncer).

Pero entremos un poco más a fondo en las causas de tan sombrío panorama. ¿Porqué no es posible realizar aplicaciones de comercio electrónico sobre Internet si existen otras aplicaciones como el correo electrónico o la web cuya complejidad es, a priori, similar?. La razón hay que buscarla en la naturaleza de esta aplicación: comercio, empresas, economía, intereses, ... en definitiva dinero. La falta de seguridad de las aplicaciones existentes tiene escasa repercusión en su uso (o más concretamente en la reticencia a usarlas); no sucede lo mismo en el caso de que haya intereses económicos por medio. Por alguna razón tenemos más miedo a que alguien nos birle unos miles de pesetas de la tarjeta de crédito (pérdidas usualmente limitadas por un seguro) que a que se descubra que estamos abonados a tal o cual sitio web de dudosa reputación, a que tenemos un ligue en un IRC o a que conspiramos contra el jefe usando el correo electrónico.

Y en esta coyuntura nos hallamos cuando en cada pasillo y en cada informe de cada gran empresa una voz reclama atronadoramente la necesidad de subirse al carro del comercio electrónico, por aquello de que el que da primero da dos veces, y desde arriba los jefes hacen suya la voz y presionan para que la empresa se suba a ese carro que, como el de Manolo Escobar, no aparece por ninguna parte.

Aunque todos tenemos una idea sobre en qué consiste el llamado comercio electrónico, nadie sabe a ciencia cierta cómo se materializará ni hasta que punto llegarán sus potencialidades, pero al menos ya podemos hacernos una idea clara sobre lo que puede ser y lo que no es ni será nunca. Por ejemplo, no será el sustituto del comercio como hoy lo conocemos, pero sí revolucionará la forma en la que las empresas se comunican. No será una solución total, pero es seguro que introducirá nuevas formas e incluso nuevos objetos de comercio.

Lo que aún nos falta

Algunas de las claves que debemos ir descubriendo para que el comercio electrónico llegue a materializarse pueden encontrarse en el siguiente resumen:

  • Medios de pago adecuados. Una parte muy importante del potencial del comercio electrónico reside en la posibilidad de comercializar información especializada "a la carta". La naturaleza inmaterial del objeto de este tipo de transacciones, la gran cantidad de las mismas y la pequeña cuantía económica que representa cada una de ellas hacen que tanto los medios de pago tradicionales como su adaptación a Internet sean insatisfactorios para este cometido.
  • Identificación y responsabilización de los usuarios. Es necesario proporcionar mecanismos de identificación de los usuarios (tanto clientes como proveedores) y manejo de la confianza entre los mismos. Está identificación puede o no ser análoga a la que realizamos en el mundo real. En muchos casos será suficiente con una identificación tipo autorización (cómo la que figura en un cheque al portador), mientras que otras veces se necesitarán medios de identificación más sofisticados.
  • Mecanismos de protección de los elementos privados. Sean estos una imagen, un documento, información en un determinado directorio de un servidor, objetos de un sistema distribuido, cuentas de correo electrónico o estadísticas de acceso y uso, es necesario definir mecanismos fiables para controlar el acceso a estos recursos, evitar su uso indebido, proteger los derechos de autor, etc. Algún día Internet será una enorme extranet.
  • Anonimato. Las soluciones aportadas deben respetar la privacidad o el anonimato cuando este sea lícito.

Servicios de Internet para comercio-e

En este momento el estado del arte nos ofrece una serie de avances que hacen posible una gama nada despreciable de servicios muy interesantes:

  • Marketing. Este es el único aspecto del comercio electrónico que se encuentra en pleno funcionamiento y obtiene resultados satisfactorios. Aún así todavía hay problemas como por ejemplo los abusos por envío de propaganda no deseada (Spam).
  • Negociación y elaboración de Contratos. En este sentido es posible realizar transacciones de forma electrónica con la misma validez que en la forma tradicional. Estas transacciones pueden incluso realizarse de forma automatizada mediante "agentes" (software que actúa como nuestro representante).
  • Pagos. En la actualidad disponemos de sistemas que permiten realizar pagos seguros, no obstante estos sistemas están limitados a transacciones con un importe mínimo y están basadas en los sistemas de tarjetas de crédito, lo que su uso no es suficiente para cubrir todas las necesidades de pago que pueden producirse en el entorno del comercio en Internet.
  • Notarización y auditoría. Hasta el momento han aparecido diversos sistemas que han sido tildados de "notarios electrónicos", aunque en realidad su funcionalidad se aleja bastante de lo que su nombre pretende, pues su misión se limita a realizar servicios digitales de sellado de tiempos. Sin embargo, el desarrollo de herramientas que incluyan la mayoría de funciones automatizables de los tradicionales notarios humanos sería de gran utilidad.
  • Protección de derechos. Técnicas como la firma digital o la esteganografía han supuesto avances importantes en este campo aunque su desarrollo aún no puede considerarse maduro. Su interoperabilidad es muy limitada y en muchos casos es muy difícil conseguir soluciones robustas.
  • Establecimiento de redes privadas virtuales y extranets. El uso de internet como medio de relación entre empresas introduce un conjunto muy valioso de posibilidades de mejora en los procesos comerciales. En este sentido existen soluciones muy potentes y adecuadas. Las mejoras en este campo se dirigen hacia la flexibilidad, adaptabilidad dinámica y transparencia de las soluciones.

Conclusiones

Si bien, la situación descrita es cuando menos poco alentadora, la realidad es que se pueden hacer negocios en la red y con gran éxito económico, aunque esto no debe llevarnos a pensar que estamos en un terreno sólido. Lo cierto es que todavía queda por andar hasta que se consiga una Internet como queremos: segura, conveniente y sobre todo libre. Con un poco de paciencia los que tenemos que solucionar el problema iremos logrando mejorar la situación y creo firmemente que en pocos años habremos desarrollado soluciones que conseguirán por medios técnicos los objetivos propuestos. La otra alternativa, consiste en desarrollar leyes para garantizar la seguridad en base a responsabilidades (y castigos) aunque probablemente esto tendrá su coste en el apartado de la libertad, pero eso es otra historia...

Antonio Maña (amg@lcc.uma.es ) es profesor del Dpto. Lenguajes y Ciencias de la Computación, de la E.T.S. Ingeniería Telecomunicación de la Universidad de Málaga desde 1995, cuya línea de investigación se centra actualmente en la seguridad en comercio electrónico de contenidos digitales y en la protección de software, así como en aplicaciones de tarjetas inteligentes y en servicios seguros para GSM, en cuyo ámbito es responsable en su universidad del proyecto financiado por fondos FEDER titulado "E-Ticket", que se realiza en colaboración con la Universidad Carlos III de Madrid. Anteriormente ha trabajado en Infraestructuras de Clave Pública y en análisis de algoritmos de cifrado.

Reproducido con permiso del Criptonomicón (http://www.iec.csic.es/criptonomicon).


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Ultima Actualización:   Diciembre de 2000