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Aquí está la primera parte de la tan esperada pelea Kenshin Vs Saitoh. Nunca antes había descrito una pelea usando técnicas, pero espero que me haya salido al menos regular.

Disclaimer: RK no me pertenece... snif!!

¡¡¡¡Y mis especiales agradecimientos a Bela!!! Sin ella, éste capítulo estaría repleto de 'habías' y horribles conjugaciones!!!

Disfruten!!

 

Capítulo 6: Duelo de espadas (A)

Kenshin consideró las opciones que tenían. Kaoru conducía con rapidez y confianza, sin embargo llegarían al dojo con el tiempo justo, al parecer Saitoh había previsto que así fuera. El problema era que Kenshin necesitaba su sakabatou. Pero no la traía consigo, y eso significaba que tendría que pelear contra Sait... am Hayashibara-SAN, se corrigió malhumorado, usando la espada que él le diera.

Por lo que Kaoru le contó, su padre no dudaría en usar una katana en contra de él, ya lo había hecho antes, sobretodo para extraer información de personas poco 'conversadoras', y ella estaba segura de que lo haría de nuevo. Su posición en el gobierno le permitía tomarse ciertas libertades, como usar katanas, o encerrar prisioneros sin ninguna acusación formal, y todo porque trabajaba para el departamento de seguridad, el equivalente japonés a la CIA estadounidense.

Sin embargo Kenshin se negaba rotundamente a usar una katana. No lo había hecho nunca en ésta vida, y prefería continuar así. Incluso su sakabatou solo la usaba cuando estaba solo, y para relajarse, nunca contra otra persona y era por esa razón que estaba en su departamento, y su departamento estaba del otro lado del dojo Matsukawa. Kenshin estaba convencido que Hayashibara-san lo había investigado a fondo, y de allí su interés en pelear con él y probar el Hiten Mitsurugi Ryu, además de venganza por lo que le hizo a su hija. Pero no importaba, ya era hora de arreglar aquel asunto que había estado pendiente desde una vida anterior.

Muchas cosas habían cambiado en él, la parte más importante era la de Battousai. En la era Tokugawa, Battousai, a pesar de ser parte de si mismo, era un ser sin sentimientos, ni emociones, al que lo único que le importaba era completar la misión, lo más rápida y eficazmente posible pero siempre bajo el ideal de traer paz y tranquilidad al Japón. El JAMÁS había matado por el placer de matar, ni siquiera cuando se encontraba más perdido que nunca. El vagabundo ocupó el lugar contrario. El objetivo era el mismo, un mejor futuro para todos, pero ésta vez si importaba el camino. Y como rurouni se juró a sí mismo no volver a derramar la sangre de nadie. Y cumplió su juramento, aunque siempre tuvo que estar pendiente de que Battousai no se liberara, controlando el deseo que a veces sentía de acabar con todos los obstáculos rápidamente.

Pero ahora, las cosas habían cambiado. Él había crecido bajo la tutela del mejor padre que pudo tener. Niiyama Kenji había sido fuerte y severo, pero también comprensivo. Tal vez no entendiese todo lo que le sucedía a su hijo, aunque siempre estaba dispuesto a dar un buen consejo disimulado entre insultos. Y Kenshin había aprendido no a controlar a la furia que vivía en él, sino a domarla. Ahora, ambas personalidades se habían mezclado por completo en una. Kenshin aun era amigable e inocente, pero ahora demostraba mucho más su lado masculino, entrenaba duramente en el dojo Higuchi, y enseñaba el kendo con determinación. Y cuando estaba en el jurado podía ser simplemente implacable. Sus amigos sabían bien cuando había que dejar de jugar. Kenshin podía molestarse, pero no era del tipo de hombre que perdía los papeles y se tiraba al contrincante a golpes. Kenshin prefería vencerlo inteligentemente.

Pero ahora necesitaba su sakabatou, y no había forma en que pudiera ir hasta su departamento y luego al dojo Matsukawa en el lapso de una hora.

Kenshin miró su reloj. Ya habían pasado 15 minutos.

"Kaoru" dijo, "¿me podrías prestar tu celular?"

Kaoru lo observó de reojo. Sabía que algo se traía entre manos, ya que había estado bastante callado desde que salieron de la escuela militar.

"Hai." Contestó mientras, sin apartar la mirada de la avenida, introducía una mano en uno de sus bolsillos y sacaba un pequeño aparato.

Kenshin lo tomó, y marcó un número.

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"Pero Zorrita, te juro por lo más sagrado que no sé nada. Ya lo he llamado más de 25 veces a su celular y el idiota ese no contesta. Te juro que no lo he visto desde ayer en la cafetería, y ambos estabamos allí, ¿recuerdas?" dijo Sano, con la mirada más inocente que pudo conseguir.

Él y Megumi estaban sentados sobre el pasto, cerca del pabellón de medicina de la universidad de Tokio. El clima era cálido, el día estaba despejado, y ambos disfrutaban de la sobra refrescante de un viejo árbol, bajo el cual se encontraban. Claro que lo disfrutarían más, si ella no estuviera preocupada.

Megumi lo miró dudosa. Ya era medio día y no sabían nada de Kenshin desde desde el anterior día, en que el grupo, es decir Misao, Sano, Kenshin y ella, comieron en la cafetería de la universidad.

Megumi no se hubiera preocupado, de no ser porque se había encontrado esa mañana en el pasillo con el profesor de ética, y éste le comentó que Kenshin faltó a su clase de las 9 y por consiguiente, y por consiguiente, perdió una práctica calificada, que para colmo de males valía 20% de la nota final.

Ella misma había llamado al celular de Kenshin, varias veces, e incluso dejó en la contestadora de su casa un montón de mensajes, pero aún el pelirrojo no daba señales de vida.

Sano intentó calmarla asegurándole que probablemente había salido la noche anterior y ahora estaba tan dormido (o borracho) que no escuchaba el teléfono. Claro que eso no era algo que uno esperaría de Kenshin, de Sano si, pero de Kenshin...

Si se tratase de una persona cualquiera, Megumi no se preocuparía tanto, pero era Kenshin de quien estaban hablando. El mismo Kenshin que el semestre anterior casi desaprobó 5 de los 7 cursos que llevaba por inasistencias. Tenía suerte que los profesores lo apreciaran y de tener uno de los promedios más altos de su carrera.

Ella no entendía como trabajaba la cabeza de ese hombre. Sabía que él adoraba su carrera, y esa era probablemente la razón por la que sacaba tan buenas notas, pero de vez en cuando le venían grandes episodios de locura.

O al menos de eso estaba convencida Megumi. Como aquella vez, recordó, en que él se había obsesionado con los dojos; se le dio por recorrerlos todos, desde el más pequeño hasta el más grande en todo Tokio, solo Dios sabe por que, y no pudo asistir a clases por casi dos semanas consecutivas debido a esa locura.

Afortunadamente Kenshin pudo pasar sin problemas los exámenes finales y luego viajó a Kioto para las vacaciones. Megumi creyó que él ya estaría bien, el estar con su hermana lo relajaba, pero parecía que ahora había vuelto a las antiguas andanzas. Que tal si ahora se le daba por recorrer todos los restaurantes?, ese chico estaba loco, y Megumi ya estaba decidida ha hacerle una lobotomía.

Suspiró. Era un precioso día de primavera y estaba de mal humor. Ken-san pagaría por ello, pensó mordazmente.

Sano atrajo a Megumi hacia sí tratando de tranquilizarla con suaves caricias, y Megumi empezaba a devolver sus suaves besos cuando el teléfono celular de Sano timbró. Sano murmuró una maldición, y contestó de mala gana, fastidiado de que el demoníaco aparato sonara justo cuando 'entraba en calor'.

"Habla" dijo distraído a través del aparato, pero prestó toda su atención cuando reconoció la voz de Kenshin.

"Sano, habla Kenshin."

"Hey Kenshin. ¿Dónde demonios de has metido? Hemos estado como locos llamándote, ¿para que diablos tienes un celular si no lo prendes? Vas a-" Sano no pudo continuar, porque Kenshin lo interrumpió diciendo:

"Mira Sano, no tengo tiempo. Anda a mi departamento, en el armario de mi cuarto, justo detrás de mis ternos, está una espada antigua. Necesito que me la lleves al dojo Matsukawa. ¿Lo recuerdas? Fuimos allí una vez, cuando hubo una competencia con el dojo en el que trabajo. Ese que está cerca de la jefatura de policía. Tienes que estar allí antes de media hora. Sano, es urgente. Tienes que apurarte." Dijo Kenshin a través del teléfono.

"Ya entendí. ¿Pero para que demonios quieres una espada? ¿Y por que tienes una en primer lugar?"

"Sano, no hay tiempo. Tienes que apurarte." Dijo Kenshin y luego colgó.

Sano se quedó mirando el aparato en su mano, intentando comprender para que miércoles quería Kenshin una espada. No pensaría usarla ¿no? Eso era descabellado... completamente absurdo.

Megumi, entendió que el que hablaba era Kenshin. ¿Pero que tenía que ver una espada en todo esto? Por que ambos habían hablado de una, de eso estaba segura. Megumi se quedó mirando a Sano, esperando a que él le dijera que sucedía. Sin embargo, él solo estaba allí, como congelado.

Pero solo por unos segundos pues luego se levantó de golpe, murmurando entre dientes las peores palabras que se sabía.

Megumi lo miró sorprendida. Y más aún cuando él volteó hacia ella, le dio un rápido beso en los labios y se fue diciendo "Tengo que irme, Kenshin está en problemas, te veo luego." Megumi se quedó allí parada, debajo del árbol, sin entender nada... 'Arggg' pensó, '¡HOMBRES!'.

Sano había entendido, que lo que Kenshin iba a hacer, era pelear. 'Mierda', pensó. 'en que problemas te has metido ahora Kenshin', pensó, mientras encendía su moto, para dirigirse al departamento de Kenshin lo más rápido posible.

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~~~~~~~~ Dojo Matsukawa ~~~ 12:50 am ~~~~

Aoshi no apartaba la vista de Niiyama. Él y su hermana acababan de llegar al dojo, y ahora los tres (Kenshin, Kaoru y él), esperaban a que viniera su padre. La pelea debía comenzar a la 1 en punto, y conociendo a su padre, él no llegaría hasta que fuera la una. En el tiempo que quedaba, Aoshi estudiaba al hombre del cual su hermana se había enamorado. No le importaba que este se sintiera incómodo. Estaba dispuesto a averiguar si el hombre era digno o no de su imouto.

Él nunca antes se había metido en la vida amorosa de su hermana. No es que la lista de enamorados fuera muy larga. Kaoru no era fácil de enamorar. En el colegio solía salir con algunos muchachos de vez en cuando, pero alguien a quien llamar 'enamorado', o 'novio', pues muy pocos. Había estado ese tal Enishi, y antes de él un chico llamado Soujirou, pero ninguno de los dos duró más que un par de meses. Y definitivamente no habían llegado más que a besos inocentes. Pero éste hombre, parado al lado de su hermanita, del otro lado del dojo, logró, no sólo sobrepasar la barrera de los besos y abrazos, sino que estuvo a punto de 'tener' a su Kaoru en todo el sentido de la palabra. La sola idea de ese hombre con su hermana hacía que él mismo quisiera separarle la cabeza de los hombros.

Aoshi miró ahora a Kaoru. Alguien tendría que ser ciego para no notar la diferencia que había entre la forma de actuar de la chica con este hombre, que Kaoru con los otros sujetos. Aoshi tuvo que dejar escapar un suspiro. Era obvio que lo que existía entre ambos algo mas que un simple enamoramiento. Lo podía ver en la forma en que ella lo miraba, como si para ella, él fuera lo único que existiera. Y él la observaba de la misma manera, escuchando cada una de las palabras que ella le decía, siguiendo cada pequeño movimiento que ella hacía.

Aoshi pensó desde cuando se conocerían. Según Kaoru, ellos se habían visto por primera vez ayer por la mañana. Pero por la manera en que ambos se comportaban, uno podía saber que la relación ya tenía años de duración. ¿Sería cierto aquello de las vidas pasadas? Se preguntó Aoshi. La lógica decía que no, que aquello era una estupidez. Pero que sucedería si era verdad. Que ocurriría si su hermana realmente se hubiera enamorado de un hombre hacía más de 100 años. Y que éste mismo hombre la hubiera estado buscando por toda ésta vida. Si por algún azar del destino esa historia era cierta, entonces ni siquiera su padre sería capaz de interponerse entre ellos. Mucho menos él.

Volvió a mirar a Kenshin con detenimiento. Si su hermana y él lograban desarrollar la relación, entonces era más que posible que ambos terminaran juntos. ¿Su padre estaría dispuesto a aceptar a éste nuevo miembro en la familia? Aoshi no estaba seguro. Su padre no se había molestado nunca en las novias o amoríos que él tuviese, pero con su pequeña hijita era todo completamente diferente. Desde los catorce prácticamente la asediaba. Conocía a casi todas sus amigas, y sabía con quienes andaba y a quienes frecuentaba. Había sido sobreprotector. Siempre recordándole que no habrían 'ahous' en la familia. Pues bien. Ésta era la oportunidad de oro de Niiyama. Si él lograba demostrar a su padre que era bueno con la espada, entonces tendría al menos la 'posibilidad' de poder ser 'considerado' un 'candidato' a la mano de Kaoru... si eso era lo que Niiyama quería.

Aoshi volvió a suspirar. Esperaba que todo saliera bien. No le agradaba mucho la idea de que un sujeto que apenas conocía a su hermana se la robara justo en frente de sus ojos. No. Para ser sincero la idea no le agradaba nada de nada. Y él ya se encargaría de vigilar cada uno de los movimientos de Niiyama, al menos hasta que cumpliera SUS estándares. Todo dependía de hoy, se dijo.

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Kenshin asentía a lo que Kaoru le decía. Esperaba que todo saliera bien. Kaoru ya le había explicado que supuestamente ellos se habían conocido por el 'chat'. Ambos ya había acordado que chat, que días, cuánto tiempo por vez y con que frecuencia se habían conectado. Necesitaban los detalles si pensaban engañar a Sait... Hayashibara-SAN. -Se le hacía un poco difícil a Kenshin recordar el nuevo nombre, y más difícil aun era el ponerle el sufijo respectivo, pero si iba a tratar al padre de su Kaoru, tendría que hacerlo con el mayor respeto posible-.

Kaoru estaba impaciente. El tiempo se acababa, y el idiota cabeza de gallina aun no llegaba. Kenshin le había dicho que él le tenía que traer su sakabatou, y aunque Kaoru no hubiera conocido aun al Sano de éste tiempo, ella estaba casi segura que aun conservaba ese terrible sentido de orientación. "Mou" murmuró fastidiada. Su padre podía llegar en cualquier momento. Y ella no quería ni pensar que sucedería si Kenshin peleaba con una espada con filo.

Kenshin sonrió. Él también estaba un poco preocupado y por la misma razón que Kaoru. El sentido de orientación de Sano no era el mejor del mundo, pero él era el más rápido. Sin embargo si sus cálculos eran los correctos, a Sano le tomaría sólo unos quince minutos llegar a su departamento en su moto (justo la mitad de lo que le tomaría a Kenshin en su auto), si contaba que le tomase cinco minutos llegar hasta su departamento, buscar en el closet, sacar la espada y volver a la moto, entonces solo tendría 10 minutos restantes para llegar hasta el dojo Matsukawa. Kenshin estaba seguro de que él podría hacerlo.

"Daijoubou, estoy seguro de que Sano está por llegar." Dijo Kenshin, conteniendo el impulso de acariciar el suave rostro de Kaoru. Pero era preferible no hacerlo, no con la forma en que Aoshi lo estaba mirando. Kenshin rió para sí mismo. Era extraña la manera de actuar del Cubo de Hielo. Ni siquiera tenía que hacer uso de sus habilidades para leer ki para saber que lo estaba analizando en todos los aspectos. Pero al menos él era un 'oponente' pasivo. Kenshin estaba seguro que no se interpondría físicamente entre ellos, pero eso no quería decir que estuviera del todo de acuerdo con la relación. Kaoru le había dicho que su hermano sabía la verdad, y que él los había ayudado para que Kenshin fuera liberado de la escuela militar, así que Kenshin estaba agradecido con él. Pero si seguía mirándolo de esa forma... Kenshin suspiró... ya hasta sentía frío.

Segundos después todos en el dojo escucharon el sonido de una moto estacionarse.

Sano entró en la habitación con un paquete largo y delgado bajo el brazo. Miró a todos lados. En un extremo estaba el Hombre de las Nieves de Misao, reconoció Sano, y del otro extremo estaba Kenshin con... WOW, Sano no sabía, pero ella era linda. La miró de pies a cabeza, sip, bastante linda confirmó, y por la forma en que Kenshin estaba parado a su lado, era obvio que había algo entre ellos.

Sano se dirigió a la pareja, ignorando por completo a Aoshi, él cual tampoco le dio importancia a Sano.

"Hey, 'mano. A ver si ahora te dignas a explicarme que demonios ocurre. Y ¿por qué diablos tienes tu una espada en tu depa'? ¿Estás loco?" Luego volteó hacia Kaoru, la miró descaradamente de pies a cabeza, sonrió, y preguntó "¿Y que hay de ti dulzura? No te había visto antes. Definitivamente te recordaría."

Kaoru lo miró asombrada, y luego molesta... ¡¡¡Dulzura??? Como se le ocurría a ese idiota... bueno para nada...

"Maa maa, Sano." Empezó diciendo Kenshin como siempre, pero el brillo en sus ojos cortó en seco cualquier otro comentario que Sano tuviera listo para decir. "Ella es Kaoru. Hayashibara Kaoru." Dijo poniendo énfasis en el apellido. Cuando notó que Sano parecía haber entendido que ella era la hermana de Aoshi, Kenshin agregó. "Mi novia."

Sano estaba mirando entre Kaoru y Aoshi. '¿Hermanos?' '¿del cubo de hielo?' pensó. Como alguien tan linda podía compartir la sangre de alguien tan... tan... de alguien tan 'Aoshi'. Pero fueron las últimas palabras de Kenshin las que hicieron que su mandíbula tocara el suelo. ¿Había escuchado a Kenshin correctamente?

Kaoru estaba en las nubes. No solo Kenshin había logrado callar al boca floja de Sano, sino que la había llamado su 'novia', ¿podía haber algo más bello que eso? Ohhh, Kaoru estaba feliz. Muy muy muy feliz, lamentablemente esa felicidad no duró mucho.

"¿Novia? ¿Y según quien quisiera saber?" preguntó una voz fría y libre de emociones desde la entrada al dojo, mientras un intenso olor a cigarro llenaba el lugar.

Todos voltearon hacia la puerta, y sí, allí estaba el lobo de Mibu, katana en mano, listo para hacer pagar al desgraciado que osó tocar a su pequeñita.

Kenshin lo miró directamente a los ojos. Sin temor. Tenía que ganar. No importaba como pero tenía que hacerlo, pensó decidido. Con mucha calma desenvolvió la espada de la cubierta de tela, mientras Sano se miraba las manos, y se preguntaba en que momento Kenshin había cogido la espada.

El brillo dorado en sus ojos pareció fundirse con el violeta, creando una extraña combinación de ambos tonos. Kenshin se dirigió a uno de los extremos del dojo, mientras que Hajime se paraba en el extremo contrario.

Segundos después, ambas espadas chocaron.

 

-------- Fin de Capítulo ------

 

Bien, ya tengo la segunda parte escrita, solo falta que sea revisada por mi amiga y editora Bela. Pero lamentablemente ella no me ha escrito y mis mails paran rebotándome (sniff). Pero si no logro comunicarme con ella hasta el viernes, publico la versión sin editar de todas maneras. Espero que éste capítulo les haya gustado, aunque debo admitir que realmente no ocurre gran cosa, sirve para explicar ciertos hechos acerca de las relaciones entre los personajes. En realidad, si es importante.

Pues bien, NO SE OLVIDEN DE DEJARME UN REVIEW!!!! No les cuesta nada!!! Es solo hacer click en ese botoncito azul allá abajo… vamos no sean tímidos!!!

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