JOSÉ BERGAMÍN.
(1895-1983)
A CRISTO CRUCIFICADO.
Tú me ofreces la vida con tu muerte,
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.
Tú crees en mi. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarte sin perderte.
Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.
Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti, cuando me estoy muriendo.
ECCE ESPAÑA.
Dicen que España está españolizada,
mejor diría, si yo español no fuera,
que, lo mismo por dentro que por fuera,
lo que está España es como amortajada.
Por tan raro disfraz equivocada,
viva y muerta a la vez de esa manera,
se encuentra de sí misma prisionera
y furiosa de estar ensimismada.
Ni grande ni pequeña, sin medida,
enorme en el afán de su entereza,
única siempre pero nunca unida;
de quijotesca en quijotesca empresa,
por tan entera como tan partida,
se sueña libre y se despierta presa.
La Palestra de Euterpe.