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SONETOS SOÑADOS

por

José Benito Freijanes Martínez

Quién soy Al final A Los Sonetos de mi Vida A la Página Principal
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DEDICATORIAS

ÍNDICE DE POEMAS
  • AL MARQUÉS DE SANTILLANA, EN LOS SEISCIENTOS AÑOS DE SU NACIMIENTO.
  • AL MARQUÉS DE SANTILLANA,
    INTRODUCTOR DEL SONETO
    EN LA PENÍNSULA IBÉRICA,
    EN LOS SEISCIENTOS AÑOS
    DE SU NACIMIENTO.

    ¡Seiscientos años ya..! mas sigue el verbo
    brotando hasta los versos desde el pecho
    y posándose en ellos, a despecho
    de la implacable sed del tiempo acerbo.

    Cada verso una rama, en ella hiervo
    por un nido llevar y hacer el lecho
    -don Íñigo sonríe, él lo ve hecho-
    a una palabra, de mis rimas siervo.

    Es este árbol de catorce ramas
    como un ciprés anciano, donde asientan
    mil pájaros su hogar, con sus mil camas

    sitas en el follaje en que se cuentan...
    sopa de letras en la que, cual llamas,
    mil flores ya del corazón revientan.



    A GARCILASO.

    Pilares son los versos que sostienen
    la barroca y conforme arquitectura,
    clave en monumental literatura
    cual pocas en el mundo se mantienen,

    de Garcilaso, que al sentido advienen
    en admirable y rara floritura,
    fluyendo de su pluma con dulzura,
    dejando que en igual dulzura suenen.

    Vida guerrera, que al calor o al frío
    azar dejaba por coger la pluma,
    amor por guerra, en llano o en el río,

    que de hechos admirables fue la suma.
    Laurel y flores, Garcilaso mío:
    tu verso fue mediterránea espuma.



    DEDICATORIA.

    Te saludo, Señora de mis Sueños;
    te saludo, o quizás ya me despido,
    tranquilo de cumplir lo prometido
    si libre he de dejarte en tus empeños.

    Esos tus dedos blancos y pequeños
    tenían que su pieza haber movido.
    Mas, sobre el ajedrez, quieto el sentido,
    diez silencios se hicieron de ellos dueños.

    ¡Ay! Aún mi sueño sigue siendo tuyo;
    sí, perdiéndote pierdo en él mi alhaja.
    Mas, tal vez fuera por tu insano orgullo,

    tal vez desprecio, pues te di ventaja,
    tú más perdiste, porque, aún capullo,
    mi flor trocaste por ajena paja.



    No sé si fue en mis sueños, hoy te he visto
    o, al menos, lo he creído. ¿Quién lo sabe?,
    y, ¿qué le importa al mundo que se acabe
    un bien para uno si otro lo halla listo?

    Pues, a pesar de ti, impávido asisto
    sin celos, ni el dolor en mi alma cabe
    por ver lo que ocultabas como grave...
    ¡Fingir amor..! ¡Efímero flogisto!

    ¿Y qué, si, paseando por la acera
    del brazo de otro, en fin, te vi cogida?
    ¿Tan indigno le crees que, insincera,

    me negaste el saludo enrojecida?
    Si tu pasar por mí fue primavera,
    habrá más primaveras en mi vida.




    Al principio

    La Palestra de Euterpe.
    por
    José Benito Freijanes Martínez