Amar, amarnos, dividir la copa
de húmeda tierra, convocar las fuentes
de donde manan labios y serpientes
y un herido centauro que galopa.
-Como el toro solar que robó a Europa-
sobre un prado de espumas febriscentes.
Amar, amarnos, trasponer los puentes
que el olvido en su ciega nube arropa.
Junto a la muerte para amar nacimos
como desnudas hierbas o racimos
al borde del torrente encadenados.
Un mismo fuego nos consume y salva.
En nuestra noche, donde duerme el alba,
hay dos rojos luceros desterrados.