A ELVIRA, DESPUÉS DE MUCHO TIEMPO
Yo vi el torrente entre las peñas solas
con su ronco bramido y su rudeza;
vi de la mar la indómita grandeza
azotando las costas españolas:
vi a sus bajeles y espumantes olas,
y a su vista crecía mi tristeza...
¡Oh! valen más tu calma y tu belleza,
y ese lecho de mirtos y amapolas.
La promesa que te hizo mi ternura
que he cumplido leal, oh fuentecilla:
entre mis pensamientos de amargura
vive el recuerdo de tu hermosa orilla
como una estrella que en la noche oscura
allá entre nubes tormentosas brilla.