A LUCÍA
Del tierno pecho aquel amor nacido,
que en él viviendo mis delicias era,
creció, quiso del pecho salir fuera,
pudo volar y abandonó su nido.
Y no logrando yo darle al olvido,
le gusqué inútilmente por doquiera,
y ya pensaba que en la cuarta esfera
se hubiese al centro de la luz unido,
cuando tus ojos vi, señora mía,
y en ellos a mi amor con mi esperanza,
y llamándole a mí tendí los brazos;
mas él me desconoce, guerra impía
mueve en mi daño, y flechas que me lanza
hacen mi pobre corazón pedazos.