MANUEL DE ZEQUEIRA Y ARANGO.
(CUBA, 1760-1846)
LA ILUSIÓN.
Soñé que la fortuna en lo eminente
del más brillante trono me ofrecía
el imperio del orbe, y que ceñía
con diadema inmortal mi augusta frente.
Soñé que hasta el ocaso desde Oriente
mi formidable nombre discurría,
y que del septentrión al mediodía
mi poder se adoraba humildemente.
De triunfadores despojos revestido
soñé que de mi carro rubicundo
tiraba César con Pompeyo uncido.
Despertome el estruendo furibundo,
solté la risa y dije en mi sentido:
"Así pasan las glorias de este mundo".
La Palestra de Euterpe.