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Parte VIII: Prosiga con el Curso

Capítulo 39 - El Factor Max

Habían pasado casi diez años desde la ultima batalla de la Primera Guerra Robotech. Mis dos hijas estaban creciendo para ser altas, bellas y brillantes. La vida era buena. Aunque aun había algunos elementos agresivos Zentraedi ocasionando problemas alrededor del mundo, la RDF había hecho una buena labor para reprimirlos. Yo ya tenia tiempo que me había retirado de esa labor y ahora pasaba mis días como un capitán de aerolínea de medio tiempo y como un piloto de espectáculos. Las cosas eran verdaderamente maravillosas.

La única queja que tenía eran los sueños. Pesadillas, mas bien. Siempre eran las mismas. Fuerzas Zentraedi rebeldes, bajo el mando de un dictador de cabello morado sacado del molde de Adolfo Hitler, colocando una serie de ojivas nucleares en las principales ciudades de América del Norte y Sur, ocasionando devastación y pánico de proporciones divinas. San Antonio, una de las ciudades más grandes de los Estados Unidos con una población de casi un millón de habitantes, estaba a solo 65 millas, hacia el este de mi casa en Hunt, Texas. En los sueños, un brillante relámpago de luz blanca indicaba la destrucción de la "Ciudad Alamo", me despertaría con un sudor frío y asustado.

En esa desgraciada tarde de primavera, Reflexione sobre los sueños en mi sala. Con un refresco en una mano, me acomode en mi reclinable favorito y me pregunte su esas visiones eran una revelación de algún ser divino. La gente que ha tenido sueños de esta naturaleza, ya sean de aviones estrellados o terremotos, a menudo se volvían realidad. ¿Pudiera ser que los sueños que estaba teniendo fueran una premonición? No lo sabia.

Decidí revisar a mis hijas mientras ellas manejaban sus bicicletas por la calle. Mientras me levantaba de mi silla, una brillante luz ilumino la sala. La sangre se me bajo de la cara y me sentí momentáneamente paralizado.

"Jesús..." murmure lentamente, antes de lanzarme hacia la puerta delantera. Mientras corría por el andador y hacia la calle, la imagen que me saludo fu lo suficiente como para detener mi corazón. En la distancia, una nube en forma de hongo, maligna y prohibitiva, se levanto lentamente por detrás de las colinas verdes cubiertas de juníperos que eran parte del Condado Hill en el centro de Texas.

"¡Casey! ¡Lisa Ann! ¡Vengan inmediatamente para acá!" grité tan fuertemente como pude, modificando mi curso en una carrera hacia mis dos hijas. Mi peor temor estaba por pasar.

"¡Papi! ¿Qué es eso?" Casey apunto sobre mi hombro mientras ella detenía su bicicleta.

"¡Vamos bebe! ¡Tenemos que apurarnos para meternos! ¡Te lo explicare mas tarde, vamos!" Las tome a las dos, dejando que las bicicletas cayeran donde estaban y corrí hacia la casa, lanzando una ultima mirada hacia la feroz nube gris que estaba señalando la devastación que representaba ser mucho peor que cualquier otra cosa que hayan hecho los Zentraedi.

Me apure hacia el sótano, coloque a las niñas en el suelo, encendí un par de velas y una linterna de baterías para que nos iluminara. "Espérenme aquí, nenas, regreso en un momento."

"Estoy asustada," grito Casey, con lagrimas inundando sus ojos.

"Todo va a estar bien, cariño. Todo va a estar bien," dije, abrazándola fuertemente a mí. "Quédate aquí y espérame. No dejes este cuarto, no importa lo que pase. Voy a regresar. Lo prometo. ¿Esta bien?" Las dos niñas asintieron silenciosamente. "Muy bien." Me voltee y escale las escaleras en tres brincos. "Espérenme aquí. Regreso pronto," dije, cerrando la puerta detrás de mí.

Corrí por toda la casa, asegurándome que todas las ventanas, puertas y cortinas estuvieran cerradas y empece a dejar salir el agua en todas los lavabos y tinas -agua libre de radiación iba a ser una necesidad y la cantidad de agua que tenia en el sótano se veía angustiadamente inadecuada. Revise la puerta del garage para asegurarme que estuviera cerrada, y después me lance por la puerta de atrás hacia el hangar donde estaba estacionado mi Valkyrie. Tenia que cerrar y sellar las puertas del hangar antes de que la onda de choque y la lluvia radioactiva dieran a conocer su presencia. Ya que mi casa estaba situada cerca de la cima de una de las colinas mas altas del área, aquellas que me rodeaban me proveerían muy poca protección contra los devastadores efectos posteriores al estallido nuclear.

Cargue hacia el hangar y vi mi caza por un momento. El Guardián rayado en verde esmeralda y azul cielo era la visión más hermosa y maravillosa que haya visto y estaba seguro que era la ultima imagen tranquila de mi vida por un largo tiempo. Corriendo por el hangar tan rápido como podía empece a asegurar el Veritech al suelo del hangar con los cables sujetadores para evitar que salga volando de la colina cuando la onda de choque llegue. Anclada en los clavos de cemento, enterrados 30 metros hacia abajo, eran tan seguros como nada mas podría ser y aun si el hangar era despedazado en partes, el Valkyrie permanecería en su lugar -o al menos esperaba que así fuera.

Después de asegurar mi Veritech, selle y cerré las puertas del hangar para que la lluvia radioactiva no alcanzara su interior. Mire a mi reloj y decidí que era hora de ir al sótano. La onda de choque llegaría pronto y tenia que estar con mi familia antes de que nos golpeara.

Me voltee y me lance hacia mi casa en la colina, rezando como loco que nosotros sobreviviríamos al infierno que se nos acercaba. Cuando alcance la puerta posterior la encontré cerrada. La sangre se escapo de mi cabeza una vez mas mientras buscaba las llaves. ¡No estaban en mi bolsillo! Corrí hacia la puerta delantera y también estaba cerrada.

"¡Jesús, esto no puede estar pasando ahora! ¡No ahora!"

Revise todas las puertas y ventanas y las encontré todas cerradas. Corrí hacia la puerta deslizante de vidrio de la terraza que daba hacia el patio de atrás. También, estaba cerrada. Empece a golpear en la puerta con todo mi poder, tratando de llamar a Casey o a Lisa para que la abrieran. Mientras golpeaba la puerta repetidamente con la parte baja de mi mano vi que la puerta que estaba entre la terraza y la sala se abría. Una hermosa chica, con cabello castaño, largo, suelto, apareció y camino lentamente hacia la puerta de vidrio. No pude reconocer su cara, pero era inequívocamente familiar y aunque no tenía idea de quien era ella, estaba contento de que estuviera ahí.

"¡Gracias a Dios estas ahí! ¡Apúrate, por favor!"

Ella se detuvo y me observo dudando como si no hubiera entendido lo que estaba diciendo.

"Por favor, quita el seguro a esta cosa!"

Ella me miró extrañada, después contesto suavemente, "No puedo abrirla."

Su respuesta me tomo de sorpresa. "¿Que quieres decir con que no puedes abrirla."

"No puedo abrirla. Estoy muerta," dijo suavemente. "Tu me mataste."

Levante una ceja en sorpresa, no entendiendo lo que ella decía en su comentario. "¿Yo té maté?" le pregunté. "¿Cómo esta eso?"

Ella miró hacia la distancia detrás de mí y yo me voltee a ver que estaba viendo. Una cinta delgada, gris, como nube estaba acercándose a mí a una velocidad increíble.

"Tu me mataste. Y ahora yo te voy a matar," ella indico, su voz tranquila y siniestra.

"¡Déjame entrar, maldición! ¡Por favor!"

"No puedo. Tu me mataste... Tu me mataste..."

Se volteo y empezó a alejarse. Detrás de ella en la sala podía ver a alguien en el suelo. La persona estaba arrastrándose hacia la puerta del sótano, dejando un rastro rojo de sangre detrás de él. Vestido en un traje de vuelo y casco quemados, el no tenía piernas y fue cuando me di cuenta quienes eran estas personas.

"¡Hijo de perra, deja a mis hijas solas!" rugí sobre el viento viciado que estaba empezando a soplar alrededor de mí.

"Tu me mataste," dijo una vez mas la niña, pausadamente.

"¡Fue un accidente! ¡Lo siento!"

El viento creció a ser más fiero y el cielo retumbó. Trate de romper el vidrio, pero fue inútil. Miré detrás de mí y vi la onda de choque, maldita, siniestra y empece a gritar...

Me levante de la cama con mi corazón latiendo como un martillo de perforación, un sudor frío y salado cubría mi cuerpo. Con un grumo en mi garganta busque en la oscuridad por la lampara de mí recamara y la encendí. Me coloque mis lentes e hice mi camino tortuoso hacia la cocina por un vaso de agua. Después de secar dos vasos completos de agua tome asiento en la mesa y mire el reloj del horno de microondas. Ya estaba calmado pero esta pesadilla se estaba volviendo un tema recurrente y no lo estaba disfrutando. Mi mano estaba empezando a pulsar en dolor y tome un medicamento para aliviarlo. Las laceraciones se estaban recuperando rápidamente y no pasaría mucho tiempo antes de que volviera al cielo a la defensa del SDF-1.

Debido a las puntadas en mi mano -y más bien, debido a mi falta de temperamento- estaba fuera del proyecto del Super VF. De alguna manera eso no me importaba. Habíamos completado mas del 90% del programa de pruebas y el esfuerzo exitoso de Hunter para defender al transbordador de la CDR. Hayes nos demostró mas de lo que hubiéramos aprendido atacando drones Fantasma. De hecho, el debut de la prometedora acción de combate de Hunter nos demostró que los programas de ataque del Super Valk estaban listos y una producción completa de Super Valkyries operacionales y de paquetes de armamento para robustecer los VF-1s estaba a solo unos cuantos días.

Los cosas no nos habían ido tan bien a nosotros. En meses previos, los Zentraedi atacaban y después se retiraban, dándonos el tiempo para reagruparnos para la siguiente embestida. Pero las cosas eran diferentes ahora. Los ataques duraban mas y los periodos de descanso eran mas cortos. Las barracas estaban más vacías, también, y la única manera de poner hombres en las cabinas de Valkyrie era recortando el entrenamiento. Esto daba como resultado pilotos que no estaban tan calificados como sus predecesores y ocasionaba que el radio de perdidas empezara a levantarse. Era un ciclo vicioso, perpetuo. Además y quizás lo más importante, los Zentraedi estaban usando formaciones más grandes y misiles de alcance mas largo lo que anulaba la ventaja del primer golpe que habíamos disfrutado por tanto tiempo. Era un periodo deprimente y ya me hormigueaba regresar a la acción donde mis habilidades se podrían poner en uso. Poco sabia que para la siguiente vez que despegara de la cubierta del Prometeus las cosas serian drásticamente diferentes en mas de una manera.


A pesar de las dificultades en la arena de combate, el punto central del tiempo -y los ímpetus que dramáticamente cambiaron la dirección de la Primera Guerra Robotech- se convirtió en uno personal. Durante una de los muchos enfrentamientos lanzados por los Zentraedi durante la primavera del 2011, una clase muy diferente de espía encontró su camino a bordo del SDF-1, con su mente puesta en la venganza.

Miriya Parina, comandante del Batallón de Elite Quadrono (equipado con el increíblemente poderoso Queadlunn-Rau) e indiscutiblemente, la más grande as Zentraedi, había sido superada por Max Sterling durante su breve penetración al SDF-1 el 08 de Agosto -la misma batalla que le costo la vida al Comandante de Ala Aérea Roy Fokker. Abrumada por su derrota, Miriya se lleno completamente de rabia. Determinada a vengar su perdida, la piloto as Zentraedi dejo que la redujeran de tamaño -de la altura estándar Zentraedi de 11 metros a una más humana de 1.67 metros- a través de un proceso que los Zentraedi se referían como "Micronizacion". Después, ella se había introducido a bordo del SDF-1 en búsqueda del "Microniano" que la había derrotado.

Por un extraño giro del destino, Max Sterling se encontró con Miriya en una sala de vídeo juegos local. Encantado por su belleza y habilidad, él la reta a un amistoso duelo en un simulador de Valkyrie en 3-D. Como gladiadores los dos luchaban, cada uno, aparentemente, incapaz de mejorar al otro. Por cinco minutos estuvieron luchando hasta que, finalmente, Max exploto un error mínimo y convirtió el Battloid rojo de Miriya en polvo con una serie de golpes al torso -exactamente igual que él había hecho hace casi un año antes. La as Zentraedi sabía muy bien que había encontrado el blanco que tanto odiaba.

Mientras se levantaba y volteaba para salir en humillación, Max - golpeado certeramente en el corazón por la flecha de Cupido- acordó una cita para encontrarse con la esbelta piloto de combate alienígena. Esta se convertiría en la cita más extraña de su vida. Esa noche, en vez de una sonrisa de felicidad, Max fue saludado con un par de dagas afiladas como navajas. Miriya no perdió tiempo en ir a matarlo y lanzo un cuchillo en dirección de Max. El Demonio Azul se desplazo hábilmente hacia un lado y el cuchillo se enterró en el tronco de un árbol.

"¡Yo soy Miriya Parina, Fuerza Aérea Zentraedi! ¡Prepárate para morir!" gritó Miriya mientras cargaba hacia el Genio Volador, enseñando los dientes.

La reacción de Max, acomplejada, era característica de su frescura. "Ahí va nuestra primera... cita," murmuro calladamente a sí mismo.

Como habían estado en las dos ocasiones previas, el par de ases lucharon una competición fiera, esta vez en una remota sección del Parque de la Ciudad Macross, mientras Miriya lanzaba epítetos hacia el piloto de combate de cabello azul.

"¡No seré humillada por un Microniano! ¡La primera vez fue suerte, la segunda fue tu ultima victoria! ¡Nada puede salvarte ahora! ¡Te derrotare!"

Llena de sed de sangre para vengar las derrotas previas, ella cargó hacia el intrépido as de la RDF, con una segunda daga en la mano. A diferencia de los otros dos enfrentamientos, fue Max quien titubeó esta vez. ¿Fue una piedra o una raíz de árbol lo que derribo al más grande piloto de combate de la humanidad? La respuesta aun se discute en estos días. Los buscadores de Drama dicen que fue una roca, la misma piedra que Max uso para arremeter a Miriya que se había lanzado hacia él, con un cuchillo en la mano, con un grito que hace que se coagule la sangre emanando de su cara encolerizada.

Cuando el cuchillo bajo a buscar la garganta de Max, la piedra llegó para interceptarlo, empujado en su camino por el enbastillado as Micrioniano. El cuchillo de Miriya pasó inofensivamente sobre la piedra y le dio a Max el tiempo para correr hacia el otro cuchillo. Con Miriya persiguiéndolo, el Demonio Azul alcanzó la daga, la saco del árbol y se volteo para encarar a su atacante. Una serie de fintas siguieron. Una vez mas, Max capitalizo un error y en momentos, la as de combate Zentraedi se encontró desarmada y con un cuchillo en su cuello.

Una vez mas, la líder Quadrono, había sido superada por el piloto de combate de anteojos.

"Creo que gane otra vez," dijo, dándolo por hecho.

"Me has derrotado una vez mas," sollozo en humillación. "Esta es una vergüenza que no puedo tolerar... Acaba con mi vida, por favor."

Los ojos de Max se abrieron y lanzo el cuchillo a un lado. "Pero... pero no puedo. Eres tan hermosa." Mientras el guerrero de cabello azul se fijaba en los ojos de la mujer que hace poco casi lo mataba, Max se encontró también en el borde de las lagrimas. En una muestra increíble de caballerosidad, le planteo la pregunta más difícil que todo hombre le puede hacer a una mujer. "Miriya, esto va a sonar loco pero... ¿Te casarías conmigo?"

Con esas palabras, el destino de la humanidad fue cambiado para siempre.


No tomo mucho tiempo para que la maquinaria de rumores se moviera a toda velocidad. Estaba en la puerta, saliendo para recoger a Casey y a Lisa cuando Josh me detuvo y me dio un rápido resumen de lo que había escuchado.

"Se van a casar el 1ro. de Junio, también."

"¿Que ellos van a hacer que? ¿Casarse? ¿A una alienígena? ¡Perdió la razon!" dijé, mi frente arrugada como un perro Sharpei.

Josh simplemente asintió.

"¿Con una Zentraedi? Jesús. ¿A donde va este mundo? ¿Que rayos es esto de dormir con el maldito enemigo? ¿Se ha vuelto loco?" vociferé.

"Parece que sí -loco de amor. Ella se ve endemoniadamente bien, Jake," dijo encogiéndose los hombros.

"No me importa si ella es la maldita Jan Morris, ella es aun uno de ellos." siseé.

Josh solo volvió a encogerse los hombros. "Pues creo que si..." alcanzo a decir.

Me voltee y empece a caminar por el pasillo. Ahora Joshua estaba enamorándose de ella, también. ¿Habían olvidado todos que estabamos en guerra? Las emociones que estaban brotando dentro de mí empezaron a luchar una con otras. Sentía un odio grotesco y racista hirviendo dentro de mi pescuezo. Mi esposa estaba muerta. Waylan Green estaba muerto. William Brubaker estaba muerto. Jacien Carr estaba muerto. Los Zentraedi eran una raza de seres que habían ocasionado mucha muerte y dolor y ahora, a pesar de todo, uno de mis mas queridos amigos se iba a casar con uno, mi hombre ala lo estaba apoyando y el Capitán de la nave lo iba a permitir. Hizo que se me revolviera mi estomago.

Mire a mi reloj y reprimí la urgencia de encontrar a Max y estrangularlo. Mis niñas estaban antes de mis nociones inmaduras de corregir los errores del mundo. Mientras los pilotos asomaban por las puertas sus cabezas para escuchar de qué estaba tan molesto, desate un gruñido gutural y salí de las barracas, preguntándome como llegaron las cosas a estar tan mal.


Tan loco como se veía, Miriya Parina había aceptado casarse con el guapo piloto de combate, después de haber acumulado un cortejo de veinte minutos y las preparaciones para la "Boda Interestelar" estaban en camino rápidamente. A los tres espías Zentraedi, Rico, Bron y Konda, se les había otorgado asilo a bordo del SDF'1 a pesar de las objeciones de Maistroff y parecía que una solución pacifica al conflicto pudiera estar al alcance. Después de todo, si los dos mejores pilotos de cada bando pudieron encontrar una manera de llevarse bien, parecía que los demás también podrían.

Mi ira inicial, eventualmente pasó a ser una simple distracción. Era irónico que el cortejo de Max y Miriya que se viera no muy corto del que tuvimos Rebeca y yo. Al final, mi único remordimiento fue que dije en voz alta mi odio irracional. Mis palabras, tan deplorables como no intencionales, llegaron hasta Max y puso una tensión innecesaria e irrecuperable en nuestra relación. Cuando pase por su sala para ofrecerle mis felicitaciones, él estaba brusco y frío, no el Max sociable, amante de la diversión, que había conocido tan bien. Mi oferta de estrechar las manos fue rechazada, para mi sorpresa, y me di cuenta que había hecho un error amargo al expresar tales pensamientos retrogradas.

Aun en estos días, me arrepiento de haberlo hecho.


El 1ro. de Junio llegó y el SDF-1 estaba zumbando de excitación. La historia se estaba escribiendo y la gente se apiñó ante los monitores a lo largo de la nace para satisfacer su curiosidad morbosa sobre lo que iba a pasar. Fue una gran ala, el evento más grande y más extravagante que la gente de Macross había visto. Un pastel de bodas alto, con la figura del SDF-1 estaba en el centro del "Gran Salón de Bailes" del SDF- 1, una sección lujosa de la nave utilizada en todo tipo de ceremonias. Iba a ser ahí donde los votos iban a ser intercambiados.

La celebración fue incomparable por su imprudencia. Fuegos artificiales fueron soltados en el frío vacío del espacio para el deleite de los espectadores amontonados en los portales de observación. Los Valkyries flotaban silenciosamente en ambos lados de la punta de despegue del Prometeus, esperando a que el Valkyrie de rayas azules de Max volara "bajando en la isla" con la futura novia en el asiento trasera. A través de todo, la red de transmisión del SDF-1 tenia un día especial, lanzando imágenes del espectáculo hacia el espacio y -para disgusto del Gobierno de la Tierra Unida- hacia la Tierra también.

Repentinamente, rayos brillantes iluminaron el cielo. El Valkyrie de Max paso entre los altos Battloids alineados afuera de la proa del Prometeus mientras disparaban descargas de luz hacia el espacio. Después de un suave contacto en la cubierta, su caza descendió por un elevador hacia el hangar. Max y Miriya salieron de la cabina y hacia una limosina que los esperaba, la cual los llevo hacia el Gran Salón de Baile. La pareja intercambio votos en una ceremonia pseudo-tradicional y después cortaron el pastel de bodas, las sonrisas se grabaron indeleblemente en sus rostros. Aquellos que se reunieron para presenciar la boda vitorearon salvajemente.

Entonces, un anunciador introdujo al Invitado de Honor, Capitán Henry J. Gloval, quien tenia un breve discurso que decir. Mientras el Capitán pasaba al podio, majestuoso en su mejor uniforme de gala, la multitud aplaudió amablemente. Una vez que el salón guardó silencio, se dirigió a los residentes de Ciudad Macross -y al universo de mas allá. No estabamos preparados para lo que iba a decir.

"Quiero extender mis felicitaciones sinceras a Max y a Miriya, ya que esta boda conlleva a un gran significado histórico. Como todos saben, Miriya era una guerrera Zentraedi quien destruyó muchos de nuestras naves. Ella viene de una cultura que hemos llegado a temer y odiar. Claramente son los Zentraedi los que han ocasionado nuestra situación actual. Ellos solos han evitado nuestro regreso a la Tierra, a nuestros hogares y con nuestras amadas familias. Son ellos quienes han ocasionado heridas, destrucción y sufrimiento interminable" gruño.

Todo mundo fue tomado por sorpresa ante el veneno de su discurso y los murmullos resonaron por la gente en el salón de baile.

"¡Capitán, por favor!" susurró Max desde la mesa de honor.

"¡Capitán!" llamó el Tte. Hunter desde el fondo del salón.

Gloval ondeo las manos. "Ya sé lo que están pensando... '¿Por qué esta escogiendo este momento para recordarnos estas cosas terribles?' Les recuerdo estos actos brutales, damas y caballeros, porque debemos aprender a perdonar a nuestros enemigos. No perdonamos ciegamente o por ignorancia, sino porque somos fuertes y una nación deseosa. No culpemos a los Zentraedi por su inexplicable deseo de pelear. Ellos nunca han conocido otro tipo de vida y su manera es solamente su manera para sobrevivir. No podemos condenar a los individuos de aquella sociedad por el masivo delirio de su maquinaria de guerra. En vez de eso debemos buscar su buen carácter.

"Ahora, algunos han hecho la petición para terminar la pelea y creo que es una petición genuina. Debemos responder con una integridad igual. La sangre de estos dos jóvenes fue analizada antes de la ceremonia... La sangre Zentraedi se encontró ser exactamente igual a la sangre humana. No hay razon por la que no podamos coexistir en paz, así que dejemos que esta ocasión represente el futuro donde todo mundo pueda vivir en harmonía."

Los espectadores sentado en el salón se volvieron salvajes lanzando porras e interrumpiendo al Capitán. "Por favor, permítanme hablar un momento más." El aplauso se volvió más bullicioso.

Finalmente, el Capitán pudo continuar. "Estoy seguro que hay aquellos que han perdido a sus seres queridos durante la guerra y no pueden eliminar los sentimientos de odio hacia los Zentraedi. Pero de alguna manera debemos doblegar estos sentimientos. Debemos terminar con esta destrucción insensata antes de que sea tarde para todos nosotros. Los reto a cada uno y cada ciudadano para un solo compromiso -cada ciudadano debe desarrollar una actitud responsable hacia el prospecto de paz. Debemos aprender de nuestros errores para vivir con gente distinta - distintas naciones. ¡Piensen en el reto! No estoy proponiendo bajar los brazos, sino extenderlos en amistad, para que haya una oportunidad de una solución pacifica que podamos alcanzar juntos como estos jóvenes han hecho. Los Zentraedi son una raza fuerte e inteligente. Por lo tanto, dejemos que el acto de hoy se vea como un símbolo de nuestra aprobación. Debemos seguir so ejemplo. ¡Ellos son los héroes de hoy!"

La multitud en las calles se volvió loca. Una enorme ovación recorrió a lo largo de la nave gigante y una áspera celebración hizo erupción. Por alguna razon, encontré que las palabras del Capitán fueron de gran confort para mí y por un momento, la amargura que había albergado se había disipado completamente. Mientras la gente de cerca me abrazaba y me daba palmadas en la espalda, sonreía. Estaba en paz una vez mas, aunque fuera por un minuto y absorbí la intensamente maravillosa camaradería que nació del discurso de Gloval. Tristemente, la dicha que todos sentíamos fue fugaz, ya que los eventos de una naturaleza más grave estaban alrededor de la esquina.


Capítulo 40 - El Tiro de Suerte Zentraedi

La fiesta no estaba en lo alto, aun después de que había pasado media hora después del discurso de Gloval. Mi familia y yo estabamos saboreando una parrillada al aire libre, patrocinada por uno de los restaurantes locales y yo aprecie mucho la oportunidad de ponerme al día con mi madre, padre, hermano, suegros. Lisa Ann estaba en el parque jugando con su "Tía Kristy," y podía escuchar su risa sobre música que estaba tocando por una banda de blues local -una señal de mi hija que yo apreciaba, aun en un nivel subconsciente. Apenas me había levantado para levantar a Casey de los brazos de mi mamá cuando la alarma envió su llamada urgente a la acción.

"Todos los pilotos, ¡A sus puestos! ¡A sus puestos! ¡Esto no es un simulacro! ¡Alerta roja! Todos los pilotos, ¡A sus puestos! ¡A sus puestos! ¡Esta es una alerta mayor!" la voz estridente se escuchaba por todo el sistema publico de anuncios.

La gente empezó a dispersarse inmediatamente, mientras el personal militar se lanzaba hacia sus estaciones y cabinas y los civiles buscaban los refugios. La banda de blues, metidos en su música, continuaba tocando como si nada estuviera pasando.

"Me tengo que ir, familia" dije, soltando a Casey. La bese en su mejilla, me voltee y empece a correr hacia bullicioso trafico de una calle principal cercana. "Los veo después. Adiós mamá."

"Ten cuidado, Jake." me contestó, con un tono de preocupación en su voz.

"¡Lo tendré! ¡Los quiero a todos!" dijé, corriendo hacia la calle para alcanzar un viaje al Prometeus.

Corrí detrás de otros cuatro pilotos de combate quienes se estaban trepando en el mismo taxi alcance a escurrirme en el asiento de atrás. El chofer empezó a avanzar antes de que cerrara la puerta. Mientras el taxi avanzaba por la calle, otros dos pilotos corrieron, brincando sobre el techo del vehículo en movimiento y aferrados al portaequipaje mientras avanzábamos por la calle. El pandemónium abundaba y empece a preguntarme que era más peligroso: pelear contra los Zentraedi o engancharte a un taxi durante una alerta roja. No estaba seguro.

Avanzamos por el túnel que conectaba el Prometeus con el SDF-1, y la adrenalina empezó su familiar actividad por mis venas. Mi corazón martilleaba en mi corazón y mi mano empezó a palpitar de dolor. Pasamos rápidamente la estación del guardia con sus puertas abiertas -nadie estaba revisando identificaiones en este momento de peligro- y en segundos, llegamos a un alto en la cubierta del hangar. Los dos pilotos en el portaequipaje brincaron del techo y sobre el cofre del taxi antes de que parara, mientras que el resto nos desamontonabamos del cuatro puertas amarillo. Mientras alcanzaba la puerta del lado del chofer, me detuve y le extendí un billete de cinco que el inmediatamente rechazo.

"Solo hazlos sufrir allá arriba," grito, enseñándome un pulgar.

"Gracias así será," replique, palmeándolo en el hombro y después escurriéndome hacia mi sala de preparación.

Volteando una esquina, cargué hacia la escotilla de la sala justo cuando Josh y James Andersen estaban saliendo.

Josh se detuvo mientras Andersen continuaba hacia su Veritech. "Jake. ¿Estas volando esta?" me pregunto con un gesto de sorpresa genuina.

"Si. ¿Están tú y James saliendo como una sección?" dije, tomando mi traje antigravedad y mi casco de vuelo.

"Si, él va a ser mí número dos."

Me ajuste el traje y alcance mis guantes. "Muy bien, vámonos. Yo voy a unirme como tu numero tres."

Él asintió.

"Y Josh," dije, mientras él caminaba hacia la puerta. "Discúlpame por las cosas que dije sobre Max el otro día. Esta fuera de línea."

Él negó con su cabeza. "Nah, Jake. No te apures."

"Gracias..." dije, solemnemente. "Ahora, fuera de aquí holgazán."

"Si señor," dijo con un brillo en su ojo y una inclinación de cabeza, andes de salir por la puerta hacia su caza.

Sonreí a mí mismo mientras tomaba mi tablero y mi casco. En el casco encontré una nota de mi optometrista. "Jake, espero que esto haga el truco para ti. Buena Suerte. Doc." sonreí, me metí la nota dentro de un bolsillo del traje, después salí de la sala hacia mi Valkyrie.

La cubierta del hangar estaba activa como una colmena y mi ave estaba estacionada en la fila trasera de la sección de estacionamiento de mi escuadrón. Después de mi corta carrera la encontré descansando cerca de la pared del hangar. Nadie había esperado que subiera este día y Phil estaba tomando la oportunidad para ajustar los sistemas del caza. Cuando me vio haciendo una vuelta de reconocimiento alrededor del caza, recientemente reparado, ahora resplandeciente en un diseño de pintura azul y lavanda que había ordenado (uno de los privilegios de ser un as de alto rango), el veterano Cabo llegó corriendo para ayudar.

"¡Teniente! ¡No sabía que iba a subir!"

"A sí es. Ayúdame a subir, ¿Quieres?" dije, agachándome para remover una cuña del tren de aterrizaje.

"Empiece a amarrase y enciéndala, Teniente, yo me haré cargo del resto," dijo, apuntando hacia la cabina. "¡Murphy, Jonesy. Vengan para acá, ya!" les gritó a los miembros de su tripulación de tierra.

Me trepe por la escalera de abordaje y golpee el botón de apertura con mi mano sana. Guardando mis lentes en un bolsillo vacío de mi manga, jale mi casco y baje mi nuevo visor de prescripción. Esta era mi primera oportunidad para probarlo y esperaba que trabajara tan bien como fue anunciado. Alcanzando la escalera, me levante del hangar. En la prisa para llegar al cielo se me habían olvidado mis puntadas en mi mano derecha. El esfuerzo aplicado por un peso de 100 kilos de humano y un traje de vuelo fue mas de lo que pudieron soportar unas delgadas piezas de cable y con una dolorosa serie de chasquidos, se soltaron solas.

"¡Maldición!" dije, bajando de la escalera. Tomando mi mano derecha enguantada con mi izquierda mientras me agachaba en una rodilla, continué escupiendo majaderías. "Oh... diablos."

Las maquinas empezaron a rugir en mis oídos mientras empezaban a desarrollarse y podía sentir como el guante se empezaba a llenar de sangre, pero no podía hacer por el momento. Con solo una mano, me trepe torpemente por la escalera y dentro de la cabina, apretando mis dientes contra las palpitaciones agonizantes que atormentaban mi garra derecha ahogada en sangre. Ignorando lo mejor que pude, palpé con el arnés que me aseguraría al asiento de eyección y después recorrí mi lista de prevuelo. Mientras miraba mis tres tripulantes de tierra empezaron a cargar los Stilletos en los rieles de los misiles y en treinta segundos ya tenia doce misiles listos.

El panel de instrumentos se ilumino con información y la auto prueba computarizada me indicó que todo estaba listo. Baje la cabina y espere a que la cabina se presurizara. Cuando lo hizo, chasquee mis oídos y me ajuste mi mascara.

"Sand Pebble Uno esta listo, Botón Cuatro," llame.

Josh estaba escuchándome. "Sand Pebble Uno aquí Husky Uno, ya estamos saliendo. Únete a tu discreción."

"Sand Pebble Uno. Enterado. Asumiré la llamada Husky Tres cuando nos formemos."

"Enterado, Sand Pebble Uno. Nos vemos en cubierta."

"Enterado."

A lo largo de la cubierta del hangar, los Valkyries estaban dirigiéndose hacia los elevadores mientras otros pilotos se estaban trepando a sus cabinas y haciendo sus llamadas.

"Basher Uno esta listo, Botón Cuatro."

"Basher Dos esta listo."

"Basher Tres esta listo."

"Bashers vayan a Botón Seis."

"Asp Uno esta listo, Botón Cuatro."

"Asp Dos esta listo."

"Asp Tres esta listo."

"Dagger Uno esta listo."

Y así los demás.

Me asome desde la cabina, mirando hacia popa buscando a Philo quien apareció por debajo de la toma izquierda con una señal de pulgar. ME indico que avanzara hacia adelante y me dejo con el directo de vuelo con un saludo rápido. Le regrese el saludo y me moví hacia afuera del área de estacionamiento, guiado por el director de vuelo de camisa amarilla. Llegue al elevador y pise los frenos con los dedos del pie para detener al Valkyrie. Dos cazas me alcanzaron a un lado y el elevador nos llevo a la cubierta de vuelo donde nos entregaron con otro director de vuelo.

Yo fui llevado a un punto detrás de una de las catapultas de proa y estribor y tome un momento para mirar alrededor. Los Valkyries eran lanzados al espacio más rápido que jamas haya visto. Desde cada catapulta y bahía de despegue estaban saliendo para enfrentar el asalto enemigo, propulsores brillando en el cielo azul marino. Las ondas aéreas, vivas con la charla de los lideres de vuelo coordinando a sus elementos, dando un aire de desesperación a la situación -y en si era desesperada.

El peso combinado de una Flota de Ataque Zentraedi completa estaba debilitándonos, encabezados por miles sobre miles de cazas para prevenir que golpeáramos las gigantescas naves de combate. Con un gran porcentaje de nuestra fuerza compuesta por pilotos pobremente entrenados y completamente sin experiencia, no había nada mas que un tiempo difícil y se veía como si el final ya hubiera llegado. Mientras mi computadora litigaba en mantener toda la información que era enviada por la red de radares del SDF-1, di una rápida oración pidiendo que sobreviviéramos el infierno que estaba viniendo sobre nosotros.

El caza adelante de mi empezó a moverse y me enfoque en la tarea que seguir. Mi turno en la catapulta estaba a unos cuantos segundos y una revisión del control de vuelo era necesaria. Había descuidado hacerla por que quería que mi mano dejara de sangrar. Mantenerla inmóvil había ayudado, pero si iba a pelear tenia que poder agarrar la palanca de control. La levante para tomar la palanca pero no podía agarrarla con autoridad. Exhalando fuertemente, la apreté tan duro como me atreví. Dolió como el infierno y mi mano empezó a sangrar caudalosamente una vez más. Por suerte, el dolor se disipo rápidamente y complete la revisión del control de vuelo sin un instante de reserva.

El director de vuelo me indicó furiosamente que me moviera y empuje el acelerador hacia adelante una fracción de pulgada. Me moví dentro de la plataforma de la catapulta y coloque ambas manos en el panel de vidrio. Las cuñas de seguridad para las armas que colgaban debajo de mi caza fueron removidas y en segundos fui lanzado de la proa del Prometeus hacia los cruceros alienígenas que se dirigían hacia nosotros.

Cambie a Botón Cinco e hice una llamada a Joshua. "Líder Husky, aquí Sand Pebble Uno."

"Sand Pebble Uno, aquí Husky Uno, adelante."

"Husky Uno, te tengo en mi pantalla, estaré con ustedes en tres minutos, treinta segundos, fuera."

"Enterado, Sand Pebble Uno. Tres-tres-cero."

La charla en la red me dio una buena imagen de lo que estaba pasando. Seis escuadrones distintos, que estaban ocupados atacando los cruceros enemigos, intentaban romper el escudo de cazas Zentraedi, solo para ser obligados a retirarse. El equipo, bajo el mando del Tte. Plog, era el único grupo que logro diezmar las defensas de los cazas enemigos. Con tres nucleares y tres Stilletos lanzados desde su Valkyrie -y Sprabary y Ray cubriéndolo- Plog ataco el crucero de batalla líder enemigo, dañando severamente a la enorme nave. Su valiente esfuerzo hizo poco para detener el avance la flota alienígena, sin embargo, no paso mucho tiempo antes de que la lucha llegara al Anillo Dos BARCAP.

Apenas había pasado del anillo BARCAP interior, acercándome rápidamente a la formación de dos aviones de Josh, cuando recorrí mi lista de combate por tercera vez. Un bello y brillante haz de llamas azules se extendieron enfrente de mí como faros en una suave carretera. A lo lejos, los relámpagos brillantes perforaban la oscuridad mientras la pelea se enardecía con renovada intensidad. Desde este momento, las cosas empezaron a moverse mucho más rápido de lo que hubiera esperado y antes de que lo supiera, luces rojas estaban iluminándose en mi HUD y los avisos de lanzamiento de misiles estaban chillando en mi casco.

Lance una media docena de Stilletos hacia los invasores que se acercaban antes de colocar mi caza en una caída vertical, soltando señuelos mientras lo hacia. El tono se silencio y torcí mi cuello para ver a un tren de Regults pasando como un rayo detrás de mí, mientras cinco señuelos de magnesio flotaban tranquilamente hacia ellos. Jale mas duro la palanca, coloque a mi caza por arriba y después ejecute un medio giro. Los Battlepods estaban en mi mira ahora, los propulsores centellando mientras ellos se retiraban tan rápido como podían. Empujando el acelerador hacia adelante los empuje y envié los Stilletos que me quedaban hacia la manada de mecha alienígena intrusa. No espere a ver si los golpearon.

Estabamos superados a casi 100 sobre 1, y con cazas Zentraedi por todos lados, uno no se atrevía a permanecer en un vector constante por mas de dos segundo. Así, con una rápida mirada hacia popa, jale la palanca a la izquierda y hacia atrás, pisando el timón izquierdo al mismo tiempo. Los propulsores vernier a lo alto de la ala izquierda y debajo de la derecha se encendieron, así como los que estaban del lado derecho de la nariz y el lado izquierdo de la cola. El ACS apago momentáneamente la turbina izquierda y la turbina derecha al máximo. Combinadas, estas acciones colocaron a mi Valkyrie en un giro en espiral que esperaba engañara cualquier sistema de disparo que un caza estuviera tratando de asegurar sobre mi cola.

Después de cuatro segundos y cuatro y media espirales, centre la palanca y después la jale hacia atrás, dirigiéndome una vez mas hacia donde iba cuando dispare por primera vez -Josh contaba conmigo para cubrirlo y debía unirme a él tan pronto como me fuera posible. Me moví hacia atrás y hacia adelante, rebanando las formaciones de ataque Zentraedi con mi GU-11 y mi recién montada torreta láser gemela, mientras las explosiones y los misiles bailaban alrededor. El avance era lento y varias veces me vi obligado a enfrentarme con un Regult o con un raro Raulon've. Aunque los Raulon've eran claramente visibles dada su casi total ausencia, los Regults estaban, simplemente, por todos lados y me di cuenta que no pasaría mucho tiempo antes de que todos nos quedáramos sin municiones, suerte o la pura suerte.

Mientras forcejeaba para permanecer vivo en el cada vez más conglomerado cielo, mi casco transmitió una de las mas extrañas ordenes que jamas haya escuchado. El Tte. Hunter, posesionado por alguna extraña locura, estaba ordenándonos que hiciéramos lo mejor posible para no destruir ninguna nave enemiga. "Solo dáñenlas," dijo. "Podemos detener esta guerra sin derramar sangre, caballeros."

Estoy seguro que no fui el único piloto que levanto una ceja de desconcierto, y la red táctica estaba momentáneamente saturada con pilotos exasperados, preguntándole a Hunter si había perdido la razon.

Las primeras versiones del VF-1 tenia la desventaja de ser un sistema de armamento que era casi enteramente dependiente de los tradicionales cañones y misiles. Con la excepción de la torreta láser de la cabeza (la cual, tenia la particularidad de tener la apariencia de un solo láser VF- 1A, era insignificante contra los blancos difíciles) los pilotos de Valkyrie no contaban con una verdadera arma ofensiva de energía de ninguna clase. Esto cambio con la introducción del Bloque 10 VF-1, los cuales agregaron un par de láseres de 30mm en la nariz. Aunque no tan poderosos como los 55mm de la GU-11, en el vacío del espacio un tiro bien colocado, con los láseres de la nariz, puede ser devastador. Con el sistema de puntería computarizado y los espejos empacados introducidos con el Bloque 20 (lo que permitía a la mira de los láseres de la nariz moverse desde su posición un grado y medio en cualquier dirección), el tiro de precisión ya no era un sueño imposible, y los láseres de la nariz finalmente evolucionaron a un sistema de armas útil.

Yo nunca había sido un entusiasta de la primera encarnación del sistema de láseres de la nariz y en mi corta carrera solamente los había usado una vez. Aunque no había hecho ningún daño ese día, logre espantar a un molesto trío de Raulon'ves y regresar a la nave. Ahora era momento de ver si las mejoras al sistema del láser que venia con los Valkyries del Bloque 20 estaban justificadas.

Hunter envió un diagrama esquemático del Regult a cada piloto en la lucha, el cual lo desplegué en mi MFD derecho. De acuerdo con Miriya - quien estaba volando en el asiento trasero del Valkyrie de Max- justo sobre el punto donde las piernas se unían al fuselaje, estaba la coyuntura de poder principal. Si se dañaba, todos los sistemas, excepto los de soporte vital, estarían deshabilitados y el Regult quedaría inofensivo. El truco era intentar y colocarte debajo de la placa de armadura que cubría la coyuntura desde cualquier ángulo, excepto de directamente debajo. Requería un disparo preciso de una arma de bajo poder, ya que los cartuchos de 55mm de la GU-11 rasgaría lo largo de la armadura, la coyuntura y la cabina, abatiendo el objetivo que Hunter tenia en mente.

No paso mucho tiempo antes de que encontrara un blanco para probar la teoría de Miriya -un Regult solitario dirigiéndose al SDF-1. Con una rápida revisión a mis seis en punto, me lance debajo del confiado Battlepod. Colocándome debajo del blanco, jale la palanca hacia atrás y cargué hacia él por abajo. Apuntando cuidadosamente hacia el punto mostrado en el diagrama, dispare un breve pulso de los láseres de la nariz y vi como una nube de gas salía a chorros de la nave enemiga dañada. Los propulsores que hace unos cuantos segundos destellaban brillantemente, ahora estaban oscuros y callados. La idea de Miriya dio en el blanco.

A lo largo y ancho del área de combate, los pilotos Veritech usaron este método para dehabilitar miles de naves Regult. Mientras la pelea se enardecía, los Zentraedi parecía que perdían la gran ventaja que había sido su marca registrada y la batalla giro decisivamente en nuestro favor. Alcance a deshabilitar a casi cincuenta Regults ese día. Los láser de nariz, no aptos para ninguna otra cosa, eran perfectos para este trabajo, y vencer a los Battlepods so convirtió en un pedazo de pastel. Para la hora en que la lucha terminó, una gigantesca carpeta de mecha Zentraedi flotaba en la ingravidez del espacio, imposibilitados de hacer nada mas que esperar por el rescate. Como un enjambre de abejas regresando a su nido, los cazas Zentraedis que faltaban regresaron y se dirigieron hacia sus naves. Una vez mas, la lucha terminó tan abruptamente como había iniciado, y cada piloto respiro un muy bien reservado suspiro de alivio.

Feliz de haber sobrevivido, mire a mi sistema de rastreo y localice a Josh y a Andersen -ellos estaban a solo dos millas a la izquierda de mi posición actual. Moviendo la palanca ligeramente a la izquierda, cuidadosamente me forme junto a la ala de Josh mientras me dirigía al portaaviones.

"Es bueno que se haya unido a nosotros, Teniente," comento con un poco de sarcasmo.

Aparentando culpa musite, "Los siento, Josh. Encontré algo de... trafico."

Se rió fuertemente.

Mientras nos deslizábamos hacia el Prometeus, me permití un momento para reflexionar sobre los eventos del día. De hecho las cosas habían cambiado en el frío y oscuro vacío del espacio y por una vez, el cambio era a nuestro favor. Mientras miraba a las fotografías de Rebeca, Casey y Lisa en mi panel de instrumentos -y en el RDFC de Waylan- no podía mas que sonreír. Sentía que una solución pacifica estaba a la vuelta de la esquina y era realmente un bello día para estar vivo.



por Jason W. Smith
Julio 1995

traducción Gerardo Campos De León
Julio 1998

Copyright © 1995-98 by Jason W. Smith

(Nota del autor: Este es un trabajo de ficción. Cualquier similaridad a eventos, personas, etc. actuales es pura coincidencia --aun si fue intencional)

Basado en los personajes y situaciones de
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Última Fecha de Revisión: 24 de Agosto de 2000