"Bienvenido abordo Teniente Framton," dijo el alto y guapo Teniente Comandante. Con 1.93 metros de altura, con piel de ébano y ojos brillantes, el comandante de escuadro de veintiocho años era una persona impresionante a la vista. Un veterano de ocho años, Everette "Roach" Rochon no era extraño a la comunidad de la aviación naval y los adornos en su pecho mostraban que había tenido su buena participación en el combate, De acuerdo al plan, yo seria su hombre mano derecha por los siguientes dieciocho meses -el nuevo Oficial Ejecutivo del escuadrón, "Growler Dos." Iba a ser una experiencia interesante.
"Gracias, Señor. Es bueno estar aquí," dije, estrechando su mano.
"¿Podemos salir a caminar, Comandante?" pregunto, mientras tomaba su abrigo. No era una petición.
"Por su puesto, Comandante," dije, manteniendo la puerta abierta mientras mi comandante pasaba.
Caminamos por el pasillo y llegamos hasta la puerta delantera del edificio de operaciones de vuelo. Los árboles que se alineaban por la acera todavía eran arbustos, pero, en RDFNAS Kingsville, en la parte sur central de Texas, las cosas estaban empezando a ver mucho mejor en muchos años. Me coloque mis anteojos de sol mientras el olor a pasto recién cortado, levantado por una brisa suave oriental, llenaba el aire de Noviembre.
Pasamos casualmente por los edificios y hangares, separados de nuestra acera por una larga cerca en forma de cadena, mientras cuerpos de infantería y docenas de vehículos pasaban rápidamente junto a nosotros.
"Bien, creo que debo empezar contándole un poco de mí," dijo Roach, sus manos dobladas detrás de su espalda mientras caminábamos. "Este será mi tercer crucero de combate -mi primero como comandante de escuadrón, aunque dirigí mi propio escuadrón durante el último mes después de que nuestro comandante fue derribado. No tengo mucha experiencia en ser atacado como usted, pero tengo experiencia en áreas en las que usted probablemente no la tiene. Estoy positivamente seguro de que usted puede decir lo mismo, así que pienso que vamos a acomodarnos perfectamente." Hizo una pausa mientras un VF-1 zumbo cerca de nosotros y circulaba hacia el final de la pista. "Vamos a tener nuestras manos llenas con esto, Teniente. No puedo ponerlo de otro modo. La mitad de estos tipos son experimentados, pero nunca han estado en combate. Usted lo ha visto todo, estoy seguro."
"Si, señor."
"Me lo imaginaba. Vamos a estar trabajando con naves de otros tres portaaviones para empezar a limpiar el sector Sudamericano. Argentina y Brasil están particularmente espesos con naves estrelladas Zentraedi y las junglas de ahí, a pesar el esfuerzo previo de Dolza en el tema, han empezado a cubrirlas y no tenemos el armamento ni los recursos para montar un asalto completo. Hay un número limitado de fuerzas terrestres en Nicaragua y unidades de la Tercera división de los Estados Unidos y de la Primera División de la RDF van navegando hacia allá. Ellos se moverán a través de las junglas, tomar sitios Triple A y SAM y empezar a recuperar territorio. Nosotros estaremos en el lado oriental del continente, pero, probablemente estaremos proporcionando soporte para esos tipos cuando ellos ataquen. Hasta entonces, vamos a estar tomando esas naves Zentraedi. Nosotros creemos que hemos identificado a los que son amigables. Todo lo demás, abandonado o no, será atacado. Tomaremos los reactores con municiones de precisión y trataremos de deshacerlos. Esa es la historia corta."
Mientras hablaba el Comandante, visiones del campo Sudamericano sembrado con los restos humeantes de cientos de Valkyries llenaron mi visión mental. "Va a ser una maldita carnicería, capitán."
"Si, va a ser un abrazo mortal," indico, con un suspiro de exasperación. "No tenemos las fuerzas para hacer esto. Tendremos suerte si un tercio de esos hombres regresan vivos." La cara de Roach no escondía su preocupación sobre el tema.
"¿Qué va a pasar con la costa oeste?" pregunte, refiriéndome a la región occidental llena de Zentraedi en la todavía temblorosa Estados Unidos y, por asociación, la parte sur occidental de Canadá.
"Están dándole a América del Sur una prioridad mayor. El objetivo es tomarlos antes de que puedan enlazarse y formen una fuerza mas cohesiva."
"Si esperamos a ir después de que ataquemos América del Sur no vamos a tener las fuerzas para tomar el oeste, tampoco," conteste, mas enojado de lo que quizás debería de estarlo.
"Estas sermoneando al coro," dijo, su voz mas suave y elocuente que cualquiera hubiera esperado.
Miré al VF-1 mientras aceleraba por la pista, turbinas rugiendo, en el sol de media mañana, mas imágenes de muerte y destrucción deslizándose por mis caminos neurales. Toda esta maldita lucha. ¿Llegara a terminar?
Mi comandante soltó un suspiro fuerte. "Estaré feliz cuando este lío haya terminado," dijo Roach.
Voltee a verlo y no pude mas que sonreír. "Señor, usted leyó mi mente. No se como lo hizo, pero, leyó mi mente."
Para el momento en que yo había llegado, mi escuadrón ya estaba dentro de su periodo de trabajo en preparación de el crucero de combate a bordo del CVS-111 Plutón. Estaba detrás de la bola en muchas áreas y tenia que trabajar el doble de duro que los demás si esperaba estar remotamente listo para lo que pasara mas adelante.
Para los siguientes diez días, nuestro escuadrón paso un curso de entrenamiento en armas muy intensivo. A diferencia de mis contemporáneos, mi experiencia como "movedor de lodo" era básica, con mi exposición al combate aire-tierra estaba restringida a salidas con el GU-11, ataques SAM con el S-2 y supresión de ataques antiaéreo con unos Stilletos bien colocados. En realidad, nunca había entregado verdadera artillería aire-tierra, así que antes de tomar el cielo pase dos días completos en el salón de clases y en el simulador aprendiendo las extravagancias de la entrega de armas aire-tierra. Así como lo que significaba la información adicional proporcionada por el HUD. Estaba calificado en misiles anti-radioactivos. Pero los misiles aire-tierra guiados por medios ópticos y láser, así como las bombas inteligentes y tontas eran nuevas para mí. Afortunadamente, el Valkyrie proporcionaba buena información al piloto para hacer la entrega de esas armas fácilmente -y de manera más precisa- que de otra manera hubiera sido. Ya no era solo levantar el dedo en el viento y orar.
En muchas maneras, este entrenamiento se volvió mas difícil de lo que jamás había visto en combate. Me tomo una enorme cantidad de consternación para entregar exitosamente las municiones en un blanco y me preguntaba como iba a aprender a soltar bombas, cuidarme de los cazas enemigos y del fuego anti-aéreo y evitar estrellarme en el suelo al mismo tiempo. Después de ocho agotadores días en los terrenos de bombardeo en el norte y occidente de Kingsville, durante solo deje de volar para tomar un emparedado a la hora de almorzar, estaba calificado para usar el resto de armas en el arsenal del VF-1. Aunque estaba lejos de ser un experto, al menos sabía cuales botones presionar.
En los días que siguieron a mi apurado curso de familiarización de armadas, mi escuadrón practico combate aéreo y métodos de ingreso para blancos de bajo nivel, con el objetivo de ser capaz de atacar y destruir un blanco con una detectabilidad mínima. Una pintura especial simplemente conocida como "Material de Absorción de Radar" o "RAM" fue aplicada a las orillas de nuestros Valkyries para reducir nuestros rastros frontales ante el radar. Con esta aplicación -combinado con un acercamiento de baja altitud cuidadosamente planeada- se esperaba que nuestros cazas fueran casi invisibles mientras atacábamos nuestros blancos. Durante nuestras evaluaciones preliminares en los campos de bombardeo se demostró que valía la pena, pero la prueba verdadera de su valor no vendría de la seguridad de un ambiente de entrenamiento, si no, de la caldera del combate.
Las dudas que había sentido sobre la asignación que teníamos, fueron sustancialmente resueltas el 18 de Diciembre, 2012 -dos días antes de que el bote saliera a navegar. Estaba trabajando con uno de mis compañeros de escuadrón, un antiguo jugador de jockey, rubio, musculoso, de ojos azules y 26 años de edad, de Atikokan, Ontario, Canadá, de sobre nombre "Stick". Un piloto relativamente sin experiencia, Stick poseía excelentes habilidades de vuelo y estaba entre los más finos aviadores del escuadrón. A pesar de ser mas joven, decidí ofrecer mis conocimientos así como Brubaker y Sprabary habían hecho conmigo. Pensé que habíamos encajado el uno con el otro en un espíritu de amabilidad, y como tal, formamos una rápida amistad.
El día del ejercicio era nuestra ultima misión de entrenamiento en navegación de baja altitud del periodo de trabajos previos, siguiendo uno de las numerosas rutas de entrenamiento que serpenteaba por el campo de Texas, justo al oeste de San Antonio. Rugíamos por las colinas de piedra caliza y granito, subiendo y bajando de manera que las quillas de nuestros Valkyries apenas rozaran los troncos quemados de los cipreses y juníperos que buscaban alcanzar los cielos. Sentí un maravilloso flujo de adrenalina mientras nos deslizábamos por el terreno como si fuéramos un par de demonios. El aire estaba suave y, a pesar del cielo cubierto, la visibilidad era excelente. Giramos hacia el noroeste y seguimos el Río Guadalupe por cerca de seis millas, después nos dirigimos hacia el norte. Estaba indicando cuatrocientos nudos a cerca de cincuenta pies sobre el nivel del suelo cuando inicie un suave ascenso para evitar un enorme peñasco que se asomaba hacia el cielo. Mi hombre ala estaba a trescientos pies de mi popa y ligeramente a la izquierda cuando libre el peñasco por cerca de cien pies. "Suficiente espacio para Numero Dos", pensé. Seria inútil intentar describir el impacto que sentí cuando me di cuenta del brillante relámpago detrás de mí -reflejado claramente en mis espejos.
Inmediatamente jale la palanca hacia atrás y hacia la derecha mientras giraba mi cabeza, sobre mi hombro derecho. Stick estaba por ningún lado.
Sabia que era una pregunta inútil mientras presionaba el interruptor para hablar. "Sand Pebble Dos aquí Líder. Te perdí de vista. ¿Dónde estas?" Hable mientras jalaba los propulsores a punto muerto y cambiaba a modo Guardian. Había empezado una vuelta cerrada de trescientos sesenta grados, buscando en el cielo y en la tierra por cualquier señal de mi compañero de ala. Mientras enderezaba las alas al término de mi vuelta, me di cuenta de una pequeña marca negra que manchaba el lado amarillento del pedrusco que había esquivado hace unos momentos, a doce pies debajo de su punta. Pedazos de metal esparcidos por el fondo pedregoso.
"Ha... maldición..." murmure, "¿Qué diablos paso?" Impactado, y quizás desorientado momentáneamente, reuní mis pensamientos e hice una llamada detallada por radio al Controlador de Aproximación que monitoreaba nuestro sector.
Con las manos que se sentían dormidas, introduje el código de emergencia en mi transportador, para que los equipos de rescate pudieran encontrar el sitio de la tragedia, después revise cuidadosamente el suelo y el cielo buscando a mi numero dos. Realice dos círculos lentos sobre el área debajo de la colina y ascendí lentamente sobre su cima, cambiando a modo Guardian mientras lo hacia. Aquí también, restos del avión estaban esparcidos por varios cientos de metros, la parte más reconocible siendo una sección del estabilizador vertical derecho del Valkyrie.
Aterrice mi caza a unos veinte metros de la orilla del peñasco y brinque desde la cabina hasta la roca dura y enlamada de abajo. Mi pie derecho cayó de lado y se torció justo en mi tobillo, pero alcance a detenerme en la orilla de la piedra. Balanceado en un pie, busque intensamente en todas las direcciones por un paracaídas, pero no se veía nada. Era claro que mi hombre ala no había saltado de su avión.
Aflojándome el casco, me senté cerca de la saliente, deje balanceando mis pies sobre la orilla y coloque mi barbilla en mis manos. Por veinte minutos medite sobre lo que había pasado, hasta que un helicóptero Sea Sergeant llego a la escena y un par de paramédicos, vestidos en traje de vuelo, saltaron de su amplia puerta de carga. Mientras se apresuraban para revisarme, bruscamente los alejé mí. Estoy seguro que los dos paramédicos entendieron mi reacción, ya que simplemente asintieron, uno de ellos colocándome una mano enguantada sobre mi hombro.
Poco tiempo después, un segundo helicóptero se unió al primero y en cuestión de horas, las colinas que rodeaban el área del siniestro estaban cubiertas con personal de búsqueda. Ellos peinaron el área en busca de nuestro piloto caído pero encontraron nada. La grabadora de datos de vuelo, un componente pequeño, prácticamente indestructible que grababa las señales de control y los parámetros de vuelo que eran invaluables para descubrir las causas de los accidentes, se encontró incrustada en un árbol, a cincuenta metros de donde estaba parado mi caza. Fue entonces que me permití salir.
Aunque, solo lo había conocido por poco tiempo, era difícil no sentir como si hubiera perdido a un hermano, y mientras me elevaba en el cielo oscuro, mi mente empezó a componer una carta para la familia de mi compañero de escuadrón. Por más que lo intentaba, era difícil encontrar las palabras apropiadas. ¿Cómo le dice uno a la esposa y a dos hijos que su esposo -papá- dejo de existir, y por ninguna buena razón? Era una pregunta que encontraba difícil de contestar. La verdad, era una pregunta a la que no tenía respuesta y el curso delante de mí se veía más ominoso que antes.
La grabadora de datos de vuelo, demostró mas tarde que mi compañero había fallado en modificar su curso y que sencillamente se había estampado en la colina. No había evidencia de fallas mecánicas y no había razón para asumir que el piloto había volado dentro del terreno de manera intencional. Fue señalado como una catastrófica y fatal distracción y el reporte fue estampado con esas palabras muy conocidas: "Error de Piloto-Vuelo Controlado Contra el Terreno."
En los días siguientes al accidente, sentí un endurecimiento de mi alma. Había perdido a tantos amigos durante esta maldita y terrible guerra y parecía que cada vez que empezaba a abrirme para hacer otro amigo, ellos, también, eran aplastados. Ese es el problema de hacer amigos, pensé. El costo emocional cuesta más de lo que vale la pena. Es mejor no hacer ningún amigo que pasar por esto una u otra vez, concluí. La soledad es más fácil que la pena.
Como resultado del trágico accidente, un avión de reemplazo y piloto eran necesarios inmediatamente y el Teniente Roachon me selecciono para ir a recoger el avión. En una de esas decisiones sin sentido que solamente los líderes militares y burócratas pueden entender, nuestro avión de reemplazo no iba a llegar de la planta de Dallas, solamente a unos cientos de kilómetros de distancia. En lugar de eso, tenia que recorrer la mitad del país para tomar un avión de Nueva Macross. Por la primera vez en mi vida, agradecí la ilógica que perneaba el pensamiento militar ya que me proporcionaba inadvertidamente una oportunidad para ver a mis hijos y mi familia. Con un cambio de ropas, mi equipo de vuelo y un cepillo de dientes, me subí al transporte Naval VC-33 hacia la brillante ciudad del norte.
Durante el vuelo en el VC-33 hacia Ciudad Nueva Macross, mi ser complete temblaba con una anticipación nerviosa. ¡Iba a casa! Imágenes de las caras de mis hijos pasaban por mi cabeza. ¿Cómo iba a ser la reunión? No había visto a mi familia, ni a mis amigos en lo que me parecía una eternidad, y no había tiempo para hablarles decirles que iba en camino. La emoción era simplemente sobrecogedora.
Mis piernas temblaron inconscientemente durante el vuelo y oraba para que nada saliera mal durante el viaje. Íbamos desarmados y a la ventura de quien quisiera cruzársenos. En guerras pasadas, muchos grandes pilotos, líderes y hasta artistas, habían perdido sus vidas a bordo de transportes que eran rodeados por elementos enemigos. Aun más comunes eran las muertes de muchos, debido a fallas en el equipo. Esperaba, silenciosamente, que los pilotos a cargo supieran lo que estaban haciendo mientras nuestro pequeño jet era agitado y golpeado por el aire turbulento de la tarde.
Después de lo que parecía una eternidad, salimos de las nubosidades y descendimos sobre las luces de Nueva Macross. El avión se deslizaba mientras el viento hacia presión y los pilotos potenciaban los motores varias veces en respuesta a los cambios. Después de un descenso prolongado, finalmente alcance a ver las luces de la pista, afuera de mi ventana, y un momento mas tarde, las llantas rechinaron fuertemente sobre la pista de concreto. ¡Finalmente estaba en casa!
Me desabroche mi cinturón de seguridad y brinque para tomar mis cosas del compartimiento de adelante. Impacientemente, paseaba cerca de la puerta, mientras el transporte se encaminaba a la bahía de la Naval. Nos detuvimos y las turbinas empezaron a detenerse con un murmullo profundo. Jale la manija grande de la puerta y le di una vuelta, entonces empuje la puerta hacia fuera. Una ráfaga de aire invernal me golpeo en la cara, llevándose mi aliento por un instante.
"Gracias por el pase, muchachos." Les grite a los pilotos delante.
Ya iba a la mitad del camino descendiendo la escalera de abordaje, cuando respondieron, "No hay problema."
Firme una hoja en el escritorio de Despacho de Vuelos y se me entrego una llave para una caja de seguridad. Camine hacia la caja, inserte la llave y abrí la puerta. Dentro estaba un pequeño sobre que contenía mis órdenes temporales. "Salida esperada 1500 horas, 23 de Diciembre, 2012. A/C Bu. Num. 12-054228. Detalles adicionales siguen."
Observé mi reloj. Eran las 2130. Tendría unas pocas horas con mi familia esta noche y unas cuantas más mañana. Busque en mi bolsa para buscar los dos animales de peluche que estaban escondidos dentro, después de asegurarme que estaban ahí, cerré el locker y me dirigí hacia la puerta de adelante.
Le pase al taxista un billete de veinte, y me camine por el andador hacia la casa de mis padres. Toce el timbre media docena de veces y después golpee en la puerta impacientemente. Unas sombras se empezaron a mover por dentro y en instantes estaba siendo saludado por el ojo preocupado de mi padre entre la puerta y el marco.
"Jake", exclamó.
"Papa", le contesté.
Mi padre cerró la puerta, retiró la cadena que evitaba abrirla completamente y después, la abrió con gran gusto. "¡Pasa, hijo! ¿Como has estado?", dijo riéndose, mientras me daba un gran abrazo de oso.
"Solo estoy aquí, para tomar un avión. Salgo mañana en la noche a las 2130."
"¿Cariño?", llamó mi papá sobre su hombro. "Te tengo una sorpresa"
Mi madre apareció por una esquina, con una toalla de cocina en sus manos. Al verme, soltó la toalla al piso y se acerco a mí. "Mi pequeño piloto de combate ha venido a casa." Durante cinco minutos estaba cubierto en pequeños besos hasta que por fin pude detenerla.
"¿Donde están mis bebes?" pregunte.
"Están en la casa de Josh y Kristy. Ellos estarán aquí en media hora," contestó mi mamá.
"¡¿Media hora?! Al diablo con eso, tráiganlos ahora" dije enfáticamente.
Mamá se dirigió hacia el teléfono mas próximo, mientras mi padre me llevo a la sala. "¿Quieres algo de beber, hijo?", me preguntó.
"No, estoy bien, gracias. De hecho, un vaso con agua estaría bien."
"En un momento"
Segundos después, apareció con un baso de agua mineral que termine con dos tragos. Nos sentamos y hablamos de todo. Solo cuando me pregunto a donde iba el día siguiente fue cuando no le pude dar una respuesta honesta. Intente minimizar el asunto e intente hacer que sonara como si solo fuera una asignación de rutina, pero, mis padres me conocían muy bien. Aunque ellos sabían que no era completamente honesto, a su favor, no intentaron averiguar más.
"Sabes, tu hermano menor esta hablando de unirse con los militares," dijo mi madre.
"¿Wayne? Debes de estar bromeando." reí. Mi hermano estaba precisamente en la etapa más difícil y rebelde de un adolescente. El pensar que él había considerado, aunque sea por un instante, algo que remotamente asumiera una responsabilidad, era difícil de creer.
"El esta hablando en serio. Quiere volar," continuó mi madre.
Contemple la idea. Mi hermano menor era realmente un niño amable, cuando era mas joven, pero, media docena de golpes en la cabeza de niño seguramente habían batido su cerebro. El difícilmente se rasuraba, se había autoaplicado tatuajes en ambos brazos (una carita feliz sobria en el brazo izquierdo, una carita feliz ebria en el brazo derecho), y se había revelado en mantenerlos, a pesar de los mejores esfuerzos de mis padres para evitarlo. El solo pensar en él como piloto de combate era incomprensible.
"Bueno, espero que sigua todo el curso," indique antes de cambiar de tema.
Mientras hablábamos, me di cuenta que la cara de mi padre se veía mas joven ahora. Las líneas que antes le cruzaban como cañones profundos, ya no eran tan prominentes como eran antes. La jubilación parecía que lo había suavizado de alguna manera. Había un brillo en su ojo que nunca había visto antes, y un paso mas alegre era prueba segura de que un gran peso se le había retirado de sus hombros. Sonreía mientras hablaba. Era bueno verlo así.
El timbre de la puerta sonó e inmediatamente me puse de pie. Josh paso por la puerta y giro su cabeza rápidamente hasta que me vio.
"¡Jake!" exclamó, mientras se dirigía hacia mí.
"¡Josh!" lo abracé, como los buenos amigos lo hacen, con una fuerte palmada en la espalda.
"¿Como has estado, viejo", dijo riéndose.
"Muy bien. ¿Donde están mis niñas?" demandé.
Josh se volteó y con la mano abierta hacia Lisa y Casey, quienes estaban tomando las manos de Kristy firmemente.
"¡Niñas!" exclamé, mientras Lisa corría hacía mi y brincaba en mis brazos. Le di un fuerte abrazo y ella sonrió la sonrisa más grande que jamás haya visto.
"¡Tío Jake!" gritó. "¡Tío Jake, Tío Jake! ¿Adivina qué?" El brilló de su Mirada no tenía precio.
"Oh... No se. ¿Qué?" pregunté con fingida solemnidad.
Lisa me dio una mirada traviesa y después grito orgullosamente, "Tía Kristy me llevó a nadar ayer."
Reí y le di otro abrazo, "Es maravilloso". Ella se agito y relaje el apretón que tenia con ella. Con una agilidad maravillosa, se soltó de mis brazos y fue hasta el bolso de Kristy de donde saco un pequeño conejo de peluche.
"Este es Brincos", dijo solemnemente, mientras corría hacia mi otra vez. "Él es mi amigo."
"Hola Brincos," dije, fingiendo seriedad. "Yo so Jake. Mucho gusto en conocerte." Estreche la "mano" del conejo de juguete y después alcance mi mochila que estaba sobre el sofá. La revolví un poco buscando uno de los animales guardados dentro. Aja, aquí esta. "Esto es para ti, Lisa," dije, entregándole uno de los osos de felpa que había traído para las niñas.
"¡Oh! ¡Wow! Gracias Tío Jake," exclamo, antes de salir corriendo por la casa para decirle a mi mama, o más bien, su "Abuela".
Todo esto quizás haya tardado un minuto y cuarenta segundos, máximo, sin embargo, mi propia hija de carne y hueso estaba tan cerca de mi como cuando paso por la puerta. Casey, teniendo solo unos cuantos meses de experiencia caminando, se tambaleo mientras se volvía a agarrar detrás de una de las piernas de Kristy.
"Casey," dije suavemente, dirigiendo mi atención hacía mi hija mas joven. Ella se agarro más fuerte de la pierna de Kristy. "Creo que ella no me reconoce," dije tristemente. "Soy yo bebé. Soy papá."
Ella no se movió ni una pulgada.
"¿Qué tipo de persona horrible soy? Pensé, Mi propia sangre y no me reconoce. Debo de ser la persona más terrible e irresponsable del mundo. Si no puedo estarla cuidando, ¿por que acepte tenerla? Dios...
"No te preocupes, Jake" dijo Kristy, con esos ojos brillantes, "Es normal en los niños ser tímidos en esa edad. Ya te tomara confianza."
Gruñí "Eso espero."
En poco tiempo, de hecho, Casey me reconoció y tambaleó hacia mi con una gran sonrisa en su cara. La cargue y le di un gran abrazo, después acaricie su pancita. Ella se agito felizmente y yo tuve un ataque de risa incontrolado. Le dio el otro oso de peluche y ella se dirigió hacia una pila de papeles para jugar. Era bueno estar en casa
El incidente con Casey me sirvió para regresar a la realidad y me ocasiono una gran fuente de duda. Cuando era hora para que los chicos se fueran, nos unimos para una foto de grupo. Me despedí profundamente de mis dos niñas y les prometí escribirles y enviarles fotografías tan pronto como me fuera posible. Josh permitió que Kristy se adelantara con los pequeñines para acompañarme unas cuantas horas conmigo. En este tiempo, cuando parecía que las cosas en esta región iban mejorando conforme pasaba el tiempo, cuando parecía a muchos que la paz estaba al alcance de la mano, nuestro trabajo, todavía, era la profesión mas peligrosa del mundo y este breve momento que teníamos para intercambiar nuestros pensamientos, muy bien podría ser el último.
Hablamos mucho de lo que nos esperaba el futuro -ignorando por el momento la posibilidad de que pudiera no haber futuro para ninguno de los dos. Josh había solicitado temprano una posición para Comandante de Escuadrón y estaba orgulloso de mi amigo. Me sentía extraño con la posibilidad de que algún día iba a recibir ordenes del hombre, quien sin ninguna vacilación, seguía las mías por tanto tiempo.
"Te digo," Josh dijo con una sonrisa, "esas niñas están haciéndolo bien. Se que es difícil para ti, estar tanto tiempo lejos de ellas, Jake, pero ellas están muy bien. Solo enfócate en el trabajo, y no estrelles tu trasero ahí afuera."
Le di un último trago a mi te helado, y luego puse la botella a un lado. "Bueno, te estaría mintiendo si te dijera que no amo mi trabajo, pero, estoy empezándome a preguntar si vale la pena. Estrelle a un tipo en el cañón anteayer, ¿sabias?"
"No, no sabia," dijo. "¿Qué pasó?
"No se. Era un simple ejercicio de vuelo en par y navegación baja. Pasé sobre una colina, con el pegado a mi lado, ligeramente abajo. Le di suficiente espacio, pero ni siquiera intento jalarse. Golpeó la cima de la colina 4 metros abajo. Quizás lo hice fallar."
"¿Y la grabadora de datos indicó que ni siquiera intento jalarse hacia arriba ni nada?" preguntó Josh.
Asentí
"No, no fuiste tú." Dijo, "Solo perdió su foco. Se le tapó el cerebro... tan simple como eso. Son cosas que pasan."
Asentí "Bueno, estoy pensando en colgarlas alas y no por lo que paso, tampoco. Hay tantas cosas que tengo que lograr. Quiero ver a las niñas crecer. Quiero ir a la universidad algún día y obtener un grado o dos. Quiero tener un jardín y plantar muchos árboles en el patio... tener un avión en un hangar y una canoa en el río. Estoy cansado de siempre tener que pelear por mi visa. Estoy empezándome a sentir como esos pilotos de combate alemanes de la segunda guerra mundial. Bien, mal o indiferente, esos tipos peleaban hasta que morían, no tenían opción. Yo estoy cansado de no tener opciones. Jesús, solo tengo veinte años de edad" grité. "¡Todavía soy un niño!"
Josh coloco su brazo alrededor de mi hombro y me agito un momento. "Conozco el sentimiento, amigo. Conozco el sentimiento. He pensado en renunciar un par de veces, lo he pensado. Pero tienes que ver todo el panorama. Somos los mejores del negocio al que nos dedicamos. Sin dudarlo. Digo, piénsalo. ¿Cuantos tipos hay ahí afuera con nuestra experiencia? ¿Media docena? ¿Cincuenta? Si renunciamos ahora, todo por lo que peleamos puede muy bien haber sido por nada. ¿Quien se parara en la trinchera ahora?" me preguntó. "Casey y Lisa quizás no tengan ningún futuro si no salimos, cada y todos los días, no importa que tan duro se ponga... y hacer lo mejor que sabemos hacer para volver a construir este mundo. Estamos perdiendo buenos pilotados todos los días. Los expertos se están reduciendo, Jake." dijo frunciendo el seño. "Si renunciamos ahora, alguien con menos habilidades va a morir tomando nuestro lugar. Alguien será colocado en una situación que no pueden manejar, porque ellos están en esa cabina, en lugar de nosotros. Esta es la ultima de las injusticias, mi amigo."
Las palabras de Josh penetraron hasta mi cerebro, mientras miraba el cielo nublado, esperando que una estrella se asomara a través de los nubarrones. No pasó. La capa gris era más gruesa de lo que las distantes estrellas pudieran atravesar. "Creo que tienes razón. Si no peleamos por Casey y Lisa y Kristy... por el mismo mundo... nadie mas lo hará. Todos nos rendiremos."
"Y todos nosotros moriremos," agrego mi antiguo compañero de ala.
"Espero que las niñas no crezcan de manera disfuncional."
"No lo harán, Jake. No te preocupes."
Suspire, mirando a mi reloj. Las manos del reloj habían pasado mas rápido de lo que nosotros habíamos esperado, y era tiempo de despedirnos. "¿Cual va a ser tu próxima asignación? ¿Vas al bote?" Le pregunté
"No, todavía no. Voy a hacerme cargo del VF-33, muy pronto. Las cosas están calmando un poco -al menos por aquí, de todos modos, pero, los jefes no quieren jugársela. Estaremos estacionados aquí por un rato," dijo, refiriéndose a Nueva Macross.
"Estoy seguro que serias útil a donde yo voy. Vamos a extrañar a casi una tercera parte de nuestras fuerzas," indique.
"Me recuerda de los buenos viejos tiempos, ¿cierto?" pregunto Josh retóricamente.
"Y si" agregue, "solo que me hubiera gustado tener a esos dos tercios, entonces."
Josh se rió. "Je, sip."
"Bueno," dije, levantándome, "tengo que salir. Voy a arrepentirme no haber dormido esta noche."
Me dirigí adentro de la casa y tomé mis cosas. Mis padres ya se habían ido a dormir y decidí no despertarlos. Un taxi llego a la casa y me dirigí a el. Mientras arrojaba mi mochila en el asiento trasero, Josh estaba parado silenciosamente y observaba. Me voltee y le di a mi viejo compañero un abrazo.
"Mantén la cabeza fresca, mi amigo. No te preocupes por las chicas," me aviso. "Solo haz tu trabajo, hazlo bien y regresa a casa en un solo pedazo."
"Gracias, amigo," dije, palmando su espalda. "Tu haz lo mismo."
Josh estrecho mi mano. "Lo haré."
Tome un asiento del taxi y cerré la puerta, le indique al chofer que empezara a manejar. Mientras salíamos, alcancé a escuche a Josh gritar, "¡Mantén tu tonto trasero fuera de problemas!"
Saqué mi mano, haciendo la señal del pulgar como respuesta.
Llegue al edificio de Operaciones de Vuelo, tome un viejo sándwich de jamón de una repisa y abrí el casillero que contenía mis ordenes para el vuelo hacia el portaaviones. Todo se hacía en un completo secreto, para evitar al cuerpo de Inteligencia Zentraedi descubriera lo que estaba pasando. Memoricé la información pertinente y la destruí con un encendedor. Eche un vistazo al pronostico del clima, registré el avión y me abroche para el vuelo que tenia enfrente.
Mi traje de vuelo, casco y equipo de supervivencia parecía que pesaran una tonelada mientras me dirigía hacia la rampa de salida, donde estaba estacionado mi avión de combate. Una fuerte brisa del norte me enfrío, a pesar del equipo que estaba cargando. El tiempo total en este vuelo iba a ser de quince horas, lo que significaba que enemigos podrían mostrar sus feas cabezas a cualquier hora. Me asegure de revisar todo en la inspección de pre-vuelo.
Ella era un bello avión de combate. Un nuevo modelo "J". Mientras subía a bordo y me sentaba en la cabina, el olor de un avión último modelo que me recibió era puro éxtasis. Mientras me ajustaba los cinturones alrededor de mi pierna me di cuenta de un pequeño montón de fotos amarrado debajo del cinturón. Mi madre las había colocado ahí para mí. Eran fotografías de la noche anterior y mientras las veía, una tristeza me recorrió el cuerpo. Iba a extrañar a mi familia.
Inicio y salida paso sin fanfarrias, y antes de que me diera cuenta, las llantas delanteras de mi Valkyrie estaban girando rápidamente a través de las rayas centrales de la pista. Use toda la potencia para el despegue, para asegurarme que las turbinas pasaran a sobremarcha sin problemas. A trescientos pies AGL jale los propulsores de regreso a mi ajuste de poder de crucero y me dirigí hacía el suroeste, hacia la península de Florida.
Mientras Nueva Macross se empezaba a encoger en la distancia, me entretuve con la idea de fingir un problema del reactor. Sabía que podía lograr que Philo confirmara el "problema" lo que me permitiría pasar otro día más con mis hijas, amigos y familia. Me sentido del deber rápidamente me regreso, sin embargo, y quite la idea de mi cabeza. En otra ocasión, quizás.
Mi barco, El Plutón, estaba en el Golfo de México, navegando hacia el Atlántico Sur, con un segundo portaaviones para un corto periodo de trabajos. Volaría hacia ella a baja altitud después de hacer un acercamiento breve en una de las estaciones navales en el sur de Florida. Haciendo eso, se esperaría que los sitios de radar enemigos a lo largo de la costa de América del Sur fueran incapaces de determinar la localización de los portaaviones. Esta ruta rodeadora hacia el barco tendría el propósito secundario de probar el nuevo Valkyrie y de descubrir cualquier problema ahora, para pudieran ser corregidos antes de que seamos lanzados en nuestros primeros ataques, dentro de dos semanas.
El vuelo a Florida paso rápido, mientras mi mente recolectaba las imágenes con los momentos mas felices con mi familia y amigos. Me preguntaba si los volvería a ver otra vez mientras evaluaba la locura del a misión a la que nos enfrentábamos. Esta operación iba a costarnos mucho y cualquier ganancia iba a ser mínima. Nosotros no teníamos la fuerza para hacer lo que se nos pedía y mucha buena gente iba a morir por ese motivo. Secretamente esperaba que yo no fuera uno de ellos.
Mientras me dirigía hacia el punto de encuentro, la sensación de pavor fue ocultada por una luz roja de advertencia en mi panel de instrumentos y un mensaje en mi MFD derecho anunciando que los generadores eléctricos de Protocultura de la turbina izquierda había fallado y que mis dos canales eléctricos primarios estaban fuera de servicio. Los generadores derechos debían de tomar la carga extra, pero, a pesar de mis esfuerzos para resolver el problema, me estaba comiendo el poder de mi batería de respaldo y no tenia cuanto tiempo iba a aguantar. Empecé a apagar cosas para ahorrar energia, pero el sistema eléctrico todavía tenía perdidas.
Una hora paso. Había acelerado, pensando que era mejor dar lo más posible, antes de darme por vencido, pero mi racha de mala suerte no se había agotado. Justo antes de que llegara cerca del portaaviones, los relevadores de protección de voltaje, diseñados para prevenir que un exceso de potencia eléctrica dañara los sistemas, fallaron también, y volaron todas las protecciones de circuitos en la cabina. Estaba repentinamente sin el equipo de HUD, MFD, navegación y comunicación. Pensé, Que gran manera de empezar una misión. El portaaviones no se veía por ningún lado y empecé a orbitar sobre el océano, trate de alcanzar las protecciones de circuitos detrás de mi cabeza, tratando lo mas posible para regresarlos a su posición. No funcionaba. Algo estaba completamente dañad y no permanecían lo suficiente en su lugar sin que volvieran a saltar.
Di vueltas sobre el océano, con solo los pequeños instrumentos estáticos de respaldo y el horizonte artificial ubicado en la parte inferior derecha del panel de instrumentos. La oscuridad se estaba acercando y el portaaviones no aparecía donde debería de estar. Las baterías en mi lámpara de mano, solo funcionarían por un corto tiempo, y sin luz en la cabina, estaría a ciegas. Les quedaban doce minutos de poder a las celdas de protocultura que mantenían el contenedor magnético de los materiales de fusión en los reactores. Una vez que se agotaran, los reactores derramarían todo el plasma de las turbinas y estaría obligado a volar con los miserables 5 mil kilos de combustible interno que estaba cargando. La carga de la batería, que corren las computadoras que apoyan mi sistema de control de vuelo, durarían quizás unos veinte minutos mas. Una vez que se agotaran, mi Valkyrie se convertiría en un leño muy caro y empezaría a hacer espirales hacia el mar helado. Con treinta minutos, dividí la diferencia y le di al barco quince minutos para que apareciera. Si no lo hacía, iniciaría una carrera loca hacia la costa y esperar por rescate si mi avión decidiera darse por vencido.
En el momento indicado, los reactores empezaron a liberar plasma. Mi sangre corrió fría en cuanto me di cuenta de la situación. Mi decisión de continuar parecía lógica en su momento, pero ahora parecía haber sido imprudente. Nadie sabía que estaba aquí. Si el portaaviones no aparecía, mi única esperanza era llegar a tierra firme antes de perder potencia y eso parecía no ser posible, dados mi situación de combustible y poder. Aun asumiendo que llegara a la costa mas próxima -a cientos de kilómetros de distancia- todavía estaría solo. Tendría que caminar por terreno hostil hasta que llegara un pueblo o villa amigable y que Dios me ayude si me encuentro con uno que no es. Si el portaaviones no aparece, seguro iba a morir.
Mientras mi avión devoraba la potencia de la batería, busque frenéticamente por Pluto. ¿Me habré equivocado con las coordenadas? ¿Me habré confundido con la hora de encuentro? ¿Estará ese maldito bote aquí cerca? Después de nueve y medio minutos, lleno de ansiedad, en lo que solo se podría llamar un milagro, el barco apareció en la superficie del mar, a dos millas al sur de mi posición. Di una rápida oración de gracias y me apresure para abordar la nave antes de que todo se apagara. Toda la operación de acercamiento fue realizada sin comunicación por radio ni HUD -Simplemente coloque el acelerador donde yo creía que debería de ir y alinee la línea inferior del indicador de vuelo con la bola, usando el DLC para mantenerme en el nivel de inclinación. Sude todo mi camino por el surco, mis manos listas para saltar inmediatamente por el sistema de eyección, por si fuera necesario, y agradecí a mis estrellas de la suerte por haber logrado el aterrizaje en el primer intento. Mientras agregaba potencia para salir del área de aterrizaje las baterías del Valkyrie se agotaron, el sistema de control de vuelo se apago y quede atascado. Apague las turbinas y esperé a que una grúa de arrastre jalara el ahora muerto Valkyrie hasta un elevador, para un traslado hacia la cubierta de hangares. Era un claro pronostico de los eventos que van a venir.
Me quede sentado, silenciosamente, en la cabina mientras mi avión era arrastrado hacia el elevador y bajado a los hangares. Había sido otro aviso, y empecé a preguntarme cuando -si se da el caso- mi juicio mejorara. Mi decisión de presionar y completar mi misión era un efecto natural de la psiquis del piloto de combate -la inhabilidad de permitirse a uno fallar. Era también un caso grave de Llegar-ahí-titis una de las principales causa de muerte entre los pilotos.
Mientras sacaba mis bolsas del caza, vi un segundo elevador bajar el avión de Entregas al Portaaviones, en la forma de un VC-33, a la cubierta de hangares. En pocos momentos, un grupo de personal recientemente enlistados salio corriendo de la parte trasera de la rampa de carga y se formaron en tres filas derechas, en orden de estatura, del mas alto al mas bajo. Un jefe enlistado robusto les dio la bienvenida en un tono rudo que sonó a todo, menos receptivo. Mientras pasaba el grupo en lo que yo esperaba era el Salón de Preparación de mi escuadrón, lo escuche amonestar a las personas bajo su cargo con una advertencia directa.
"Por ninguna circunstancia jueguen el 'Juego del Bizcocho'"
Levante una ceja ante tal anuncio. ¿Que diablos es el Juego del Bizcocho? Pense, mientras colocaba mi mochila sobre mi hombro. Debo recordar preguntarle a alguien a cerca de eso.
Mientras caminaba, pasillo por pasillo, en busca de mi Salón de Preparación, me di cuenta que no todas las nave clase Prometeo, eran las mismas. De hecho, no se parecían en nada y a pesar de mis mejores esfuerzos, no pude encontrar lo que estaba buscando. "Estos bastardos, bien pudieron mandar a alguien a recibirme," murmuré en disgusto.
"Discúlpeme señor, ¿esta perdido?" vino una voz, como disculpándose.
Me voltee para ver un marinero esquelético y con la cara llena de acné, no mayor a los dieciocho años de edad. "Si. ¿Puedes decirme donde esta el Salón de Preparación del VF-51?"
"¡Los Gatos Marinos!", exclamó entusiasmado. "Si, señor. Por este camino, señor," dijo, quitándome la mochila de mis manos antes de dirigirse rápidamente por el pasillo detrás de mi. Mientras nos deslizábamos por la nave, pasando por este camino, y este otro, rápidamente me encontré completamente desorientado. Mi guía parecía saber a donde nos dirigíamos, aunque si manera excesivamente conidia me dio una sensación incomoda en el fondo de mi estómago. Mis miedos eran infundados, ya ye varios minutos, millas, escaleras, casilleros después, llegamos al salón de preparación del escuadrón.
"Ya llegamos, señor." Mi guía señalo a la puerta -adornada apropiadamente con el emblema de nuestro escuadrón, una pantera azul-gris, enseñando los dientes de manera altamente feroz- como un maître en un restaurante elegante.
Hice mi mejor esfuerzo para aparentar no estar impresionado. "Gracias marinero. Continue."
"Muy bien, señor," respondió, alegremente.
Cuidadosamente gire el picaporte de la puerta y encendí la luz. La habitación estaba vacía, excepto, por algunas filas de sillas de rojas de peluche y la docena de chaquetas de vuelo colgadas en una pared. Con un suspiro, coloque mis bolsas sobre una mesa y busqué por un teléfono. Lo encontré, y después de una llamada rápida al C.O. para informarle que había llegado a salvo y tomé asiento en una de las sillas. Exhausto, cerré mis ojos y me quede dormido. Diez minutos más tarde, Comandante Roachon apareció y me llevo a mis habitaciones.
Mientras nos abríamos camino por la fría nave gris, Roach me puso al tanto en que me espera al corto tiempo. Las operaciones de vuelo no estaban programadas hasta dentro de dos días. Nuestro portaaviones se tenía que sumergir, dirigirse hacía el Atlántico y reencontrarse con otro portaaviones antes de que podamos empezar nuestro trabajo final para terminar los detalles. A pesar de los éxitos recientes, no nos atrevíamos a confiarnos en pensar que esto era otra cosa pero una jugada desesperada y mortal. La lucha nos acechaba como si fuera un monstruo terrible, y aunque nadie lo admitía fuera de los confines de su propia mente, la única pregunta que se hacía no era si la muerte llegaría, si no, cuando.
Después de un incidente como el que había experimentado piloteando el nuevo Valkyrie a este barco, una inspección completa, enfocada en los sistemas de potencia y eléctricos, fue realizada. La conclusión: Las celdas de Protocultura que se habían instalado en 54228 eran defectuosas. No era un caso aislado. El envío completo de celdas de Protocultura a la planta de New Macross estaban igualmente defectuosos. Un proveedor contratado manejo incorrectamente su inventario, identificando por error -y entregando- como nuevas, celdas de Protocultura. En lugar de colocar celdas frescas y completamente cargadas en los aviones en la fábrica de New Macross, se colocaban celdas viejas y agotadas. Investigaciones adicionales en las prácticas de la compañía demostraron técnicas inapropiadas eran realizadas para ahorrar tiempo durante el ensamblaje de las celdas, resultando en fallas prematuras. Este atajo en el nombre de las ganancias -o quizás nada mas que un director de nivel medio, con el deseo de cumplir las metas de productividad de los altos mandos- significaba que miles de celdas defectivas habían sido entregados a fábricas y escuadrones a todo lo largo de la región norteamericana. Por suerte, ninguna vida se había perdido en el fiasco, pero la preparación militar fue severamente dañada como resultado, y el contratista fue despedido.
En la oscuridad antecediendo al amanecer del 24 de Diciembre de 2012, las escotillas de la nave fueron selladas, la campana de descenso sonaron y aire presurizado fue bombeado dentro del portaaviones. Mis oídos se destaparon fuertemente, mientras la presurización se realizaba y me acorde de la parte de un viejo chiste sobre un submarino, sobre cerrando las pantallas de las puertas. Sentí como la cubierta se inclinaba unos cuantos grados debajo de mis pies, y por primera vez en mi vida, me sentí completamente enclaustrado. Era el caso opuesto a como me había sentido cuando estaba parado en esa plataforma de observación a bordo del SDF-1 con Rebeca, hace tanto tiempo. Entonces, estaba rodeado por una abundancia de un vacío abierto, solo, esperando que me jalara al infinito. No más. Ahora estaba rodeado por el océano, un océano que solo quería aplastarme como una uva. Borre el pensamiento de mi mente, y me clave en una pila de papeles. Odiaba el papeleo.
Los trabajos de reparación a la flotilla espacial de Breetai, tenía todo, menos estar completa para la Navidad de 2012. Los restos de lo que era antes una orgullosa Flota Clase Imperial, ahora era una vista patética comparad a como estaban antes. La gran mayoría de la fuerza de Breetai que se había ofrecido en sacrificio para derrotar a Dolza. Una gran parte de esos guerreros que sobrevivieron la batalla principal contra el Supremo Comandante Zentraedi, perecieron en las luchas que siguieron. El balance de lo que quedo, estaban tan dañados que tenían que ser rescatados o tan bajos en potencia que su condición era irrelevante. Los suministros de poder eran insuficientes para resurtir a todas las naces de la flota, así que algunas fueron abandonados, algunas fueron utilizadas para obtener refacciones y protocultura y otras fueron colocadas "en almacenamiento" alrededor de la Luna (el equivalente espacial de un muelle seco).
Aun así, esto no era suficiente. Operaciones riesgosas de rescate que se realizaron en las naves Zentraedi que se estrellaron en la Tierra y las naves naufragadas en el espacio, fueron responsables de mantener los inventarios de Protocultura a un nivel suficiente para las necesidades inmediatas, pero el fin llegaría pronto. Los comandantes aliados Zentraedi en la parte alta de la cadena de comando, estaban seguros que los Maestros de la Robotecnía motarían una operación para rescatar el SDF-1 y, por consecuencia, liberar el misterio de la protocultura que salvaría su desmoronado imperio. Esto requerirá un máximo esfuerzo y sin la suficiente energía y armas para defendernos a nosotros mismos, nosotros no duraríamos mucho.
Rumores indicaban que Breetai tomaría su pequeña flota en el espacio para capturar el último satélite fábrica Robotech, el cual, de acuerdo al plan, estaría estacionado en un sistema solar cercano, cumpliendo su rol de apoyo para el mal resuelto ataque de Dolza -y cualquier operación futura que pudiera ser preparada por flotas Zentraedi sobrevivientes. Una instalación enorme de reparaciones y suministros que podía construir Cruceros de Batalla Zentraedi en cuestión de días, la Fábrica Robotech era nuestra última buena esperanza y tenía que ser tomada a cualquier costo. Para los pilotos a bordo de los portaaviones que se dirigían hacía las operaciones de limpieza en Sudamérica y la operación de pronto empezaría en la costa occidental de Norteamérica, esto significaba que no iban a haber activos orbitales disponibles para ayudarnos. Estaríamos por nuestra cuenta, obligados en un enfrentamiento contra un enemigo mucho mayor.
Era un último esfuerzo desesperado para detener una movilización Zentraedi que podría barrer el balance de las unidades de la RDF posicionadas en la Tierra, de tener éxito y la verdad era que no teníamos las fuerzas suficientes para lograrlo. El derramamiento de sangre iba a empezar en poco tiempo.
En el día de Navidad de 2012, nuestro portaaviones estaba a solo un día del encuentro con su nave hermana, Neptuno. Mi sensación de claustrofobia había mas o menos disminuido, reemplazada por la soledad que siempre era parte de estar separado de los seres queridos. Que mi mente estuviera distraída del miedo, no era completamente por el hecho de estar desanimado, si no, por un resultado indirecto de pasar tanto tiempo, como fuera posible, en la parte mas amplia de la nace -la cubierta de los hangares. Un lugar ocupado, la cubierta de los hangares era sorprendentemente ruidos para un transporte sumergible, el cual depende del silencio para mantener el anonimato. Los golpeteos y chasquidos, que son una parte constante de cualquier portaaviones, continuaban como siempre y gracias a un altamente sofisticado y compacto sistema de Reducción de Ruido Activo, los oídos enemigos tendrían que esforzarse para alcanzar a escucharlo. Como los cascos de los pilotos de avión, de donde fue tomada la tecnología, el sistema reductor del portaaviones estaba diseñado para medir cualquier sonido que saliera del barco -el cual no era mucho, tomando en cuenta la considerable cantidad de material a prueba de sonido que se incluía en los submarinos en estos días- y transmitía un señal de intensidad idéntica para desfasar la señal original. Las señales se cancelarían unas con otras, lo que dejaría un silencio efectivo. Era un gran sistema y nos hacía efectivamente invisibles a los equipos de detección de sonar.
Mientras observaba de pie a los equipos de mantenimiento de la nave, pasando sobre los Valkyries en el hangar, localice al jefe que anteriormente había advertido al nuevo destacamento de marineros sobre el "Juego del Bizcocho."
"Jefe," lo llamé, mientras me acercaba a él.
"¿Si, teniente?" contesto, girando hacía mi.
Me sentí algo ridículo al externar la pregunta -la cual era un sentimiento mil veces menor a como me sentí después de que me dio la respuesta. "Jefe, ¿Qué es exactamente el 'Juego del Bizcocho'?"
El robusto jefe de mantenimiento frunció el seño ante mi pregunta, después, mirando al rededor, me indico con su cabeza a que lo siguiera a una área mas reservada de la cubierta.
Una practica prohibida, iniciada alrededor de la última mitad del siglo veinte, "El Juego del Bizcocho" inicio como una manera de torturar a los Guardiamarinas de la Academia Naval de los Estados Unidos durante su tradicional crucero de verano Tercera Clase. Cuando los portaaviones pudieron ser sumergibles, era lógico que muchas de las tradiciones exclusivas a los submarinos migraran a las naves mayores, ya que tripulaciones de las primeras fueran asignadas a las últimas. (Nota del Autor: Si tienen niños, es altamente recomendable que arranquen esta página del libro y la escondan).
La voz del jefe tembló ligeramente mientras sacudía la vergüenza que mi pregunta generaba. Sin dudarlo, se preguntaba por que estaba acorralado en explicar esta faceta de la vida naval. "Bueno señor, es muy simple, realmente. Los viejos marinos, 'viejo' siendo relativo, por supuesto... les gusta hacer mucho ruido de este juego con los NCIs [Nuevos Chicos Idiotas]. Usualmente una reto a su hombría es lo que empuja al chico ingenuo a continuar." El jefe pausó, secándose el sudor de su frente con un pañuelo. "Un bizcocho es colocado sobre una mesa en el centro de una habitación. Aquellos jugando el juego se colocan alrededor en un circulo, sacando sus... ya sabe... 'Amiguitos'... y ellos... bueno..." El jefe tosió, su cara tornándose un tono fino de rojo, luego continuó. "Quien termine al último tiene que comerse el bizcocho, señor."
La imagen mental era, francamente, repulsiva sin embargo, enfermizamente humorosa, un claro efecto lateral, sin dudarlo de tener veintiún años de edad. No sabía si vomitar o reír. Entre mas lo pensaba, mas gracioso se convertía y tuve que excusarme por estallar en risas en frente del asustado marinero. Le di las gracias, y mientras me alejaba, ahora en un golpe histérico de risa, lo alcance a escuchar sobre que locos estaban los pilotos.
Navidad paso lentamente al pasado mientras Plutón llegaba a su punto de encuentro en la costa oriental de Bahamas. Las decoraciones y arboles permanecerían en los salones de preparación y pasillos de la nave por varios días mas, pero el espíritu festivo que marcaba el día festivo ya había expirado. Era momento de volver a trabajar. A las 0500 en la mañana del 26 de Diciembre, una docena de aviadores del VF-94 entraron rápidamente en el salón de preparación, frescos de un desayuno, a las 0430, de huevos, tocino y pan tostado. El capitán entro y empezó con el análisis del área objetivo, localizado en el centro de la Isla de Gran Bahamas, por la costa oriental del sur de Florida.
Antes un paraíso vacacional, la Isla de Gran Bahamas era ahora el centro de tiro mas sofisticado del mundo. Gracias en buena parte a un Crucero Zentraedi que se estrello en el centro del lugar, la isla permaneció abandonada y desolada hasta que las fuerzas Navales y Aéreas llegaron a trabajar y convertirla en la base de entrenamiento de tiro primario del a costa este. Sensores, computadoras, radares y todo tipo de equipo fueron reunidos en la isla y la nave Zentraedi fue requisada y restaurada de manera que sus sistemas de rastreo y otro equipo funcionara apropiadamente, controlada por operadores remotos localizados de manera segura dentro de los confines de un elaborado bunker. Escuadrones agresivos también operaban de manera rutinaria desde la isla para proporcionar lo que se podría describir como el entrenamiento más realista que este disponible.
Nuestra misión era una simulación de un ataque de bajo nivel a una nave enemiga estrellada, con apoyo de la Comadreja Salvaje y estaba programada para salir a las 0800. Nosotros realizaremos ejercicios de artillería (con marcas de tinta en lugar de misiles) y atacaríamos en pares, con no más de dos aeroplanos entrando al área de disparo desde una misma dirección. Las Comadrejas Salvajes tenían como misión deshabilitar los Triples-A y SAMs mientras los equipos de ataque convergían en el área de ataque con solo quince segundos separando el primer del último ataque.
Como el Oficial Ejecutivo, mi par de jets serian los últimos en entrar en el área de ataque. Los primeros cuatro jets serían de las Comadrejas Salvajes con el objetivo de destruir el radar enemigo. Los primeros dos jets de nuestro escuadrón proporcionarían supresión del fuego antiaéreo, derribando cualquier sitio antiaéreo conocido, debido a su amenaza a la fuerza de ataque, los siguientes cuatro jets proporcionarían el gran golpe para hacer agujeros en áreas criticas de la armadura externa de la nave enemiga, los siguientes cuatro jets golpearían la armadura media, dejando los sistemas críticos expuestos para que los dos últimos jets los ataquen. Era un método complicado de ataque que demandaban una precisión y coordinación de una magnitud difícil de imaginar sin haberla visto en persona, pero, era una necesidad. Con armas nucleares armadas, un ataque similar requeriría seis cazas para asegurar el éxito. En el espacio este método no presenta obstáculos realmente irremontables, pero en la atmósfera de nuestro planeta, el uso de armas nucleares estaba, por obvias razones, reservadas para solamente las circunstancias mas desesperadas.
La necesidad de permanecer debajo de la cobertura de radar, hasta el último instante, era una arma de doble filo. Para permanecer indetectable, el ingreso tenía que ser ejecutado a la menor altitud posible. Este hecho, combinado con el terreno irregular de Sudamérica, significaba que no íbamos a poder fijar nuestros blancos hasta que estuviéramos casi sobre ellos. En ese punto, la precisión de nuestras armas se incrementaba, pero también las de nuestros enemigos. Al deslizarnos a alta velocidad, de todos lados, y permanecer sobre el objetivo por solo unos cuantos -aunque eternos- segundo, esperábamos reducir la efectividad de las armas enemigas.
Después de la sesión, tome mi casco y fui al hangar para inspeccionar mi caza. Había recibido un 503 para la salida de entrenamiento. El reporte de mantenimiento mostró su breve historia, y tomando en cuenta todo, parecía ser una vieja ave confiable. También, a pesar de ser una de las mas viejas y con mas tiempo de las naves en el portaaviones, era la que tenía mejor aspecto. Un buen trabajo de pintura puede cubrir una multitud de pecados.
Mi rutina de prevuelo fue la misma de siempre. Empecé a revisar la escalera de abordaje y me encamine hacia popa, a lo largo del fuselaje, revisando la entrada de aire y las aspas del motor, después, hacía la orilla de la ala, la punta de la ala, y el resto del fuselaje y tren de aterrizaje, las aletas verticales y centrales, escapes, gancho de agarre y demás partes, después continué por el otro lado. La nariz, equipo y fuselaje delantero fueron los últimos. Satisfecho con lo que vi, trepe a bordo de la nave y con la ayuda del capitán del avión, me uní a ella a través de la multitud de arneses, ganchos y entradas de oxigeno y comunicación. De muchas maneras, esta era una experiencia parecida a esas de naturaleza sexual. Mi avión y yo ya no éramos dos entidades diferentes, sino una, unida por una meta común -y un destino común. Cuando me lastimaba, ella se lastimaba. Cuando ella se lastimaba, yo me lastimaba. No iríamos a ningún lado solos, si no juntos, nosotros podíamos desafiar las leyes terrestres.
El traslado al elevador de la cubierta, no fue diferente a los que me precedieron, aunque mi oído interno sentía el movimiento de la nave en el mar agitado una gran tormenta del Atlántico estaba abriéndose camino en dirección oeste y nosotros estábamos justo en medio de ella. Aunque no caía lluvia por el momento, el cielo gris oscuro sugería que era posible que lloviera. Con la cabina abierta, el sonido del aire salado que barría la cubierta, parecía mas al de una turbina rugiente. Por toda la cubierta de vuelo, marineros estaban rápidamente trabajando para acomodar en posición a los aviones, para el próximo lanzamiento y para prepararlos a arrancar los motores.
Mire por la tormenta que barría el océano y pensé en los amigos y familia a medio continente de distancia. Estaba triste de estar lejos de ellos, pero bendecía poder hacer lo que estaba haciendo. Como amaba volar aviones de combate supersónicos desde la cubierta de un portaaviones. Pocas actividades proporcionaban el incremento de adrenalina de un lanzamiento de catapulta, las sensaciones en el estomago de un ascenso rápido suborbital o la increíble sensación de libertad que se encontraba al hacer giros lentos sobre una capa blanca de nubes a cinco millas de altura. De mis compatriotas anclados en la tierra solo podía sentir lastima. "Esos pobres bastardos." Pensé. "Dios, amo este trabajo"
Una ancha sonrisa todavía estaba pintada en mi cara cuando un manejador de la cubierta me dio la señal de encender las turbinas. En casi sesenta segundos, ambas turbinas estaban gimiendo suavemente en punto neutro. Me senté y escuché los sonidos de los motores y buscaba sentir cualquier anormalidad en el asiento. No era algo que podía sentir o inclusive escuchar, pero mi turbina número dos claramente no se estaba comportando como si fuera nueva. Había estado volando Valkyries lo suficiente como para desarrollar un tipo de sexto sentido cuando se trataba de detectar irregularidades, y después de diez segundos de cuidadosa meditación, aislé lo que supuse que era el problema. Una rondana en el ventilador del compresor estaba lentamente dando señales de fatiga. No era tan severo como para dejar en el suelo al avión, pero una reacondicionada no estaba lejos e hice una nota mental de no esforzar la maquina, para evitar que el eslabón mas débil decidiera romperse.
En una forma típica, Valkyries y Dragones cargados de artillería fueron lanzados de la cubierta del portaaviones en parvadas. Menos de cuarenta segundos pasaban entre lanzamientos de la misma catapulta, y mi turno llego rápidamente. Con una última serie de revisiones y un saludo corto, mi Valkyrie ascendió de un punto fijo, hacia el cielo, sobre el océano gris golpeado por la tormenta. Equipo y alerones, se movían suavemente en la posición superior y guíe mi caza hacia el punto de encuentro donde me reuniría con los otros jets de la fuerza de ataque.
Hable con el controlador de despegue y rapidamente me pasaron con el controlador de ataque. "Ataque Abaddon, Gruñón Cinco Cero Tres, ascienda."
"Cinco Cero Tres, Ataque. Proceda."
"Cinco Cero Tres, cambiando," contesté. Me preguntaba que pensarían los otros al escuchar Abaddon en el radio. "Gobernador del inframundo." Era un nombre temerario que inculcaba un gran orgullo en mi nueva nave y ferocidad en mí. "No lo arruines," parecía decir, me gustaba.
"Hélice Cinco, Gruñón Cinco Cero Tres, arriba," llamé al avión orbital ES-11D AEWACS.
"Gruñón Cinco Cero Tres, Hélice Cinco, contacto de radar. Giré a la derecha en dirección tres-uno-cinco, hacia Ángeles Doce."
"Cinco Cero Tres," contesté.
Mi Valkyrie se movía y brincaba por la turbulencia ocasionada por una tormenta en desarrollo, ascendiendo mas. A cuatro mil metros, salimos de las nubes oscuras hacia un cielo brillante y soleado. Columnas de nubes salían estallando en todas las direcciones, pero se veían tan lejos que no había de que preocuparse. En pocos momentos, alcance a ver a los otros aviones de la fuerza de ataque, cruzando mi ruta de vuelo como carpas en un estanque. Con un movimiento suave de la palanca, me acomode detrás de ellos y me uní a la formación con el mismo esfuerzo que estacionar un carro. La fuerza de las Comadrejas Salvajes fueron los últimos en formarse. Saliendo por las nubes, el brillo de su pintura brillante, reflejaban los primeros rayos de la luz del sol, los cuatro F-24s, ágiles y magníficos, se deslizaron en posición, del lado de estribor. En la posición del líder, podía ver el casco de Roach volteando a ambos lados. Satisfecho con lo que vio, nos guió por medio de una ligera vuelta a la izquierda e inicio un descenso hacia las nubes oscuras que se encontraban abajo. De este momento en adelante, solo las mínimas llamadas de radio se realizarían. Era momento de estar callados... invisibles.
De regreso al aire turbulento y oscilante. De regreso al mar agitado por el viento. De regreso, una vez mas, a la fe constante del indicador de altitud del HUD y a las luces de formación del avión del líder de combate.
A 400 metros, salimos de las nubes y empezamos otra corta vuelta a la izquierda. Una señal de Roach y nuestra fuerza de ataque se partió en media docena de unidades independientes -quizás interdependientes es un término mas preciso, cada una con el mismo objetivo: golpear el blanco a tiempo.
Me dirigí a la izquierda y moví el propulsor hacia adelante. Tenia que hacer mi punto de ingreso, diez millas al sur de la isla, al mismo tiempo que las otras unidades en el escuadrón lo hacían en los suyos. Mi compañero de ala estaba pegado a mí como pegamento. Con los pensamientos de un avión destrozado en una colina todavía frescos en mi mente, baje mi Valkyrie lentamente hacia el agua. La Pantalla de Amenaza de Radar, estaba pintando las familiares bandas amarillas y rojas. Ser detectados significaba ser destruidos.
Nos movíamos cada vez mas bajo, hacia las cumbres blancas de las olas del océano, claramente visibles. La sensación de velocidad era vivida a nuestra baja altitud. Mientras nuestros Valkyries se rociaban de sal, cruzamos la línea de la playa. Pies secos, pensé.
Zigzagueando salvajemente cada ciertos segundos, para no ofrecer un blanco predecible, corrí hacia mi objetivo. Los otros jets en la fuerza estaban golpeando el blanco ahora. Las comadrejas habían hecho su trabajo brillantemente y las bandas amarillas y rojas en mi pantalla desaparecieron. Arme los misiles en sus armazones y encontré la pequeña cañada que me dirigía hacia mi objetivo. El casco gris-verde del caído Crucero de Batalla Zentraedi se asomaba en la niebla de la tarde. El círculo en el HUD se convirtió en un diamante cuando los misiles en los pilones aseguraron su blanco. Lance rápidamente los seis de ellos y salí disparado hacia la izquierda, empujando los propulsores a sobre marcha. Mi compañero de ala, zigzagueando detrás de mi hizo lo mismo y empujamos nuestros cazas hacia la cubierta, deseándoles que pasaran tan rápido como si nuestras vidas dependieran de ello.
"Cinco Cero Uno, pies mojados."
Revisé el cielo alrededor de mi intensamente, buscando los cazas.
"Cinco Cero Cinco, pies mojados."
Las llamadas continuaban mientras los otros aviones de la fuerza de ataque cruzaban la playa. Nosotros seriamos los últimos en hacer la llamada. Cruzando la playa y a un paso de la seguridad -todo el tiempo sin ser detectados por un radar- salíamos disparados hacia el hogar, mas rápido que la bala de un rifle. Para mi sorpresa, ningún avión enemigo se apareció para juntarse con mi par de Valkyries. Revise el cielo intensamente, no deseando aparecer en la lista de Muertos en Acción. Finalmente, asegurándome de estar a salvo, solté los propulsores de regreso y empecé un ascenso lento hacia la posición Marshall. Jets con niveles críticos de combustible aterrizarían primero, lo que significaba que los Valkyries aterrizarían al último. Una comida caliente y una taza de café esperaban nuestro regreso, y a pesar deque no había bebido café y había comido unas cuantas horas antes, la parte de la comida sonaba muy agradable.
Mientras descendía de la posición Marshall hacia el portaaviones que nos esperaba abajo, Revise los detalles de lo que acababa de pasar. "No fue muy duro," concluí. "Quizás esta misión no será tan mala después de todo."
Muy a pesar de mis pensamientos sobre el tema, la misión no fue un total éxito. El análisis del ataque indicaba que fue muy costosa. Las defensas muy bien podrían, en teoría, haber derribado seis de las naves de ataque, cuatro antes de que hubieran golpeado el blanco. Muchos de los jets fallaron en sus tiempos de encuentro por márgenes muy grandes y dos cazas estuvieron cerca de chocar el uno contra el otro. El capitán no estaba contento con el desempeño, y durante los siguientes diez días, repetimos el ejercicio dos veces al día y una vez en la noche. Claramente no era el tiempo de estar cometiendo errores y Roach estaba determinado en corregirlos, aunque nos tuviera que matar a cada uno de nosotros. Encontraba difícil echarle la culpa.
Roach presionaba a sus pilotos de manera dura, y era fácil ver por que. Después de todo, el General de Marina a cargo del asalto anfibio estaba gritándole al Almirante a cargo de la fuerza de portaaviones, el Almirante, por su parte, le gritaba a los Capitanes de los portaaviones, los Capitanes de los portaaviones, les gritaban a los CAGs, los CAGS les gritaban a los Comandantes de Escuadrón y los Comandantes de Escuadrón les gritaban a sus pilotos. Los Marinos estaba sentados temerosamente y aprehensivamente del otro lado del océano, esperando que formáramos nuestro acto y con cada día que pasaba, las oportunidades se incrementaban de que los Zentraedi se dieran cuenta de lo que estaba pasando.
Finalmente, con la coordinación que solamente se da de estar presionando incesantemente , teníamos nuestra misión al nivel de ciencia. Como un bien dirigido equipo de fútbol, estábamos realizando nuestras jugadas correctamente en la práctica -ahora era tiempo de realizarlas bajo las luces de nuestra propia afición local. Después de un resuministro, Pluto se sumergió a mitad de la noche e inicio su camino hacia la costa oriental de Sudamérica. Una guerra sin cuartel, con misiles reales y municiones activas estaba a punto de comenzar.
por Jason W. Smith
Julio 1995
traducción
Gerardo Campos De León
Julio 1998
Copyright © 1995-98 by Jason W. Smith
(Nota del autor: Este es un trabajo de ficción. Cualquier similaridad a eventos, personas, etc. actuales es pura coincidencia --aun si fue intencional)
Basado en los personajes y situaciones de
Robotech, © 1985 Harmony Gold, USA, Inc.
Robotech ® es propiedad de Harmony Gold. Este documento de ninguna manera tiene la intención de violar sus derechos
Última Fecha de Revisión: 10 de Julio de 2007