Capítulo 19. Matilde comienza ablandarse
Por: Maria
Elena Venant
Matilde trata de hacerse cargo de la situación. Con falsa
sonrisa le dice a su Tía “Te presento a…” “¡Me presentas, un
cuerno!” contesta Prudencia quien se desquita con Antonia
corriéndola de ahí. Adolfo se va. Mati impaciente le dice a su
tía que no tiene la culpa de la llegada de Adolfo. La tía
indignada le dice que debe contarle a Manuel para que lo corra.
Ahora entiende porque Mati se lleva mal con Manuel con Adolfo
calentándole la cabeza. Mati incomoda sube la escalera siendo
perseguida por su tía.
Mati sigue atendiendo a Manuel. El médico le dice que se ha
visto obligado a practicarle una sangría. A solas, La Sra.
Fuentes Guerra abraza a su marido y llora. Llega Rosario quien
le pregunta por qué le contó a su tía que ella había visto a
Manuel besar Antonia. Mati le pide disculpas, pero no le quiere
contar de quien le contó. La criada le dice que pueden haberle
mentido. Mati se niega a aceptar esa hipótesis y se va ya.
Despierta Manuel y pregunta por Mari. Rosario le dice que ya
vuelve. “Nunca está” dice Manuel melancólico Rosario le explica
que Matilde estuvo velándolo toda la noche y si no estuvo en a
mañana fue porque asistió al entierro de Nazario.
El padre Urbano manda recado a Adolfo para que vaya a verlo a la
iglesia. El cura comienza eufémico. “Apelo a tu condición
humana” le dice “Tu presencia aquí compromete a cierta persona”
Además le explica “Tu vida está de por medio”. Adolfo no escucha
razones. “Yo soy el ofendido” dice e insiste en recuperar a
Matilde. Le dice al sacerdote que ambos ven las cosas de manera
diferente. Desesperado, Urbano amenaza con contarle a Manuel la
verdad. “¡Hágalo! Lo desafía el militar. Y se va.
En su recamara, Matilde recibe reproches de tu tía quien la
acusa de querer fugarse con Adolfo. “Nunca pensé que fueras tan
dura de corazón” dice Pru a su sobrina que esta dispuesta a
abandonar a un moribundo. Matilde comienza a acusar a Manuel
dice que se han ofendido e insultado y que de común acuerdo han
decidido separarse concientes de que jamás serán felices juntos
(mentira, eso fue algo que decidió ella sola) y que ya habían
tomado esa decisión antes de la llegada de Adolfo (otra
mentira). Finalmente, Matilde da vuelta las mesas. Le grita a
Pru que los culpables de todo son Augusta, Manuel y su tía por
callarse la verdad. Pru se queda muda.
Adolfo va a casa de Nazario a presentar su pésame a la madre del
difunto. La interroga sobre su hijo. Descubre que Nazario, no
bebía, no tenía enemigos ni novia. Al preguntarle por Benigno la
pobre mujer se turba, pero dice que se llevaban bien. Yo no sé
nada” dice llorando la pobre mujer ¡“Sólo quiero que me
devuelvan a mi hijo!”
Antonia encantada le cuenta a su Nana, el escándalo que armó la
Tía Pru Comentan que quizás Mati ya era “ligera de cascos” y la
tía teme que vuelva a las andadas con el administrador. Pero a
Antonia le sorprende que Prudencia haya gritad a su sobrina de
esa manera delante de un extraño. “Debemos ponerlos listas” dice
Damiana “y descubrir su secreto”.
Matilde visita su marido. Esta muy solicita, le pregunta como
está, si algo se le ofrece. Manuel le pide que se quede con él,
cerca de él.
“Si me muero” dice “vas a ser libre”.
“Yo no quiero que mueras” responde ella
Hay algo que el necesita saber. Es sobre la noche en que ella
fue a buscarlo para preguntarle sobre el divorcio
“Cuando te besé. ¿Te gustó?”
“No dice” abochornada Mati
“Estabas acalorada” insiste su esposo “Un hombre se da cuenta de
esas cosas”
“Te equivocaste” responde Matilde
“¡Que lastima! Por un momento pensé…”
Apiadada del tono triste en la voz de su marido, por primera vez
Matilde intenta quitarse la máscara
“Manuel, si estuviera segura de que me comprenderías, te abriría
mi alma”
“Mi mente está abierta” le dice su marido. “Sé escuchar”. Le
cuenta que un médico cura cuerpos y almas. Justo golpean la
puerta. Manuel le dice que no abra, pero se trata de “Felipe” y
el padre Urbano. Matilde los hace pasar no sin antes oír de su
esposo un “esta conversación tiene que continuar”. El
administrador le cuenta a Fuentes Guerra de su visita a la madre
de Nazario y como siente que ella le ocultaba algo. Manuel
arregla para que ella siga recibiendo el sueldo de Nazario y
viviendo en la Hacienda. Felipe le cuenta que Benigno era un de
sus atacantes. En ese momento, Manuel se desmaya. Matilde se
aloca de desesperación. Esta actitud hiere a Adolfo
En la cocina, Pru le comenta a Justina como conoció a Benigno en
el pueblo y este le faltó el respeto. Más tarde, Rosario que ha
oído la conversación de Adolfo y su hijo, le dice a la cocinera
que es imposible que Benigno haya atacado a Manuel, puesto que
ese día fue a Río Claro. Jacinta le cuenta que eso no es posible
puesto que Prudencia le vio en Barranquillas. Es imposible que
haya estado en dos lugares al mismo tiempo.
En la finca de Valle Hondo, propiedad de los padres de Renato,
Finita con ayuda de su nana se pone el vestido de novia
A la nana no le parece que Josefina se case así a escondidas,
sin avisarles a su hermano ni amistades. Práctica, le solterona
le dice que ella pensó que se iba a quedar para vestir santos y
el haberse encontrado un hombre como Humberto es un milagro.
“Ningún sacrificio es en balde, para compensar esa suerte” le
dice.
Adolfo le cuenta a Delfino que el Padre Urbano conoce su
verdadera identidad pero que no los delatará. Delfino le cuenta
un interesante hallazgo. Se enteró que la amistad entre Nazario
y Benigno se enfrió luego que al difunto le dieron el trabajo
del capataz de cuidar las reses. Rosario a su vez le cuenta al
ama como Benigno dice haber estado en Rió Blanco, cuando lo
vieron en Barranquillas. No hay que permitirle que se acerque a
Manuel, puede dañarlo. Sorprendida Mati le pregunta por qué le
tiene a cariño a Manuel que nunca la ha tratado bien. Le
pregunta si le recuerda a alguien. Nerviosa, Rosario le dice que
le recuerda a l hijo de una señora que fue buena con ella.
En Valle Hondo, la “boda” se ha llevado a cabo. El falso
magistrado se va feliz pero el seminarista-metido-a-cura pide
más dinero además se ve hambriento se come todas las botanas.
Humberto insiste en emborrachar a su esposa para que no lo
fastidie. La pobre está que casi vomita
Matilde, estúpidamente cree en la inocencia de Benigno “Quizás
nos estemos equivocando” le dice a Adolfo. La conversación
vuelve a girar sobre su futuro. Matilde como de costumbre
insiste en torturar a Adolfo con evasivas. Le dice que aunque se
separe de Manuel, no volverá a casarse. “No puedo ir en contra
de lo que me han enseñado”. Enojado, Adolfo le recuerda como
Manuel la engañó con Antonia. Matilde le pregunta si el los vio.
Adolfo dice que fue Delfino. Mati se pregunta si no habrá
mentido Enojado Adolfo le dice “Ya te está gustando el ranchero”
Matilde se ofende. Adolfo alude a la actitud desconcertante de
la Sra. Fuentes Guerra y finaliza diciendo “Te quiero demasiado
para renunciar a ti”. Se va
Finita pasea con su “marido”. Le dice que no pueden pasarse la
vida escondidos. Humberto por primera vez la trata con dureza,
le dice “Deja de insistir” y comenta ácidamente que creyó que s
mujer sería sumisa y dócil. Asustada Finita se disculpa.
Enojado, Humberto le dice que el es el marido y quien toma las
decisiones.
Esa noche, Matilde habla con su tía sobre el origen de Manuel.
Pru nerviosa le dice que Augusta le pidió a Fuentes Guerra que
no revelase a nadie que era hijo natural y nadie lo sabe.
Matilde dice que siente asco “Con razón Manuel nos desprecia” Su
familia con tal de venderla la hubiese casado hasta con un
asesino.
En Valle Hondo, Renato y el flamante novio beben delante de la
chimenea. Renato le dice que la “recién casada debe estar
ansiosa” esperándolo.
“No pienso acostarme con ella” gruñe Greñaldo.
“Humbertito tienes que hacerlo”
“¡No me pienso meter en su cama!”
Muerto de risa, Renato le recerca que en la noche “todos los
gatos son pardos”.
“No quiero perjudicarla más” gime Humberto “Josefina es una
buena mujer”
“Te está esperando” le insiste su amigo
Exasperado, Greñaldo le retuerce la cara aRenato y le dice que
se calle.
Varias viñetas y cambios de vestidos de Mati indican el paso de
los días. Vuelven a sangrar a Manuel, Antonia llora en brazos de
Damiana, a caballo el administrador inspecciona los sembrados.
Matilde pasa una esponja por las piernas de su marido. Con ayuda
del Padre Urbano lo da vuelta para limpiarle la espalda. Se
horroriza al ver las marcas de latigazos. El sacerdote que
cuenta que Joaquín mandó azotar a su propio hijo cuando el niño
sólo contaba doce años y nada más que porque quería aprender a
leer. “Tu marido no ha tenido una vida fácil” añade
Benigno habla con el Lic. Quintero. Cree que ya no sospechan de
el, puesto que dijo que nunca fue a Rió Blanco y se quedó en el
pueblo.
En Valle Hondo, Finita reprocha a su marido que su matrimonio no
se ha consumado todavía. “¿Cómo sigues de tu dolencia?” le
pregunta. Al parecer Humberto le inventó una enfermedad venérea
“No me mortifiques” le dice él de mal modo “A los hombres nos
suceden estas cosas”. Se va. Finita llora y su nana la consuela,
pero le dice que todo esto es un castigo por haberse casado a
escondidas
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