Capítulo 30.
- El Regreso de Sir Adolfo
Por: Maria Elena Venant
Antonia se queja del hospital, de lo mal que huelen los
enfermos, del olor a orina. Damiana está harta de comer en el
cuarto. Dicen que hay que convencer a Manuel para que le
devuelva la administración de la hacienda. Damiana pregunta que
hay en el frasquito “¿Estuviste esculcando en mis cosas, Nana?”
“Solo fui a buscar un pañuelo y se cayó de tu bolso. Pensé que
estabas mala”
La “reinita” le explica que es una droga muy peligrosa a la que
sólo tienen acceso los médicos. “¿Para curar qué?” pregunta
Damiana “No lo sé” “¿Para qué la trajiste?” No lo se” Damiana
esconde su malévola sonrisa.
Prudencia le explica a Rosario que no duda que a Manuel le de
gusto conocer a su madre, pero luego le dará vergüenza
“Especialmente a la Niña” recalca Rosario “Nosotras venimos de
una familia decente” dice Pru orgullosa (¡Si decentísima,
ladrones, estafadores, mentirosos) “Para ella (Mati) fue un
golpe saber que su esposo era un bastardo) Rosario se sorprende
al saber que Matilde no conocía ese detalle “Pero lo perdonó
porque el culpa no tiene” dice Prudencia. Ella entiende que
Rosario tiene derecho de acercarse a su hijo y gozar del
bienestar del que el goza. Rosario dice que no quiere cosas
materiales “Mejor que ni hijo fuera pobre” dice “Ese es un
pensamiento egoísta” le dice la tía de Matilde Rosario se yergue
digna “No soy tan burra para no saber que saber que soy la madre
de Manuel causara más vergüenza que gusto. Pero tampoco me
quiero ir. Quiero verlo aunque sea de lejos” “No te estoy
pidiendo que te vayas. Aparte del Padre urbano quien más sabe la
verdad. Rosario dice que Silvano pero que no hablara. “Hay que
inventar algo” dice Pru “Pero que sea convincente. Matilde no es
tonta” “Me tiene que jurar que nadie más lo sabrá. Es por el
bien de su hijo”. Desesperada, Rosario cae en la trampa y jura.
Esta familia de Matilde es un peligro.
En sus tierras, Catalina Heredia sentada en una roca del
riachuelo, pinta mientras canta y tose. De entre los árboles
aparece su caballero andante. Lo ve, se emociona y lo llama. El
le pregunta sorprendido como la dejan venir sola. Ella le dice
que su madre no sabe “¿No me echara UD. De cabeza?” pregunta
Adolfo le pide que tampoco diga que lo vio.
Delfino llega al galope a San Cayetano. Silvano que no lo conoce
intenta detenerlo. Los criados le explican que es el sirviente
de Don Felipe. Silvano pregunta por El Administrador. “Mañana le
dará sus razones a Don Manuel” dice Delfino y pasa de largo.
Delfino entra a la casa y manda pedir por la señora. Matilde
baja apurada. Le dice que Adolfo no debe llegar. “Traigo el
dinero” dice Delfino Mati impaciente le dice que Humberto ya se
marchó y que Remigio Quintero anda tras la pista de Adolfo. Ya
sabe que es Felipe. El criado se confunde “¿Entonces Don Manuel
sabe que Felipe y Adolfo son la misma persona?” Matilde miente
(y con razón) dice que si. Delfino se preocupa “Se canijeo el
patrón” ¿La golpeó? Mati enojada le dice que eso no le incumbe y
lo echa.
En el bosque, Adolfo y Catalina platican. El le cuenta que
Manuel lo envió a comprar armas, pero que tuvo que hacerlo con
mucho sigilo para que no sospechase el Alcalde ¿UD esta casado?”
pregunta atrevidamente Catalina. El le responde negativamente.
Yo tampoco tengo novio. Debe ser bonito tener un novio.
UD. Es muy bonita, pronto vendrá alguien
“Primero tengo que aliviarme de la tos. A veces pienso que nunca
me voy a curar”
“Usted es muy joven” se compadece Adolfo “Va a ser dichosa, se
lo merece”.
Dionisio avisa a Quintero de la llegada de Delfino. El Alcalde
comenta al ayudante que no cree el cuento de que a Felipe lo
mandaron por un encargo del patrón. “No estaría mal hablar con
ellos Y si no sueltan la lengua, les ponemos una buena
calentadita”
En Cerro Alto, Manuel conoce al oficial en cargo El Teniente
Yves Santibáñez de La Roquet (Harry Geithner) quien le dice que
son parientes. La tía Enriqueta Fuentes Guerra, hermana de
Joaquín, se caso con un francés. La Hermana de este se casó con
un mexicano y fueron los padres de Yves. A pesar del parentesco,
Manuel insiste en ver las reses.
Matilde llora la partida de Adolfo, irritando a su tía que esta
muy contenta. Se han librado de Adolfo y de Humberto. Llaga el
sacerdote y exige hablar con Matilde en la capilla.
Rosario le dice a Urbano que deben ocultarle a todos que ella es
la madre de Manuel. “¿Por cuanto tiempo se sostendrá esta
mentira?” Rosario dice que no aguantaría ver la vergüenza en los
ojos de su hijo. Y le dice firme al sacerdote “Si usted se lo
cuenta, me marcharé y para siempre” Urbano la acusa de terca
como mula y orgullosa como Lucifer”
Damiana platica con Ceferina y se entera de todas las mentiras
de Rosario. ¿Por qué miente? “Esconde algo” dice la criada
En la capilla Urbano dice haberse quedado PASAMADO CON LA
CONFESIÓN DE LA señora Fuentes Guerra. Le dice que pedir perdón
no justifica sus faltas. “¡Hasta me hiciste mentir a mi!” Mati
jura amar a Manuel, pero el sacerdote la acusa de haberle sido
infiel con otro hombre sin medir las consecuencias. ¿Qué tal si
hubiera tenido un hijo de Adolfo? “Mi falta no es tan grave”
solloza Matilde “Fueron solo unos besos” “Igual es vergonzoso e
impropio de una muchacha bien educada. Le cuenta Mati que Adolfo
volvió “Estoy arrepentida no se que hacer” “
“Yo si sé. Debes contarle todo a tu marido”
“Tengo mucho miedo que no me perdone”
“Aún así tienes que decirlo”
Delfino encuentra su patrón y le de dice que Manuel ya sabe su
verdad. El lic. Quintero se lo dijo y Doña Mati no quiere que
regreses. Adolfo insiste en volver No puede dejar a Matilde sola
a mercede de la ira de Manuel. Además es importante que Manuel
sepa que Matilde siempre le pidió que se marchase. “¡A el no le
importa! Grita Delfino “Me importa a m i” gime el caballero
Catalina en su calesita llega a su hacienda y busca su
hermanita. Le dice que fue a pintar “Lo tienes
prohibido”.Catalina quiere ir al día siguiente a San Cayetano.
“Lo que tu quieres es ir a ver al Señor Felipe”. Le dice que
Clara no lo permitirá, a ella no le agrada Manuel A Catalina se
le ocurre fingir ir al pueblo y luego correr a la hacienda. A su
hermana no le agrada la idea. “Nuca se puede contar contigo” se
queja Catalina.
A Quintero ni lo calienta el sol. Ha recibido un cable de Ramón
Márquez. Le enviaran un inspector a vigilar sus manejos. Cree
que Manuel se ha ido a quejar de él. Más odio le toma a Fuentes
Guerra. El ayudante se asusta. El Alcalde no puede atacar
abiertamente a un hacendado. ¿Quién te dijo que será
abiertamente? Le dice su patrón. Hay gente entre los peones de
la hacienda que pueden hacerle el favor.
Rosario busca su nuera y le confiesa que la ha mentido
“Yo soy de aquí de Barranquillas y conocí a la madre del Señor.
Era una muchacha sencilla y buena”. Luego volvió a encontrarse
con ella en el norte, donde Rosario era sirvienta. Le dice que
la “otra Rosario” lloraba constantemente, su único consuelo era
soñar que su hijo tendría acceso a una educación. Tuvo razón, a
Rosario se le ilumina el rostro “Ahora es un doctor, un hombre
instruido” “Por que no volvió” pregunta Matilde. Le dice que por
vergüenza. Manuel no debe saber que su madre se dedico a la mala
vida
“No la juzgue mal. El hambre quita la voluntad. Uno cae”
“¿Tu también?
“No yo no, pero sé como es”
Termina diciendo que la otra Rosario practicó la prostitución
“hasta que Dios se la llevó”
Por eso dije tantas mentiras. El Señor Manuel no debe saber”
Sr. Adolfo cargando cajas con armas cruza la entrada de la
hacienda
Los peones lo saludad “Ayúdenme con esas cajas. ¡Llévenlas al
despacho!”
Ceferina interrumpe a Rosario para avisar que llegó el
Administrador y le urge hablar con la patrona. "¡Niña Córralo!”
pide Rosario “¿Como Rosario? Solloza Matilde.
Felipe se encuentra con Silvano y lo recuerda de la iglesia de a
noche del incendio. Silvano le dice que Manuel lo dejó a cargo.
Se sorprende que no le haya dicho que había< enviado a
Santamaría a buscar armas
Baja Matilde y pide hablar a solas con l Administrador Le dice
que el Alcalde ya conoce su identidad. ¿Cómo se enteró? Pregunta
Adolfo “no sé” dice Mati
“Ten compasión. Si alguna ve me quisiste, vete”
Adolfo destrozado le responde “Todavía te quiero”
“Pero yo ya no” dice Mati turbada
“Hace tiempo que lo sé” llora Adolfo “Pero necesitaba aceptarlo”
“Por favor perdóname” dice Matilde destrozada
“así es la vida” responde Felipe “Delfino y yo nos vamos. Si
Manuel fuera una mala persona Te llevaría de su lado. Te deseo
que sean felices” voltea con los ojos llenos de lágrimas “Con
Permiso…Señora” sale.
Mati se desploma llorando en la escalera
“perdóname Adolfo. No fue culpa mía. Te lo juro”
Al salir Adolfo se encuentra con el Acalde Alimaña “Sr.
Santamaría con usted quería hablar de un asuntito. Venga
alejémonos de estos pelados para platicar conconfianza”
Se alejan
“Cuando leí el cable de San Juan de Ulua me sorprendieron las
coincidencias” Las enumera Felpe y Adolfo militares, el desertor
Delfino Pérez, y el criado Delfino Pérez, además Benigno oyó que
a Santamaría lo llamaban Adolfo” Lo mira”Su verdadero nombre es
Adolfo Solís, teniente del Tercer Regimiento de Caballería, que
se fugó de San Juan de Ulua” “No tiene pruebas” responde el
Teniente Solís “Puedo arrestarlo como sospechoso. O lo puedo
tener hasta que vuelva don Manuel. ¿Porque no me cuenta que lió
se traen?” Adolfo no le responde. Quintero saca el revolver “¡vámonos!”
Quintero ordena del arresto de Delfino. Los amarran a ambos a
caballos. Desgraciados! ¡así se los van a llevar! Silvano les
grita que por qué se los lleva “Dame caballos” le responde
Remigio. Silvano, pide que lo espere va a buscar los caballos.
El cerdo de Quintero, no lo espera y los lleva arrastrando al
pueblo.
Suben a decirle a Mati que han arrestado a Adolfo. Agitada se
pone el sombrero y parte al pueblo (yo hubiese hecho lo mismo).
Su tía y Rosario se quedan gritándola
“¿Quieres ponerte en evidencia?
“¡Niña, no lo haga!”
Matilde dice que no permitirá que vuelvan a cometer una infamia
contra Adolfo. Sale. “No la deje ir” suplica Rosario. Pru
intenta seguirla, pero accidentalmente Rosario le ha pisado l<
falda y no puede hacerlo.
En la cocina, Damiana destila veneno “Me parece una imprudencia
que la Señora hay ido al pueblo. Una señora no se mete en esas
cosas. Se nota que le importa mucho el Sr. Santamaría”
En el pueblo, Toñita con un dos piezas color ladrillo precioso
pasea con Renato y comentan la huida de Felipe que parecía tan
serio. Por el otro lado, sin que los vean llegan el Alcalde y
sus hombres arrastrando a los pobrecitos Adolfo y Delfino.
Llevan a Adolfo con el Alcalde. Remigio pide que los dejen a
solas. Le dice al falso Admistrador que Fuentes Guerra no debe
estar buscándolo para nada bueno. Tiene tres opciones o enviar a
Adolfo a San Juan de Ulua; entregárselo a Manuel o soltarlo y
quedarse callado
“Pero nadie hace nada por nada”
Adolfo pregunta que quiere de él “El Dr. me cae gordo” confiesa
Quintero “Quiero que se lo eche”
“¿Qué lo mate?”
“¿A poco nunca se ha reventado un cristiano? Decídase mi
Estimado. UD o él”
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