Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!
  Una Voz Que Pide Ayuda

Segunda Parte


 

Estaban temerosas.  Antes de salir, el múcaro les contó que en la Isla Nena se oían  ruidos como de estruendo.  Que hacía como sesenta años estaba prisionera allí una hermosa sirenita que en vez de cantar gemía.  Que una gran águila pecosa  devoraba a todo aquel osara acercarse a la isla.

 

A medida que se adentraban en la quejosa isla, aquel grito de socorro se tornaba más perceptible aún.  Al llegar, la cotorrita algo agotada por el peso del coquí, decidió descansar sobre la copa de una milenaria ceiba.   Al posarse en una de sus ramas, vió la amenazante silueta de una gigantesca águila proyectada sobre el suelo.  Confundida, en vez de refugiarse debajo de las ramas del hermoso árbol, alzó nuevamente el vuelo.  Pero la hambrienta águila se abalanzó frenéticamente sobre la temerosa avecita derribándola de un sólo zarpazo.

 

Un hermoso caballito de paso fino que pasaba por allí, al ver aquel desigual combate, se llenó de indignación.  Cuando la espeluznante y monstruosa águila se acercó para rematarla, el robusto corcel, alzó sus poderosas patas delanteras, y las blandió furiosamente varias veces en el aire, y las dejó caer con tanta fuerza sobre la insensible ave de rapiña que la hizo alejarse dando tumbos mortalmente herida.

 

Afortunadamente, ni la cotorrita criolla ni el coquí sufrieron mucho daño.  Sólo algunos rasguños pero nada más.  

 

- ¿Qué hacen aquí? - les preguntó el valiente corcel -.  ¿No ven que es peligroso adentrarse tanto en estos peligrosos caminos?  

 

- Nos dirigimos hacia donde surge una quejosa voz pidiendo ayuda - contestó el coquí -.  Mi amiga y yo decidimos averiguar qué ocurre.

 

- Hace días que yo también la escucho.  Los acompañaré - dijo el orgulloso potrito, doblando sus patitas delanteras para que la cotorrita y el coquí se subieran a su lomo.  

 

Después de pasar un bellísimo río de cristalinas aguas más allá donde vive el sauce lloroso, sus corazones se partieron en mil pedazos.  Todos los valles, desde el norte hasta el sur, desde el este hasta el oeste, estaban llenos de enormes cráteres.  Una gran cantidad de esqueletosos armamentos yacían sobre ellos.  Cañones de todo tipo, balas de cobalto...  Aquellos valles parecían un cementerio de desperdicios.

 

Las hermosas creaturas vieron cómo el paisaje agonizaba lentamente.  Ya los frutales no daban frutas.  Las flores, no florecían.  Las semillas, no germinaban.  Las aves, no cantaban.  El mar, no susurraba.  El Astro Rey, ya no daba luz.      

 

- Caballito, ¿cómo vamos a continuar caminando por entre  toda esta oscuridad? - preguntó el entristecido y lloroso coquí secándose sus lágrimas con una hoja de yagrumo.

 

- No lo sé.  Tal vez  Dios nos ilumine el camino.  No terminaba el brioso corcel de decir esto, cuando de repente, flotaron en el espacio como suaves plumas de seda y terciopelo.  Sintieron la continuidad del pasado, del presente y del futuro.  De lo cercano y lo lejano.  De lo efímero y lo eterno.  Experimentaron la proximidad de la Isla Nena en toda su extensión.

 

Después de flotar por varios minutos, se posaron sobre un blando y gigantesco coral purpurino que brotaba de un cristalino lago de aguas subterráneas.  Asustadas, oyeron una vez más la voz que a duras penas les decía... 

 

Continúa...

 

Primera Parte        Segunda parte       Tercera parte

 

Home     Mis Mejores Amigos     Mis Pasatiempos Favoritos     Escribeme