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 EDITORIAL

Los primeros 100 días de Ibargüen

Si mal no estamos, la historia de los 100 días se remonta a la era de Napoleón y a su regreso triunfal al poder del cual había sido despojado transitoriamente por una coalición de naciones oponentes. De allí en adelante, el término se adoptó por caprichosas y acomodaticias variaciones del idioma, como un pre balance de las gestiones gubernamentales, tal vez sin mayores elementos de juicio en tan corto ejercicio.

Lo cierto es que estamos a una semana de que se cumplan los primeros 100 días de gobierno del gobernador Julio Ibargüen y de los alcaldes posesionados el pasado primero de enero, de cuyas perspectivas nos ocuparemos por separado.

Conscientes pues de las limitaciones de tiempo para emitir juicios medianamente aceptables de valor, y a sabiendas de lo difícil de la coyuntura que en todos los órdenes atraviesa el departamento, imposible de sanear están corto espacio, vamos a referirnos a la percepción que hemos recogido en diversos sectores y que, desde luego, compartimos sobre el desempeño de la administración.

Muy en consonancia con su talante personal amigable, honesto, sencillo y conciliador, el logro más importante de Ibargüen Mosquera en estos días es haber generado un sentimiento de confianza, de esperanza y de seguridad en que lo que se hace obedece al interés público, no sujeto a condicionamientos secundarios.

No se trata de algo sin importancia para dejar de lado con ligereza. Recalcitrantes opositores a su elección nos han manifestado que están gratamente sorprendidos con el equilibrio y sensatez de sus decisiones, algo que permite abrigar favorables expectativas sobre el resto de su período que, todo hace suponer, se extenderá a cuatro años.

Las anteriores afirmaciones no son gratuitas. Para comenzar están basadas en la gobernabilidad con la cual inició su gestión. Además de respetar los acuerdos políticos que precedieron su elección con amplia participación de gentes del MIR y del MLP, comparte el consejo de gobierno con negritudes, conservadores e independientes. No es menos significativa la de las regiones y la de la mujer, tan evidentemente excluidas en el equipo de gobierno de la alcaldía de Quibdó, para solo citar un ejemplo.

Una cosa admirable: a pocos días de haber asumido Ibargüen Mosquera el cargo, y como muestra de solidaridad con empleados y pensionados, ordenó el pago de algunos meses de la deuda acumulada y asumió el compromiso público de seguir haciéndolo en la medida que los ingresos de rentas de libre destinación lo permitan, poniendo de presente la filosofía de que "primero es el hombre", según uno de nuestros columnistas, y en consonancia con la estructura de su formación social. Nos atrevemos a pensar que en el mismo sentido ha motivado a sus agentes descentralizados –entre ellos la lotería– para que procedan de igual manera.

Es preocupación prioritaria de la actual administración el logro de un replanteamiento en el acuerdo de la reestructuración de pasivos, suscritos en la administración anterior con base en la ley 550. Incumplido por las partes signantes en mayor o menor grado, pero sobre todo por el departamento. Cualesquiera que sean las alternativas que se acuerden con el Ministerio de Hacienda –revisión del pacto fiduciario, un nuevo escenario financiero que garantice el pago de las acreencias, obtención de recaudos etc– el gobierno departamental debe aplicarse a fondo en este objetivo, sin cuya solución seria no podrá avanzar en ningún sentido.

En resumen: Ibargüen Mosquera goza hasta ahora de un amplio margen de credibilidad que ojalá conserve con acciones positivas en los años por venir. Para su bien y el de los chocoanos que confiamos que le siga haciendo honor a su condición de hombre de bien.

Sus primeros cien días no arrojan milagros, pero si perfilan buenos propósitos en los cuales hay que perseverar sin desviaciones.

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