Un e-mail de una de mis gentiles visitantes
(gracias Gabriela), me inspiró a escribir esto.
El final de la sigla BDSM corresponde a SadoMasoquismo.
Pero ¿tiene el sadomasoquismo algo que ver con nuestros juegos? El
padre del psicoanálisis, Sigmond Freud dice en “El problema
económico del masoquismo” (1924) que:
“La existencia de una tendencia masoquista en la vida
instintiva de los seres humanos puede ser correctamente descripta
como misteriosa desde el punto de vista económico. Pues si los
procesos mentales son gobernados por el principio del placer de
modo tal que su principal objetivo es evitar el desplacer y y la
obtención del placer, el masoquismo es incomprensible. Si el
sufrimiento y el desplacer pueden no ser simplemente advertencias,
sino, en realidad, objetivos, el principio del placer es
paralizado – es como si el vigía de nuestra vida mental fuera
colocado fuera de acción por una droga” (mi traducción (no, no del
original alemán. Del portugués))
Este estudio y todos los posteriores ignoran algo para mí
obvio: uno puede soportar dolor a cambio de algo placentero. Si no,
nadie iría al gimnasio, ni levantaría pesas, ni practicaría
deportes. Cuando uno entrena en serio o juega con intensidad, el
dolor es inevitable, durante o después del esfuerzo (se dice “no
pain, no gain”, sin dolor no hay ganancia). Uno va al gimnasio
sabiendo que al día siguiente va a sentir dolor, pero el placer de
sentirse bien, más fuerte (o más delgado) o la excitación de
competir hacen que el dolor no importe. Y lo mismo en nuestros
juegos. Creo que el sufrimiento es secundario (vea
puede gustar el dolor?), y que la gente que juega a BDSM busca
el placer, como todos los demás.
Y lo mismo se puede decir del “sádico”. Muchas veces los
juegos se juegan entre parejas muy unidas. ¿Disfruta uno haciendo
sufrir a alguien que ama?. Nadie que sea sano. Pero aquel al que le
pegamos sólo sufre como efecto secundario de algo que le dá placer.
Y lo que queremos es darle ese placer.
Hay un viejo chiste que ilustra una verdadera relación entre
un sádico y un masoquista. El masoquista dice “Pégame” y el sádico
le dice, para hacerlo sufrir, “No”. Nada que ver con nosotros.
No puedo resistir a la tentación de trascribir un artículo
contemporáneo sobre el tema. (Por si no está habituado al leer sobre
psicoanálisis, le aseguro que no lo inventé ni es broma(*))
Cuando somos pequeños, el instinto de vida deriva al instinto de
muerte hacia el exterior: la parte proyectada al servicio de la
satisfacción sexual se constituye en el sadismo y la otra parte que
queda fijada constituye el masoquismo erógeno. Aun así, el instinto
de muerte proyectado hacia el exterior puede ser introyectado de
nuevo para producir el masoquismo secundario.
1.Sadismo
erótico: sólo consigue excitación cuando puede hacer a los demás
lo que teme que le hagan a él. Se enfrenta a la ansiedad de
castración y a los impulsos fanáticos que dirige hacia los otros. La
finalidad de este acto es que la víctima ame al agresor y lo
perdone, para liberarse de la culpa; por lo tanto, este amor es
primitivo y narcisista.
2.Sadismo
criminal: surge como consecuencia de la defusión del Eros y el
Thanatos, con la desviación del último, que se expresa sin la
modificación de la líbido.
3.Masoquismo:
evitación del dolor temido a la castración gracias al sufrimiento
real, debido a experiencias que hayan unido el placer al dolor,
creencia que la autocastración sustituye la castración verdadera,
anticipación del daño esperado para poder controlarlo y la sumisión
como medio inconciente para obtener la protección del padre.
4.Masoquismo
femenino: el deseo de ser amada por el padre se expresa en la
fantasía de ser castigada por él, originada en los estados precoces
del Edipo. Tiene dos finalidades, la de desplazar al exterior el
daño que teme del pene "malo" que ha introyectado y la de que éste
destruya lo malo que hay en su interior, contrarrestando la acción
de los objetos peligrosos que han sido incoporados.
5.Masoquismo
moral: existe un sentimiento inconciente de culpa, que motiva la
búsqueda de sufrimiento y el efecto llamado "reacción terapéutica
negativa" (oposición al cambio). El masoquismo procede del yo, que
pide ser castigado por el super yo, el padre, o por elementos
externos.”
Si Ud se siente representado por lo que
dice allí, peor para UD. Por mi parte, no tengo sentimientos
inconcientes de culpa, no tengo temor a la castración, y desde luego
no creo haber sufrido "una defusión del Eros y el Thanatos”,
suponiendo que estos existan. (Desde luego, un psicoanalista lo
soluciona fácil: estoy negando el problema. No necesita probar lo
que dice. Como lo dijo Freud, o Lacan, o Carl Rogers o quien sea el
Maestro de moda, es cierto (desde luego, ellos tampoco necesitan
probarlo. Son Ellos)).
Por lo tanto, creo que las
relaciones de BDSM no son relaciones sadomasoquistas, si es que
tales relaciones existen (y que por lo tanto, la sigla está
equivocada) sino entre personas normales, a las que les gusta dar y
recibir placer, como a todo el mundo y que han descubierto una forma
diferente de lograrlo.
Aparte, a quién le importan las
etiquetas? Si Ud. cree que lo que hace y disfruta no es BDSM, y no
se siente representado por la sigla, tiene mi permiso(?) para seguir
disfrutándolo igual (y está invitado a seguir visitando mi página si
algo de lo que se dice aquí le interesa).
Una sigla es una sigla, y sólo una
sigla. Lo que importa es disfrutar