Dónde y cómo pegar
Hay áreas (las más claras en el
dibujo) donde las palmadas son más agradables, y áreas donde se sienten peor
(cuanto más oscuras, más desagradable). Aún cuando la mayoría de las
palmadas deben caer en las áreas más claras, la proporción, entre esas y las
otras dependerá del tipo de nalgadas que se quieran dar. Aquí vamos a hablar
de azotainas de castigo, ya que hay otro artículo sobre
azotaínas sensuales y sexuales.
Si la está castigando, se supone que esté
enojado, disgustado. Así que háblele duramente, llámela por su nombre
completo, dé órdenes secas. No sea amable, guarde eso para después.
Para castigo, debería pegar bastantes
palmadas en las áreas desagradables, especialmente en los muslos.
No trate de pegar en los dos lados
simultáneamente. Pegar de un lado por vez permite mayor control, y una
cobertura más pareja del área.
No hace falta un período de calentamiento
para una azotaina de castigo. (Pero se arriesga a dejar más moretones). El
precalentamiento (comenzar azotando con la mano suavemente e ir
incrementando la intensidad lentamente) es obligatorio para todas las demás
sesiones, aunque planee terminar con una paliza salvaje con la caña. En esta
puede pegar fuerte y rápido desde el comienzo.
Aquí tiene otra elección: para conseguir el
máximo de dolor, y resultados más duraderos, debería elegir un punto de cada
lado, por ejemplo, el punto donde las nalgas se juntan a los muslos, el área
más sensible, y pegar siempre en los mismos puntos alternando los lados. Con
un ritmo un poco más rápido del tiempo que le tome al sumiso procesar el
dolor, este se acumulará y se acumulará, produciendo más daño con cada
palmada, para que le quede algo para recordar cuando se siente al día
siguiente. Cuando piense que es suficiente, cambie los puntos (o siga hasta
dejar dos puntos rojo tomate).
Otra posibilidad es golpear con un esquema,
digamos, arriba a la izquierda, arriba a la derecha, abajo a la izquierda,
abajo a la derecha. (O tres áreas, arriba, en el medio y abajo). Para que
esta técnica tenga el mismo efecto que la anterior, deberá pegar algo más
rápido. El resultado serán unas nalgas con un rojo parejo. Si pegó también
en los muslos, parecerá que está usando shorts rojos.
Si bien un esquema regular es mejor para que
el dolor se acumule, es demasiado cómodo para el castigado poder anticipar
donde caerá el próximo golpe. Así que, después de algún tiempo sorpréndala
con cambios de ritmo o de esquema. Puede darle algunos golpes en el interior
de los muslos, o a los costados de las nalgas cada tanto. Pruebe dar varios
golpes muy rápidos en el mismo punto.
Después de algún tiempo, cambia de ritmo. Una
dosis furiosa de palmadas muy rápidas será abrumadora. Después, por un rato,
pegue más lento pero mas fuerte.
Deténgase cada tanto a masajear las nalgas,
no para acariciar, sino para retrasar el entumecimiento producido por la
sobrecarga en las terminaciones nerviosas. Podría utilizar estos descansos
para recordarle porqué está siendo castigada, para preguntarle si se
arrepiente, o qué piensa hacer para evitar que el castigo se repita.
Personalmente, odio esas interrupciones. Con mi trasero para arriba y
dolorido, quiero que el castigo termine. No es para mi el momento adecuado
para una charla. Así que hágalo.
¿Cuán fuerte y por cuanto tiempo? Depende del
sumiso.Pero los antiguos disciplinarios opinaban que
para que un castigo hiciera efecto, debía durar hasta que el castigado
dejara de resistirse, y se sometiera al castigo. Harían falta algunas
lágrimas. He escuchado de madres y padres frases como “hasta que deje de
llorar”, o “hasta que me duela el brazo”, pero probablemente sean abusar.
También leí, de una directora de escuela (¿ficticia?). “Una azotaina sólo es
efectiva si se propina hasta más allá de donde es soportable. Debe ser
bastante dolorosa como para que el castigado pierda completamente la
compostura durante la paliza, y se entregue a una reacción incontrolada de
llanto y gritos”. Para una sesión de BDSM, yo diría (pero no me considero
una autoridad) que debe ser tan severa como sea posible sin que el sumiso
diga la palabra de seguridad.
Para variar, puede probar otra técnica: pegue
al ritmo de la música. Seleccione un tema con el ritmo apropiado, y pegue a
ese ritmo. Al cabo de un tiempo, parecerá que las nalgas del castigado bailan
a ese ritmo.
¿Y después de la azotaina?
Si bien todas las escenas deben terminar con
abrazos y caricias, consolando al sumiso, y demostrándole que es apreciado y
querido, y aún cuando las sesiones de castigo no son una excepción, pienso
que eso debería ser pospuesto por algún tiempo. Haga que se levante y
mándela al rincón con las manos sobre la cabeza o los brazos cruzados atrás.
Hay un conflicto aquí. Si no la deja tocarse las nalgas después de la
paliza, el ardor va a durar más, pero Ud. se va a perder uno de los placeres
de las nalgadas: ver al castigado bailando de dolor mientras se frota
furiosamente las nalgas. Su elección: ella sufre o Ud. disfruta.
Mandarla al rincón no es sólo conveniente
para alargar el sufrimiento y darle tiempo para pensar en cómo debe
comportarse, pero también para permitirle a UD. verla moverse, bailar un
poco, y para admirar su obra, admirando sus nalgas rojas e hinchadas.
Entonces hágala agradecerle el castigo, haga
que le cuente sus buenas intenciones para el futuro, hágala humillarse. Las
muestras de remordimiento son una condición necesaria para el perdón, y una
prueba de que el castigo fue suficientemente severo.
Y entonces, finalmente, los abrazos y
caricias, para mostrarle que está perdonada, y que todo irá bien de aquí en
adelante.