El Rotteweiler debe
tener una expresión carente de temor, con un cierto aire de distanciamiento. Es
un perro inteligente, dotado de una gran adaptabilidad a las circunstancias y
extremada resistencia. Ahora bien, para valorar una raza se tienen que tener en
cuenta muchos aspectos y no sólo su físico e inteligencia. El carácter del
Rottweiler es un conjunto de disposiciones, particularidades y actitudes físicas
y psíquicas, innatas o adquiridas que determinan el comportamiento del animal
con relación a su entorno.
Es de temperamento
amable y tranquilo, muy afectuoso, obediente y valiente. Tiene gran necesidad de
movimiento y actividad por lo que necesita ejercitar sus músculos con largos
paseos.
Sus emociones son
controlables y es bastante equilibrado. Como es poco desconfiado reacciona con
tranquilidad ante las influencias de su entorno. Sin embargo, si se siente
amenazado se defiende o defiende a su amo y familia rápidamente a causa de un
instinto combativo y protector que está extremadamente desarrollado. Soporta el
dolor sin temor. En el momento en que la amenaza desaparece, su espíritu
combativo cesa instantaneamente y recupera su temperamento tranquilo.
Hay una serie de
rasgos en el carácter de algunos rottweilers que pueden ser considerados como
defectos e incluso pueden influir en su transmisión genética. Este es el caso
de la hipersensibilidad. Esta es la facilidad de responder ante estímulos de
muy baja intensidad. Por ejemplo cuando un perro expresa temor ante una acción
poco aversiva o alegría ante estímulos de poco contenido afectivo.
Este factor se
desarrolla más en las hembras que en los machos, pues son más sumisas y, si no
es muy acusado, no se considera un defecto en los perros de compañía aunque sí
en los de guarda y defensa. Sin embargo la hipersensibilidad merma las aptitudes
para el adiestramiento y además es hereditaria, por tanto sería preferible, si
puedes elegir, no seleccionar cachorros con esta característica.
La timidez es otro
problema muy frecuente y afecta a todas las razas caninas, pero, claro, en las
razas de utilidad se hace mucho más notable.
La timidez en el
perro tiene su origen en el antecesor de éste: el lobo. La timidez es necesaria
en todo animal salvaje pues es la que lo preserva de correr riesgos
innecesarios. La gran timidez del lobo le ha hecho guardar siempre un gran
misterio para el hombre pues no ha permitido que éste se acercase demasiado,
con lo que tampoco ha acercado demasiado su fusil (si confiásemos en el hombre
el lobo se habría extinguido hace ya bastante tiempo). Con el perro la cosa es
diferente. Desde los principios del neolítico el hombre y el perro han
establecido una relación de dependencia, surge el contacto permanente y de ahí
la confianza. Por tanto la timidez se ha ido perdiendo con el paso de las
generaciones. Sin embargo hay una serie de ejemplares que siguen manteniendo
esta característica.
La timidez tiene dos
formas de manifestarse:
Agresividad, su principal mecanismo de defensa y con el que compensa su falta de
seguridad.
Inhibición, desconfianza y miedo al objeto intimidatorio. Si persiste su
inseguridad el perro optará por la huida pero si ésta es imposible puede
reaccionar de dos formas llevado por el instinto: compensar su miedo con la
agresión o rendirse en sumisión.
No debemos confundir
la timidez con la desconfianza aprendida. Todos los perros tímidos son
desconfiados pero no todos los perros desconfiados son tímidos. Aquellos
ejemplares destinados para la guarda son entrenados para que desconfíen de todo
lo novedoso que entre en su territorio. Esto puede hacerles parecer un poco tímidos,
pero no es así. De hecho aquellos que no adquieren el rasgo de desconfianza
durante el aprendizaje no so aceptados para la guarda.
Existe una timidez aprendida o timidez de origen ambiental. Ésta es la que
poseen aquellos perros que han pasado sus vidas en perreras, atados a una soga o
han sido maltratados.
Otro tipo de
comportamiento que se observa en algunos rottweilers es el bloqueo nervioso ante
la presa. Esto ocurre cuando tienen el instinto de presa muy desarrollado y
reaccionan ante los motivadores de yute, "churros" o incluso las
mangas de protección de los figurantes con un instinto tan atroz que al
apresarlas se produce un bloqueo del sistema de entrada de información,
haciendo que el perro desobedezca todas las ordenes que provengan del exterior.
A veces los únicos sistemas que funcionan para que el ejemplar suelte la presa
son los collares de púas o eléctricos e incluso chorros de agua. El bloqueo
nervioso tiene una clara base hereditaria y si bien no se hereda el
comportamiento sí su predisposición. Por tanto estos perros no son muy
aconsejados pues a veces resultan muy problemáticos si no se les da un
entrenamiento adecuado.
El Rottweiler es una
raza claramente dominante. Debe poseer un jefe que los domine, de lo contrario
serán ellos quienes se conviertan en sus propios jefes. Por tanto, desde pequeños
hay que practicar las técnicas de imposición de autoridad. La intensidad de
nuestra agresión dependerá de la agresión por parte del perro. Esta agresión
deberá ser siempre repelida con las manos, nunca con objetos como periódicos,
cinturones, trapos o patadas. Los perros no entienden los castigos físicos con
objetos, pues ellos en su repertorio de lucha no los utilizan.
Aunque la dominancia
se puede considerar un factor hereditario, pues ejemplares dominantes
proporcionan generalmente sujetos también dominantes, es también cierto que
existe la dominancia adquirida, que es la que acabamos de describir, cuando el
perro advierte inseguridad en su amo y se convierte en el jefe de la familia.
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