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EL CHOCÓ DE AYER

De la edición 2156 del periódico ABC (marzo 16 de 1930)

El señor Talero pide que un tribunal de honor decida sobre los asuntos del Colegio Carrasquilla

Quibdó, marzo 15 de 1930

Señor director de ABC – E. S. M.

Muy estimado señor y amigo. En la edición de ayer de su importante diario, tuve ocasión de leer una carta firmada por el señor Eduardo Rendón Toro. La única verdad que dice es la de que inmerecidamente ocupa el puesto de rector del colegio Carrasquilla. Ya lo creo. Este hecho está en la conciencia absolutamente de toda la sociedad quibdoseña y en cada uno de los alumnos del citado plantel, que lo repudian por carecer de títulos. No digamos de títulos profesionales porque la desgracia y la suerte adversas y volubles y a quienes no se puede culpar, impidieron al citado señor pisar los claustros de un establecimiento de segunda enseñanza. De esto, él no tiene la culpa. Pero lo que sí es imperdonable es que tenga la frescura de querer continuar al frente de su establecimiento en donde quizá como alumno no lo haría mal. Atento y seguro servidor. Joaquín Talero Morales

De la edición 2157 del periódico ABC (marzo 17 de 1930)

Un rato de charla con el presbítero don Alcides Rojas Peña

Hace algún tiempo que veníamos acariciando la idea de entrevistar al presbítero Rojas Peña, sacerdote chocoano, que está desarrollando una labor muy acorde con su misión y muy patriótica por otra parte.

Cuando menos lo pensábamos nos hallamos en su presencia y después de un corto preámbulo, hablamos en la forma siguiente:

– ¿Que impresiones trae señor Rojas del Alto Tamaná que acaba de visitar?

– Muy gratas, por cualquier aspecto que se miren: difícilmente pueden hallarse mejores tierras para las industrias agrícola y pecuaria.

–¿Y los naturales de aquellas regiones no han descubierto sus respectivos lotes?

–Contados, por desgracia: Pedro Caicedo, Anselmo y Guillermo Mosquera, Eloy Salas y unos pocos más. Pero eso no es lo que debe admirar, lo que pasma es que los chocoanos pudientes no querían abrir los ojos para hacerse en tiempo a algunas hectáreas de tierras inmejorables, ahora, cuando con un costo exiguo pueden hacerlo; tierras que debidamente cultivadas podrían proporcionarle mañana ingentes cantidades de dinero: que yo sepa tan solo los señores Fulgencio Benítez y Luis José Agualimpia se han procurado sus lotes que ya tienen cultivados y que les están produciendo.

– ¿De manera que son tierras fértiles?

– Como le dije al principio: para la agricultura y para la ganadería con dificultad pueden hallarse mejores.

– ¿De tal suerte que es tiempo de hacerse uno hacendado con poco costo?

– Sí señor. Ahora es tiempo de conseguir tierras gratis. (El padre nos lee las diligencias que hay que llenar para obtener la adjudicación de baldíos); después vendrá la boleta de arriendo y el pago por casas, por crías, por labranzas, hasta por echar el sueño, como dicen ahora, en una palabra la esclavitud disimulada.

–Para terminar, ¿qué me dice de la población que usted trata de fundar o ha fundado en el río Sipí y que lleva el nombre de San Agustín?

– Que a Dios gracias, después de mucho bregar y trabajar, está siendo una realidad: hace algunos días recibí una importante comunicación de Bogotá en que los dueños del terreno ceden el necesario para la nombrada población.

– ¿Y quiénes sin estos señores dueños?

–La distinguida familia Rosales (doctores Ramón, Miguel, Luis, Felipe) quienes con un levantado rasgo de patriotismo no han tenido inconveniente en desprenderse de unas cuantas hectáreas de sus tierras en el Chocó.

–¿Y los sipeños cómo recibirán la noticia?

–Ellos tienen que recibirla con júbilo porque ya están empapados de que la nueva población de San Agustín redundará en beneficio del municipio de Sipí: a nadie más que a ellos conviene el nuevo poblado que ya fue elevado a la categoría de puerto fluvial.

–Gracias S.R., y hasta otra menos larga.

Corresponsal Sipí, febrero de 1930.

Suspensión de obras por crisis fiscal

Personas sabedoras de lo que pasa en las altas esferas oficiales de la intendencia, han llegado a nosotros para manifestarnos que saben de fuente fidedigna que el doctor Valencia Lozano, como una medida preventiva y en vista de la pavorosa situación fiscal, ha ordenado la suspensión definitiva de los trabajos en las obras públicas, muy especialmente en la casa de gobierno, obra que sí es de gran utilidad y de timbre de progreso a la ciudad capital, en los actuales momentos de pobreza, cuando está atrasado el pago del servicio público no tiene razón de ser.

Desde hace muchos días que venimos oyendo el deseo de pedir al doctor Valencia Lozano la suspensión de toda obra que para su realización requiera fondos de las exhaustas cajas de la intendencia; pero habíamos querido guardar un prudente silencio, dejando que el tiempo viniera a demostrar el error en que se estaba incurriendo. Pero como jamás es tarde, aplaudimos al señor intendente por tan acertada medida, que redundará en provecho del servicio público y ojalá que la suspensión sea total, hasta tanto mejore la crisis. Así lo pedimos.

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