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 EDITORIAL

El debate está abierto

Inmersos como estamos en lo relativo a la suerte que correrán las ideas liberales en Colom
bia –entendidas por ellas las que se identifican con la socialdemocracia, una internacional a la cual adherimos después de un largo proceso– francamente no encontramos correlatividad para enmarcar los aconteceres y sucesos de nuestra política regional.

Para lo primero es menester significar que el liberalismo chocoano ha sido de tendencia socialdemocrática.

Con Diego Luis, con Lozano Garcés y con Arriaga Andrade –entre otros– unas veces al lado de Gaitán y otras al de López Pumarejo, estuvimos siempre con los caudillos reformistas que en la república impulsaron los grandes cambios de la nación.

Por convicción hoy seguimos creyendo que el futuro del liberalismo colombiano radica en mantener su fidelidad con una política social radicalmente favorable a las mayorías, con intervencionismo estatal, control sobre los medios de producción, regulación del mercado y de los precios y un régimen tributario equitativo dentro de un sistema capitalista donde los que más tienen aporten más al componente común.

Son disgresiones, si se quieren irrelevantes, ante lo cual vale decir: no tenemos idea de lo que piensen nuestros actuales dirigentes –que lo son todos a nombre del partido liberal– frente a la coyuntura que se vive en el plano interno en el seno del partido y de la cual depende no solo su suerte futura sino la del país.

Desde luego no vivimos los tiempos de Adán Arriaga, de Diego Luis, de Mosquera Garcés, de Valois Arce o de Eliseo Arango, para solo seña

lar algunos de nuestros ilustres voceros en el congreso. Chocoanos todos, se encargaron y distinguieron por ello, de señalar sus diferencias ideológicas en un plano intelectual que les significó reconocimiento público, que trasciende el acontecer del tiempo.

Ahora que el conservatismo chocoano está –y al parecer seguirá– ausente de representación en el congreso los voceros liberales tienen la oportunidad y responsabilidad insoslayable de fijar una posición doctrinaria frente a las alternativas en pugna, que sirvan de norte y guía a sus adeptos y en general a la colectividad.

Con todo claridad y sin esguinces y desde luego sin oportunismos, ¿de qué lado estamos?

¿Del neoliberalismo que según los pronósticos oportunistas bajo el régimen imperante nos retrotraerán con Gaviria al ominoso pasado cuyos efectos aún padecemos, o una alternativa económica compatible con nuestra legítima ideología social?

Ojalá y podamos contar algún día en esta expectativa con las opiniones de quienes hoy son voceros en el congreso, pero no solo con las de ellos.

También con las de quienes no lo son, aspiran serlo y/o tienen algo que decir sobre el particular. El debate está abierto.

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