Chocó 7 días

Secciones

 

 

 

LA COLUMNA DE MENA MENA

¿Ingratitud y olvido?

(Nadie ha engrandecido tanto al Chocó como sus cantores y poetas)

Fue en la época del 40, y hasta los años 60, cuando se dieron momentos de ensueño y romanticismo enmarcados en un ambiente de tranquilidad, cuando los años pasaban, como en la patria boba, sin sucesos truculentos de tragedia. La hermandad chocoanista se traspiraba por los poros y nos sentíamos verdaderamente comprometidos en una causa común: a la mujer amada, al terruño y a la amistad. Cosas simples pero trascendentales para el espíritu.

Ya había pasado el ensueño de Sondereguer, el ingeniero de la costa Atlántica que convivió con los chocoanos y se impregnó tanto de nuestro entorno, su paisaje, su gente y una sociedad de bellas mujeres, que lo inspiraron en un suceso romántico de fondo y una inmensa pasión, para escribir su novela Quibdó, que pocos quibdoseños hemos leído. Sondereguer se fue para Buenos Aires (Argentina), y desde allá siguió soñando y viviendo con el corazón en las cuatro carreras y seis calles que conformaban a Citará (1928).

En una mañana, cálida y húmeda como tantas de correría política, el gran tribuno y poeta Augusto Ramírez Moreno, contagiado también de río, calor humano y la morena y perfumada altivez de la mujer chocoana, dijo en Quibdó: "El Chocó está en mí y perfuma mi corazón como un jazmín del cabo". Ramírez Moreno, desde la altiplanicie vivió amando y añorando al Chocó (1960)

Antes, en los años treinta, Carlos Mazo, el educador antioqueño, en su peregrinaje por playas, montes y quebradas, había cantado al Chocó, como ningún otro ha podido hacerlo: Pleno de quietud, / ebrio de infinito/ vas recorriendo la región ceñuda/ que circunda la cresta de los Andes/ con un solo rumor/ con una misma profundidad/ como las almas grandes, decía en su Canto al Atrato a nuestra gran vía, cuando era libre. Ya en el postrer momento recluido en un frío sanatorio en Medellín, pero su alma y su corazón disperso en el Chocó, de sus canciones y recuerdos, Mazo, el gran Carlos Mazo, el antioqueño que más nos ha querido, impotente exclama: Mi brazo se alza y cede/ mis manos solo pueden abrirse a las caricias/ o cerrarse al perdón. De su último poema Anclado está mi Barco.

Después Néstor y Rubén Castro Torrijos llenan el pentagrama musical y poético como si cubrieran todo un siglo de íntimas costumbres y sabores nativos. En sus cantos y poemas musicales, como se pueden llamar, se percibe el calor de la rumba y el húmedo y perfumado sudor de las mujeres chocoanas. En sus poesías se siente el olor de albahaca, yerbabuena y poleo. Toda una tradición de costumbres y personajes que van desde Alfonso Andrade (El rey del río) hasta María La O, y Juana Blandón. Todos los chocoanos les debemos un homenaje a los hermanos Castro Torrijos. ¡Qué injustos hemos sido con ellos!

Finalmente, Miguel Caicedo y Miguel Vicente Garrido. Caicedo, todo un juglar con la estirpe y el sabor que le dio la provincia, allí donde se cruzan los cuatro vientos y se congela la edad: La Troje.

Todas las costumbres y la historia oral del orillero. La magia cruda de su pronunciación en blanco y negro es todo un archivo de vivencias originales de nuestra orilla que nunca morirá. El Chocó nunca podrá pagarle al filólogo y declamador que enriqueció nuestra historia de costumbres originales y que quedan en nuestra historia oral y escrita magistralmente.

En Miguel Vicente Garrido cada canción es un himno al amor. No solo le cantó al Chocó y a sus mujeres sino que vivió a pleno sol su naturaleza. Autor del Himno al Chocó y a la mujer nativa (Chocoanita) en donde se simboliza el ardor y la sensualidad de una raza: Tu palabra, tu mirar, tu sonreír, enmarcaron el encanto de chocoana y explicaron el afán de mi existir. Podrán existir mil canciones más bellas. Pero para nosotros los chocoanos, nada más recóndito y sublime. ¿Quién de nosotros no ha visto a través de su canción a su estirpe y su raza?

A ellos que han hecho la historia del Chocó amoroso, perfumado y pasional, les debemos tanto que nuestra propia existencia podría aparecer injusta.

Nota: Hoy no hemos tocado sino a los de mi provincia. Ya habrá otra oportunidad para el merecido homenaje a los hermanos del San Juan y Pacífico.

© 2003 Chocó 7 días
http://www.choco7dias.vze.com