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 La elección popular de alcaldes

Víctor Cetre Mosquera

No hace parte de mis preocupaciones periodísticas, ocuparme de hechos que puedan incomodar a personas o grupos políticos; por ello, transcurridas las confrontaciones electorales para gobernador y alcaldes, he rehusado emitir juicio alguno.

A pesar de lo anterior, la lluvia de comentarios y especulaciones que durante semanas ocupó la atención de ganadores y perdedores, y el jolgorio que se apoderó de los primeros, después de las elecciones de Río Iró y del Medio San Juan, ocurridas el 22 de febrero, cuyos resultados dieron mucho que hablar, decidí expresar mi opinión sobre los comicios para jefes municipales.

Cuando en el gobierno deBelisario Betancur comenzó el debate sobre la elección popular de alcaldes, con motivo del proceso de negociación que adelantaba el régimen con las Farc, como novedoso instrumento dirigido a democratizar la escogencia del primer mandatario de los municipios se nos habló de selección democrática de tales funcionarios entre sus mejores hijos.

Hoy los hechos testimonian que la susodicha elección fue un espejismo, una frustración más, pues, exceptuando las grandes capitales, una que otra ciudad intermedia o pequeños pueblos en los que sí se han designado burgomaestres buenos, el referido mecanismo reforzó el poder e influencia de los caciques, porque la descentralización viene concentrando en los alcaldes una serie de manejos que convirtieron a los municipios en apetitosos platos: por cuyo control los políticos no solamente sudan hasta la última gota, comprometen todo su haber, sino que sacuden el baúl del más lejano pariente.

Así las cosas, en procura de ganarse un municipio o compartir su administración, cada vez es más intensa la batalla, en la cual la meta es ganar como sea.

Pocas veces las victorias son producto de verdadera favorabilidad y del querer de los ciudadanos, sino la combinación de astucias y trampas, muchas de las cuales vienen desde antaño, en las que el poder político y el dinero son determinantes: pero no siempre producen los resultados esperados, y es cuando son sorprendidos por los contrincantes, a quienes sí les funcionó la estrategia diseñada.

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