LOS SONETOS DE MI VIDA
Selección por
José Benito Freijanes Martínez
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ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
AL ÍNDICE DE AUTORES
A cada cosa por su solo nombre.
¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
A falta de la luz, venga la llama.
¿A quién me quejaré del cruel engaño
A Ti me vuelvo, gran Señor, que alzaste,
A ti, mi corazón, único y mío,
A ti, silente tiempo sin ternura,
A tu abandono opongo la elevada
Abril sin tu asistencia clara, fuera
Acuchilla los toros del Jarama
Agora con la aurora se levanta
Agua quisiera ser, luz y alma mía,
"¡Ah de la vida..!" ¿Nadie me responde?
Al que, ingrato, me deja, busco amante;
Al rendirse tu intacta adolescencia,
Al través de la niebla matutina
Alguna vez me angustia una certeza
Alma bella que en este oscuro velo
Alza, Elisa, ese velo aleve y vano
Amable soledad, muda alegría,
Amar el día, aborrecer el día,
Amar, amarnos, dividir la copa
Amor de mis entrañas, viva muerte,
Amor, déjame; Amor, queden perdidos
Amor es un alterno beneficio
Amor me dijo en mi primera edad:
Amor mueve mis alas, y tan alto
Amor no es voluntad, sino destino
Amplio solar de pena y amargura,
Ánade níveo que arañando el yelo
Antes al cielo faltarán estrellas,
Aquel soberbio intento en que se viera
Aquí en mi jaula estoy, con mi jauría
Aquí está el mar, miradlo cómo sueña,
Arde el delito en las crueles aras
Arder en viva llama, helarme luego,
Ardiente corazón, alma serena,
Ardo en la llama más hermosa y pura
Ardo, suspiro y vivo en triste llanto,
Arrebatadamente te persigo
¡Así..! Puño con puño. Nos enlaza
Átomos son al sol cuantas beldades
Aún no exceder su madre el cuello exento
¡Ay, Dios! Si yo cegara antes que os viera
¡Ay, que considerar el bajo punto
¡Ay, sabrosa ilusión, sueño suave!
¡Ay voz secreta del amor oscuro!
Ayer naciste, y morirás mañana.
Azul de sueño y trino. Jornalero
Baja del cielo la endiablada punta
Bellísima sirena deste llano,
Besas como si fueses a comerme.
Cabe una rama en flor busqué tu arrimo.
Caco, cuco, faquín, bibliopirata,
Cánsome en fabricar lenta fortuna
Canta en la noche, canta en la mañana,
Cargado voy de mí: veo delante
Céfiro dulce que vagando alado
¡Celeste libertad! ¡Astro fecundo,
Celos que perturbáis la gloria mía
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Charco donde hallo el sol reproducido:
Ciego a quien faltan ojos y no llanto,
Cierto Galán a quien París aclama
Como, a su parecer, la bruja vuela,
Como el toro he nacido para el luto
Como la obscura noche al claro día
Como se van las aguas de este río
¿Cómo será de vuestro sacro aliento
Con el hirviente resoplido moja
¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
Con voz aguardentosa parla y grita
Corre feliz el choto por el prado
Cristo, legislador, no escribió nada;
-¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
Cual parece al romper de la mañana
Cual si de pronto se entreabriera el día,
¡Cuán triste debe ser y cuán amargo
Cuando a las puertas de la noche umbría,
Cuando el ánimo ciego y decaído
Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
Cuando me paro a contemplar mi estado
Cuando Preciosa el panderete toca
Cuando te miro, oh fresno, así al helado
Cuando yo muera -ha de llegarme el día
Cuando yo veo a la gentil criatura
Cuantas fueron, serán y son ahora
¡Cuántas veces te me has engalanado,
Curtido por la pólvora que humea,
Dame, dame la noche del desnudo
De anciano roble un tronco mal vestido,
De cera son las alas cuyo vuelo
De chinches y de mulas voy comido,
-¿De dónde bueno, Juan, con pedorreras?
De los rayos del Sol por quien me guío
De los sonetos ahí os va la crema,
De pura honestidad templo sagrado,
De quince a veinte es niña; buena moza
De tu muerte que fue un breve suspiro
De un tiempo acá las noches no son mías,
De verdes ramas y de frescas flores
Debajo de la escarcha. Del granito.
Debajo de los árboles... ninguna
Decid los que tratáis de agricultura
Déjame acariciarte lentamente,
Déjame ver la risa enamorada
Del tierno pecho aquel amor nacido
Del verdecido júbilo del cielo
Dentro de un santo templo un hombre honrado
Desconsolada, lánguida, caída
Desde no sé qué hondura o de qué altura
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
Después, amor, que mis cansados años
Después que no descubren su lucero
Detente, sombra de mi amor esquivo,
Determinarse y luego arrepentirse,
Días cansados, duras horas tristes,
Dicen que España está españolizada,
Dícenme que decís, ex reina mía,
Dícese de Quevedo que fue claro,
Dichoso aquél a quien la amarga muerte
Dígame quién lo sabe: ¿cómo es hecha
"Dime, Padre común, pues eres justo,
Dios te perdone al fin tanta tortura:
¿Dónde estará lo que persigo ciega?
¿Dónde estás?, me pregunto, cuando miro
Dulce soñar y dulce congojarme,
Dura necesidad, madre afrentosa
Echado está por tierra el fundamento
El antiguo reloj cuelga del muro;
¿El Bien y el Mal? ¿Quién sabe su camino..?
El Conde mi señor se fue a Napoles;
El humo que formó cuerpo fingido
El ímpetu crüel de mi destino
El mar, lleno de urgencias masculinas,
El pie más lindo que acaricia el suelo
El que es de algún peligro escarmentado,
El que fuere dichoso será amado
El que por musa delincuente cuente
El recto andar del agua prisionera
El rubí de tu boca me rindiera,
El toro sabe al fin de la corrida,
El viejo monasterio abandonado
Empieza a perdonar, corazón mío
Empieza por abrir la soledad
En constante labor, serio, inclinado
¿En dónde estás, Señor, que tu presencia
En el dulce silencio campesino,
En extrema pasión vivía contento
En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
En la paz celestial de las alturas,
En medio de mi mal vino cubierto
En mi prisión y en mi profunda pena
En Patria y Fe ayer sólo se inspiraba:
En segura pobreza vive Eumelo,
En su grave rincón, los jugadores
En tanto que de rosa y azucena
En tus aras quemé mi último incienso
En vano ansiosa tu amistad procura
Encendido en sus propias llamaradas,
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
Enorme tronco que arrastró la ola,
Érase un hombre a una nariz pegado,
Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego...
Es el amor, según abrasa, brasa;
Es el cohete un hilo manifiesto,
¡Es ella..! Amor sus pasos encamina...
Es la mujer del hombre lo más bueno,
Es lo blanco castísima pureza;
Es, si en olvidos dolorosos entro,
Es tan glorioso y alto el pensamiento
Es tuyo, sí, ese mar; pero éste mío
Es una antorcha al aire esta palmera,
¡Esa guirnalda! ¡Pronto! ¡Que me muero!
Escojo una pasión, tomo una idea
Escrito está en mi alma vuestro gesto
Escritor funeral; genio sin cena;
Ese cristal, que en márgenes de plata
Ese pollo que ves en la cocina
Esos rasgos de luz, esas centellas
¡Esperar! ¡Esperar! Mientras, el cielo
Esplendores, celajes, rigoroso,
Espumoso caballo en quien procuras
Esta a quien ya se le atrevió el arado,
Esta cabeza, cuando viva, tuvo
Ésta es la información, éste el proceso
Ésta que en nieve y sueño la clausura
Esta que te señala de los años
Esta sombra del sol, sino primera
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
Esta yacija donde se desploma
Están doblando a madre las campanas
Estas lágrimas vivas que corriendo
Éstas que fueron pompa y alegría
Estas ya de la edad canas rüinas,
Este bajel inútil, seco y roto,
Este buitre voraz de ceño torvo
Éste es, amigos, mi departamento:
Este es el corazón y esta es la pena.
Este largo martirio de la vida
Este pichón del Turia que te mando
Éste, que ves, engaño colorido,
Este santo de barbas armoniosas
Este trono, este bulto a los clamores
Esto que vive en mí, por quien yo vivo,
Estudia poco o nada, y la carrera
¡Felicidad! ¡Ensueño fugitivo!
Fortuna, cuya impía providencia
Fresca, lozana, pura y olorosa,
¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!
Fue tiempo que la dulce poesía
Gozar y no morirse de contento,
Gracias te pide, amor; no las merece
Ha muerto una sonrisa en mi ventana;
Hambriento desear, dulce apetito,
Hame traído amor a tal partido,
Harto ya de alabar tu piel dorada,
Hasta que mueres tú, joven valiente,
"He aquí el lecho nupcial. ¿Tiemblas, amada?
Hermosa fuente que al vecino río
Hermosura perfecta no consiste
Honda es la herida de mi amor al verte
Horas alegres que pasáis volando
Horas serenas del ocaso breve,
Hoy entreabrí la puerta de la infancia
Hoy hace un año que, al morir el día
Huir procuro el encarecimiento
Imagen espantosa de la muerte,
¡Infeliz del que busca en la apariencia
Inmóvil en la luz, pero danzante,
Ir y quedarse, y con quedar partirse
Jardín blanco de luna, misterioso
Juraré que os amé todos mis días,
La casita escondía, entre rosales,
La fiera de mi carne está ya ahíta,
La gracia cenicienta de la encina,
La luz corre desnuda por el río
La mar ciñe a la noche en su regazo
La nave hermosa donde yo guardaba
La noche es madre de los pensamientos,
La noche sobre el bosque descendía
La soledad, mi mala consejera,
¡La tragedia es vulgar por lo sencilla!
La vida empieza en lágrimas y caca,
La vida tiene un fondo de amargura;
Las floridas espaldas ya en la nieve,
Lejos de vos y cerca de cuidado,
Levántome a las mil, como quien soy.
Lo he sentido en la música del viento,
Los ojos tristes, de llorar cansados,
Llegar, ver y entregarme ha sido junto,
Lloras, oh solitario, y solamente
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
Luciérnaga celeste, humilde estrella
¡Madre Naturaleza..! Yo que un día,
Maldito seas, Amor, eternamente:
Marchitas ya las juveniles flores,
Me parecen tus pies, cuando diviso
Me tiraste un limón, y tan amargo,
Mi bien, que tardo fue a llegar, en vuelo
Mi corazón se siente satisfecho
Mi padre, el Sol, que de la nieve pura
Mientras la virgen rústica dormía
Mientras por competir con tu cabello,
Mientras que por la limpia y tersa frente
Mil veces con palabras de dulzura
Mil veces digo, entre los brazos puesto
Ministril de las ronchas y picadas,
Mira, mi bien, cuán mustia y desecada
Mirarte sólo en mi ansiedad espero,
Mirásteme, vi el Sol, y en bellos lazos
Miré los muros de la patria mía,
Miró Celia una rosa, que en el prado
Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
Mísero leño, destrozado y roto,
Moja el agua los rústicos umbrales
Montaña inaccesible opuesta en vano
Mulas, médicos, sastres y letrados
Nací de honesta madre, diome el cielo
Nadie escuche mi voz y triste acento,
Naufragio, no te quejes de fortuna;
Ni el corazón, ni el alma, ni la vida
Ni sé si muero ni si tengo vida,
Ni soles, oh, tahúr, lunas ni auroras
¿No cesará este rayo que me habita
¡No desmayes jamás ante una guerra
No eres nieve, que fueras derretida
No es ciego Amor, mas yo lo soy, que guío
No fueron tus divinos ojos, Ana,
No me mueve, mi Dios, para quererte,
No nació la mujer para querida,
No quiere el segador al aura fría
No quieren más las flores al rocío
No sé cómo, ni cuándo, ni qué cosa
No sé. Sólo me llega, en el venero
No siempre fiero el mar zahonda al barco
No te mires a ti, que te acompaña
No te vuelvas, que quiero, que no quiero
No volveré a gozar en tu mirada
Noche, fabricadora de embelecos
Noé, segundo Adán de los mortales,
Nunca mayor quietud se vio en la muerte;
Nunca ofendí la fe con la esperanza
Ofensas son, señora, las que veo
¡Oh, cara perdición! ¡Oh, dulce engaño!
¡Oh, celos, mal de cien mil males lleno,
¡Oh cortesía! ¡Oh dulce acogimiento!
¡Oh, cuánto dice en su favor quien calla!
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
¡Oh, engaño de los hombres, vida breve
¡Oh, excelso muro! ¡Oh, torres coronadas
¡Oh inesperado bien que a mí viniste!
¡Oh luz donde a la luz su luz le viene
¡Oh, mano convertida en duro hielo,
¡Oh, qué secreto, damas, oh, galanes,
¡Oh, rotos leños y mojado lino
Oh tú, mi amor, la de subidos senos
Oh triste humanidad, monstruos, enanos,
Ojos divinos, luz del alma mía,
Osar, temer, amar y aborrecerse,
Otra vez el cansancio: aquí en mis manos,
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
Para hechizarme, hurí de maravillas,
Para poner un plato de judías
Pasa en un coche un pobre ganapán,
Pasé los golfos de un sufrir perdido,
Pasó la primavera y el verano
Pastor que con tus silbos amorosos
Pedís, Reina, un soneto, y os le hago:
Pequé, Señor, mas no porque he pecado
Perdido ando, señora, entre la gente
Peregrino que vas buscando en vano
¡Perla del mar! ¡Estrella de Occidente!
Pintor, hazme el retrato que he soñado.
Por leve una firmeza la arrogancia
Por los ámbitos lóbregos de un sueño
¿Por qué, Amor, cuando expiro desarmado,
¿Por qué, di, de mis ojos sueño blando
Por una senda van los hortelanos,
Por ver quién recogía tu pañuelo
Porque no está el Amado en el Amante
Postrado el padre en miserable lecho
Prende, sutil metal, entre la seda
Primavera feroz. Va mi ternura
Puede que falte, amor, puede que falte
Pues ya del desengaño la luz pura
Puso en ti del autor la sabia mano
Puto es el hombre que de putas fía,
¿Qué busco, ciego yo, con tan mortales
¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?
¡Qué dulce es una cama regalada!
¿Qué otra cosa es verdad, sino pobreza
Qué quieto está ahora el mundo. Y tú, Dios mío,
¡Qué sed tengo de ti..! Eres la fuente
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué ventana de pronto se ha entreabierto,
Queridísima y diestra profesora
Quien dice que la ausencia causa olvido
¡Quién fuera el mar, que enamorado espera
Quien libre está no viva descuidado,
¿Quién los ecos formó de tu garganta
Quien te dice que ausencia causa olvido
Quien ve las blancas y hermosas rosas
Quiero llorar mi pena y te lo digo
Quiero un estilo para el sufrimiento.
Quisiera adivinarte los antojos,
Reíate la vida y tú reías,
Rojo sol, que con hacha luminosa
Rosas y lirios ves en el espino
Roto bajel de mi fortuna triste,
Roto, descalzo, dócil a la suerte,
Rubio planeta, cuya lumbre pura
Ruiseñor amoroso cuyo canto
Salve, mano, alfarera de mis versos,
Salid, lágrimas mías, ya cansadas
Sangrienta perdición, yugo tirano,
Se engaña y engañándose te engaña
Sé que estoy vivo en este bello día
Según que use en sus versos el poeta
Sentir una pasión viva y ardiente
Señora de la selva, augusta rosa,
Señora: si es amor, como se entiende,
Si a veces silencioso y pensativo
Si con morir pudiera mejorarte,
Si Dios omnipotente me mandara
Si el corazón de un verdadero amante
Si el odio alguna vez te desconcierta
Si el que es más desdichado alcanza muerte,
Si en el amado pecho más constante
Si fuera yo la juventud florida
Si para recobrar lo recobrado
¡Si pudiese dormir! Aun me extravío
Si todo el mundo en mi poder tuviera
Si tras de tanto mal me está guardado
Si un afecto, Señor, puedo ofrecerte
Si yo fuese un orfebre florentino,
Siete duros al mes de peluquero,
Silencio, en tu sepulcro deposito
Sin rumbo ya, desarbolada y rota
Solía cantar de amor dulces clamores...
Sólo de unos honestos, dulces ojos,
Soñando yo, pensé que no dormía
Soñé que de una peña me arrojaba
Soñé que la fortuna en lo eminente
Soy quien más vuestra sangre ha derramado,
Su manto recogió la noche oscura
Subes, ¡oh, llama!, con veloz carrera,
Suelta mi palomita pequeñuela,
También la piedra, si hay estrellas, vuela.
¡Tanto mañana y nunca ser mañana!
Te haces al deshacerte más hermosa,
¡Te perdí para siempre! El torbellino
Temes en vano al rayo que te ofende
Tener amor, tenerlo por entero,
Tengo aprensiones yo, como cualquiera,
Tengo la cara floja. Como un trapo.
Tengo miedo a perder la maravilla
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Tiempo, adorada, fue cuando abrasado
Tienes razón, el alma sobre todo
Tímido corzo, de cruel acero
Tisbe a su amante, que en cadáver mira
Todo está bien: el verde en la pradera,
Todo lo muda el tiempo, Filis mía,
¡Trabajos, peso dulce, don precioso
Tras arder siempre, nunca consumirme;
Tu gracia, tu valor, tu hermosura,
Tu curva humilde, forma silenciosa,
Tú me ofreces la vida con tu muerte,
Tu obstinado cadáver nos advierte
Tu soledad de nieve reclinada,
Tú, tú, eres este mesmo, tú, si adviertes
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
¡Un año más, Señor, con tanto día,
Un enjambre de pájaros metidos
Un "¡espera!", un "¡recuerda!" es cuanto queda
Un tío enfermo y en edad anciana
Una, dos, tres estrellas, veinte, ciento,
Una querencia tengo por tu acento,
Una robusta mano creadora,
Vale más de este siglo media hora
Ve, pobre anillo, hasta la linda mano
Ve, suspiro caliente, al pecho frío
Vela que en golfos de esplendor navegas,
Ven, dulce amiga, que tu amor imploro:
Ven, Primavera: del invierno cano
Venimos de la noche, de la sombra
Verano, agosto: declinaba el día
Verde embeleso de la vida humana,
Vete, falsa visión, no me atormentes
Viene abril, ¿y qué hace? En dos razones
Viña mía, yo mismo te he criado
Viste al romper del sol la noche oscura
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
Voy siguiendo la fuerza de mi hado
Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje
Y resbaló el amor estremecido
Ya acudes a tu cita misteriosa
Ya besando unas manos cristalinas
Ya de mi amor la confesión sincera
Ya es ceniza la llama donde ardía;
Ya formidable y espantoso suena,
Ya sin risa la luz, sin voz la rosa,
Ya sólo existe una palabra: tuya.
Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran
Yo acuerdo revelaros un secreto
Yo cantaré de amor tan dulcemente
Yo no sé cuál diablo me ha traído
Yo os quiero confesar, don Juan, primero:
Yo sé que mi perfil será tranquilo
Yo vi del rojo sol la luz serena
Yo vi el torrente entre las peñas solas
Yo vi romper aquestas vegas llanas,
Yo vi una altiva populosa encina
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