Entre el papel y la pantalla: entrevista con José Antonio Millán
Libia Brenda Castro
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DE INICIO Gabriel Zaid dice que hace falta valor civil para ocuparse de cuestiones obvias: seamos valientes entonces. La tarea de un editor es editar, la de un escritor escribir y la de un filólogo... bueno, digamos que estudiar. Hasta hace poco teníamos idea de cualquiera que realizara alguna de estas actividades debía pasarse la vida entre pilas de documentos, alteros de libros y ristras de diccionarios; con la nariz (que soportaba unas gafas de montura gruesa) pegada a la hoja de papel y un lápiz en la mano. Bueno, para seguir con las obviedades, Internet vino a cambiar también eso. José Antonio Millán, que tiene las tres profesiones, es un claro ejemplo de que se puede ejercer cualquiera de estos oficios combinando lo mejor de dos mundos (el de papel y el de pantalla) para obtener excelentes resultados. En esta entrevista JAM comenta algunas cuestiones relacionadas con las tareas del editor y desde su experiencia como escritor; un escritor que mantiene un constante diálogo con sus lectores y que está, como profesional, al tanto de lo que sucede en una nueva (todavía podemos llamarla "nueva") rama de la industria editorial: la edición digital.
UN ESCRITOR A LA VANGUARDIA RDU: Todo empezó con la sección “Edición electrónica”, después fue Libros y bitios (que lleva cuatro años en la red) y sufrió hace poco otra transformación: la convertiste en un blog en forma. ¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores? ¿Has ganado público?, ¿ha mejorado la interacción y el diálogo con otros internautas y con los propios usuarios? Tenía sentimientos encontrados frente a los blogs (y aún los tengo). Por un lado, me parecía que esta herramienta convertida en género encasillaba a quienes la usaban. ¿Qué es eso de que la gente se autoidentifique como blogger? Imagínese: ¡como si quienes editamos páginas web con FrontPage nos declaráramos frontpagers! El blog se ha hecho mediático, y eso ha disparado exponencialmente el número de tonterías que se escriben sobre él: desde que van a acabar con la prensa hasta... hasta cualquier cosa.
Pero por otro lado, las herramientas que proporcionan los editores de blogs (como el Blogger que yo uso), aun no siendo exclusivas de ellos (porque comentarios de los lectores o etiquetas se pueden conseguir por otros medios), sí que resultan sumamente cómodos —y baratos— con este medio. Creo también que los buscadores ponderan más las cosas aparecidas en los blogs, y eso da una visibilidad extra. Los blogs, por otra parte, tienden a citar a otros blogs, y eso crea un efecto de realimentación. Por todas estas razones, más el hecho simple de que publico muchas más entradas, las visitas a mi blog se han multiplicado por ocho en los últimos seis meses, y ahora constituyen una novena parte de mi tráfico total.
Otro aspecto, nada desdeñable, son las herramientas comparativas para blogs que aportan Technorati (http://technorati.com/) o Ranking de blogs en español (http://top.blogs.es/), o las alertas de posts que enlazan los míos, que me da Blogger. Todo esto permite conocer la red de intereses y referencias en las que se inscribe mi trabajo.
Por último (pero quizás debería haber empezado por aquí), las aportaciones de los lectores en forma de comentarios son muchas veces magníficas.
Puede verse este hilo, como
ejemplo: No me ocurre sólo en este blog sobre edición, lectura y libros, sino en el que mantengo sobre etimologías y otros fenómenos lingüísticos (véase, por ejemplo:
RDU: ¿Qué significa que este blog sea apoyado (o financiado) por Google?
El paréntesis es de usted... Bueno: la consecuencia principal es que ahora procuro mantener un flujo constante de posts. La verdad es que no me importa nada, porque hay una multitud de temas interesantes apareciendo por ahí, o existentes hace tiempo y sólo a la espera de que ser descubiertos...
RDU: ¿Tus lectores han opinado al respecto?
Opinaron únicamente cuando di la noticia del apoyo de Google. Y la mayoría de forma positiva. Pasado este primer momento, no ha vuelto a salir el tema, y eso que yo no oculto ese apoyo, sino al contrario: la portada de mi blog lleva siempre la indicación "Este blog está apoyado por Google", y enlaza a una declaración mía sobre el tema.
RDU: A raíz del blog, que mantienes muy actualizado, ¿ha cambiado tu intervención en el sitio www.jamillan.com?, ¿escribes en el sitio con menos frecuencia?
Mi sitio tuvo siempre un crecimiento espasmódico, y en los últimos tiempos sigue así: con periodos de gran actividad y otros mortecinos, dependiendo no tanto de los estímulos para publicar cosas en él (que siempre hay) como de las otras ocupaciones de mi vida. En estos meses que mantengo el blog a mayor ritmo la verdad es que he ido publicando cosas también en otras esquinas del sitio, sobre todo relacionadas con la imagen, algo que los últimos tiempos me interesa especialmente. Por ejemplo, he articulado y cartografiado la sección dedicada a la denuncia de ciertas tropelías urbanísticas de mi ciudad (http://jamillan.com/destrubar.htm), y he seguido publicando ensayos visuales en la sección Para la vista. Zonas como la de los Diccionarios están más abandonadas, y bien que lo siento.
La principal diferencia en lo que respecta a Libros y Bitios es que hay temas que antes habría tratado bajo la forma de un artículo independiente en el sitio, y ahora los resuelvo como una entrada de blog. Hay que añadir que el tiempo que habría dedicado a convertirlos en artículo normalmente habría sido superior al que invierto en un post, género en el que se permite quizás una mayor ligereza, de modo que globalmente hablando a lo mejor he ganado en valor informativo, sin renunciar (quiero creer) a tratar los temas que me apetecen con detenimiento.
Y, lógicamente, la vía óptima de difusión de un contenido que me
ha ocupado tiempo es la unión de un artículo y un post. Es lo
que he hecho, por ejemplo, con
La novela del Diccionario, una
fascinante historia mexicano-norteamericana que nace del
hallazgo en Google Libros de un exlibris digitalizado.
EL EDITOR ENTRE DOS MUNDOS RDU: ¿Cuál es la función del editor de una publicación electrónica, a diferencia de un editor en papel? Yo haría más hincapié sobre lo que tienen en común, porque las diferencias saltan a la vista: el editor electrónico no tiene que preocuparse de gramajes de papel, costes de impresión ni (gracias a Dios) distribución física. Pero tanto uno como el otro deben velar por dos cuestiones clave: por recoger fielmente las intenciones del autor, y por cumplir fielmente las expectativas del receptor. Lo primero exige desde (en ocasiones) trabajar codo a codo con el autor, hasta velar por la calidad de los intermediarios imprescindibles en el proceso: correctores de estilo, traductores... Lo segundo implica velar por que el diseño gráfico y la tipografía estén adaptados a la obra, que los paratextos (cubiertas, resúmenes...) den la información pertinente, y que existan las herramientas que posibiliten un buen uso de la obra (apartados, índices, índices de conceptos...).
Todas estas son tareas inexcusables para un editor, en cualquier medio, y exigen el compendio heterogéneo de saberes que forma parte de la formación (hasta hace poco exclusivamente informal) del editor: saberes lingüísticos, de diseño gráfico, tipográficos, comerciales, "periodísticos", etcétera. En el medio digital son igualmente imprescindibles. Alguna vez me ha tocado tratar con un especialista en usabilidad para el desarrollo de un producto específicamente editorial: ¡estaban reinventando la pólvora! Ojo: creo que un buen experto en usabilidad es muy valioso para muchos proyectos mediados digitalmente (desde sistemas automáticos de navegación telefónica hasta páginas web), pero en lo que respecta a libros y revistas en soporte electrónico tienen poco que aportar que no esté ya en la —buena— tradición editorial.
También hay (claro está) saberes específicamente electrónicos que el editor en ese medio necesita: amigabilidad con los buscadores, gestión de medios de difusión (blogs, RSS), gestión de la participación del público, análisis de logs y estadísticas, etcétera. Un terreno en el que queda bastante por hacer es el de las herramientas textuales. Hoy, cuando cualquier texto electrónico contiene sus propias concordancias (vía un recurso tan simple como Ctrl + F), parece que estamos excusados de suministrar índices de conceptos, de autores citados, tablas de gráficos, y todos esos recursos que tan útiles resultan luego. Es posible que alguna de las tecnologías que se deriven de la llamada Web Semántica puedan sentar las bases para estos apoyos, pero de momento no se han visto...
RDU: En la red, ¿es lo mismo hacer una publicación periódica que, por ejemplo, libros virtuales?
Los libros son disparos aislados (aunque a veces su eco pueda retumbar durante mucho tiempo). Las publicaciones periódicas son más bien "puntadas negras / que van cosiendo un día al otro día", por recoger un precioso verso de Dulce María Loynaz (aunque el original se refiera a las moscas). Quiero decir que tienen dinámicas de permanencia, de construcción a partir de elementos independientes. Esta trama puede y debe reforzarse mediante útiles, como buscadores en todos los números, índices temáticos, y mediante procesos de participación de los lectores.
RDU: Una idea generalizada es que ahora cualquiera puede publicar cualquier cosa, gracias a Internet.
Es cierto que cualquiera (cualquier habitante con renta media de un país desarrollado) puede publicar cualquier cosa en la Red... ¿Y qué? El problema no es publicar algo, sino lo que pasa luego (y en la Red, básicamente: que alguien se entere). Siempre han existido los libros autoeditados por su autor para un reducido círculo, y ahora es más fácil tenerlos.
RDU: Como lector, ¿sigues prefiriendo el papel?, más allá de las evidentes ventajas que tiene poder realizar búsquedas o copiar y pegar (a la hora de hacer citas), leer en pantalla ¿te parece más cansado?
Sí, hay algo en el papel impreso y en la ergonomía del objeto revista/libro que los hace muy favorables para la lectura. Y esto incluso cuando ya tenemos dispositivos dedicados a la lectura que son de una calidad aceptable, como los de tinta electrónica: Sigue siendo mejor el papel.
RDU: ¿Cómo ves el panorama editorial dentro de diez años, a partir de lo que está sucediendo en este momento?
¿Hablamos de sueños o de previsiones? El sueño es un universo de textos electrónicos con licencias muy abiertas, o libres, circulando por la red, y un montón de editoriales haciendo en papel, bajo la forma de libros y revistas, los mismos textos. El sueño se complementa con sitios web de reseñas y clubs de lectura que sirven de filtro y animación para los destinatarios; hay también sitios de autores que promocionan sus libros, cuyas ediciones en papel editan otros, y de profesionales de la corrección y la edición, que sirven de intermediarios. El sueño es que en el estanco o la tienda de fotocopias de mi calle recoja, impreso bajo demanda, el libro que he encargado en la Web. El sueño es también un e-book ligero y de buena legibilidad que se baja por la noche la última edición del diario, para que la pueda leer en el metro.
La previsión es, sin embargo, que los grandes grupos editoriales se seguirán aferrando a los medios tradicionales de edición y comercialización, para bien de bestsellers y mal de todo lo demás. Los libros tendrán un ciclo cada vez más corto en librerías cada vez más concentradas, mientras que las reacciones frente a esta situación (esbozadas en el "sueño" anterior) serán tímidas y parciales.
Texto publicado con permiso de la autora. Originalmente presentado en Revista Digital Universitaria. http://www.revista.unam.mx/
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Libia Brenda Castro. Se dedica a editar y corregir textos en su trabajo. Escribe literatura poco realista. Da clases y talleres literarios en el afán de propagar el mismo virus del que hablaba Burroughs. Ha publicado en antologías y revistas de España, Argentina y México; tanto en papel como en la red. Cree que Julio Cortázar es Dios.
Como cuentista y articulista, ha publicado en varias revistas,
sitios de Internet y suplementos; y en antologías de México,
España e Italia. Colabora desde 2006 en la
Revista Digital Universitaria. Es editora de libros “tradicionales” y editora de publicaciones digitales; trabaja en el ámbito editorial desde 1996. Ha impartido clases y talleres alrededor de la literatura; estudió Lengua y literatura hispánicas en la UNAM. Desde hace un tiempo escribe sobre gastronomía (otra de sus pasiones), al respecto se puede leer su columna presionando
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