EDITORIAL
Cuando la televisión apareció era un medio bastante admirable (y aun lo es, pero mas común), alrededor de él la familia se reunía y podían reír, descansar e incluso aprender con el cuidado de transmitir valores que enaltecieran al ser humano.
Entre todas las cosas que la t.v. de hoy puede ofrecer: diversión, cultura, etc.; lastimosamente se han quedado sólo con la diversión. No es que el entretenimiento sea dañino, es bueno; en la medida que sirva para aliviar el cansancio y el desgaste producido por el esfuerzo; pero es perjudicial cuando se deja ver como una necesidad y la vida se orienta hacia ello como su fin último.
Para nadie es un secreto que no son sólo comiquitas, películas, series, musicales para dar entretenimiento, sino que peligrosamente transmiten ideas, estilos de vida, superficialidades, avasallan valores como: amor, matrimonio, vida, religión, etc. En nuestra t.v. venezolana los niños tienen más oportunidad de ver la bandera de Estados Unidos que el tricolor patrio.
Hay que sumar las técnicas subliminales para enviar mensajes escondidos sin que sean captados conscientemente por las personas, la repetición tan abundante produciendo irremediablemente condicionamientos, lavando cerebros y manipulando la mente de los televidentes que no tienen suficientes criterios para hacer un análisis de lo que ve y oye.
Sencillamente nuestra t.v. es un negocio y lo que importa es vender y hacer dinero sin importar en ningún momento que tipo de ideas se comunican. Obedeciendo al principio maquiavélico: "El fin justifica los medios"
En esta edición de Camino pretendemos ofrecerte , un análisis de la t.v. con el único objetivo que la próxima vez que te sientes a ver televisión lo hagas en familia, para que con la debida orientación y crítica veas más allá de lo que muestran; y como diría San Pablo "examínenlo todo y quédense con lo bueno" (1 Tes. 5,21)
Pbro. Domingo Pernía
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