LO HEREDITARIO. Nacimiento con genes paternos potencialmente
influyentes (junto con el marco familiar) en el estudio, la investigación
y la divulgación científica, el dibujo y la escritura, lo
futbolístico, la política y cierto grado de arreligiosidad.
Todas estas cosas irían a manifestarse a distintas edades.
LO BIBLIOGRÁFICO. Una biblioteca con libros
en abundancia sobre todo tipo de temas, influyó en mi lectura, preferentemente
orientada a las ciencias naturales.
LO NATURAL. Un terreno con muchas plantas, fue propicio
para ir coleccionando flores, mariposas, coleópteros y demás
especies de insectos. Piedras, cactus.
LO INUSUAL. La excavación de pozos en el
terreno, gusto por los dinosaurios, lecturas y fantasías de montañismo,
coleccionismo de balas, inventos raros y experimentos con sustancias queriendo
descubrir alguna fórmula, eran algunas entre otras poco comunes
cosas que marcaban distancias con los chicos comunes. Las diferencias incluían
el rechazo a las fiestas, bailes, fútbol y demás actividades
grupales y sociales, compensando la timidez y la resultante dificultad
de relación, con el hecho de no carecer de amigos con los cuales
compartir algunos de los hobbies inusuales, salidas y aventuras. Esto se
fue tornando más problemático en la adolescencia, a la vez
que incorporé la pintura, la astronáutica y los ovnis a mi
quehacer diario, bajando enormemente el rendimiento en el colegio.
LO VULGAR. Luego, el fútbol y el ajedrez
agregaron mayor falta de dedicación al estudio. Pero en compensación,
el fanatismo deportivo me fue convirtiendo en una persona con la cual se
podía hablar, polemizar, bromear e iniciar un diálogo hasta
entonces imposible. Podía hablar de algo de lo cual hablaban los
otros, y a lo cual yo había sido ajeno y no integrable.
LO SOCIAL. La elección de una carrera universitaria
se inclinó al periodismo, para darle salida profesional al interés
en lo extraterrestre y el fútbol, y para cumplir una actividad que
permitiera comunicarse y relacionarse socialmente.
LO CÓSMICO. Finalizados los estudios, pasando
por grupos de investigación ovni, la búsqueda concluyó
en un grupo contactista de orientación mística. La vida pasó
a girar en torno de expectativas de futuro en otro mundo, sin importar
el destino de la Tierra. El fútbol perdió gravitación
en este contexto, pasando el fanatismo a desplazarse a la doctrina a la
cual adhería al integrar la agrupación contactista.
LO ARTÍSTICO. Pinturas y exposiciones sobre
temas extraterrestres, conciliaron mi vocación de pintor con la
de comunicador, utilizando el lenguaje pictórico para difundir el
mensaje cósmico. La vocación de escritor fue perfilándose
para ser un futuro oficio. El arte de la palabra escrita terminaría
siendo mi principal arma en mi lucha.
LO TERRENAL. Una tentativa de negocios con piedras
semipreciosas me sacó de la órbita del grupo contactista,
reintegrándome a la sociedad como persona más abierta y desfanatizada.
LO ESPIRITUAL. Si bien lo místico de aquella
agrupación proyectaba la mente hacia lo cósmico, pretendiendo
un mejoramiento interior, las enseñanzas terminaban por empobrecer
espiritualmente a los adeptos. Al egresar del grupo por una vía
materialista como parecía serlo el negocio de las gemas, ellas terminaron
influyendo en el enriquecimiento interior. Las piedras me elevaron a las
montañas de mis fantasías de montañista de mi infancia,
conectándome con la naturaleza y la esencia de las cosas. Las piedras
me acercaron a libros, personas, grupos y entidades cuya dedicación
a usarlas energéticamente, generaron un campo de experiencia que
aportó espiritualidad a mi existencia. La New Age, con sus prédicas,
maestros y adeptos, tuvo influencia en esta etapa.
LO RACIONAL. Nuevos desengaños con gente
y conocimientos cósmicos, me indujeron a replantear conceptos en
los que creía y otros que había rechazado. Una etapa neutra
de no identificación con ningún movimiento pragmático
doctrinario, sin demasiado idealismo para pretender acciones importantes
en alguna dirección que "salvara al mundo" o cosas tales. La denuncia
de las grandes mentiras, la difusión de un mensaje que dice por
qué todo ha fallado en la evolución del mundo y del Universo,
la hice sin contenidos místicos que indujeran a comportamientos
pseudorreligiosos. Latente la amenaza de que doctrinas y grupos fanatizaran
a los incautos, mi mensaje debía apuntar al estímulo de una
actitud racional en la gente.
LO IDEOLÓGICO. Propuse una rebelión
liberadora mediante la búsqueda y difusión de información
que desenmascarara históricas mentiras, contra la injusticia y en
favor de la unidad en el amor y la paz, aunque para esto se tuviera que
emplear acciones por la fuerza, antes que vivir esclavos en la resignación.
No propuse lo espiritual como fin en sí mismo, ni con la meditación,
ni con el viaje astral, sino como lo resultante de las acciones concretas
que debemos cumplir en el campo tridimensional en que nos movemos. Una
ideología de fuente cósmica, pero con vertiente social, con
la cual hacer algo en concreto en el plano en que nos movemos, en vez de
trascender demasiado a lo cósmico y lo metafísico, y no comportarnos
lo operativamente necesario en el plano físico.
LO SENTIMENTAL. Hubo un momento breve en el cual
toda la lucha personal por el mundo pareció carecer de sentido,
y empecé a pensar más en mi futuro junto a alguien a quien
amar, cuya aparición pareció significar que había
aprendido la lección pendiente: tal vez mi prueba mayor consistía
en dejar de ser independiente y no comprometible con nadie, así
como la prueba de los dependientes y comprometidos debe ser la de iniciar
una nueva vida solos, lograr independizarse y vivir sin compromisos ni
lazos afectivos que atan. Cuando asumí la responsabilidad de comprometerme
con alguien que había aparecido, comprendí que la etapa del
independiente solitario había terminado. Pasada esta prueba, no
tardó en desdibujarse la historia sentimental que había permitido
este paso evolutivo. Como que la situación sentimental vivida había
sido sólo una experiencia de aprendizaje más virtual que
real. Así quedé en un estado de equilibrio mental y afectivo,
por el cual ya no necesitaba ser ni independiente ni comprometido. Y fue
así que otra persona que había aparecido para esta última
instancia, fue la compañera ideal, con la cual llevar adelante toda
la lucha en aquellos pragmáticos ideales cósmicos y sociales,
a la vez que las cosas personales y sentimentales.
La base científica, cultural en general, de
los años de infancia, formó a la mente del que sería
un estudioso y divulgador de revelaciones cósmicas.
La dedicación a lo futbolístico estimuló
el desarrollo de cierto grado de lucha por un ideal, tan bajo y vulgar
como lo es un club de fútbol, pero que trasladado a una causa más
trascendente, se traduciría en una militancia en la que ser un combatiente
al servicio del ideal, llegó a niveles de alto compromiso y acción.
La profesión de comunicador social, acorde
con la vocación de investigar y difundir información, exigía
momentos de racionalidad para evaluar lo doctrinario de lo cual estaba
demasiado convencido para pensar. La responsabilidad de ser un comunicador
profesional requería una actitud crítica que contrarrestara
la tendencia a la credulidad, propia y de la gente.
La convicción de saberse conocedor de verdades
cósmicas, reveladoras de grandes mentiras cósmicas y terrenales,
debía llevar a acciones concretas en el plano físico. Si
una lucha era necesaria en la Tierra, en la guerra cósmica entre
las fuerzas de las dos polaridades, debía ser en el frente social.
Porque los poderes cósmicos negativos aquí operantes, se
manifestarían por los grandes poderes políticos y corporativos.
Por lo que el sistema, la sociedad de consumo, debe ser el campo de batalla
del combate que debemos librar. Y los conceptos cósmicos de lucha
y evolución del ser, sólo pueden traducirse en algo concreto
si cumplimos con lo que nos toca en medio de la civilización.
Haber llegado a ser un combatiente en esta rebelión
liberadora inspirada por revelaciones cósmicas, necesitaba un poco
de las ciencias naturales, de las piedras, de las balas, de la pintura,
de la astronáutica, del fútbol, del periodismo, de lo literario,
de lo sectario, de lo racional, de lo sentimental... todo un poco. Porque
puede haber muchos divulgadores de mensajes extraterrestres, pero pocos
que sean periodistas, o escritores, o pintores, o ex miembros de sectas
ovni, o rebeldes con causa o sin ella, buscadores de la verdad y cuestionadores
de la mentira. Pero muy pocos son todo eso a la vez. Por lo que debo considerar
que mi caso ha sido producto de la combinación de variables inusualmente
convergentes. Cuyo producto final es "típicamente atípico".
Y como tal, sólo es explicable a partir de las variables que determinaron
la psiquis que utilizo en este plano. Que me es útil a los fines
de llevar adelante un mensaje movilizador de una revolución a escala
mundial. Quizá con alcances extraplanetarios. Quizá extragalácticos.
Pero para esas instancias ya extraterrenas, no estaría
empleando ni esta mente ni este modo de actuar... Estaría siendo
YO MISMO, y no obrando como producto genético y cultural de una
circunstancia que vine a cumplir en un cuerpo que ya estaba demasiado crecido
y con una mente demasiado definida para que pudiera manifestar mi individualidad,
que quedó amoldada a una personalidad hecha por y para un ser que
no soy yo. Yo NO SOY ASÏ: nosotros no somos esto que mostramos. Nosotros
somos los que mostramos estas personalidades que creemos ser. Invisibles,
inconscientes de cómo somos realmente fuera de la materia; de ésta
y de otras materias que hemos tenido cuando no nos parecíamos en
todo, o en mucho, o en nada según el caso, a lo que ahora es nuestro
modo de actuar, de pensar, de sentir.
Más que un mensajero de otro mundo, soy un
sintetizador de vivencias terrenales y de información y naturaleza
cósmica. Un fenómeno espiritual, mental y social que se da
entre millones y millones. Un logro propuesto o un accidente imprevisto,
del cual, cualquiera sea el caso, se puede sacar partido. Enviado o aparecido
fortuitamente, dadas las condiciones que determinaron esta mente, surgen
variables que pueden afectar las vidas de muchos, en una lucha cuyos ideales
pueden hacer de cada nuevo combatiente, un escritor de páginas para
un nuevo capítulo en la historia del Universo.
Lo que puede una cerveza
Divulgación
En el cielo, no sólo las estrellas
Una aparición masiva de ovnis en distintos
puntos del país, activa más aún la atención
de mucha gente hacia mi presencia. Justo sobre esta localidad se registra
uno de los avistamientos, lo cual aumenta la atención hacia el tema.
Vuelvo a estar en la radio, donde hacemos contacto telefónico con
Luis Burgos, director de la Fundación Argentina de Ovnilogía,
reportándole el caso local, que no trascendió a Buenos Aires.
Por esos días, hay un apagón. Veo tanto brillo en el cielo,
que se nota más la luz estelar, que el azul. Da que pensar en los
ovnis, pero la razón es otra. Soy de mirar al cielo poco seguido,
porque no me obsesiona la idea de ver algo extraño. No ya.
Pero una noche me siento un poco solo, y hasta falto
de ayuda cósmica. Porque hace cuatro años y medio, ya desde
los tiempos del anterior ocupante de este cuerpo que uso, esta mente que
él tuvo y que moldeó la mía, vive con la idea de que
"Ellos" están presentes. Y más presentes, cuanto más
esté yendo por buen camino. Pero estoy alejado geográficamente
del grupo, estoy jugando al extraterrestre por radio, y tengo algunas dudas
de que mis pasos sean los debidos. Mis compañeros ("hermanos" en
la jerga interna), no me llaman por teléfono ni me escriben. ¿Estaré
apartándome un tanto de lo que cósmicamente se espera de
mí? ¿Estaré siendo observado y ayudado desde otro
plano, si mis acciones, en cambio, son útiles a los fines?
La soledad a 500 kilómetros de Buenos Aires,
en este pueblito aburrido, me deprime a veces. Salgo una de esas noches
a mirar el cielo. Pido una prueba de que ellos están, que me observan
y acompañan. Y la pido en un lugar del cielo; no donde ellos quieran,
en cualquiera de los puntos cardinales, sino en lo que sería S-SO,
a 45º sobre el horizonte. Imaginando a la bóveda celeste como
si fuera el hemisferio norte de la Tierra, mi petición equivaldría
a que, estando yo en el eje sobre el ecuador, la aparición se produjera
en un área de unos 2.000 km. por 2.000 km., que sería como
un cuadrado cuyos vértices fueran Irlanda, Portugal, Italia y Polonia,
área ésta ubicada con respecto al ecuador y al centro de
la Tierra, más o menos como mi sector elegido del cielo con respecto
a mi situación. Siendo tan grande la mitad del mundo, van
a aparecer justo sobre el sector de Europa que a mí se me canta;
ni en África, ni en Asia, ni en América, ni en los océanos;
tiene que ser ahí, en ese cuadradito de los cuatro cuadraditos que
forma el cruce de tres meridianos con tres paralelos. Más o menos
dos centésimas de la superficie del hemisferio; un 2 % de espacio
celeste les estoy dando para que se presenten. El 98 % de la "pista" no
está habilitada: aparezcan donde estoy mirando. Más o menos
así sería la cosa.
Me fue enseñado a tener paciencia para estas
apariciones; esperar minutos, horas, lo que sea. Miro al cielo, a ese punto
del cielo...pasan diez o quince segundos...y bajo la vista. He comprendido
rápidamente mi egocentrismo y falta de respeto a la inteligencia
cósmica (como si yo les importara a ellos para que tengan que aparecer,
y encima, donde a mí se me ocurra pedirlo). Hace menos de dos o
tres segundos que bajé la vista. Sigo tan solo y olvidado como hasta
poco más de quince segundos atrás, cuando hice el pedido
mental. Solo y olvidado como debo estar mereciéndolo.
¡¿Qué?!... ¡No puede ser!...
(hace dos o tres segundos que bajé la vista, y dentro de mi campo
visual, creo percibir una luz pulsante apareciendo de la nada, apenas arriba
y a la izquierda del punto donde miraba; levanto rápidamente la
vista, unos 60º al Sur, y ahí está, viajando de
E-NE a O-SO. Desaparece.).
¿Podría ser de nuevo? (pedido de señal
pulsante). La blanca luz intermitente vuelve a pulsar; ha recorrido muy
poco y está ingresando al lugar donde estaba focalizando la vista.
Desaparece.
¿Otra vez? (la insistencia es sólo
para confirmar que la señal fue para mí). Aparece otra vez,
ya dentro del área solicitada para que aparecieran. Allí
se apaga otra vez. No vuelvo a efectuar un pedido de señal (siento
que ya está, siento que la señal fue para mí, no hay
nada más que pedir. No insistiré. "Mensaje recibido", estoy
diciéndoles con mi pensamiento. Mantengo atenta mi observación
por las dudas. Está despejado; no hay una nube que pueda haber ocultado
el desplazamiento. Como apareció, se desvaneció. No llegó
a cubrir el cuadrante Sur - Sudoeste. No estuvo por más de diez
segundos. Sé bastante de satélites y algo sobre aviones.
No estoy solo. No estoy equivocando mis pasos.
El extraterrestre se revela y se rebela
Llega el aniversario de la radio municipal. No falta
comida, ni bebida para los brindis, ni faltan los invitados. Y entre los
no invitados, tampoco falta "el extraterrestre" a la celebración.
El ex intendente, de la anterior administración, me dice que me
escuchó en el programa, y que estuve muy ofensivo en los temas religiosos.
Un concejal, interesado en los ovnis y padre de la chica que integra el
trío conductor del programa, afirma sobre mí que "este
muchacho tiene que ser extraterrestre; las cosas que dice, solamente
las puede decir alguien que sea extraterrestre". No digo ni que
sí, ni que no. Para casi todos los demás, soy un simple
fanático investigador de estas cosas.
Cierta gente de Iglesia reacciona ante algunas de
mis declaraciones en la radio. El comisario me manda a buscar. El agente
que viene a avisarme, me da la mano expresando un "mucho gusto" que denota
esa fascinación que ejercen los personajes "importantes" en gente
de pueblo donde nunca pasa nada. No hay apuro en que yo vaya, puede ser
más tarde, pero le digo que voy ya mismo. Lo acompaño a la
comisaría. El comisario finge ignorar todo sobre mí, excepto
algún comentario que dice haber oído por ahí. Tocado
el tema de los extraterrestres, me pregunta si existen, y le contesto con
tono desafiante: "¿y qué pasa si le digo que yo soy extraterrestre?"
Se queda mirando con una cara simuladamente ingenua, quizá pensando
que le hablo en broma y, en tal caso, con una irrespetuosidad que él
no debería permitirme, porque el interrogado soy yo y no él,
y ante esa falta de respeto mía en tono provocador, él debería
reaccionar con autoridad. Pero se ha dado cuenta de que ha perdido el control
de la situación, que la cosa ahora está bajo control de mi
discurso autoritario. Calla, me mira, y deriva la charla hacia otro lado;
pronto termina todo sin problema, y salgo de la comisaría planeando
una contraofensiva dirigida a la iglesia. La rebelión ha comenzado:
ahora
estoy dispuesto a revelar lo que soy, lo que venía insinuando sin
afirmar ni negar, lo que de ahora en más aumentará la fuerza
de mi discurso, porque no estaré hablando de otros cuando hable
de extraterrestres, sino que hablaré de nosotros, de mí.
Y cuando tenga que discutir sobre extraterrestres, que no me vengan a discutir
cosas lejanas: que me discutan a mí, que me refuten si
tienen cómo. Yo soy ahora el eje de mi discusión: ya
no situamos el eje fuera de la Tierra, sino en su propia superficie y en
este cuerpo que ocupo. Se acabó esto de que uno, por más
que sea lo que es, deba ocultarlo, o tan sólo sugerirlo o insinuarlo
por si alguien está con las antenas paradas y capta la onda. Se
acabó esto de los extraterrestres moviéndonos silenciosos
como sectarios de un secreto inconfesable al mundo. Ahora soy un extraterrestre
revelado, con la "v" de verdad, y rebelado,
con la "b" de batalla, que es lo único que se puede
presentar a una sociedad tramada para que ni las verdades se revelen, ni
los oprimidos se rebelen.
Pasa un par de horas. En la puerta de la iglesia
hay gente que me ve y me oye entrar furioso. Pido hablar con el cura. Todo
empieza cordialmente por su parte. Pero yo salgo al ataque, sin rodeos,
haciendo obvio que no puede simular que no sabe quién soy y que
yo no sé lo que él anda diciendo de mí. "No te metas
con mi gente", me advierte dibujando su cerco imaginario sobre las libertades
de quienes pretende como "fieles", y que para mí son libres oyentes
de radio. La discusión entra en terreno metafísico. Ya no
alcanza con sostener que soy testigo de comunicaciones con extraterrestres:
¡el extraterrestre soy yo, y se acabó! Le digo entonces al
cura lo que soy verdaderamente, y él lo pone tan en duda como yo
a sus creencias bíblicas, pero ya está, ya está dicho,
ya lo podrá comentar a sus fieles, ya se comentará por la
calle, ya se me hará fama de loco. Pero no me importa. Que mi verdad
se diga, que amigos, indiferentes y enemigos sean el efecto de mi transparencia.
Por lo pronto, con el cura todo termina amistosamente, y quedamos en que
otro día vuelvo. Llegado el día, en la puerta de la iglesia,
un conocido me pregunta cómo es que voy a hablar con el cura después
de lo que pasó. Otra gente mira y me escucha: "Que seamos enemigos
en el plano de las ideas, no significa que no podamos ser amigos fuera
de eso". Y tuvimos varias charlas amistosas.
Una conferencia prevista para hacerse en un club,
es impedida por gente del directorio. El periódico local publica
un comentario sobre mi conferencia no hecha. Convoco a conferencia en la
plaza central. Pocos se enteran y va sólo un par de muchachos. A
esas alturas, todos los que se han interesado en hablar conmigo, no necesitan
una conferencia; saben dónde y cuándo charlar conmigo. Hay
un bombero con interés, y algunos más estarían también
interesados. Doy una charla para los bomberos en su salón. Ya está,
ya es bastante lo que se pudo hacer; no se puede pretender mucho más.
El misterio de otro "Rantés"
Hay un trío de chicas con las que me encuentro
a veces para conversar. Me creen, en especial dos de ellas. Las invito
a un bar con video, para que vean Hombre mirando al sudeste. Tengo
pedida la película en el videoclub, pero no aparece; alguien la
tiene y no la devuelve. Llega la hora, las chicas están, y se suspende
la función. Llega, como por arte de magia cósmica, el videocassette
en el momento preciso. Sin que el que lo tenía sepa que está
pedido y que hay gente esperando, justo se le ocurre pasar a devolverlo
a la hora que habíamos fijado para el bar. Del videoclub me
lo alcanzan, nos ubicamos en una mesa, y empieza el filme de Eliseo Subiela.
Ahí está para mis amigas un semejante
a mí, versión cinematográfica. Lo que están
viviendo conmigo, con un loco o extraterrestre en persona, lo ven ahora
filmado en este mismo país, con un "Rantés" argentino como
yo, en algunas cosas raro como yo. Esa ficción no difiere
de mi realidad. En algún momento les comento a ellas que
hace unos meses, en un debate a lleno total, donde terminaba de pasarse
la película, fui el primero en pedir la palabra y ponerme de pie
para hacer una advertencia. Los organizadores del debate sobre el filme,
eran de un hospital neuropsiquiátrico. Anticipé para los
doctores, que casos como el de Rantés empezarán a presentarse
en lo sucesivo, y que hay que estar preparados para cuando esto suceda.
Que haya personas que digan ser extraterrestres, deberá ser tomado
como algo normal, porque esto es algo que a muchos les pasa y que van
a salir a decirlo. Que esta película refleja una realidad que
pronto estará a la vista, y que ante esto no se puede seguir pensando
que sólo se trata de gente con problemas mentales. Nadie se adhirió,
ni contradijo lo que expuse. Una chica me había esperado a la salida.
Le confesé -ella lo suponía- que yo era uno de esos que irían
a aparecer. Con ella hubo cartas y alguna visita hasta mi desaparición
cuyos motivos no recuerdo. Tal vez sus estudios de psicología terminaran
por limpiarle la mente de mis, en principio, para ella creíbles
argumentos.
Lo que Subiela tal vez ignoraba cuando hizo la película,
es que ya se había producido un caso similar al que él ideó
para el papel de Hugo Soto. Supe del asunto antes de que se estrenara el
filme; quizá antes de que se rodara. Estaba en el número
7 de la revista argentina Cerdos & Peces, de diciembre de 1986.
La nota titulada "Confesiones de un extraterrestre" (con la volanta "esquizofrenia")
reproducía un reportaje recientemente publicado en el diario El
País, de España. El personaje en cuestión era
el español Joaquín Lastra (de 43 años por entonces)
que recluido en un neuropsiquiátrico casi voluntariamente, afirmaba
ser extraterrestre y, estando allí, no necesitaba trabajar y podía
dar conferencias y enviar artículos a los diarios.
Médico, experto en psicología, matemática y lingüística,
"enloqueció" a la edad de 35 años. Su "delirio erudito" lo
llevó a escribir "El origen del pecado original", libro en que expuso
su explicación del origen del hombre y la caída de los extraterrestres
que se degradaron al ocupar cuerpos físicos (por otros detalles,
ver INFORME CLOMRO 3).
Estamos en el bar y se acerca el final de la historia.
El desenlace trágico de la película puede ser un anuncio
de mi propio final, si sucumbiere ante la incomprensión del mundo.
No sé si las chicas se quedarán pensando en algo así.
No sé si lo supondrán. Pero saben que ellas son importantes
para mí. Que son de lo poco que en dos meses he podido cosechar
luego de tanta siembra. Que están evitando que me sienta del todo
solo con mi misterio. Que por lo menos en ellas he encontrado oídos
y amistad.
Llega mi hora de partir. Quedará atrás
un pueblo que no supo develar lo que le estaba ofreciendo, lo que de mí
le estaba mostrando. Y refiriéndome a ese pueblo que dejaré
atrás con sus dudas sobre mí, me despido de una de las chicas
pronunciando una frase de Charles de Gaulle, al dejar la presidencia de
Francia: "Me voy, y me llevo mi misterio". Los ojos de la
chica se agrandan impresionados: "¡¿Misterio?!..." exclama
en tono de sorpresa y con una sonrisa. El ómnibus recorre los primeros
kilómetros de mi regreso. Abro la cartita hermosa que la chica me
dio en la despedida. Termina con una frase que me hace comprender la reacción
que ella tuvo ante "mi" frase de De Gaulle:
Me llevé en esas palabras el resultado de
mi paso desafiante, que me demostró que todo puede ser dicho, todo
puede ser resistido, y todo puede ser aceptado. Y entre mil posibilidades
de ser resistido, una sola de ser aceptado justifica el esfuerzo y el riesgo,
y compensa las consecuencias desfavorables. Un astrólogo y músico,
un concejal, su hija y otras chicas y algunos muchachos... ¿qué
podía importar un pueblo indiferente y algunas voces en mi contra,
si había encontrado ese puñado de seres tan especiales para
mí? El cierre del año 88 me tendría mandándoles
cartas, intentando mantener lo que estaba en mis manos alimentar o dejar
apagarse. Pero mi destino se encaminaría por otros rumbos, perdiendo
contacto con todos definitivamente. O al menos por unos años, hasta
que mi reaparición como Clomro, pudiera revivirles algo en la memoria
cuando me vieran y reconocieran. Un pasamontañas y un nombre extraño,
cosa incomprensible para millones, sí les resultaría absolutamente
comprensible a ellos: aquel extraterrestre humano de nueve años
atrás, no cometería aquel mismo error de exponerse demasiado.
Como humano, mejor...
Yo podía ser tan humano o tan extraterrestre
como quisiera, y no como las circunstancias me lo impusieran. Pero no sería
lo mismo jugar al extraterrestre en un pueblito lejano que no me
haría fama, que aparecer a jugar con fuego en una gran ciudad
o en medios importantes a nivel nacional, que marcarían mi nombre
y mi rostro. Tenía que moverme con astucia, no con la audacia
de esa experiencia en el pueblo en que me puse a prueba. La apertura de
un nuevo año, me plantearía experiencias nuevas.
1989, enero, en un lugar de la costa atlántica
bonaerense. Mi primera aparición televisiva, en un canal local,
como aquel divulgador testigo de comunicaciones con seres del cosmos. Alguna
que otra incursión en radio, que no sugiere nada sobre mi identidad
cósmica, y me mantiene en la "normalidad" humana. Planeo lanzar
mi personaje teatral extraterrestre y busco lugar para presentarme
como tal.
Lo siguiente, es parte de una carta que escribí
por entonces, y que nunca envié y quedó entre mis papeles:
Villa Gesell, 7 de enero de las primeras horas
de la madrugada.
Estoy en la playa, en un balneario donde hay
un reflector, y aprovecho para escribir. Acaba de empezar el sábado.
A 300 metros de aquí, en la Avenida 3, miles de personas pasean
y se divierten. Yo estoy acá, solo.
Estoy trabajando para subsistir y por ahora no
tengo margen financiero para placeres.
Y aquí estoy, queriendo empezar de cero.
Entre gente extraña y moviéndome con cautela. Hoy, después
de ocho días de estar aquí, recién inicié la
apertura de mi estrategia para la difusión de las Verdades. Mi primera
jugada fue entregar algo para publicar en el diario local. Saldrá
el lunes o martes. Es un comentario sobre un "alguien" que está
en Gesell y que hablará en carácter de extraterrestre "LO
QUE TODO SER HUMANO TIENE EL DERECHO DE SABER Y QUE LA IGLESIA NO DICE".
Otra vez, iré al choque y provocaré una polémica que
pueda terminar en censura. Si la censura no viene, podré ir definiendo
lo que será mi show: "REVELACIONES DE UN EXTRATERRESTRE", que espero
poder hacerlo en alguna sala. No sé bien todavía cómo
estructurar esta mezcla de teatro y realidad, de actor y de conferencista.
Pero sin duda que esto será una forma diferente de decir lo que
quiero. Porque haré el papel de un extraterrestre y nadie estará
obligado a creer en lo que diga, porque será teatralizado. Pero
quien sepa entender, sabrá que lo teatral es el disfraz que tapa
una realidad igual al disfraz: un extraterrestre disfrazado de extraterrestre.
Tal es el plan.
Uno de aquellos días, conocí a una astróloga que de mí no sabía absolutamente nada. De pronto, ignorando yo que ella también era vidente, me dijo algo sobre mi futuro: Te veo como una persona importante, vas a trascender en algo... que puede ser político, científico o artístico". Yo no tuve la menor duda de que la cosa pasaba por la cuestión extraterrestre. Pero ignoraba cómo sucedería. Y cuándo. Lo que no ignoraba, era que en algún momento algo trascendente iría a pasar conmigo. Si bien esa trascendencia ya venía escalonándose desde hacía unos años, no sólo con planes, sino con logros cuya acumulación daría el subproducto de lo que iría a ser la trascendencia a mayor escala.
Pasa el verano, sin haber llevado adelante el proyecto teatral, para el cual tenía pensado incluir dos poemas de mucha fuerza para mi argumento. Me voy de la costa, llevándome en la memoria el poema de Arturo Capdevila "Mi Oración", y el de Almafuerte, "Trémolo" (dos joyas de la poesía contra el Amo del mundo; ver INFORME CLOMRO-3), los cuales leía y recitaba en la playa hasta haberlas grabado a fuego; y con las cuales, años después, dejaría impactados a quienes me escucharían recitarlas.
Es otoño, he andado sin equipo y con fiebre bajo el sol del desierto en Jujuy, y sin abrigo suficiente al llegar la noche en las montañas, y ninguna nave extraterrestre hubiera bajado a rescatarme de la muerte por hipotermia en las alturas nocturnas, ya que gendarmería hizo que un camionero me bajara hasta donde me dirigía, en Salta, evitando que "Allá Arriba" tuvieran que mandarme algún platillo salvavidas que, desde ya, nunca hubiera esperado. Aunque no faltará quien diga que "ellos" me mandaron un camión. He dormido en una mina de mineral de cobre abandonada, y allí he soñado que debía reproducir artísticamente la imagen del "astronauta de Palenque". A mi regreso de la aventura exploratoria, pintaría esa imagen de los mayas en cuadros que luego expondría.
Estoy de vuelta, y se está proyectando en
los cines Cocoon II El Regreso, y el mensaje de la primera, del
año 85, ha sido cambiado por otro: la consigna ya no es irse del
planeta, sino afrontar la realidad de esta vida; los viejitos regresan
a la Tierra, y para el público queda redimido de su hasta allí
estúpida actitud, aquel viejo que en la idea original fue el único
que no quiso irse de la Tierra, y cuya frase "Is my World", lo definiera
como apegado a este mundo, pero en la segunda parte esta pertenencia al
mundo adquiere el sentido de responsabilidad. Cuatro años atrás,
los preparativos de mucha gente para esperar los ovnis salvadores, eran
un fenómeno mundial, y Cocoon parecía reflejarlo. Pasa el
tiempo, y Cocoon II coincide con un panorama mundial que está
cambiando últimamente: se sigue hablando de evacuación, pero
por
ahora parece que hay que quedarse. Para reforzar esto, llega Kim Bassinger
en Mi novia es una extraterrestre, y viene un mensaje más
dando a entender que, a pesar de todo, la vida en la Tierra vale la
pena ser vivida, como titulaba un diario en una crítica sobre
esta película y la segunda Cocoon.
Pasa el otoño y estoy exponiendo pinturas
con temas cósmicos. Es junio, el invierno está a las
puertas, y se cumple un año y diez meses desde la idea del extraterrestre
teatral. Durante todo este tiempo he estado a las órdenes de
las jerarquías cósmicas que me hicieron venir a tomar este
cuerpo. Mi estilo de divulgación del conocimiento que debíamos
transmitir, era muy particular, pero no se apartaba demasiado de los lineamientos
que debíamos observar. Podría seguir así. Pero mi
idea del personaje extraterrestre podría ser para problemas con
mis superiores.
Pero una cosa ha cambiado: hace seis meses que me
fui de viaje, luego de tres meses volví a casa, pero todavía
no he resuelto reintegrarme activamente a la dinámica interna de
la organización. Con esta distancia tomada, siento libertades que
durante los últimos años no he tenido. He sido de los
más rebeldes a esta obediencia que hemos observado durante los
años en que participamos de esta misión. Mis disidencias
habían marcado mi posición de insurgente en potencia. Las
instrucciones venidas del cosmos, o de nuestras autoridades cósmicas
viviendo en cuerpos humanos, en cuanto a lo que tenemos que hacer, han
adolescido de fallas que me generaron desconfianza. He propuesto reiteradamente
dar lugar a las iniciativas individuales de los miembros de la agrupación,
en lugar de asignar tareas grupales. He asumido la responsabilidad de ir
a las radios que quisiera, a decir lo que se me ocurriera. Nada de ir a
donde fuera determinado desde arriba, o aprobado en reunión de consulta
y deliberación, y a decir las cosas según el libreto que
nos enseñaron. Así, he salido tanto del esquema de funcionamiento
de la organización, que empecé a generar una dinámica
paralela, cada vez más externa y desconectada del directorio,
hasta quedar fuera de la órbita y del campo magnético de
mis compañeros de misión y de la autoridad central. Ellos
se quejan de Cocoon II. Yo les digo que me gusta. Eso marca una visible
diferencia entre los que siguen pendientes de la hora de partida en la
nave salvadora, y mi pérdida de interés en irme de acá.
Se supone que para algo he venido hace tres años a este cuerpo,
y que lo mío recién empieza; tengo mucho que hacer en este
mundo, para estar pensando en irme.
Un extraterrestre en radio
Cambio de planes
Mando a imprimir como doscientas copias, que luego
llevarán pegada una tira con el nombre, día y hora del programa
en que me presentaría, y esa misma forma de publicidad valdría
para todo lugar donde pudiera presentarme a dar una conferencia o algo
así. Pero algo se interpone y todo se paraliza: a mi compañero
de travesura, que sigue integrando activamente la agrupación, le
dicen en ella que lo que hicimos no es serio, que desmerece los conocimientos
que la agrupación transmite, porque si bien no digo las cosas de
la misma manera, se nota que hablo de lo mismo. Presento una nota a la
organización, calificándola como sectaria y restrictiva en
su proceder, y manifestándole que es muy difícil que vuelva
a ella en tanto continúe así. Es poco menos que una formal
renuncia, y nada menos que una renuncia de hecho. Y para evitarle problemas
a mi amigo que está allí, suspendemos la continuidad del
extraterrestre en su programa. Quedo con idea de hacerlo por otro lado,
pero aparecen en medio otras cosas; negocios, viajes y mujeres, que desvían
mi atención. Termino el 89 con la mente más volcada a cuestiones
de este mundo, que a mi realidad y mi ficción extraterrestre.
Parte I
FINAL DE UNA HISTORA, INICIO DE OTRA
El distanciamiento
"Profesor" de astroarqueología (Indiana Jodes)
Encuentro Cercano
Como caída del Cielo
Con mi mente adaptándose a una nueva forma
de plantear mi vida, y ya que yo andaba por Brasil, y se venía a
la Argentina una chica brasileña muy especial para mí, empecé
a pensar en ella y en las piedras de su país, con lo cual tuve idea
de llevarle un sobre con información cuando viniera.
Va transcurriendo la primavera. Hace poco que puse
mi atención en ella. En anteriores años, me venía
siendo indiferente. No tengo ídolos, no se me mueve un pelo si estoy
frente a un personaje famoso, porque en estos años he aprendido
a verlos como personas iguales a mí, y a verme como igual a cualquiera,
tal como lo he leído hace tiempo: "no eres más que una planta
ni menos que nadie". Pero algo me pasa con ella; algo que no me pasa con
ningún famoso, y no sé si será por su fama, o si hay
algo que está más allá. Soy un potencial fan de ella,
cosa que deberé evitar, conforme a mis principios por los cuales
no hay que seguir a nadie, ni permitir que a uno lo sigan. Siento algo
por ella, me resulta simpática y agradable. La gente se ríe
cuando, hablando de esta chica, digo que la amo. Es que parece de esos
amores que quedan en el que ama, y no llegan a la
persona amada, y que si acaso llegaran, no la conmoverían lo más
mínimo. Por lo tanto, la gente tiene derecho a reírse de
mi "tonto enamoramiento". Más aún, considerando que de alguna
manera, todo enamoramiento es tonto.
Termina el 90, y es mes de diciembre, día
20, en Buenos Aires. Hace una semana compré Ami, el niño
de las estrellas, y ahora estoy esperando a una estrella de los niños.
Encontraré, tiempo después, la relación entre ambas
cosas. Promedia la tarde, y estoy en el Teatro Broadway. Ella está
por llegar. Será su primer show en la Argentina. Yo no sabía
que el show era hoy, y justo paso por la esquina en la hora de la función,
y veo su nombre en un cartel. Veo una cola de gente y creo que están
para comprar entrada. Pero están entrando. Las entradas eran gratis
y ya se habían repartido en Telefé, agotándose hace
días. Alguien que me ve preguntando por entradas, me
ofrece venderme una entrada, y... ya estoy adentro. Menos mal que el tipo
estaba justo al lado mío para escucharme, y no unos metros más
lejos, o me quedaba afuera.
Lo veo a Jorge Rial, el novato integrante del equipo
de Lucho Avilés. No veo otras caras conocidas; la conferencia de
prensa en el Sheraton los debe haber tenido a todos allá. Menos
mal que cuando ya iba para allá, me arrepentí, pensé
que me quedaba afuera, y me volví. Si no, no habría pasado
por acá de "casualidad", y ni me enteraba de que esto era justo
hoy y ahora. Nos mandan a todos a la sala para despejar el hall,
pero me busco un pretexto y me quedo; me compro un jugo en el quiosquito
y hago tiempo hasta que ella aparezca. Me quedo en un costado tomando el
jugo, esperando el momento. Ella está por entrar. Atraviesa una
multitud agolpada en la calle, e ingresa al teatro. Ya todos esperan en
las butacas, así que soy uno de los poquitos que esperamos en el
hall; algunos fotógrafos, gente de la casa, y un par de curiosos
como yo. La princesa pasa frente a mí, radiantes sus cabellos dorados
y celestial su blanco vestuario que, con una minifalda y sus características
botas, la asemeja a una muñeca de un metro noventa, tacos incluídos.
Mudo de admiración, y de respeto, me guardo las ganas de gritarle
mi adoración. Al cielo se le debe haber caído un pedazo a
la Tierra; un pedazo que allá debería ser un ángel,
y que al venir acá tomó un cuerpo de ángel, y hasta
se viste de manera angelical.
Entro en la sala. No hay lugar adelante de todo.
Empiezo a buscar alguna ubicación en otro sector. Termino en uno
de los palcos allá arriba y a un costado del escenario, junto a
un reflector. Para lo que hubiera querido, pésima ubicación;
para mis posibilidades como están dadas, mejor lugar, imposible.
Estoy de pie, solo, y la luz me hace visible. Ella aparece en el escenario,
mira hacia mi rincón escondido, desde tanto y tan poco como unos
diez metros de distancia, y me sonríe saludándome con la
mano en alto. La saludo con mis dos puños en alto agitándose
en señal de alegría. No me explico por qué justo a
mí. También a la nena que está al lado mío,
y a alguno que otro privilegiado. Comienza el show.
Algo mágico
Ella baila, canta, divierte, pero también
enseña: pasar "energía" con la mano arriba (Chindolelé),
la importancia de los sueños (Luna de Cristal), la magia
de los colores (Arco Iris)...¿Qué significa todo esto?
¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Adónde
conduce todo esto? Realmente estoy sorprendido, estoy shockeado con lo
que acabo de descubrir, con este mensaje espiritual que transmite esta
chica. Yo creía que esto era nada más que un divertimento
infantojuvenil; yo no había escuchado más que Ilarié
y alguna otra cosa, y ahora descubro un repertorio que me sugiere propósitos
más trascendentes. Estoy sintiendo y presintiendo la razón
de por qué me encuentro en este lugar. Estoy sintiendo una
magia que empieza a transformarme. No podía ser un simple enamoramiento
televisivo; presiento que he sido traído aquí para iniciar
algo, y ya empiezo a ver de qué se trata. Y para que eso se cumpla,
piensen lo que piensen y me digan lo que me digan los demás, acá
no estoy frente a un personaje al cual crean que yo no llegaré jamás:
estoy frente a una persona a la que puedo mirar a los ojos, que me puede
mirar a los ojos, ¡que me ha mirado a los ojos!... Que me ha sonreído,
que le he sonreído; que podría tocar, que podría escucharme...
El final está cerca. Ella dice sus palabras
de cierre. Tres días después, por Telefé, todos
verán este show que está siendo grabado. Todos la verán
decir esas palabras finales. Verán que la vista de ella, por unos
instantes, reposa en algo mientras habla. Como sucede comúnmente
ante un público, cuando entre cientos de espectadores, la vista
del que habla se queda instalada en uno solo. Nadie podrá saber
que ése al cual miraba, era yo.
Ofrenda de amor
Termina el show. No me apuro en salir. Arriba, en
los palcos, pocos quedan. Una animadora televisiva argentina, que tiene
un programa infantil y que está muy de moda, se encuentra del otro
lado del teatro, en un palco lateral a la altura del que ocupé.
No es Flavia Palmiero, sino Alejandra Gavilanes. Hacía días
nada más, que le había mandado una carta. Nos habíamos
conocido hacía años, cuando era maestra jardinera; una hermosura.
Voy directo hacia ella y... la manija de mi portafolios se sale. Mientras
acomodo el maletín en una butaca, ella y yo nos miramos desde lejos
en la penumbra; imposible que me reconociera. Tomo el inconveniente como
una señal, así que si algo está sucediendo o por suceder,
mejor que me apure y deje el arreglo de la manija para otro momento. Ella
baja por la escalera de su sector, yo por la del mío, y abajo, de
inmediato, las dos animadoras infantiles se ven rodeadas de gente. Menos
mal que no me entretuve allá arriba, o me perdía a la que
vine a ver.
No imaginé que saldría tan rápido;
ni siquiera se cambió: está con la ropa blanca con que cerró
la función. La rodea su seguridad personal, que saldrá a
los empujones, y si me trato de acercar demasiado, seré uno de los
empujados. Y si me trato de acercar sólo un poco, me empujarán
los que quieran acercarse más, y que no son precisamente niñitos.
Quiero acercarme y busco la forma más adecuada. Entonces me sumo
al cordón; con mi voz pidiendo paso y con mi portafolios bajo el
brazo (lo cual me ayuda a hacer creer que pertenezco al grupo) unos se
van abriendo a mi paso, y a los que no, los voy desplazando con el maletín
y con todo el peso del cuerpo, mas el del cordón. He quedado justo
en el centro y adelante de todo. Soy el ariete del vallado humano protector
que le abre paso empujando gente, forcejeando entre la multitud. Por fin,
sube al ómnibus que la llevará. He quedado bien ubicado junto
al transporte. Se asoma por una ventanilla, desparrama al vuelo fotos suyas,
y entrega en mano otras. Mi mano es una de esas privilegiadas. Desde ese
día, hasta más allá del día en que, siete años
después, escribiré esta historia, esa foto habrá de
permanecer a la vista en un estante junto con otros recuerdos importantes.
Entre los gritos de tantos, consigo que fije su
mirada en mí. Le grito la declaración de amor, la ofrenda
amorosa, la única y mejor que en un momento así se podría.
Halagada, ella me sonríe con simpatía. No sin sorpresa: esto
no es común todavía en la Argentina. Los apasionados seguidores
serán muchísimos en un tiempo más, pero ella está
frente a un apasionado de casi treinta años, no un chico. El mismo
que por un tiempo seguirá siendo visto como un tonto, como el único
tonto conocido que le comenta a todos que a ella la ama. Hasta que aparecerán
todos los apasionados; y se verá que muchos de los que creían
tonto un amor así, también terminarán enamorados de
ella. Pero, por ahora, soy uno de los pocos de mi edad, y en este momento
hay más cholulos que apasionados en este lugar; esa diferencia se
nota, y en mí ella la pudo notar: en la frase pronunciada, en la
expresión, en la mirada. Ha sido una bonita sonrisa la que me mostró
como comprendiendo esto. Entre cholulos, adolescentes y niños, ha
visto y oído a un treintañero diciéndole a ella
que la ama, y de un modo que no era de pasar como cosa ligera.
Lo que tanto hubiera deseado y que parecía
un sueño realizable, pero distante, estaba cumplido: que un sentimiento
así no quedara guardado, sino que la persona amada lo supiera, lo
recibiera. Aunque estas cosas no sirvan para nada. Aunque de ahí
en más no pasara nada. Aunque uno más entre millones no significara
nada. Porque no significará nada en una visión panorámica,
pero en un segmento de tiempo, de breves segundos en un mísero fragmento
de tiempo, estas pequeñeces son vivencias enormes, valiosísimas.
Decenas de manos se estiran para tocar la suya.
Ella toma una por una. Hasta que, incomprensiblemente, ya nadie busca tocarla.
Ya no hay tanta gente. Se diría que la han dejado sola por un momento.
Por lo menos, en el sentido de esa compañía que se ofrece
cuando no se quiere dejar la mano de alguien sin ser tomada. El muchacho
de la declaración amorosa se aproxima entonces. La toma de la mano
y no la suelta. En una clara intención de significar aquello. Así
permanecemos durante unos momentos que no son tan breves. Hasta me da la
sensación de que esta momentánea pausa en el asedio de la
gente, ha sido una milagrosa providencia para permitir mi privilegiado
acercamiento. Ella no me mira mientras tanto, ni nos decimos nada; no hace
falta: no hay nada que decir más importante de lo que ya me ha escuchado
decirle, y no hay nada que mirar en mis ojos que no sea lo que es de suponerse.
Mientras su mirada recorre otras miradas, su mano reposa calmamente en
la mía. No habrá registro fotográfico para perpetuar
este instante.
El segmento de tiempo casi irreal, providencial,
parece haber transcurrido: vuelven las manos a buscar a la de ella, que
va retirando delicadísimamente, suavemente su mano de la mía,
para seguir repartiendo saludos.
El vehículo que la llevará, arranca.
Se va desprendiendo lentamente de la muchedumbre. Ella sigue asomada, saluda
a los últimos que van quedando a su paso, dispersos. Las últimas
palabras que escucha son: "Volte pronto... boa viagem". Ella contesta:
"Obrigado", a aquel que, cuando todos han quedado atrás, sigue acompañándola
hasta los últimos metros. Porque es alguien de esos que entienden
que estas compañías hay que ofrecerlas hasta los últimos
metros. Así lo harán tiempo después centenas de seguidores
que entenderán lo mismo. Pero, por ahora, solamente yo he ido unos
metros más allá, que los últimos dispersos de la muchedumbre.
Y me quedo parado ahí saludándola con la mano, viéndola
mirarme al alejarse; viéndome ella mirarla mientras se aleja.
Estudio y divulgación del fenómeno
Mi entrada en Acuario
La razón y la fuerza
Los años 90 que comenzaban, con el optimismo
que inspiraban Ami y Xuxa en cuanto al futuro del planeta, me verían
con esperanzas y dónde apostarlas. El libro me dio razones; Xuxa,
la fuerza: con alguien como ella funcionando así en la Tierra, algo
tendría que pasar; si no se ha dado cuenta, o si nadie se ha dado
cuenta, yo sí veía en ella una fuerza enorme, capaz de ser
aprovechada para lograr gigantescas transformaciones mundiales. Y yo tenía
que apostar mis esperanzas, mi pensamiento y mi sentir, a lo que estaba
vislumbrando. Creer en que esa persona era la ideal para que, mediante
los niños, muchos cambios fueran posibles, me hacía creer
en el futuro, hasta entonces falto de faros encendidos como éste,
a mi vista. Esa fuerza, su fuerza, era impulsora de mi fuerza. Y cuando
digo fuerza, digo entre otras cosas, esperanza. Porque con alguien así,
a uno le cuesta menos tener esperanzas por el futuro del mundo.
Era, para mí, conmovedor escucharla, verla,
ver lo que pasaba a su alrededor, esa magia que se transmitía a
la gente. Veía yo las lágrimas de los niños cuando
ella se iba en su plato volador al final de los programas; como si fuera,
repetido diariamente por años, en ficción, un adelanto de
algo que tal vez algún día sucederá en la realidad.
Poco importaba el tiempo de Playboy y del cine erótico;
esta persona no era la misma. Y si una estrategia tuvo que ser planificada
en los Cielos para que ella llegara al centro de todas las miradas, desde
donde iniciar el cumplimiento de la misión, y tuvo que ser por ese
conducto y vía Pelé (porque para triunfar en este sistema
hay que "ser astutos como la serpiente", dijo Jesús) para mí
era comprensible; no la juzgaba ni condenaba como tantos "moralistas".
Y como yo era uno de los muchos que así lo entendían,
colaboraría con esta misión que estaba muy a mi vista, dejando
de lado las otras realidades cósmicas de la misión que yo
integrara en la segunda mitad de los 80. Mis conocimientos cósmicos
trascendían tanto la realidad de este mundo, que se tornaban inútilmente
inaplicables a mis posibilidades terrenales. Aquí había,
en cambio, una posibilidad concreta de acción positiva. Con esta
mujer como inspiradora y movilizadora.
De una misión a otra
Esta nueva toma de posición, me hacía
sospechar que la razón de haber sido mandado a este planeta a ocupar
este cuerpo, no era la que me venía impulsando en sentido contrario.
En primera instancia, se me había enviado a participar de una misión
ajena al problema de la Tierra, junto con seres que cumplían aquí
objetivos cósmicamente a mayor escala. Había una verdadera
guerra universal, y no meramente galáctica, y aquí en la
Tierra había una lucha de cabezas de Fuerzas opuestas, que
vinieron a dar a este escenario, como el Graf Spee vino a dar al Río
de la Plata, en un combate fuera de contexto. Y yo fui sacado de mi
contexto de responsabilidades cósmicas para con este planeta,
para ser puesto en ese combate entre generales. Yo, un soldadito galáctico
en medio de tamaña lucha de fuerzas inconmensurables.
Luego de esas instancias iniciales, mi alejamiento
de tal misión empezó a parecerme ya previsto (y hasta inducido)
por los mismos mandos que determinaron mi envío a la Tierra a ocupar
este cuerpo. Si se me hubiera enviado para mantenerme en la misión,
¿qué estaba haciendo en sentido centrífugo? Por momentos
me sentía un traidor, y por momentos un engañado o un utilizado
que se estaba rebelando. El fondo de la cuestión era que este
mundo tenía que ser destruido por los altos mandos del Universo,
y yo no tenía ninguna obligación de ayudar a evitarlo: lo
mal hecho, debe ser deshecho; ése era el mandato. Razones había,
pero en mi rebelión, empezaba a adherir a un mandato galáctico:
lo mal hecho, debe ser reciclado. Por lo tanto, mientras la destrucción
del mundo como prevención de males mayores en expansión,
se evitara, yo me integraría a las fuerzas galácticas
de restauración de la armonía planetaria. Es decir, la Confederación.
Ésa cuyos comandantes, eran tan soldaditos como yo en comparación
con las jerarquías universales a cuyas órdenes me encontraba.
Y yo sabía bien que estaba retirándome de algo grandioso,
para abocarme a pequeñeces de un insignificante rincón de
una galaxia perdida en la noche del espacio.
Quizá éste fue mi más correcto
proceder, pues haber estado por accidente ante lo que tuve el privilegio
de estar, no suponía que yo estuviera para tan grandes asuntos.
Conflicto de ideas
Sin embargo, se nos había dicho que
el sólo hecho de haber accedido a tales revelaciones, ya nos hacía
diferentes de cualquier ser de niveles galácticos. Porque lo que
vivimos, lo que supimos por estar en medio de tal experiencia ajena a todo
lo de aquí, no llega a ser aprendido en las etapas de evolución
galáctica. La transmisión efectuada al grupo que yo integraba,
por parte de seres que no eran de esta galaxia, ni de ninguna otra, sino
de más allá de lo físico...revelaba cosas ajenas no
sólo a las galaxias, sino al Universo...pues hay otros Universos
más allá de éste. Ningún ser galáctico
podía saber sobre esos planos, por no poder alcanzarlos. Cuando
un conocimiento al que no se puede, entonces, acceder, desciende a niveles
como el nuestro, produce transformaciones allí donde se reciba.
Produce un estado de conciencia por el cual el receptor verá todo
distinto, podrá actuar distinto, por más baja que sea su
evolución galáctica, mientras que el resto seguirá
viendo y haciendo todo igual, por más alto que sea su grado galáctico
de evolución. Por eso no temo desafiar a ningún comandante
galáctico que me quiera venir a enseñar lo que cree saber
que es el Universo y cómo debe ser la vida en él. Por eso
mi adhesión al plan galáctico de ayuda al planeta, es
condicional: colaboro con que este mundo se arregle, pero no con enseñarle
a la humanidad que haya sido creado para una normal evolución, cuando
para la evolución verdadera mundos así son una aberración.
Sin embargo, mi mente se contaminaría a tal
punto de conceptos galácticos de la Confederación, que por
un tiempito yo llegaría a formular la conjetura de que todo fuera
al revés de lo que yo pensaba, y que realmente Dios había
sido quien hizo que todo esto funcionara así, y para fines evolutivos.
Fue como una película virtual que me hice, en la cual me introduje
pasando por toda la trama, hasta llegar al desenlace de que no; yo no había
pensado al revés de la realidad: la realidad que me vendían
la New Age y sus comandos interestelares, era un bonito cuento de hadas.
Pero eso sucedería entre mediados del 91
y dos años después. Luego, mi desactivada misión extragaláctica,
universal, recobraría chispazos de vida, para mucho después
encaminarme a una lucha reivindicatoria de todo aquello que yo mismo
había combatido. Por ahora, estamos en otoño de 1991, y estoy
dentro de un cuento de hadas galáctico, hechizado por un hada milagrosa
que creo venida de no sé dónde, a la Tierra.
[...]
(Salto de 1991 a 1995. Lo sucedido en esos años
puede consultarse en la versión completa del Archivo Público,
en: www.lanzadera.com/Clomro)
La imagen mítica
Mítica y natural
La imagen de Xuxa tiene algo de mítica y
algo de cuento de hadas. La parte mítica sería la sobrenatural,
ya que el mito es, en cuanto al personaje caracterizado como tal, superhumano,
posee virtudes que una persona común no posee, hace cosas que nadie
haría. El personaje del cuento de hadas, en cambio, tiene la humanidad
de cualquiera, y lo que vive le puede suceder a cualquier persona.
La Xuxa del mito, la que es vista como una persona
especial, única, dotada de un don misterioso y sobrenatural, es
una semidiosa, una superheroína, alguien que tiene un poder secreto.
La Xuxa como personaje de cuento de hadas, es la "princesa" que recorre
el laberinto de dificultades en la vida, o que espera en la torre de marfil
la llegada del "príncipe azul". Mientras tanto, es salvada de la
tristeza por el lector del cuento: es un cuento interactivo donde el personaje
está en comunicación con el que sigue la historia (el público)
y es por él que vive una alegría o felicidad en compañía
de muchos, al no tener su amor para vivir íntimamente otro tipo
de sentimiento.
Como mítica que es, esa soledad es producto
de la inexistencia de algún hombre mítico a su nivel. Y eso
no es cosa de gente de la calle. Nadie vivirá una historia de esas:
es una historia con magia, para la leyenda. Sólo los míticos
Pelé y Senna tuvieron lugar -y determinación- allí.
Pese a todo, como subyace la idea mitológica
de que Xuxa está para una misión, toda privación y
postergación se hace comprensible y admisible desde este punto de
vista. Por lo tanto, las postergaciones amorosas serán incorrectas
para una humana normal, pero son necesarias a la idea y a los fines de
una "humana" sobrenatural. Y una persona así, no es modelo a imitar,
porque trasciende la condición humana: no está para brindarle
a los niños un ejemplo de lo que deberán ser y hacer cuando
crezcan, sino para ayudarlos a vivir felices mostrándoles una forma
de actuar en la vida, con alegría, esperanza, fe en los sueños.
Un mensaje celestial, con escenografías y vestuarios creando climas
cósmicos, y con esas canciones de contenido espiritual. En este
sentido, no pretendía ser modelo a imitar: sólo era modelo
de una clase de ser que habita en mundos mejores, como si quisiera decir
que "este mundo va a ser mejor, porque hay mundos mejores y yo vengo de
uno de ellos; crean en mí, y creerán en que el futuro será
mejor". Para una propuesta optimista, nada mejor que alguien que testimonie
la existencia en alguna parte, del ideal que se desea alcanzar. Una Xuxa
cósmica, amorosa, está indicando que hay mundos de amor.
Si en otros se pudo lograr el amor, por qué no en éste...
Esta fantasía del personaje del plato volador,
se corresponde con la vida real de una Xuxa que vive para su trabajo (misión
- niños) más que para sí misma, y lleva el sello de
los enviados, los santos, los mártires, los que, en fin, han sacrificado
sus aspiraciones personales dedicándose al servicio de la humanidad.
Los que han venido a ayudar, por más penurias que debieran sufrir.
Los que no vinieron como modelos a ser imitados (nadie podría ser
un Jesús o un Buda de la noche a la mañana), sino a producir
cambios de conciencia, dejando enseñanzas. Por eso Xuxa no es modelo:
no lo es por su imperfección, así como Cristo no lo es por
su perfección. Un modelo es algo que se puede imitar. Xuxa no es
un modelo en su parte cósmica perfecta (la Xuxa personaje de la
nave y las canciones de amor), eso no se puede imitar; y tampoco lo es
en su parte humana, tan imperfecta como la de cualquiera, y eso no se debe
imitar.
En su desdoblamiento entre el mito y el cuento de
hadas, veamos estas definiciones:
Mito: super persona (lo super humano, no imitable).
Misticismo. Fantasía. Trascendencia cósmica.
Cuento de hadas: personaje noble (la princesa solitaria,
cuando se casa termina el cuento y pasa a ser modelo a imitar).
Superposición de lo humano y lo fantástico.
Modelo: persona (lo humano imitable).
Reina = madre; Princesa = chica. Como "Reina de
los niños": maternal; como "princesa": amiga, compañera.
Princesa Cósmica (la semidiosa del plato
volador): sabe, enseña. Es mítica.
Princesa Humana (la chica): busca el saber, aprende.
Es común.
Hada madrina: protege, guía.
Hada envejecida: bruja (hechiza, absorbe y reprime
a la princesa o chica; la manager de Xuxa es vista por muchos en tal papel).
Mito: super humana. No puede vivir como humana.
Renuncia a sus poderes para hacerse humana (el mito se convierte en cuento
de hadas: el personaje se humaniza). Logra casarse y tener hijos. Si es
sin padre, sigue el mito: nadie puede acceder a ella. Y en casos como el
de Madonna, incluso con padre, luego se restablece el mito: no es hombre
para permanecer con ella.
(Estas consideraciones datan de enero de 1996; como agregado posterior al embarazo de Xuxa, cabría destacar que su pareja procreativa siguió el mismo curso que el "semental" de Madonna).
Su historia en mi historia
Final de mi "autohipnosis" y de mi farsa:
se prepara la operación reveladora
Ésta ha sido la base de LA VERDADERA HISTORIA DEL COMANDANTE CLOMRO. La que explica cómo surge, cómo llega a corporizarse esta versión extraterrestre de un aparente guerrillero, o versión guerrillera de un supuesto extraterrestre. Ésta ha sido la historia de un Rantés que no murió de pena por el escepticismo de quienes él amaba y no le creían, sino que se fortaleció más aún ante la adversidad y salió a decir lo suyo, a combatir. Sin armas; sin otra arma que él mismo, y sin otros disparos que sus palabras. Ésta ha sido la historia de un muchacho que había querido decir su verdad, con la naturalidad de su rostro descubierto, sin ninguna mentira avergonzante por la cual tener que ocultarlo. Y que, sin embargo, en un mundo de sinvergüenzas mentirosos a cara descubierta, se cubre el rostro y se hace "raro" a propósito ante el público, porque quiere ser común en su vida diaria. Libre de los dedos que señalarían, de las ofensas de los que pasarían rápido en vehículo, de los que por pasar lento y a pie sólo mirarían de reojo y se reirían al ganar la espalda; libre de los papparazzi y de los pedidos de inútiles autógrafos; de los que quisieran hablarle sólo de extraterrestres, como si su vida fuera sólo eso; libre de los que le pedirían pruebas de lo que él no pide que le crean; libre de las tontitas seducidas por un uniforme y un poco de fama; libre de esa ficción encapuchada, en la que representa un papel menor que su propia realidad; en la que quienes lo refutan, cumplen en la vida un papel menor que sus propias realidades cósmicas.
Parte I
LOS MOVIMIENTOS PREVIOS A MI SALIDA A ESCENA
Se viene otra vez el extraterrestre juguetón
Mensaje de un extraterrestre, en una
botella flotando
1995, enero. Al regresar de Capilla, en una
parada a la noche, tuve un momento de necesidad de dejar un testimonio
escrito de mi presencia en la Tierra; sin firma, anónimo, contenido
en un envase de gaseosa. Dejado flotando en una fuente de una confitería,
era como si fuera el mensaje de un náufrago queriendo que se sepa
algo de él, sin importar quién es o dónde está.
No dejaba de ser parte de ese juego de poner a la gente ante la sorpresa;
me divertía imaginándome lo que pasaría con esa, en
cierto modo, "maldad" de dejar pensativo al que encontrara la carta, y
motivarlo a reflexionar sobre estas cosas. Por aquellos días, crecía
en mi mente la idea de presentarme públicamente en radio, sin nombre;
manteniendo el anonimato, podía ser extraterrestre ante un micrófono
y humano "normal" en la calle. Y dentro de ese juego mental que iba tramando,
una Coca-Cola junto a una fuente, una mezcla de soledad, de necesidad de
comunicación, y de ese espíritu bromista que a veces me aflora,
fue la combinación inspiradora de esta ocurrencia. Algo se estaba
preparando en mi destino; la hora de mi aparición pública
estaba cerca.
Este fue el texto del mensaje:
Una fuente puede ser como un océano: alguien
puede necesitar enviar un mensaje, alguien puede recibirlo en una botella;
alguien que esté necesitando descubrir algo. Y yo necesito revelar
algo: algo que tal vez llegue a quien necesite saberlo.
He de revelar que en el océano del Universo, cada mundo es
una isla desprendida de un continente, y que en cada isla todo puede ser
tan diferente de las otras, tan particular, que "la Verdad" puede parecer
mentira según dónde, y que la verdad de la vida en la Tierra
es que lo real y lo ilusorio han sido divididos por la mente humana. Se
confunde realismo con escepticismo, y al ilusionismo con engaño
a los sentidos. Como soy extraterrestre y no creerían que lo soy,
engaño a todos bajo mi apariencia humana, que es engañosa
a los sentidos. Y el mundo, que sólo cree en lo que ve, ignora lo
que merece ignorar por falta de sentido común, que no es el más
común de los sentidos.
Tal vez alguien necesite saber si nosotros existimos.
Tal vez nos haya imaginado dejando un mensaje en las pirámides o
mandándolo por interferencia a las redes televisivas. Pero no creo
que haya imaginado a uno de nosotros dejando un mensaje en una botella
de Coca-Cola; supuestamente, no tomamos bebidas así y no naufragamos
por la vida en cuerpos humanos, pero este mensaje está más
allá de tales supuestos.
Prueba 1
Domingo 12 de febrero en Capilla del Monte. La mejor
voz femenina de las radios locales está jugando conmigo en su casa;
jugando al extraterrestre y la periodista. La grabación quedará
guardada un tiempo. Algo se mueve en mi mente; algo se está preparando.
Nace "Clomro", por escrito
Terminaba febrero, y el diario La Prensa publicaba
una nota sobre el "Proyecto E.T." del C.A.I.R.P. (Centro Argentino Para
la Investigación y Refutación de la Pseudociencia), consistente
en recompensar con U$S 10.000 al primero que presentara una prueba de la
existencia de los extraterrestres. Les escribí en el acto, no en
mi condición de humano, sino como extraterrestre que trataba de
ridiculizar el referido proyecto, explicando que nosotros no tenemos ningún
interés en hacer demostraciones de nuestra existencia. Lo hice tanto
con intenciones de burla, como con intenciones de que hubiera cosas veraces
y serias en el contenido. Hablaba de los extraterrestres que no son de
mi bando y que sí parecen interesados en ser vistos, y hablaba de
los que preferimos pasar inadvertidos, produciendo cambios desde adentro
de la sociedad, viviendo como si fuéramos humanos comunes y corrientes.
Titulada como CARTA ABIERTA DE UN EXTRATERRESTRE (ver INFORME CLOMRO
2, Sección I CARTAS) estaba pensada para ser enviada y entregada
a toda persona a la que pudiera interesarle la temática, de modo
que imprimí cientos de copias, que por la no caducidad temporal
del contenido, estarían destinadas a circular indefinidamente, lo
cual continúa ocurriendo (ver efectos inmediatos y posteriores de
la publicación de esta carta, en INFORME CLOMRO 2, Sección
V CADENA SOLIDARIA).
Así fue la primera manifestación mía
como Clomro el extraterrestre, en un papel. Este sería, entonces,
mi seudónimo para cuando efectuara mi aparición en los programas
de radio (seudónimo = "nombre artístico" para unos, "nombre
cósmico" para otros, ya que luego se plantearía la discusión
sobre si este personaje sería un actor o un extraterrestre de verdad).
Pequeñas experiencias preparatorias
La idea del uniformado
1996 me vería definir la imagen física
a proyectar. Tras un paréntesis de un año desde aquella experiencia
en dos FM, en junio el comandante extraterrestre tuvo una reaparición
en radio "con bombos y platillos", en cuanto a la propaganda primero y
la repercusión después, en la emisora y su audiencia. Dentro
del juego con fondo real, el hecho de que fuera comandante me permitía
utilizar un vestuario acorde con el rango. Más que permitírmelo,
era en cierto modo una exigencia: el imaginario colectivo no admitiría
un comandante en jeans y zapatillas. Podría haber ido de blanco
espiritual o de metalizado espacial, pero yo no era ni un guía espiritual
de onda gurú, ni un maestro cósmico bajado de una nave. Mi
mensaje era el combate, la resistencia a las fuerzas opresoras del cosmos
y sus ramificaciones en la Tierra con los imperialismos políticos
y económicos. Mi ropa debía ser la de un combatiente. Mitad
símbolo de las revoluciones guerrilleras que se revelaron contra
el sometimiento de los pueblos, y mitad símbolo de una lucha que
en el cosmos también tiene rebeldes al imperialismo de las fuerzas
oscuras. Usé, en principio, ropas de color marrón claro,
con una gorra encima del pasamontañas verde. En los hombros, dos
"platos voladores" de metal dorado. En el pecho, una insignia, una estrella
plateada de cinco puntas (tanto usada por los izquierdistas, como por esotéricos
como los masones, siendo un símbolo cósmico, que en su sentido
mágico corresponde a la magia blanca), un extraño símbolo
de ocho puntas a modo de mandala o estrella cruciforme doble; en la gorra,
otra estrella de cinco puntas, dorada, un cristal, un angelito dorado (guardián
celestial) y un tiranosaurio dorado (guardián de "la pesada"); las
manos enguantadas, anteojos oscuros y...listo el personaje. Más
adelante, utilizaría un uniforme militar, verde, obsequio de un
héroe de guerra que enfrentó infringiéndole decenas
de bajas, a uno de los imperialismos que, en la Tierra, cumplen los propósitos
del imperialismo cósmico. Uniforme que, ahora, estaba otra vez en
combate, pero ya apuntando contra el enemigo cósmico, y contra sus
poderes que, en manos humanas, dominan a los pueblos y ocultan información
que destaparía la verdad liberadora.
La idea de un lanzamiento a gran escala
Una breve y superficial primera aparición
televisiva en cable (agosto), y la cuestión Clomro pasó a
retiro por unos nueve meses. Algo, sin embargo, se estaba gestando por
entonces. El juego del extraterrestre mandando cartas o charlando en las
radios o algún canal de poca audiencia, era tan sólo el entrenamiento
preparatorio para lo que vendría. Las radios, los medios televisivos
y gráficos de alcance nacional e internacional, serían la
rampa de lanzamiento. Pero salir a la escena para un público de
millones de personas, no sería lo mismo que llegar a algunos miles,
como venía sucediendo. Se acababa el juego de guerra y comenzaba
el verdadero combate.
Era inevitable en mi destino que yo mismo me estaba
programando, que mi aparición ante un gran público se produjera
en algún momento. Pero el momento de mi irrupción era tan
deseado como lamentable para mí. Tendría que hacerlo en algún
momento, y cuanto más tarde, mejor para mi tranquilidad. Pero no
para mi inquietud, que me impulsaba a apresurarme cuanto pudiera. Lo que
yo tenía que cumplir, cambiaría la visión de la historia
y la perspectiva del futuro. No porque yo solo fuera a cambiarlo todo,
sino porque en el gran cambio a producirse, mi papel sería clave,
como lo serían los papeles de todos los participantes en este Plan
en que estaba. Y esa importancia de los papeles de otros, llevaron a la
parte humana de mi ser a pensar muchas veces, en que si yo no hiciera nada,
habría quienes cumplirían mi parte. Por lo tanto, más
de una vez, ante las dificultades de mi vida, a mis superiores que me hayan
enviado, y a mis compañeros y subordinados de "allá arriba",
pendientes de mi operatividad, les dije: "¡váyanse
al diablo, y arréglenselas sin mí!". Pero nada me garantizaba
que, si no cumplía con lo que me era posible, otros pudieran lograr
ciertas cosas. No me creía irreemplazable, pero tampoco podía
estar convencido de que no lo fuera. Más aún teniendo en
cuenta que formar una mente con la aptitud de la mía para cumplir
esta función, costó décadas, planificaciones cósmicas,
y circunstancias que a nadie más se le brindaron del modo en que
ocurrió conmigo. Vine a este cuerpo para esto, mal que le pese a
mi parte humana.
El extraterrestre esperaba y buscaba su momento
de aflorar. El humano se lo postergaba, por su deseo de mantener su estado
terrenal y común, para seguir siendo uno más entre los demás.
Pero en esa dualidad, como el extraterrestre estaba humanizado, y el humano,
trascendido mentalmente, no podía menos que prevalecer el equilibrio
de las dos naturalezas, para que mis pasos se fueran cumpliendo en los
momentos precisos. Mientras tanto, un libro de Giovanni Papini (Lo
trágico cotidiano) dormía en mi biblioteca, para abrirse
a mi lectura recién en momentos en que mi trascendencia pública
ya se había empezado a materializar. En él encontré
lo siguiente:
Hombre entre hombres
1
Salvo porque no pretendo ser un "pastor" conduciendo rebaños,
ni "jefe" de ejércitos, hay en Papini palabras que parecieran caberle
a mi propósito. Ser comandante de una tremenda operación
como la que vine a cumplir, implica ir movilizando gente que se va adhiriendo
a la causa. Pero eso no significa que pretenda ser un conductor, un
líder. No porque no sepa o no pueda hacerlo: conozco bien los
mecanismos psicológicos del ser humano, lo suficiente para saber
cómo atraer hacia mí a la gente y hacerla integrarse en grupos
y comunidades bajo una doctrina, que bien sé cómo podría
convertir en una pseudorreligión de la cual yo fuera el "gurú"
o "pastor" seguido por multitudes.
Pero no vine a ser seguido; el síganme
que lo propongan los que pretenden manipular a los demás; yo sólo
pretendo que me acompañen. Y eso supone igualdad con los
demás, y no autoridad sobre ellos; porque si de algo pretendo ser
comandante, es de una operación formadora y reclutadora de comandantes,
no de comandados; personas autodeterminadas que se comanden a sí
mismas, y que marchen conmigo, no detrás de mí. Que no
sigan directivas mías, sino que, siendo soldados como yo,
obedezcan principios, no órdenes; principios universales,
leyes cósmicas que reglan lo que un ser en evolución
debe hacer. Y que siendo comandantes como yo a partir del momento en que
decidan liberarse de las mentiras con que se manipula al mundo, no caigan
en el error de Papini, de creer que sea necesario un jefe conductor, y
crean verlo en mí. Si alguien viniese a ponerse a mis órdenes,
esperando que yo lo integre a mi "ejército" y le diga qué
hacer de su vida, sepa que lo decepcionaré al dejarlo solo, para
que no caiga en ese error; solo, por ser incapaz de conducirse, lo cual
es más difícil que ser conducido. Solo, como debería
estar todo aquel que siempre necesita estar creyendo en alguien, humano
o celestial, por no creer en sí mismo.
Cuando todos los que, marchando conmigo en conjunto
o a miles de kilómetros de distancia, sin que yo los conozca, integremos
ese ejército sin un jefe, porque será de jefes,
tal vez el alma reencarnada de Papini esté participando de este
movimiento revolucionario. Así como yo he participado de su literatura
que sirvió para activar y reforzar algunas de mis potencialidades.
Y verá que un "hombre entre hombres" era un "extraterrestre entre
extraterrestres" que estaban todos aquí sin saber que lo eran. O
algunos sabiéndolo como yo lo sé, dispersos, aislados y silenciosos
como hasta hace poco permanecí, y como todavía permanezco
en parte. Y saldrán a decir lo suyo cuando la hora llegue.
Y en cada rincón del mundo habrá alguno de ellos revelando
su secreto; hombres entre hombres, ignorados por quienes los rodean
o los ven pasar; imaginadlos...
Parte I
LA ESTRATEGIA DE LANZAMIENTO
50 años del fenómeno OVNI
El programa
El 24 de junio de 1997 se cumplía el cincuentenario
del fenómeno ovni. En la Argentina, salvo unas pocas revistas (que
ya estaban en la calle ese mes o esa semana), con tapas alusivas al tema,
no hubo cobertura por parte de los medios. En los principales canales
del país, sólo un programa estaría dedicado a conmemorar
lo sucedido medio siglo atrás. Un programa de debates que iba de
lunes a viernes de 16.00 a 17.00, con unos cinco puntos de rating, lo cual
no era poco. Por supuesto que el organizador del asunto, no podía
ser otro que Alejandro Agostinelli. Con cuarenta opinantes, principalmente
ufólogos, contactados y refutadores, como el tema de la fecha sería
"extraterrestres entre nosotros", el invitado principal no podía
ser otro que uno de esos extraterrestres "entre ustedes"...y allí
estuve.
Vestido de guerrillero, con pasamontañas
al estilo zapatista, y anteojos al estilo Terminator o algo así,
no parecía extraterrestre en absoluto, ni pretendía parecerlo.
El enmascaramiento pretendía evitar que me conocieran. El uniforme
me presentaba como combatiente; un comandante pero...¿extraterrestre
o humano? ¿en qué plano era mi comandancia y mi combate?
¿contra quiénes, extraterrestres o humanos, era mi lucha?
Esos y otros interrogantes surgirían o no a partir de mi insólita
forma de presentarme (el relato de lo sucedido y la repercusión
que tuvo en otros programas y medios donde se habló del "comandante
extraterrestre", puede consultarse en el INFORME CLOMRO 2, Sección
II PROGRAMAS Y NOTAS).
Como cierre del programa, mostré un videocassette
y un sobre conteniendo un mensaje al presidente de la nación, cuyas
copias comenté haber enviado a casi toda la prensa del país
esa madrugada. Con el transcurso de los días, fue sorprendente comprobar
que dicho mensaje no fue publicado -que yo supiera- en ninguna parte. Llevado
a diarios, revistas, radios, canales, agencias noticiosas...juzgue el lector
por qué cayó bajo la tijera (ver en INFORME CLOMRO 2, Sección
I CARTAS).
Planteos generales
Mi comandancia
Dentro de las opciones y elecciones que he formulado,
en este papel en parte enfrentado a ambas posiciones, y en parte conciliatorio
entre ellas, mis adhesiones como aliado condicional a fines específicos,
no podrían sugerir que esto sea una misión, en el sentido
que le adjudico a la palabra, en lo que se entiende como "plan de acción
asignado cósmicamente por una comandancia". Yo no respondo a
comandancia ninguna que haya predeterminado el modo de mis acciones
a cumplir. La forma en que opero para la consecución de los objetivos
que entiendo necesarios a fijar, está dada por mi propia autodeterminación,
según el conocimiento que en principio fue puesto en la mente del
cuerpo que vine a ocupar, y según la realidad planetaria que observo
y mi compromiso con el destino de este sistema planetario. Esa síntesis
no se hizo en el cosmos, sino en mi mente física actual, producto
de mi facultad de decidir. Y mi decisión, a diferencia de los pensadores
que, por estar dispersos, no pudieron formar un bloque o una red, consiste
en trazar una planificación estructural integrada, para lograr la
conjunción de toda esa fuerza dispersa. No sólo con quienes
ahora viven para hablar, sino con la palabra documentada de quienes ya
no están, pero que han dejado esa poderosa fuerza que es la revelación
que cada uno hizo, y que ya no depende de que el autor viva o no, porque
es palabra con entidad y fuerza propia.
Sumado a lo que he venido a decir de fuente cósmica,
todo lo reunido en el INFORME CLOMRO 3, dicho por otros en concordancia
con lo que digo, hará que esta operación sea imposible de
detener, aunque se consiga quitarme de en medio. Porque la operación
consiste, precisamente, en que no soy yo quien está en el medio;
¡y tampoco hay nadie que esté en el medio!...Porque acá
no hay centralización, sino RED. Y cuanto antes desaparezca
yo, más fuerza cobrará lo que hoy depende transitoriamente
del impulso que yo le dé. En eso consiste la finalidad de mi transitoria
comandancia de la operación: en mi voluntaria prescindibilidad,
a ir manifestándose por cada autocomandado que vaya integrándose
a la red mientras yo esté, de modo que cuantos más seamos,
menos concentrada en mí estará la dinámica de esta
proyección operacional descentralizada. Esta operación corre
el riesgo de ser alterada, si se pierde esta regla de descentralización
en multicomandos. De ahí que todo el plan está trazado para
que, en previsión de mi eventual ausencia temporal o definitiva,
la operación se autocomande. Esta dinámica operacional
autónoma, podría definirse como un sistema informático
programado para guiar en la toma de decisiones que determinen las acciones
a seguir, sin nadie al timón, porque ya está orientada la
nave. El Comandante Clomro no será, entonces, más que un
programador sólo útil, como divulgador activo, en la
fase de la estrategia transicional centralizada. Una vez en marcha la difusión
de este informe y de otros mecanismos de instrumentación central
expansiva, mi presencia o ausencia física no será determinante
del funcionamiento autónomo del programa en operación.
Internet
Cuando el conocimiento cósmico aquí
transmitido, había llegado a los contactados que iniciaron su difusión,
y cuando muchos pensadores escribieron lo suyo sobre lo que pasa en este
mundo, no existía la Internet. Me decían hasta antes de su
existencia, que si lo que supuestamente transmitieron los seres cósmicos
de los que yo hablaba, fuera verdad, cómo se explicaba que ese conocimiento
no llegara a todo el mundo, con múltiples receptores humanos capaces
de retransmitirlo. Por qué sólo unos pocos serían
los contactados, y por qué esta transmisión cósmica
localizada, en vez de globalizarla con transmisiones cósmicas múltiples,
contactando a receptores en muchas partes.
Sin profundizar demasiado en que, si así
fuera, el Padre debería haber colocado al menos un Jesús
en cada continente, en vez de haber sido tan poco generoso de concebir
y de enviar a un sólo Hijo; sin cuestionar el hecho de que basta
un sólo canal para que algo baje y se ramifique, digamos que no
habría diferencia entre operar con un grupúsculo de contactados
en un sólo lugar, o con miles de contactados en todo el mundo. Lo
importante es la expansión resultante a partir del contacto centralizado,
no la dispersión inicial de la transmisión en contactos múltiples.
Dada esta posibilidad tecnológica de que
la información transmitida inicialmente en forma localizada, logre
una proyección global expansiva, consideremos a esta red informática
como la biblioteca pública planetaria a la cual el interesado en
este mensaje cósmico puede acceder, esté en el país
en que esté; acceso que convierte a esta información aquí
archivada, en patrimonio de la humanidad. Y, tal como debió ser
previsto con años de anticipación por los transmisores en
el cosmos, esta vía informática es el mecanismo que, a lo
que enviaron, aquí contenido, lo define como una transmisión
cósmica exitosamente efectuada al mundo entero.
La censura, las presiones y las persecusiones por
las cuales este conocimiento fue impedido de propagarse durante todos estos
años, habían conspirado para que esto pareciera mentira o
locura, porque un conocimiento cuya difusión es limitada, parece
sectario y falso. Si tan pocos recibían y retransmitían esto,
por ser disonante con la estructura de poder establecida sobre el mundo,
y que estructuró las mentes para que no identificaran esto como
verdadero; si, en consecuencia, tan calumniados hemos sido los pocos retransmisores,
y tan cuestionado había sido este conocimiento ante el juicio de
dogmáticos católicos o de fanáticos "new agers", ahora
nadie podrá decir que los seres cósmicos que supuestamente
transmitieron lo aquí revelado, no son creíbles porque no
hicieron llegar el conocimiento a todo el mundo. Porque yo soy uno de
ellos, que vino a tomar un cuerpo, y que está haciendo llegar
el conocimiento a todo el mundo.
Ya he dicho en el inicio, que por algo se me envió.
Si se sabía lo que por mi intermedio se podía lograr, era
sólo cuestión de darle tiempo al tiempo, para mi preparación
necesaria hasta mi entrada en acción. Si no se sabía, espero
con esto haber evitado que otros tuvieran que ser enviados y expuestos
a las dificultades de una función así. Bienvenido hubiera
sido quien hubiera aparecido en tal situación, si me mandaban refuerzos.
Pero como ni los recibí, ni se me contactó para recibir instrucciones
o ajustar planes, y se me dejó actuar autodeterminadamente, agradezco
que se me permitiera obrar en estas condiciones, que hicieron posible responder
con mis actos, a la confianza que, cuando me enviaron, hayan depositado
en mi aptitud para la función a cumplir, aquí cumplida.
INVITACION
Con mi mayor agradecimiento por tu interés y atención puestas en mis palabras, y con mi mayor deseo de Amor y Fuerza para tu lucha, te saludo desde nuestra victoria hoy, hasta la victoria final de la Luz.