El Golpe a la Flota en Bahía Agradable |
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A media mañana del 8 de junio el comando de la Fuerza Aérea Sur (FAS) recibió informes que confirmaban la presencia de buques británicos en la zona de Fitz Roy. Las condiciones meteorológicas eran buenas. Era 1o que se estaba esperando luego de varios días de mal tiempo y forzada inactividad. Se emitieron entonces las órdenes de ataque.
Dos escuadrillas, con un total de ocho aviones A4 Skyhawk, "Dogos" y "Mastines", son las primeras en alistarse para partir, pero cuando despegan sólo pueden hacerlo siete, debido a fallas mecánicas. Llegan sin mayores inconvenientes al punto de cita con el reabastecedor KC-130 Hércules. Completan su carga de combustible, salvo dos aviones, justamente los pertenecientes a los jefes de las escuadrillas, el capitán Carballo y el primer teniente Filippini, quienes no tienen otra alternativa que retornar al continente al no poder reabastecerse.
Toma entonces el mando el oficial mas antiguo, el primer teniente Cachón, quien decide recomponer los dos grupos en uno. Así, los otros dos aviones que quedaban de la Dogo -teniente Rinke y alférez Carmona- forman a su izquierda y los dos únicos Mastines -teniente Gálvez y alférez Gómez-, a su derecha.
Pasaron sobre la bahía San Felipe, en el extremo sur de la isla Gran Malvina, cruzaron el estrecho de San Carlos y tomaron rumbo noreste en una apretada línea, con todo el armamento listo, incluidas las tres bombas frenadas por paracaídas de 250 kg que pendían de cada avión.
Se encuentran súbitamente con dos helicópteros ingleses, pero el jefe de la escuadrilla ordena seguir adelante, con la idea de atacarlos al retornar de la misión, si todavía estaban allí.
Dogos y Mastines pasan sobre el establecimiento Bluff Cove, situado al norte de Fitz Roy, donde observan movimientos de tropas pero ningún buque. Inician entonces un giro cerrado hacia la derecha.
El alférez Hugo Gómez que ocupaba la última posición de la línea, recuerda que "levanté un poquito mi avión, porque estábamos volando pegados al piso, y entonces alcancé a ver dos buques, que estaban ahí nomás. Yo había cometido un error al elevar mi avión, por lo que volví a rasante rápidamente; esperando en cualquier momento el 'cohetazo'. Pero con la velocidad que tomó por la maniobra pasó al avión que iba adelante mío y alcancé al tercero de la formación. Los buques, que estaban paralelos y con las proas encontradas, abren fuego de artillería liviana".
"Todo sucede entonces vertiginosamente, el Dogo I (Cachón) le pegó al primero de los barcos. Volábamos muy al ras del agua y las bombas caían haciendo 'Patito'. La mayoría de las bombas pegaron en ese primer buque y el 'despelote' fue infernal."
Las investigaciones posteriores dirían con detalle que las bombas del avión de Cachón habían impactado en el centro de la superestructura del buque logístico "Sir Galahad". Luego pasó el avión de Carmona, que no pudo desprender sus bombas pero comprobó el efecto del ataque del Dogo 1. Enseguida, el Dogo 3, Rinke, lanzó su carga mortífera, que erró a la cubierta por pocos centímetros y se dirigió, con los consabidos "Patitos", hacia la playa para explotar en medio de una concentración de hombres y material.
Una de las bombas que impactaron en el "Sir Galahad" explotó en la cafetería, en ese momento repleta de hombres, y la otra lo hizo en el depósito del combustible de las baterías de misiles Rapier, que estaban siendo desembarcadas, lo que produjo un incendio incontrolable que a su vez provocó la explosión de cajas de municiones.
El lugar se convirtió entonces en una escena dantesca, ya que el combustible derramado por el "Sir Galahad'' se incendió y se esparció por toda la superficie de bahía Agradable.
"Nosotros (los Mastines) no habíamos lanzado todavía las bombas, prosigue Gómez con su relato, cuando siento al teniente Gilvez que me dice: 'Ponga viraje por izquierda, vamos a darle al de atrás'. En ese momento pensé que era una locura pero después comprendí que él había visto que las bombas ya habían dado de lleno en el otro barco. Así que apuntamos los dos al otro, que era el 'Sir Tristam ', y le entramos por el otro lado."
"Después de tirar las bombas levanté el avión y lo que alcancé a ver fue impresionante. Todo era llamas, humo negro y explosiones."
Los Harrier no aparecieron y los cinco aviones argentinos regresaron sin novedad a Río Gallegos, donde aterrizaron poco después de las tres de la tarde. En bahía Agradable había quedado el infierno. Como bien lo resumió un historiador de la guerra de Malvinas, ese día los hombres del general Anthony Wilson comprendieron que "la guerra no era una competencia semideportiva, sino la más brutal e insensata de las acciones humanas".
Julio Limardo
LV-JCL
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